El fiscal adjunto de Catania habló en el encuentro de WikiMafia. "¿Celdas abiertas? Yo redacté la primera circular y estoy arrepentido"
"La historia de las cárceles es conocida como la historia de los lugares en los que los derechos individuales son pisoteados y las personas contenidas como si fueran objetos sin ningún respeto a su dignidad. En esas cárceles la mafia siempre ha mandado, porque fue y sigue siendo un referente. Una referencia al revés. Una mafia que aparece cuando el Estado no está presente con un programa que conduzca a la civilización del castigo". Así se expresó Sebastiano Ardita, fiscal adjunto de Catania, director general del Departamento de Prisioneros del DAP (Dirección de Asuntos Penitenciarios) del 2002 al 2011, en la segunda edición del Festival Internacional Antimafia organizado por WikiMafia en el Palacio del Cine de Milán. El magistrado, que presentó su libro Al di sopra della legge (Por sobre la ley, Editorial Solferino), intervino como ponente junto con la abogada milanesa Valentina Alberta en el panel "Mafia y prisiones, ¿todavía es necesario el 41bis?". El magistrado, ex consejero profesional del CSM (Consejo Superior de la Magistratura), hizo un examen de las prisiones italianas desde las principales reformas aplicadas por los distintos Tartaglione, Minervini, Palma y Daga, hasta la actual degradación debida a la superpoblación, la falta de seguridad tanto para la población carcelaria como del personal, la falta de privacidad y la falta de un proyecto serio de reeducación para los presos. Hoy se pone el foco en la prisión dura, cuyo modelo, según Ardita, se derrumbó porque ha surgido la condición de que "por un lado se abandone el principio de civismo de la pena y, por otro, el abandono del control de las realidades penitenciarias por parte de la prisión y administraciones estatales". Todo esto "favoreció el regreso de Cosa Nostra en el manejo del control de la vida de los presos", afirmó Ardita. Y por lo tanto el 41 bis -según el fiscal adjunto- "sigue siendo la única protección en la cual la prisión desempeña una función de separación entre los líderes de las asociaciones mafiosas y las realidades exteriores". Todo lo demás "ha tenido que sufrir inevitablemente la promiscuidad de la autogestión penitenciaria". Luego Ardita recordó que "nuestro país ha sido acusado, con razón o sin ella, de no garantizar suficiente espacio dentro de las celdas. De no garantizar espacio suficiente para cada interno y encontró la solución en abrir todas las celdas y hacer de los espacios comunes, lugares para ampliar la practicidad, viabilidad y habitabilidad de los ambientes". Pero con una concepción que "es la de los años setenta, una concepción errónea, hecha de muros de hormigón, rotondas, barreras, en la que esta vida comunitaria se desarrollaba en lugares estrechos, en medio del desorden, de la confusión, de la falta de intimidad de los grupos más débiles. Pero cuando se hace una elección que concierne a todo un grupo -observó Ardita- hay que pensar en los más débiles, porque en todas las situaciones están los que mandan y los más débiles". Al respecto, el ex funcionario del DAP afirmó que "en un contexto en el que propagandísticamente decimos que queremos darles más espacio a los presos, en realidad les quitamos espacio, les quitamos privacidad a los más débiles y nos apoyamos en la autogestión, es decir, en la de los jefes mafiosos para controlar la realidad penitenciaria".
La prevención disminuye y la violencia aumenta
Según el magistrado "este es el punto de no retorno al que hemos regresado. Hay estadísticas que muestran que se ha multiplicado el número de violencias, peleas, riñas y delitos cometidos en prisión. Este es el contexto en el que, desgraciadamente, hemos empezado a perder de nuevo. Así, en esta situación, sólo nos queda el 41 bis como último amparo para los que cumplen pena de prisión", reiteró Ardita. Sin embargo, es aquí donde se crea una vulnerabilidad adicional. Dado que las secciones de alta seguridad son un tamiz donde "ya no existen ciertas reglas de gestión penitenciaria", el 41bis se ha convertido en el lugar donde todos los fiscales querrían que fuesen los jefes que han detenido. Pero esto provoca hacinamiento. "Y se convierte en una forma de hacer colapsar la prevención en prisión para volver a lo que era el gobierno mafioso en las cárceles".
El estado de semiabandono en el que se encuentran hoy las cárceles de nuestro país, incluidos los dispositivos de seguridad dedicados a los reclusos más peligrosos, se desprende de la obsoleta legislación y reglamentos internos de la administración penitenciaria.
"Me sorprende que todavía se utilicen las categorías de clasificación de seguridad para presos que yo redacté en el 2007", comentó Ardita. "Da un poco de impresión. El mundo cambia, la sociedad cambia, la prisión necesita nuevos proyectos y por tanto se deben cambiar las reglas. Aún más preocupante es el hecho de que aún se aplican a las normas sobre tratamiento financiero que se redactaron entre 2003 y 2005, que sigan siendo las mismas", añadió.
"Esto da la medida de que realmente hay un enorme y muy peligroso retraso en este tema y de que el mismo es una interfaz absolutamente necesaria, obligatoria en una prisión que garantiza las necesidades de prevención que son la base, en 2024, de la libertad". La prisión, afirmó el fiscal, "todavía tiene una función. Pero debe tener en cuenta, de hecho, una serie de variables que se concretan en la incapacidad del Estado que no tiene todas las cuestiones claras y nítidas cuando es necesario abordarlas".
"Es decir, en la incapacidad de comprender que una acción represiva como la detención y el encarcelamiento debe luego ir acompañada, en medida igualmente fuerte, de una intervención social de carácter reparador que sirva para recuperar a las personas que están encarceladas, e incluso antes de eso, se debe trabajar con los que están fuera de prisión en barrios de alto riesgo". "Se debe hacer todo lo que sirva para salvar del yugo, de la opresión de Cosa Nostra, a los jóvenes que viven en los barrios totalmente separados del Estado, que no conocen el Estado. Lo conocen por primera vez cuando entran en contacto con organismos represivos, con la policía o incluso cuando son detenidos. Esta falta de intervención social -afirmó Ardita- es la verdadera causa de la proliferación de fenómenos criminales".
"Y está claro que en prisión esta intervención social es posible gracias a la reeducación. Y cuando el Estado no lo hace, esa intervención social la realizan las organizaciones criminales mafiosas, porque es el mismo mecanismo de los barrios, cuando no está el Estado interviene la mafia, que tiene su propio sistema de bienestar, hoy sustentada en una gran fortaleza económica que antes no tenía".
Cuestión de celdas abiertas y cadena perpetua
Durante el evento también se abordó el tema de las "celdas abiertas", la medida adoptada para contrarrestar el malestar causado por la superpoblación en las prisiones tras las sentencias contra Italia de la CEDH (Corte Europea de Derechos Humanos) que, sin embargo, sólo había sido adoptada (con carácter experimental), para un pequeño número de prisioneros de alta seguridad. Con el tiempo, y sin que se hayan proporcionado datos sobre el experimento, las celdas abiertas se han extendido a la gran mayoría de los departamentos de detención de alta seguridad que cuentan con alrededor de nueve mil prisioneros restringidos en toda Italia. "Les voy a decir algo que no todos saben y que los va a sorprender, yo escribí la primera circular sobre celdas abiertas", comenzó al respecto el fiscal. "Me arrepentí, porque en realidad no se entendió, se desmontó, se tergiversó y se hizo otra cosa. Si un preso participa constantemente en el trabajo de reinserción social, es un preso modelo, que va a trabajar, que desarrolla su actividad de forma absolutamente completa, que se reeduca y demuestra que ha aceptado las reglas del Estado, ¿por qué debe permanecer en la celda las 24 horas? ¿Dónde está escrito? Lo normal que esté fuera de la celda", dijo Ardita. Sin embargo, "esta perspectiva, que se refería a una elección muy discrecional y muy responsable de la administración penitenciaria, se ha convertido en cambio en una especie de derecho individual concebido como un derecho de todos, incluso de los peligrosos, incluso de los que organizan el tráfico en las cárceles, de los que mandan sobre otros, de los practican violencia sexual, que es un problema enorme que existe en las cárceles italianas y del que lamentablemente no se habla". Y agregó: "Las celdas abiertas no aplican en alta seguridad, esta es una afirmación burocráticamente correcta, porque hay una circular que dice que en alta seguridad no hay régimen abierto. Sin embargo, los organismos europeos -pero no está establecido cuáles, con qué resoluciones y para qué Estados se aplica- han decidido que deben permanecer afuera al menos ocho horas, por lo tanto, están en un régimen abierto. Así, aunque no se les haya acordado tal régimen, pasan ocho horas al aire libre. Es una contradicción en los términos", observó Ardita. "Este es uno de los mil temas oscuros que conciernen a la comunicación en el ámbito penitenciario. Que es una comunicación oscura donde no hay claridad y todo lo que no está claro se utiliza en beneficio de unos pocos. Estoy de acuerdo con el hecho de que todos pueden recuperarse. Todos pueden recuperarse. Pero -señaló Ardita- hay un listón que sube dependiendo del nivel de impacto que su comportamiento haya tenido en la vida de los ciudadanos. ¿Cómo se puede recuperar a un líder mafioso que sembró el pánico en un territorio, hizo matar gente, la quemó viva, la disolvió en ácido, sólo con decir que ha cambiado?", dijo Sebastiano Ardita refiriéndose a las sentencias de la CEDH y de la Corte Constitucional sobre la cadena perpetua obstativa.
"En un Estado donde se presta un mínimo de atención al equilibrio entre los diferentes valores, estas declaraciones no son suficientes. Si se observa el léxico de las nuevas solicitudes que llegan de los jefes mafiosos, incluso a las Fiscalías de la República, hay párrafos en los que dice: 'Soy un hombre diferente, soy un hombre cambiado'. ¿Cuál es el propósito de estas cartas? Construir un camino burocrático que pueda servir algún día para obtener los famosos beneficios que ofrece la Corte Europea, inspirados en principios muy nobles, que prohíbe los automatismos y quiere dar espacio y libertad a quienes realmente han cambiado. Y, sin embargo, explota necesidades individuales que obviamente son utilizadas para eludir la proyección técnica. Esta es la realidad en la que vivimos. Una realidad oscura", volvió a comentar Ardita. "La prisión es un territorio de propaganda, en el cual, lamentablemente, sólo se habla a unos pocos, que son los que obtienen grandes ventajas, y en el que se afectan los derechos de muchos que en cambio deberían ser protegidos", concluyó.
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