Martes 25 Marzo 2025

Casi al instante de gatillarse el arma en contra de la vida del fiscal Marcelo Pecci, aquel 10 de mayo de 2022 en la playa Barú, en Colombia, la interrogante más nítida y más dramática que emerge de lo sangriento, de ese camino sin retorno que fue su muerte, alude a la mano ideológica. Es la incógnita que deja (hasta hoy) el atentado, especialmente cuando el atentado estremece al mundo; cuando lo lacera, cuando lo ultraja. Es la incógnita que dibuja toneladas de especulaciones, las que en definitiva apuntan a una sola respuesta, que se viste de mafia (¿de mafia local o de mafia extranjera, quizás italiana?). Esa mafia que hasta hoy carece de rostro, o de rostros, o de nombres y de apellidos. Esa mafia transnacional que dejó su sello en Colombia, segando una vida paraguaya, aunque el mensaje fue para el mundo entero. Fue la advertencia de un universo putrefacto, dirigida al universo de los justos del mundo. Fue una confrontación más. Una de tantas, a lo largo de la historia de nuestra humanidad.

Fue una canallada mafiosa muy bien aceitada, logísticamente y financieramente. Una trastada certeramente planificada, entrometiéndose en el camino de la justicia, y en la vida de un hombre, que no hacía otra cosa que cumplir con su deber de agente fiscal, haciendo una pausa, aquel mes de mayo de hace dos años, junto a su esposa y al hijo de ambos, que ella ya llevaba en sus entrañas, en una playa del caribe colombiano. Pero no hubo pausa, hubo muerte. Esa muerte anunciada y maquinada desde las sombras. Esas sombras escupiendo balas. Balas de plomo para acallar a hombres honrados. Hombres que molestan y que crispan los nervios de los mafiosos. Los mafiosos del poder que no titubean a la hora de ordenar que las vidas se acaben. Se trunquen. Se hagan añicos a la vista pública. A la vista de ojos inocentes. A la vista de vidas que demoraran en recomponerse para poder dar testimonio. El testimonio de una tragedia, de un golpe bajo que ha sido dado por la criminalidad transnacional, en una América Latina literalmente desangrada.

A dos años de aquel detestable día, la memoria de Marcelo Pecci ya le pertenece al mundo. Y ya ha sido roto el silencio de la intimidad familiar para transformarse en un grito de pedido de justicia a nivel mundial, porque como decía la familia Pecci en una carta reciente, el olvido es la peor forma de injusticia. Esa repulsiva injusticia, que para la mafia es la mejor forma de olvidar, para así poder preservar impunidades. Esas impunidades que codician y atesoran los asesinos de la vida, como si se tratara de riquezas de su universo pútrido.

Los sicarios, en todas sus formas y en todas sus grados de participación en el atentado ya están con las manos esposadas, de cara a la vida carcelaria. Pero sobre sus cabezas sobrevuelan los fantasmas de los mandantes.

¿Se abrirán los secretos o los ideólogos permanecerán más tiempo protegidos?. Los acontecimientos se van dando progresivamente. Y las sorpresas podrían sacarnos el sueño o quizás, como siempre ocurre, hacernos entrar el letargo.

Cada día cuenta.Cada hora cuenta. Cada minuto y cada segundo cuentan.

Un poco de historia

Pecci, hacía tiempo que realizaba investigaciones de peso, ligadas al crimen organizado. El martes 10 de mayo de 2022 dio su paso a la inmortalidad en una isla frente a Cartagena Colombia por un encargo mafioso. Un grupo de sicarios armados en una moto de agua ultimaron al fiscal cuando estaba de luna de miel con su esposa. Los asesinos dispararon a quemarropa contra la pareja mientras se encontraban en la playa.

El atentado contra Pecci se suma a una larga lista de magistrados que padecieron la misma suerte, intentando combatir a una estructura logística que garantiza el abastecimiento y producción de estupefacientes en Sudamérica, y que son financiadas por las mafias italianas.

Por tanto, la lógica que nos lleva a pensar que los narcotraficantes de Paraguay obtuvieron la autorización para asesinar a Pecci en Colombia, es la misma lógica que nos posiciona en que ese consentimiento viene del crimen organizado internacional.

El asesinato del magistrado conmocionó al mundo. Los principales medios del globo terráqueo reprodujeron la noticia. En ese momento se abrieron dos investigaciones, una en Colombia y otra en Paraguay.

La presunción de esas investigaciones apuntaba en primera instancia, directamente a la operación 'A Ultranza’, que fue la investigación sobre el narcotráfico más grande hasta el momento en Paraguay y que expuso las maniobras de una organización conocida como el clan Insfran. Pecci asesoraba y coordinaba directamente a los fiscales que se ocupaban de esta investigación. 'A Ultranza’ centraba además la atención en renombrados miembros del Partido Colorado, que ya estuvo envuelto en varios delitos vinculados al narcotráfico, y por sobre todo con una estrecha relación al expresidente y empresario Horacio Cartes.

Autores materiales e intelectuales ¿Entre ellos la ‘Ndrangheta?

Finalmente la presión mediática y de la diplomacia internacional, se conjugaron con un gobierno colombiano recientemente elegido produciendo en pocas semanas el paradero de los autores materiales del hecho, se produjeron entonces seis detenciones. Además de los cuatro involucrados de manera directa, fueron apresados Franco Luis Correa Galeano, quien se ocupó de la logística, y Eiverson Zabaleta Arrieta, quien se encargó de transportar al grupo de sicarios. La justicia en este caso avanzó en tiempo y forma hasta cierto punto. Carrillo, Londoño, Monsalve y Zabaleta, se declararon culpables y pidieron disculpas públicamente por el crimen, actitud que forma parte seguramente de la estrategia legal de sus abogados. Pero, a pesar de todo, ninguno de estos imputados aportó información sustancial que volcara el rumbo del caso para poder llegar hasta los autores intelectuales. De todas formas, Franco Correa con su testimonio negociado ante los fiscales, permitió avanzar y llegar hasta un punto enigmático del caso y llegar hasta los hermanos Andrés Felipe y Ramón Emilio Pérez Hoyos, quienes se encargaron de los pagos a los sicarios. Ambos sujetos aceptaron confesar su involucramiento y de igual manera pidieron disculpas sin aportar mayor información de sus jefes. Correa además fue quien acusó a Horacio Cartes y al narco conocido como “Tío Rico”, integrante de la familia Insfrán, este último de fuertes conexiones con Sebastián Marset, prófugo de la justicia internacional.

Luego trascendió en una audiencia realizada en Colombia, que Correa dijo que Marcelo Pecci había puesto preso a un hermano de Cartes y uno de “Tío Rico”, motivo más que suficiente para ordenar su asesinato.

El 10 de octubre de 2023 el Ministerio Público paraguayo decidió abrir causa penal contra el ex primer mandatario Cartes. Toda esta situación generó una gran ronda mediática en el país, el presidente de la cámara de Senadores Beto Ovelar, afirmó, por ejemplo: “no hay que descartar, que detrás de las acusaciones del sicario que se hicieron, esté el gobierno de los Estados Unidos”.

“La orden salió de acá, del Paraguay. Obviamente son gente que está acá, puede ser en conexión con gente de Brasil, Colombia, o hasta de la mafia italiana, como por ejemplo la ‘Ndrangheta, pero la gran parte de los responsables están acá”, señaló Maricel Albertini, la madre del Fiscal asesinado, al periódico ABC Color.

Y también apuntó: “El trabajo de la fiscalía del Paraguay es mínimo y muy discreto, sin ánimo de realmente llegar a la conclusión de esto, tal vez tendrán orden, digo yo, de no seguir escarbando, porque creo que hay gente de gran poder que está involucrada en todo esto”.

De la investigación del lado colombiano se desprendió, además, que los asesinos de Pecci podrían estar vinculados a organizaciones internas y también internacionales y se mencionan por ejemplo a Tren de Aragua y Clan del Golfo, dos organizaciones con redes tejidas hacia el PCC. ¿ Marcelo Pecci fue asesinado porque sus investigaciones comenzaron a cavar demasiado profundo?

La fiscal Alicia Sapriza, que asumió la fiscalía que coordinaba Pecci, dijo que el fiscal estableció evidencia sobre una alianza entre la ‘Ndrangheta italiana, que maneja el comercio mundial de cocaína, y el mencionado Primer Comando Capital brasilero (PCC) con estrechos vínculos en el norte paraguayo.

EE. UU. en la ecuación de la investigación

Hoy las indagaciones siguen su marcha en Paraguay, Colombia y Estados Unidos. El embajador de norteamericano, Marc Ostfield, en la víspera del recordatorio del asesinato del fiscal se reunió con la viuda de Pecci, Claudia Aguilera, y con el embajador de Colombia, Manuel Corzo. En esa ocasión ofreció su compromiso de avanzar en el esclarecimiento del caso.

En resumen, en Paraguay se sigue investigando al autor moral y el fiscal Manuel Doldán confirmó que hay pactado un encuentro con sus pares en Colombia. Dicha reunión será con la nueva fiscala general, y con el fiscal Mario Burgos.

Medios paraguayos indicaron que el abogado de la familia Pecci en Colombia indicó que hace dos semanas llegó al país una delegación de la DEA desde EEUU para entrevistar a los condenados, pero no tiene información de que hayan obtenido alguna información. “Ahora queda determinar si Marcelo Pecci tenía algúna investigación del interés de EEUU o si dinero de este crimen se movió por ese país y ojalá con esta sinergia entre la justicia colombiana y norteamericana podamos llegar al autor moral de este hecho” afirmó el abogado a un medio argentino.

A lo largo de estos dos años la fiscalía colombiana logró condenar a los sicarios a 23 años de prisión, y a 42 años de prisión a Margaret Chacón. Sigue pendiente la condena definitiva de Francisco Galeano. Hace un mes se inició un proceso en Venezuela contra el conductor de la moto acuática utilizada por los sicarios.

Mientras tanto, la falta de voluntad institucional y política en materia de investigación fiscal siguen siendo materia pendiente en Paraguay, un territorio que respira miedo, y esparce la desidia hacia las víctimas del crimen organizado.

*Foto de Portada: ABC Color