Para quien tiene más de cincuenta años ha sido como zambullirse en el pasado. Los largos cortejos entre las antiguas veredas, entre los árboles de olivo y los algarrobos, desde el centro de la ciudad de Comiso* al ex aeropuerto Magliocco destinado a hospedar los misiles nucleares Cruise de la Otan. Treinta años después de nuevo muchas pancartas pintadas y las banderas de la paz, los tambores, las ollas y las cazuelas, los silbidos y 5.000 mujeres, hombres, estudiantes de la escuela media y universitarios, niñas y niños que han llegado con autobuses y coches desde cada rincón de Sicilia. Exactamente como entonces para luchar contra la militarización, el delirio de la guerra global y permanente e invocar un Mediterráneo mar de paz. Sólo que aquí en los campos de Niscemi, en provincia de Caltanissetta, el paisaje es muy diferente. Dejadas a la espalda las encinas ultracentenarias y los últimos alcornocales de la isla, todo es árido, lunar. Kilómetros de redes y alambre de púas y una selva de antenas y más antenas. Cuarenta y uno en total que disparan ondas electromagnéticas, la instalación de telecomunicaciones de la Marina militar de los EE.UU. más grande de Europa, para el enlace con las unidades navales y los submarinos a propulsión y con capacidad nuclear.  

El 6 de octubre, decenas de comités populares, las asociaciones y los militantes de las organizaciones políticas y sindicales “no war” se dieron cita para manifestar contra el insensato proyecto de construcción, dentro de la reserva natural de Niscemi, de uno de los cuatro terminales terrestres del Muos, el nuevo sistema de telecomunicación satelital de las fuerzas armadas de EE.UU.

 "El Muos será el instrumento con el que se conducirán las futuras operaciones de guerra, las que tendrán como protagonistas los aviones sin piloto y los misiles teledirigidos a distancia, que partirán en buena parte de la gran base aérea siciliana de Sigonella", explica Enzo Traina del No Muos de Niscemi. "Hoy, la otra Sicilia, la que lucha contra el control mafioso y militar de los territorios, ha vuelto a encontrarse, a protestar, a esperar, con el sostén de los movimientos hermanos del Val de Susa*, de los “No Radar*” de la Cerdeña y del Presidio “No Dal Molin*” de Vicenza."  

Un largo cortejo ha circundado la base americana del barrio Ulmo alegramente y ruidosamente. "Nosotros somos la vida, ellos la muerte". Y con la conciencia de haber dado un pequeño paso adelante en la campaña contra el EcoMUOStro* de las guerras del siglo XXI. Lo que alegra aún más los corros delante de los agentes, es la noticia apenas redactada esa mañana por las agencias: la fiscalía de la república de Caltagirone ha ordenado el secuestro de las obras de las plataformas del MUOS por violación de las normativas ambientales. Cinco personas son indagadas.

 "Hace algunos meses denunciamos la ilegitimidad de la forma de actuar de la Región siciliana que autorizó el inicio de las obras dentro del área protegida", explica Eduardo Parlagreco del Comité de Niscemi. Hemos documentado reales delitos ambientales, la destrucción de la vegetación mediterránea y el desmonte de colinas enteras, solicitando la intervención de la autoridad judicial. Por fin ha sido impuesto el alto y esperamos que quien ha permitido estos estragos pague en sede penal y civil. Ahora también quedamos a la espera de que interventa la Dirección investigativa antimafia porque se ha permitido que las obras de desmonte fueran llevados a cabo por una empresa local priva de certificado antimafia ya que se sospecha que sea contigua a la criminalidad organizada."  
 
Como en Taranto, la ausencia de la política de gobierno en Niscemi es colmada por la magistratura. "Monti y De Paola son sordos, el ejecutivo ha elegido el muro de goma", comenta Enzo Traína. "También este hecho confirma como en Italia se hayan interrumpido dramáticamente los indispensables circuitos democráticos, entre los ciudadanos, las instituciones locales, el poder legislativo y el gobierno. Hoy Niscemi lanza un llamado-ultimátum. El Muos es ilegítimo, inconstitucional y es un instrumento de guerra que envenena el hombre y el ambiente. Roma tiene que asumirse la responsabilidad e imponer su desmantelamiento. Nosotros estamos listos a asumirnos las nuestras, lanzando una campaña de desobediencia civil para reafirmar nuestro derecho y el de nuestros hijos a la vida y a un futuro de paz."  
 
Artículo publicado en Il Manifesto el 7 de octubre de 2012.