No soy un familiar de una víctima de la mafia, pero quiero expresar una vez más mi rabia, mi desconcierto, ante este Estado-Mafia, ante estos hombres que ocupan indignamente nuestro Estado italiano, nuestra patria. Hombres capaces de tomar decisiones absurdas e inaceptables como los recientes recortes previstos por el “decreto de ley de estabilidad” que afectarán además a las víctimas de la mafia. Por no hablar de los aplicados a la DIA y a las Fuerzas del orden en general.
Pero no es sólo una cuestión de recortes, de reducciones económicas. Es también y sobre todo una cuestión de señales y mensajes que los mafiosos saben leer mejor que nadie. Y son inequívocas: “Ellos”, los hombres de las instituciones, los apoyan.

Es como si estos indignos representantes de las instituciones le dijeran al multimillonario Totò Riina y al multimillonario Bernardo Provenzano: “No os preocupéis, nosotros somos vuestros hermanos, os apoyamos, buscaremos por todos los medios de evitar que se toquen vuestras riquezas dejando en el hambre a los parientes de todas las víctimas de mafia que vosotros habéis asesinado.”

Y este avieso mensaje viene por parte de quienes más han robado a lo largo de todos estos años, que derrochan millones de euros en gastos de placer, con desprecio absoluto por millones de italianos que no llegan a fin de mes y sin perspectiva alguna de un futuro; esos mismos personajes que han recibido coimas y que no se reducen el sueldo de la Cámara ni del Senado. La cuestión no se limita sólo a los conniventes, sino también a los honestos, y a aquellos que aún no han sido “tocados” por la mafia, ya sean de la mayoría parlamentaria o de la oposición.
 
¿Por qué no se rebelan? ¿Por qué no reaccionan frente al desastre al que estamos asistiendo?
Frente a estos recortes las Cámaras se tendrían que alzar en señal de protesta. Por lo tanto el reclamo está dirigido a quienes desde hace tiempo proclaman la salvaguardia de la Democracia en nuestro País, mientras el Primer Ministro incita a “hacer una revolución” y a “destruir el Palacio de Justicia de Milán” como demuestran las últimas escuchas telefónicas.
 
Ahora bien espero que estos defensores de la democracia den indicios de alguna manifestación en contra de esta injusticia. Pero si no lo hacen, si incluso esta vez domina el silencio, significarà que los así llamados “honestos” también forman parte de la “casta”; que ellos también están bajo la ley del silencio, y que ellos también son mafiosos.