El acto tiene como destinatarios a dos ex ministros, Mancino y Mannino, al senador Dell'Utri, a los oficiales de carabinieri Subranni, Mori y De Donno, Massimo Ciancimino hijo del ex intendente de Palermo, y a los jefes mafiosos Totò Riina, Leoluca Bagarella, Giovanni Brusca, Bernardo Provenzano y Nino Cinà. Los fiscales imputaron a los jefes mafiosos por el cargo de delito de violencia o amenaza a Cuerpo político del Estado. La misma acusación fue imputada a Mannino, ex ministro de agricultura, ya procesado y absuelto con sentencia definitiva por el delito de concurso en asociación mafiosa y al senador Dell'Utri.

También están siendo interrogados por el cargo de violencia o amenaza a Cuerpo político del Estado el ex jefe del Ros Antonio Subranni, su vice de la época Mario Mori y el entonces capitán Giuseppe De Donno. “Actuaron para turbar la regular actividad de los cuerpos políticos del Estado - se lee en el escrito de acusación -. Actuaron en concurso con el entonces jefe de la Policía, Parisi, y el vice director del D.A.P. Di Maggio, ya fallecidos”.

Para Massimo Ciancimino, en cambio, el crimen por el cual se lo acusa es el de concurso en asociación mafiosa y de calumnia agravada hacia el ex jefe de la Policía, Gianni De Gennaro. Nicola Mancino, en el '92 estaba en el Ministerio del Interior y está siendo interrogado por falso testimonio. También terminaron siendo investigados el ex ministro de Justicia Giovanni Conso, el ex jefe del D.A.P. Adalberto Capriotti y el parlamentario europeo del U.D.C. Giuseppe Gargani: para ellos la acusación es de dar falsa información al Fiscal pero el aviso de conclusión de investigaciones no ha sido notificado. La ley prevé que la investigación, en este caso, se detenga hasta la definición en primer grado del proceso principal, justamente el de la “negociación”.

Según la acusación, concretamente, hombres del Estado y hombres de Cosa Nostra habrían actuado “en ejecución de un mismo proyecto criminal, en concurso entre ellos” y con Parisi y Di Maggio. Por un lado estaba la amenaza mafiosa, contra el gobierno, por medio de “la organización y la ejecución de atentados, homicidios y otros delitos graves (algunos de los cuales fueron cometidos y perpetrados) en perjuicio de exponentes políticos y de las Instituciones”. El intermediario habría sido don Vito Ciancimino: a los boss les interesaba tener una legislación favorable, un trato carcelario privilegiado, procesos que tendrían que terminar con sentencias de absolución. Subranni, Mori y De Donno, después de haber hecho contacto con Don Vito, habrían favorecido “el desarrollo de la negociación entre el Estado y la mafia, por medio de recíprocas renuncias parciales”. Por el lado de Cosa Nostra con la renuncia “a la prosecución de la estrategia de los atentados”, por el otro  los representantes de las Instituciones con la renuncia “al ejercicio de los poderes represivos del Estado”. Según los fiscales con estas concesiones habrían sido reforzados los propósitos de chantaje. Otro elemento de intercambio que Provenzano mantuviera la calidad de prófugo.
 
En lo que se refiere a Mannino éste habría intervenido para salvarse a si mismo, después del homicidio de Salvo Lima (político italiano), “ejerciendo presiones indebidas” a favor de los mafiosos. En cambio Bagarella y Brusca “a través de Vittorio Mangano y de Dell’Utri” habrían ejercido presión sobre Berlusconi. Al ex primer ministro, que llegaría al poder en marzo del '94, se le pidió que se hicieran algunas intervenciones en las leyes, en los procesos y en el trato carcelario, para evitar que hubieran nuevos atentados, del tipo de aquellos de Roma, Florencia y Milán del '93.

Por lo tanto Dell’Utri habría reemplazado a Lima y a Ciancimino en las relaciones con la mafia, facilitando “el avance de la negociación” y “de que Berlusconi recibiera dicha amenaza después de su asunción como jefe de Gobierno”.
 
En lo concerniente a Massimo Ciancimino dentro del expediente sobre la negociación se orientaron las investigaciones sobre concurso en asociación mafiosa y la más reciente por calumnia agravada.  El hijo de Don Vito, el súper-testigo que comenzó la investigación, fue considerado ajeno a los acuerdos entre partes de las Instituciones y Cosa Nostra, pero si responsable únicamente de haber desarrollado “constantemente el papel de portador de mensajes escritos y comunicaciones orales (relacionadas con  temas primordiales para la organización mafiosa) entre el padre, Vito Ciancimino y Bernardo Provenzano”.

En el mismo contexto y el mismo acusado, fue imputado además de calumnia agravada con respecto al ex jefe de Policía, Gianni De Gennaro, a quien el acusado habría intentado encastrar fabricando un “pizzino” en el que el apellido del magistrado “Di Gennaro”, tomado de un escrito de Vito Ciancimino, habría sido traspasado a otro papel, que a su vez habría sido compilado por el ex intendente mafioso y que contenía los apellidos de funcionarios del Estado que seguramente eran infieles. “Di Gennaro” habría sido hecho pasar por “De Gennaro” pero la manipulación fue descubierta.

Ciancimino dice que ratificará sus declaraciones y que pretende probar el hecho de que no manipuló ningún documento. También se manifestó molesto porque no todos los fiscales quisieron poner su firma en el acta, dado que – declaró - “yo en este hecho puse la cara y la vida”. Y agregó: “Se que soy responsable de esta negociación que aceleró la muerte de Borsellino, pero no soy el único”.

Con respecto a la conclusión de las investigaciones intervino el fiscal sustituto de Palermo Antonio Ingroia: “Da aún más impresión el hecho de saber que mientras los mafiosos mataban y sembraban muerte y terror por medio de las bombas, había alguien del Estado que negociaba la tregua detrás de bambalinas “La mafia – continuó el magistrado - contrariamente a los clisés y a la forma de pensar común, que la consideran como el anti Estado, no es un anti Estado, sino que tiene una relación orgánica y estable con los organismos estatales. Con las clases dirigentes de nuestro País, locales y  nacionales, y por lo tanto en este ámbito, la sucesión de momentos de guerra y momentos de paz, en realidad son un tipo de brazo de hierro en el seno del bloque y del sistema de poder que ha gobernado nuestro País en sentido económico, social y político.”

“La verdad es que toda la historia del enfrentamiento entre mafia y Estado no es una historia de guerra, sino de treguas y negociaciones. El Estado italiano, solo en breves períodos y breves paréntesis en los que surgieron emergencias nacionales y emociones colectivas al día siguiente de los atentados, llegó a crear una legislación fuerte y eficaz. Pero no eran más que normas tapón – concluyó Ingroia - mientras tras bambalinas ya se estaba poniendo en marcha para instaurar una nueva tregua, un nuevo pacto de connivencia”.

El aviso de conclusión de investigación no fue firmado ni por el fiscal en jefe, Francesco Messineo, ni por el sustituto Paolo Guido. Messineo, que no es formalmente titular del procedimiento, aunque participó en numerosos actos de investigación concluyó: “Mi firma en un aviso de conclusión de investigación no es obligatorio como ocurre en cambio con las solicitudes de medidas cautelares. Ni tenía la obligación de firmar el acta al no ser  coasignatario de la investigación. Y de todos modos la solicitud de reenvío a juicio aún no ha sido realizada.” Quien tampoco firmó fue el fiscal Paolo Guido, titular a todos los efectos (aunque no desde el principio de la investigación n..d.r.), quien en cambio expresó su disenso con respecto a la línea llevada adelante por el fiscal adjunto Antonio Ingroia y por los sustitutos Nino Di Matteo, Lia Sava y Francesco Del Bene (este último entró recientemente por la parte que concierne al homicidio de Lima), que son los autores del acta de acusación.