EL TRANSFORMISTA
- Victoria
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Por Giorgio Bongiovanni-4 de julio de 2022
Soberbio, vanidoso, satisfecho con cada uno de sus gestos. He aquí Luigi Di Maio, el ministro de Relaciones Exteriores de este gobierno de Draghi que, de un golpe de mano, abandonó el Movimiento Cinco Estrellas para dar vida al nuevo grupo "Juntos por el Futuro", arrastrando consigo a unos sesenta parlamentarios.
Un ascenso político, el del transformista Di Maio, que lo llevó de trabajar en el estadio (hay fotos en las que vende bebidas, pero según él sería falso, porque se habría ocupado de recibir a los visitantes) para estar entre los hombres de punta del movimiento político más votado en Italia y convertirse en primer candidato a Primer Ministro y luego a Ministro (de Economía en el gobierno Conte I, y de Relaciones Exteriores en el Conte 2 y en el gobierno actual) para dialogar con Ministros, Embajadores, Jefes de Estado y grandes magnates.
Por él apostó fuerte el bufón cómico Beppe Grillo, también cómplice de la transformación que tuvo el Movimiento en los últimos años, si no el verdadero demiurgo del engaño y la traición.
Hoy la imagen es mucho más clara, a pesar de que las señales estaban desde antes.
Luigi Di Maio fue el infiltrado de cierto poder atlantista cuyo objetivo era reincorporar a nuestro país a esas filas.
Y lo fue desde el primer momento cuando, como candidato a primer ministro, viajó a Estados Unidos en noviembre del 2017. Al regresar de ese viaje, donde también se reunió con lobbies estadounidenses, se expresó de la siguiente manera: "No es casualidad que haya elegido precisamente este destino en mi primer viaje como candidato a primer ministro del M5S". "Somos occidentales y Estados Unidos es nuestro mayor aliado en Occidente", si hay un interés de Rusia "es de su parte hacia nosotros".
Hoy la máscara se ha caído del todo cuando días atrás, en la recepción organizada por la embajada de Estados Unidos por el Día de la Independencia en Villa Taverna, el único exponente político invitado a subir al escenario fue el propio canciller.
Y no solo eso.
La presidenta del Congreso de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, de visita en Roma, lo halagó reiteradamente en su discurso: "Aquí a mi lado está un gran americano… perdón, un gran amigo de América".
Palabras que, aunque sean un lapsus, dejan huella y demuestran claramente el compromiso que Di Maio tiene con los Estados Unidos. El apoyo al gobierno de Mario Draghi, otro amigo de América, así como el oportunismo de la ruptura con el Movimiento Cinco Estrellas (es decir, en vísperas del debate parlamentario sobre Ucrania y la cumbre de la OTAN en Madrid), deja en claro que ciertas operaciones son compartidas, cuando no heterodirectas.
No es que el Movimiento Cinco Estrellas de los últimos años haya estado lejos de los Estados Unidos.
Incluso Grillo, el garante del Movimiento, acució con Gianroberto Casaleggio, tras el primer éxito de Cinco Estrellas, en el 2013, a la embajada americana en Roma.
Son hechos que encuentran hoy una explicación si tenemos en cuenta que muchas batallas históricas del Movimiento, tanto en el plano económico como en materia de política exterior, se han perdido en el camino. Basta pensar en las posiciones tomadas sobre el TAV, el TAP, la OTAN, la compra de los F-35, la resolución del conflicto palestino-israelí o las graves posiciones asumidas en el tema de los migrantes con el Decreto Ley de Seguridad bis.
En todo esto Di Maio fracasó y engañó al pueblo italiano. Lo hizo con sutiles maniobras políticas como la de acreditarse la confianza de los votantes proponiendo importantes candidatos para el equipo de gobierno, para luego dejar todo sin efecto a la hora de elegir.
Un caso claro es el que involucró al magistrado Nino Di Matteo. Una historia que fue contada, en detalle, por el propio consejero togado, cuando habló en la Comisión Antimafia en junio del 2020 sobre el sonado asunto Bonafede y su no nombramiento en el DAP (Departamento de Administración Penitenciaria), en la que informó sobre las reuniones que tuvo con Di Maio. La primera en septiembre del 2017, en Palermo, y unos meses antes de las elecciones del 2018, en Roma.
"Fue Luigi Di Maio quien se acercó y me propuso ser ministro del Interior. En realidad, la primera vez Di Maio me habló o del Ministerio de Justicia o del Ministerio del Interior. La segunda fue más precisa, y me propuso, siempre en el caso de que llegaran al gobierno solo o con aliados que no tenían nada que decir al respecto, el Ministerio del Interior. En su momento yo había terminado la acusación del proceso de la Tratativa, pero aún no se había dictado sentencia. Sin embargo, Di Maio me dijo: 'No lo anunciaremos antes, lo colocaríamos como magistrado en el mare magnum de las polémicas'".
Así que no eran meros "rumores" los que habían corrido sobre el nombramiento del magistrado como ministro de Justicia o ministro del Interior.
Y no es posible olvidar que el 7 de abril del 2018, en Ivrea, en el acto organizado por la asociación Gianroberto Casaleggio, el entonces fiscal nacional adjunto antimafia intervino desde el escenario, y arrancó grandes aplausos mientras lanzaba sus propuestas de reformas para la justicia, como la ampliación del uso de las escuchas telefónicas, el uso de agentes encubiertos y el compromiso de luchar contra la mafia y la búsqueda de autores intelectuales externos de las masacres de 1992 y 1993.
Se dirigió a la política por la garantía de la independencia del poder judicial y luego pidió encontrar la verdad sobre las masacres, recordando la existencia de un sistema criminal que tiene interés en que la justicia no funcione. Todos temas que eran muy "queridos" incluso para el Movimiento Cinco Estrellas y que se fueron perdiendo con el tiempo.
En esa reunión también estuvo presente el que luego se convertiría en el "fallido" ministro de Justicia, Alfonso Bonafede.
Ese ministro que nunca explicó las razones por las cuales eligió a Francesco Basentini al frente del DAP en lugar de Di Matteo. Una elección que hizo respirar aliviados a los jefes mafiosos que, desde las cárceles, y ante la sola idea de que el magistrado de Palermo pudiera convertirse en jefe del DAP, habían hecho oír sus voces de protesta.
No creemos que Di Maio o Bonafede hayan tenido acuerdos con Cosa Nostra, pero es evidente que esa elección, además de mostrar una inteligencia política mediocre, de alguna manera respondía a los deseos de los jefes.
Lo mismo puede decirse de la no designación de Di Matteo como ministro del Interior. Y también en este caso vemos la "coincidencia" de fechas entre la primera propuesta que Di Maio le hizo al magistrado y el cambio de perspectiva a su regreso de los Estados Unidos.
Hoy estamos en el 2022. La misión de "destrucción" del Movimiento Cinco Estrellas que le fue encomendada es aún más clara.
Una "misión" compartida por Grillo que lo eligió durante mucho tiempo como líder, prefiriéndolo a Alessandro Di Battista y a otros candidatos autorizados.
Hoy Di Maio muestra aún más su naturaleza.
Más allá del Atlántico quieren una Italia diferente y aún más colaboradora, cercana a la OTAN, dispuesta a vender armas y quizás a instalar cada vez más misiles. Una fiabilidad que probablemente Giuseppe Conte, aunque distraído en la lucha contra la mafia, nunca podría garantizar.
Y con la creación de un nuevo partido, que mire hacia el centro, de un solo saque se quiere dar el último golpe a un Movimiento decaído y contrarrestar de raíz cualquier nueva fuerza que pueda surgir con el regreso de Di Battista y de los ex Cinco Estrellas que hoy están fuera del Movimiento y que podrían traer nueva vida.
Ya hemos hecho un llamado a los votantes italianos para que dejen de dar preferencia a Cinco Estrellas o a figuras como Di Maio. Pero queremos ser aún más específicos agregando una invitación más: si se quiere votar en las próximas elecciones se debe elegir solo al partido que ponga a la lucha contra las mafias, la revisión de la ley farsa de Cartabia, el no a la guerra, nuevos empleos, más salud y hospitalidad para los inmigrantes, en lo más alto de la agenda política. Todo lo demás son solo engaños. Engaños aún peores que la traición.
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*Foto de portada: © Imagoeconomica