Mientras Julián conversa con sus amigos Jacob y Jéremíe, entre tantos proyectos e ideas a poner en marcha afirma que: “ La historia no solo se modifica, sino que es como si nunca hubiera existido”. Este singular axioma, tiene su correlato en las vicisitudes que giran en torno a la libertad de prensa. En su libro “Criptopuncks. La libertad y el futuro de internet” (2012), Assange en un efusivo diálogo con sus colegas programadores, expone aquellas prácticas pocas veces discutidas y denunciadas, y según él, la censura de algunas noticias constituye “la indetectable supresión de la historia en Occidente, y eso sólo tiene un nombre: censura postpublicación”.
El actual recluso de 53 años supo recoger evidencias tangibles de esta afirmación. Por ejemplo, el caso del diario The Guardian en Reino Unido, y otros importantes periódicos que retiraron historias de los archivos de sus servidores en internet sigilosamente, sin ninguna aclaración al respecto. Si hoy se intentan encontrar páginas de algunos casos de corrupción enigmáticos como la del multimillonario Nadhmi Auchi (involucrado en lavado de activos, corrupción e incluso con la campaña electoral del expresidente Barack Obama), manifestó Assange, “te encuentras sistemáticamente con lo siguiente: «Página no encontrada»”.
Desde entonces el equipo de Wikileaks supo entender cabalmente el principio Orwelliano de “quien controla el pasado también controla el futuro”, trasladando dicha lógica de poder hacia la jerga informativa, e identificándolo caso por caso para después denunciarlo.
Entonces, si tratamos de profundizar en estas y otras acciones de Assange y compañía, algunas típicas y otras novedosas para el periodismo tradicional, nada puede resumirse a una somera publicación. El trabajo de Julián Assange es el resultado de un largo proceso de entendimiento, de largas horas de discusión y propuestas que involucraban diferentes matices y puntos de contacto con las problemáticas. Muchas de estas que rozan los derechos humanos, de esas que mueven los hilos troncales de nuestra calidad de vida y promueven cambios ciertamente profundos.
Desde su juventud, el australiano supo cuestionarse acerca de la libertad y privacidad que tenemos sobre nuestras acciones, como nos comunicamos, de qué manera intercambiamos el conocimiento, y si aplicamos un cierto sesgo de democratización en dicho proceso. Así como también, cual es el rango de acción que tenemos para difundir nuestras ideas y como las expresamos, además de que cuestiones gravitan en torno al poder.
En este trayecto el particular periodista también denunció a los actores económicos y militares que están insertos en las políticas y futuro de las naciones. En su libro “cuando Google encontró a Wikileaks” por ejemplo manifestó que el CEO del gigante tecnológico Eric Schmidt participaba de la política exterior norteamericana ejerciendo una suerte de “diplomacia encubierta”.
El responsable de WikiLeaks, además entre proyecto y proyecto, supo debatir ideas y ponerlas en práctica junto a sus colegas y amigos, y dentro de esta lógica, buscaba un punto de inflexión en los rasgos que caracterizan la libertad en nuestros días.
“Cada vez que somos testigos de una injusticia y no actuamos, somos más pasivos ante su presencia y con ello podemos llegar a perder toda habilidad para defendernos y para defender a quienes queremos”
Estas rutilantes declaraciones supieron ejercer un efecto aleccionador y motivacional pero también provocador sobre nuestra condición humana. Cada vez que los incultos haters dispararon un reduccionismo calificativo de terrorismo y hacktivismo contra la “dañada” democracia norteamericana, se han insultado décadas de lucha de los criptógrafos adolescentes y soñadores de una sociedad más justa, una empresa más que posible y tangible pero pocas veces difundida.
Tecnología para el activismo de a pie
Poco a poco las aristas y cimientos por los cuales se desarrolló la puesta en marcha de las ideas que Assange quiso desarrollar tuvo sus puntos de acercamiento con lo que pasaba en las calles. Tal es así, que en un extracto de conversación que se hizo público entre Assange y Schmidt, el periodista expone como elabora un protocolo de comunicaciones que activaba las comunicaciones de los teléfonos celulares de las personas que se encuentran en una manifestación y que sufren un corte en sus servicios, una estrategia ampliamente practicada por los gobiernos. Particularmente se refirió a las revueltas populares del 2011 en Egipto contra el presidente Hosni Mubarak: “Si tienes un sistema en el que los individuos son capaces de comunicarse de forma segura y eficaz hagan lo que hagan los servicios de seguridad, entonces estos últimos tendrán que ceder terreno. No significa que el gobierno vaya a ser derrocado necesariamente, sino que tendrán que hacer más concesiones. “.
Los comienzos
A través de las teclas de un Commodore 64 conectado a un arcaico modem, un adolescente Julián de escasos 16 años, supo comenzar su trayecto en 1987 y algo único surgió en la comunidad informática. Se había sumergido en el mundo de la criptografía desde muy joven. En ese momento surge su lado militante, y es a través de la informática que quería conseguir lo que nunca alcanzaron sus padres en las manifestaciones contra la guerra de vietnam.
Por ese entonces empezó a formar parte de “un grupo de jóvenes combatientes por la libertad” ellos se llamaron los “cypherpunks, los rebeldes del código”.
Finalmente, dando luz a su proyecto madre que soñó desde sus comienzos de activista, el 4 de octubre de 2006 se registró su dominio -WikiLeaks –. Assange afirmaba que su proyecto floreció de “la pasión por encontrar ideas nuevas sobre como la sociedad global puede abordar la protección de la libertad”.
Los primeros tiempos fueron difíciles, y llevó una gran cantidad de esfuerzo para que finalmente Wikileaks llegue a ser lo que es hoy: un enemigo público, declarado y “peligroso” de EEUU.
Wikileaks y el Bitcoin
Tan peligroso fue el legado que estaba construyendo el cibernético hijo predilecto de Assange que en 2010, luego de las filtraciones más mediáticas y escandalosas sobre las guerras de oriente medio y los famosos cables diplomáticos , WikiLeaks y el propio Assange fueron objeto de un bloqueo bancario internacional extrajudicial.
Tan fuerte fue la repercusión y presión que Satoshi Nakamoto, el adjudicado creador del bitcoin, o quienquiera que sea, hizo una petición a WikiLeaks a través de redes sociales para que no aceptara el prometedor proyecto de moneda digital para las donaciones. El temor venia de que el Bitcoin no pudiera sobrevivir a una similar presión gubernamental.
Tras meses de espera, fue en junio de 2011 cuando wikileaks se convierte en la primer gran organización en adoptar el Bitcoin con el fin de sostener la batalla judicial contra las acciones legales, el bloqueo económico y sobre todo para poder seguir publicando. Ese importante acontecimiento justificó en Bitcoin la existencia de su principio fundacional como herramienta financiera, descentralizada y libre de control político.
De hecho, es el mismo Assange el que difunde a través de su bibliografía ideas sobre el bitcoin. Habla de dicha tecnología como algo revolucionario surgido de personas de la comunidad cryptopunk y hasta menciona aspectos a mejorar en su funcionamiento. Una osada declaración de tal magnitud nunca iba a tomarse a la ligera por miembros del establishment económico mundial.
Cuando alguien incomoda
Cuando alguien incomoda, y mucho, como es este el caso, lo palpamos con todos nuestros sentidos. Y los últimos doce años de vida del periodista australiano, así lo dictan. En las medidas ejercidas contra él y sus allegados hay un manual entero sobre contrainsurgencia auto explicado.
Assange fue el punto de entrada de la fascista bala que hirió el entramado social, fue víctima de un peligroso precedente y una desvirtualización permanente de sus objetivos, fue un mensajero que fue replicado en múltiples voces y que intentó ser acallado.
Una vez cuando le preguntaron por los fines de wikileaks ante una agresiva campaña de difamación, él respondió:
“No practicamos la desobediencia civil. Wikileaks practica la obediencia civil, es decir, somos una organización que trata de hacer que el mundo sea más civilizado y actúa contra organizaciones abusivas que presionan en la dirección opuesta. Wikileaks es un servicio público internacional; nos especializamos en permitir a periodistas o informantes que han sido censurados a presentar sus materiales al público”.
Un proceso judicial infinito
El próximo 20 de mayo se definirá una de las últimas instancias judiciales que le queda a la defensa para evitar la extradición hacia EEUU. Según algunas fuentes jurídicas, las garantías que la justicia británica pidió a Washington, giran en torno a que se juzgue a Assange como a un americano, comprometiéndose a no aplicar la pena de muerte y que se garantice la aplicación de la Primera Enmienda de la Constitución americana. Esta Primera Enmienda protege el derecho a la libertad de expresión y a la información. Si Washington garantiza la aplicación de esta enmienda, directamente se tendrían que retirar los cargos que hay contra el referente de wikileaks, porque toda su actividad estuvo basada en el pleno ejercicio del periodismo. Por ahora el futuro de Assange pende de la mano de su verdugo y el desenlace de este largo viaje, aún es una interrogante.
A los pueblos no le gustan las guerras
En todo este desmadre de ataques infinitos, en tiempos donde se relativiza y normaliza la violencia, pocas voces han sido tan constantes y sonantes, y hasta parece casi paradójico que Assange involucre a un instrumento como la prensa en la ecuación y que ésta, tenga un papel fundamental en la génesis de un conflicto armado. En todos estos años entre tanta cosa que se dijo sobre el porqué de los últimos enfrentamientos entre naciones, este asertivo periodista libre afirmó:
“Una de las cosas esperanzadoras que he descubierto es que casi todas las guerras que han comenzado en los últimos 50 años han sido resultado de las mentiras de los medios de prensa (...) ¿Qué significa esto? Bueno, significa que básicamente a los pueblos no les gustan las guerras”
En estas palabras se resume la simple y cabal verdad de un hombre que ha sido candidateado al premio nobel de la paz en este 2024, convirtiéndose poco a poco y sin buscarlo, en un héroe moderno que reinventó el periodismo.
*Foto de Portada: Antimafia Duemila