Martes 25 Marzo 2025

Protesta contra la reforma Nordio, pero guarda silencio cuando se deslegitima a los magistrados

 Actualmente se desarrolla en Palermo el 36º Congreso de la Asociación Nacional de Magistrados. En un momento histórico en el que hablamos de una nueva y pésima reforma de la justicia y de una "separación de carreras" que corre el riesgo de socavar aún más la autonomía y la independencia de la magistratura, la presencia del jefe de Estado, Sergio Mattarella, ciertamente puede ser recibida de manera positiva.

Con el debido respeto al presidente de la República que con ese gesto quiso dar una señal de cercanía a la magistratura, esto no es suficiente para satisfacer la sed de justicia de aquellos ciudadanos que creen en la importancia de la autonomía y la independencia del poder judicial y que permanezca unido en la búsqueda de la verdad de todas aquellas masacres que han marcado profundamente la historia de nuestro país.

Lo diremos de inmediato. Dentro de la ANM no faltan magistrados que, en pleno cumplimiento de la Constitución, tienen muy claro el papel de responsabilidad que encarnan. Especialmente los magistrados jóvenes que luchan por la independencia del poder judicial, que se solidarizan y apoyan a los colegas que trabajan en primera línea en la lucha contra los sistemas criminales y que critican duramente las decisiones tomadas por los dos últimos gobiernos con los "reformistas" como Cartabia y Nordio.

Magistrados como Nino Di Matteo, Nicola Gratteri, Luca Tescaroli, Giuseppe Lombardo, Sebastiano Ardita y otros, que han dado la cara precisamente para criticar aquellas disposiciones y normas que corren el riesgo de destruir la lucha contra la mafia y la corrupción.

Pensemos en las continuas restricciones al uso de intercepciones telefónicas (ver el uso del troyano o la normativa para el desarrollo de investigaciones), la abolición de determinados delitos contra la administración pública o la abolición del principio acción penal obligatoria. Y luego, de nuevo, los intentos de anular institutos clave como la cadena perpetua, el embargo y la confiscación preventiva de bienes y los colaboradores de justicia. Si hasta se llegó a amordazar a la prensa.

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Todo esto se está moviendo de manera sigilosa por parte de la política.

Y recién ahora la ANM hace oír su voz, aunque débilmente.

A menudo actúa de manera farisaica e hipócrita, contribuyendo al aislamiento de aquellos magistrados que habitualmente acaban en el punto de mira de una cierta política.

Un ejemplo es el grave silencio de la ANM cuando el jefe de bancada de Forza Italia en el Senado, Maurizio Gasparri, presentó una pregunta al ministro de Justicia, Carlo Nordio, para saber qué iniciativas piensa tomar el Guardasellos para verificar la posible existencia de responsabilidades disciplinarias contra el fiscal nacional adjunto y ex miembro del CSM, Antonino Di Matteo, para proteger a la magistratura y a la Corte de Casación y para verificar la posible existencia de delitos derivados de las declaraciones contenidas en el libro.

En el centro del ataque de Gasparri se encuentra el último libro escrito por Di Matteo junto con el periodista Saverio Lodato -Il colpo di spugna (Editorial Fuoriscena)- en el que los autores comentan y critican la sentencia de la Casación relativa al proceso de la Tratativa Estado-mafia.

Y hasta la fecha Nordio no dio respuesta a este punto.

De poco sirven las entrevistas y las intervenciones en la prensa si las posiciones no están claras.

La prensa también juega un papel en esta farsa. Con excepción de algunos periódicos y algunas publicaciones en línea, hace tiempo que renunció al papel de "perro guardián" que los medios de información deberían tener frente a las instituciones, los que, en cambio, son cada vez más servidores del poder.

Con su silencio, la ANM demuestra que es un Sanedrín al igual que los antiguos Consejos Superiores de la Magistratura. Incapaces de expresar solidaridad o abrir procedimientos de protección cuando la política ataca imprudentemente a aquellos magistrados cuyas vidas corren peligro.

Y al hacerlo los aíslan, demostrando que la historia de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino no enseñó nada.

*Foto original de Portada: © Imagoeconomica

*Foto 2: Giuseppe Santalucia, presidente de la ANM