SARA GUL, AFGANA TORTURADA
- 3552
Un responsable policial de la provincia de Baghlan, en el norte de Afganistán, ha contado que los agentes actuaron tras una denuncia de los padres de Sara Gul, a quien hallaron encerrada en el lavabo de la familia de su marido, Mohamed Azim. El facultativo ha añadido que el estado de la joven es grave y que será trasladada a la India para recibir un tratamiento más completo.
La agredida, que procede de la remota provincia norteña de Badakhshan, ha declarado a la policía que recibía palizas de su marido, con el que se casó hace nueve meses y que le dobla la edad. El subjefe policial de distrito, Fazal Rehman, ha contado que las fuerzas de seguridad han detenido a la suegra y la cuñada de Gul, pero que Azim consiguió darse a la fuga.
La adolescente fue ingresada en un principio en un hospital local, cuyo responsable, Gul Mohamed Wardak, explicó que presentaba signos de tortura, ya que le habín arrancado las uñas en las manos y tenía señales de quemaduras en diversas partes del cuerpo. De hecho, agentes de la policía admitieron que, dado el estado de la chica cuando la encontraron, "podría haber muerto" si la hubieran rescatado de su cautiverio algo más tarde.
La Misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) denunció hace un mes que queda un “largo camino por recorrer” en la aplicación de la legislación que protege a las mujeres afganas contra la violencia de género. Según este organismo, en Afganistán las leyes chocan con prácticas socialmente aceptadas como la compra-venta de mujeres para el matrimonio, las bodas infantiles o forzadas, las violaciones y el <i>baad</i> (regalo de una mujer para resolver una disputa familiar).
Pocos días después de esta advertencia de Naciones Unidas, tres hermanas menores de edad -de 8, 12 y 17 años- fueron atacadas con ácido por los familiares de un pretendiente rechazado por una de ellas en la provincia norteña de Kunduz.
También conmocionó al mundo el caso de la mujer afgana llamada Gulnaz, que no solo tuvo que sufrir la pesadilla de ser violada sino que además fue condenada a 12 años de cárcel por ello. Con 19 años sufrió la agresión por parte del marido de su prima, algo que fue visto por los tribunales como adulterio. Y la única forma que tuvo para evitar ir a prisión fue tomar la difícil contraer matrimonio con el agresor.
La agredida, que procede de la remota provincia norteña de Badakhshan, ha declarado a la policía que recibía palizas de su marido, con el que se casó hace nueve meses y que le dobla la edad. El subjefe policial de distrito, Fazal Rehman, ha contado que las fuerzas de seguridad han detenido a la suegra y la cuñada de Gul, pero que Azim consiguió darse a la fuga.
La adolescente fue ingresada en un principio en un hospital local, cuyo responsable, Gul Mohamed Wardak, explicó que presentaba signos de tortura, ya que le habín arrancado las uñas en las manos y tenía señales de quemaduras en diversas partes del cuerpo. De hecho, agentes de la policía admitieron que, dado el estado de la chica cuando la encontraron, "podría haber muerto" si la hubieran rescatado de su cautiverio algo más tarde.
La Misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) denunció hace un mes que queda un “largo camino por recorrer” en la aplicación de la legislación que protege a las mujeres afganas contra la violencia de género. Según este organismo, en Afganistán las leyes chocan con prácticas socialmente aceptadas como la compra-venta de mujeres para el matrimonio, las bodas infantiles o forzadas, las violaciones y el <i>baad</i> (regalo de una mujer para resolver una disputa familiar).
Pocos días después de esta advertencia de Naciones Unidas, tres hermanas menores de edad -de 8, 12 y 17 años- fueron atacadas con ácido por los familiares de un pretendiente rechazado por una de ellas en la provincia norteña de Kunduz.
También conmocionó al mundo el caso de la mujer afgana llamada Gulnaz, que no solo tuvo que sufrir la pesadilla de ser violada sino que además fue condenada a 12 años de cárcel por ello. Con 19 años sufrió la agresión por parte del marido de su prima, algo que fue visto por los tribunales como adulterio. Y la única forma que tuvo para evitar ir a prisión fue tomar la difícil contraer matrimonio con el agresor.