Viernes 26 Abril 2024
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COLUMNA ANTIMAFIA

El periodista argentino Hugo Alconada, hablando del tema lavado de activos, en la Mesa de Mirtha Legrand por Canal 13, reprochó a los uruguayos como lavadores y como corruptos. Sus opiniones desataron una polémica. El abordaje de un tema tan sensible en estos momentos en el Uruguay, nos lleva a una profunda instancia de reflexión.

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Por Aaron Pettinari-17 de agosto de 2021

En este loco país, desde los albores de la República fundada en el misterio y el secreto de Estado, la búsqueda de la verdad siempre ha sido rechazada y maltratada.

Piezas faltantes, pruebas desaparecidas y desvíos investigativos han acompañado, por desgracia, a la partitura escrita hasta ahora.

Por el momento solo queda recoger los fragmentos, hacer preguntas e intentar alinear las piezas. El resultado obtenido es el de un lienzo de colores macabros que muestra las tonalidades más oscuras de un Estado silencioso, si no cómplice de hechos y fechorías.

Hay quienes argumentan que para llegar a la verdad se necesita un "arrepentido del Estado", pero cuando está en juego la vida o la muerte las bocas se cierran de manera casi indeleble.

"En la historia de las masacres hay 15 muertes extrañas, entre homicidios y suicidios".

Este es uno de los hallazgos del exfiscal general de Palermo, Roberto Scarpinato, quien habló este verano en la conferencia que organizamos con motivo de las conmemoraciones en vía D'Amelio. Muertes inexplicables como la del joven urólogo Attilio Manca o la de Luigi Ilardo (jefe regente de Caltanissetta, infiltrado por cuenta del Estado y asesinado poco antes de oficializar su colaboración con la justicia).

Muertes como la del jefe de Altofonte, Antonino Gioè.

Fue en la noche del 28 al 29 de julio de 1993 cuando lo encontraron colgado con cordones de zapatos en su celda de la prisión de Rebibbia. Habían pasado pocas horas desde que explotaran las bombas de las masacres de la calle Palestro en Milán y de las dos basílicas de Roma. Las investigaciones oficiales tildaron apresuradamente al hecho de suicidio, pero hoy es evidente para todos que hubo mucho más detrás de esa muerte.

Las primeras investigaciones

Según los investigadores de la época, con ese gesto el jefe mafioso, que se encontraba en Punta Raisi el día de la masacre de Capaci, se habría quitado la vida antes de que Cosa Nostra intervenga.

Su "culpa" habría estado en las intercepciones registradas por la Dirección de Investigaciones Antimafia (DIA) en la guarida de via Ughetti (el famoso edificio en el que se había escondido en los meses posteriores a la detención de Riina junto con Gioacchino La Barbera).

Allí se grabaron los diálogos en los que se habla del atentado de Capaci, de drogas y de otras referencias sobre posibles atentados al Palacio de Justicia de Palermo, o contra los agentes de la policía penitenciaria que prestaban servicio en Pianosa.

Entre las intercepciones de la DIA también se encuentra una conversación en la que se hace referencia al jefe de la mafia corleonesa, Leoluca Bagarella. "¿Pero Bagarella qué carajo se cree? Es una broma, eh", dijo en el teléfono.

Pero estas no son pruebas abrumadoras sobre su muerte, y esos hechos nunca han sido demasiado convincentes.

También hubo una investigación judicial contra los tres agentes penitenciarios que fueron indagados por instigar el suicidio de Gioè. En la casa de uno de ellos se había descubierto una copia de la carta de "despedida". presuntamente escrita por Gioè y que fue encontrada sobre la mesa de la celda después de su muerte. Los tres agentes fueron absueltos de todos los cargos y el caso fue sobreseído, pero quedaron dudas sobre esa muerte.

En el 2013 los periodistas Maurizio Torrealta y Emanuele Lentini, de Left, retomaron esas investigaciones para llegar a una conclusión lógica: es imposible que Gioè se ahorcara.

Basta analizar las fotos tomadas esa noche en la celda número 3, de la sección B, del departamento G7, de Rebibbia.

Las marcas de la cuerda en el cuello no van hacia arriba, como cabría esperar si se hubiera colgado de la rejilla, sino hacia abajo. Lo que hace pensar más en una cuerda tirada por alguien.

Los secretos de las masacres 2

Y también la autopsia, firmada por tres médicos, aportó varios elementos que conviene aclarar. En el informe que fue ordenado por el fiscal 8 días después de la muerte de Gioè, se dice que el preso tenía dos costillas fracturadas, la sexta y la séptima, en el lado derecho. En otro pasaje, sin embargo, leemos que las costillas rotas son las de la izquierda. ¿Podría ser solo una distracción? Pero lo más absurdo es el hecho de que las fracturas habrían sido provocadas por un masaje cardíaco externo. Es imposible no destacar que la sexta y séptima costillas son las últimas de la caja torácica mientras que el masaje cardíaco se realiza mucho más arriba, a la altura del plexo solar.

En las fotos, además, hay abrasiones en la frente, del lado derecho, y un hematoma azulado en la ceja izquierda, como si en esos puntos hubiera sido golpeado. Sin tener en cuenta que la columna cervical estaba intacta, y eso significa que el jefe de Altofonte no murió por el clásico tirón del ahorcamiento.

Pero también hay otros aspectos que no cuadran.

Basta releer el acta con las reconstrucciones de los agentes sobre lo que sucedió esa noche. Gioè se habría suicidado con una soga rudimentaria hecha con los cordones de las zapatillas, por tanto, se habría colgado de la rejilla de la ventana. De las imágenes se desprende que debajo de la reja de la ventana había una mesa, lo que, como señalaron los dos colegas imposibilita que el cuerpo haya quedado suspendido en ese punto.

"Si realmente Nino Gioè se hubiera colgado de la rejilla con la cara mirando hacia la ventana, como dijeron los guardias de la prisión, sus piernas se habrían apoyado en la mesa, evitando que el peso de su cuerpo le provocara asfixia. La mesa, además, en la foto está puesta, con la ensalada todavía en el plato, un vaso con una cuchara sucia, dos botellas y una jarra. En esa mesa también están las tres hojas escritas a mano por Gioè".

La carta del misterio

En esa misteriosa carta el preso intenta por todos los medios despejar las sospechas de las relaciones entre la mafia, su familia y amigos y en su introducción dice estas palabras: "Esta noche encontré la paz y la serenidad que había perdido hace 17 años. Habiendo perdido estas dos cosas, me había convertido en un monstruo y lo era hasta que tomé la pluma para escribir estas dos líneas que solo espero que sirvan para salvar a los inocentes y a los falsos culpables que solo por mi monstruosidad se verán envueltos en asuntos legales".

"En este último momento -sigue diciendo- juro que lo que estoy escribiendo es la pura verdad. Entre las muchas cosas que he dicho habrá muchas tonterías más que en este momento no recuerdo, otras personas a las que he enfangado con mi cotilleo e infamia. Represento el fin de todo y creo que, a partir de mañana, o pronto, los arrepentidos seguramente podrán volver a sus casas con mucho más honor que el mío, que no tengo".

La carta termina con el jefe pidiendo perdón a "mi madre y a Dios".

Según los investigadores de la primera hora, era la "prueba" de su voluntad de quitarse la vida. Pero quizás haya algo más. Porque en la carta hay varias referencias al escondite de vía Ughetti en Palermo hasta nombrar al jefe calabrés Domenico Papalia y el exextremista negro Paolo Bellini, hoy juzgado en Bolonia por el atentado del 2 de agosto de 1980 en la Estación Central.

Este último, incluso, en la carta se define como un infiltrado ("Olvidé decir que mi hermano Mario, al intentar recuperar el crédito, le dio al acreedor una tarjeta del mismo acreedor, que ahora me doy cuenta que este último era un infiltrado; mi hermano no lo conoció y el hijo le dijo que su padre era un fugitivo. Suponiendo que el señor Bellini fuera un infiltrado, él mismo le dará la confirmación de lo que estoy escribiendo. La última vez que me encontré con este hombre fue en la cantera de Buttitta sólo por pura fatalidad hice que lo llevaran a ese lugar adonde había ido para tratar de convencer al señor Gaetano Buttitta de que me comprara lubricante...").

El peso de Gioè en Cosa Nostra

Es cierto que Antonino Gioè fue uno de los sujetos que sabía muchas cosas dentro de la organización criminal. Un elemento de conexión clave, capaz de relacionar varios mundos.

Así lo confirma el colaborador de justicia Francesco Di Carlo (hoy fallecido) quien en el pasado habló de una serie de encuentros mantenidos en Inglaterra, en la prisión de Full Sutton, con agentes de los Servicios de Seguridad, a quienes les había señalado Nino Gioè (su primo, ndr) como una "persona que podría serles útil".

Gioè es el hombre que, de hecho, logró el contacto con el ex extremista negro, que se convirtió en el protagonista de una negociación paralela entre el Estado y la mafia con la propuesta de un ojo atento hacia algunos jefes en prisión a cambio de la recuperación de obras de arte robadas.

Los dos se conocieron por primera vez en prisión en 1981 y los dos se volvieron a encontrar, según cuenta Bellini, en 1991 en la zona de Enna.

Lugares claves en la historia de las masacres porque precisamente en ese año y en esas campañas, según los testimonios de diversos colaboradores de justicia, la estrategia de masacres se decidió consultando ámbitos externos al de Cosa Nostra.

Gioè también estuvo presente en la colina de Capaci, junto a Giovanni Brusca. Durante los juicios sobre la masacre de Capaci se supo que estaba usando un teléfono celular fantasma. Es decir, Gioè llamaba desde un número que llevaba meses desactivado. Quien informa este dato es el ex policía y ex consultor informático, hoy abogado, Gioacchino Genchi. Desde ese celular, el 23 de mayo de 1992, el día de la masacre, llamó varias veces a un número estadounidense de Minnesota. A las 15:17, durante 40 segundos; a las 15:38, durante 23 segundos; a las 15:43, durante 522 segundos. ¿Quién respondió, desde Minnesota? Es una de las preguntas que quedan abiertas.

Pero Nino Gioè también fue uno de los pocos jefes que tenía un canal directo con Totò Riina. Entonces, conocía muchos secretos sobre esa terrible temporada de bombas y sangre.

Los secretos de las masacres 3

El escondite en via Ughetti. Punto de contacto Cosa Nostra-Servicios

También hay otra singular coincidencia que se refiere a la historia de Gioè y su "cercanía" a los servicios de seguridad. Un hilo que llega justo a través de via Ughetti, en esa guarida donde fue arrestado. Hace un año se encontró un antiguo informe del exjefe de San Giuseppe Jato, Giovanni Brusca, quien ya en 1997 reveló que el constructor de ese edificio, Antonino Seidita, luego detenido por asociación mafiosa, también estaba en contacto con los servicios de seguridad. Un informe que concluyó entre los documentos de la investigación por el asesinato del policía Agostino.

Y no solo eso. En diciembre del 2016, en el proceso de la Tratativa Estado-mafia, se llevó a cabo la deposición de Salvatore Bonferraro, subcomisionado de policía durante años en servicio en la DIA de Palermo. Fue uno de los que se ocupó de la investigación de la masacre de Capaci. En la sala de audiencias, frente a la Corte d'Assise, relató las investigaciones realizadas a lo largo del tiempo de las que se desprende que, en el piso de enfrente al que se encontraban Gioè y La Barbera, se escondía Salvatore Benigno, hombre de honor de la familia de Misilmeri, condenado a cadena perpetua por ser responsable de las masacres de 1993 en Florencia, Roma y Milán. Años después, la presencia de los tres jefes en el mismo edificio no parece ser una coincidencia.

Bonferraro también dijo que vio en ese edificio a miembros del Servicio Secreto. "Sucedió un hecho durante un cambio nocturno -contó en 2016-.La noche del 16 de marzo de 1993 bajé en el ascensor y cuando se abrieron las puertas de la planta baja me encontré con dos personas del SISDE (Servicio de Informaciones y Seguridad). Se trataba de Nunzio Purpura, funcionario del centro Sisde de Palermo (convertido en jefe del centro en noviembre de 1997 y hasta 2004, ndr), y Antonina Lemmo, también perteneciente al Sisde, que luego se convirtió en su esposa. Con respecto a esta reunión también hice un informe de servicio al día siguiente". Pero ese no fue el único episodio "inusual". "Hablando con un colega, describiendo las características de Purpura -agregó Bonferraro- me dijo que había conocido a esta persona mientras estaban haciendo un servicio de observación a Giovanni Scaduto. Scaduto se reunía a diario con Gioè y La Barbera y es yerno de Salvatore Greco, conocido como el Senador. Forma parte del mismo grupo que Gioè. Bueno, mientras ellos observaban a Scaduto, Purpura los observaba a ellos. Incluso se dieron cuenta de que estaban siendo seguidos durante un operativo".

El muerto que habla

Analizando cada pasaje queda claro que la de Gioè es una muerte que habla y cada vez es más evidente que la tesis del suicidio debe dejarse totalmente de lado.

Después de su arresto, el jefe de Altofonte había sido puesto bajo el régimen del 41 bis, pero fue inmediatamente sacado luego de solo 24 horas. Según informan algunos periódicos de la época, desde su detención solo había tenido una entrevista con su defensor de confianza y trece entrevistas con familiares, la última de las cuales había sido el 17 de julio.

Familia que en los días posteriores planteó las primeras dudas sobre la muerte de Gioè con una sentada detrás de la valla del Tribunal de Palermo para pedir el cuerpo del hermano.

En esa ocasión incluso distribuyeron folletos con una pregunta dirigida al ministro Conso de algunos diputados federalistas para saber si los magistrados y los investigadores se habían encontrado con Gioè en la cárcel antes del "supuesto" suicidio.

Y en los últimos años, varios colaboradores de justicia han dicho estar convencidos de que Gioè incluso estaba colaborando con la justicia.

"Estuve en la prisión de Rebibbia y paseaba afuera durante la hora de aire dijo Mario Santo Di Matteo en 2014, al declarar en el juicio Borsellino quater cuando Gioè se asoma por una ventana. Parecía un vagabundo por la forma en que tenía la cara. Le pregunté cómo estaba, si tenía entrevistas con la familia. Me dijo que estaba bien, que comía pez espada y que veía a su hermano todos los días. En ese momento supe que estaba tramando algo y pensé que estaba cooperando. Y a la mañana siguiente me llevan a Asinara. Allí, pocos días después de que se difundiera la noticia de su muerte, vinieron a interrogarme y me dijeron que Gioè había hablado de mí en la carta. Siempre estoy convencido de que se suicidó porque había dado el salto".

Incluso el exmafioso Angelo Siino, en el proceso de apelación por la masacre de Capaci, le dijo al fiscal Tescaroli que se había enterado de que lo habían visto hablando "con agentes, o carabineros u organismos estatales poco antes del suicidio en prisión".

Otros colaboradores dicen que poco antes de esa noche la puerta que daba acceso al pasillo de Gioè estaba extrañamente cerrada y que muchos supieron que algo extraño estaba por suceder.

La sospecha se avivó esa noche por el traslado, que tuvo lugar a las 00:15, del preso Pino Orazi a Turín para asistir a un juicio. Un horario absolutamente anómalo para un procedimiento similar, capaz de permitir la entrada y salida a la prisión de personal externo.

De tantos arrepentidos, Francesco Di Carlo fue sin duda el más convencido al creer que su primo se había "suicidado" precisamente por lo que sabía y podía haber dicho.

La intriga la Barbera

Pero también es posible otra hipótesis. Es decir, que Gioè había iniciado un camino de colaboración. Es el colaborador de la justicia Gioacchino La Barbera quien alimenta la sospecha en el 2015 cuando, en una entrevista con la colega Raffaella Fanelli, publicada en La Repubblica, dijo: "No sé si se suicidó. Responder a esta pregunta me podría traer problemas con los funcionarios de la DIA, que se portaron bien conmigo... Que me ayudaron. Sabía que habían hecho actas con él. Gioè estaba colaborando, estoy seguro. Yo estaba en su propia sección, junto con Santino Di Matteo, y Gioè era el único que recibía visitas. Mi ventana daba a la calle y vi una ida y venida de autos y gente que llegaba por él. Unos días antes de su muerte, me trasladaron de la prisión de Rebibbia a Pianosa mientras que Di Matteo fue trasladado a Asinara".

Posteriormente, al declarar en el proceso Capaci bis, rebajó sus declaraciones: "Exageré un poco porque estoy seguro de que habrá algún informe. Yo no lo sé, pero al hablar con la periodista exageré al decir que se hicieron actas. Yo lo pensé y se pensaba que él estaba colaborando con la justicia, pero se hablaba de las actas entre comillas, son cosas que yo pienso, pero no tengo conocimiento directo de las actas escritas".

A pesar de las explicaciones, sin embargo, la pregunta sobre esa frase expresada por el arrepentido que no dudaba de la existencia de registros, que luego se hicieron desaparecer, por cuanto podrían estar vinculados a la muerte de Gioé, permaneció absolutamente abierta.

D'Ambrosio dixit

La historia de Gioè también ha entrado de alguna manera en las actas del proceso sobre la Tratativa Estado-mafia, no solo por el caso Bellini. El magistrado Loris D'Ambrosio (que murió, repentinamente de un derrame cerebral, el 26 de julio de 2012 después de declarar ante los fiscales de Palermo) habló de él. El consejero del presidente de la República, Giorgio Napolitano, en conversaciones interceptadas con el exministro Nicola Mancino, afirmó: "Esta historia del suicidio de Gioè. En mi opinión es otro secreto que llevamos con nosotros... no me queda claro esto". A los magistrados de Palermo les dijo: "Nunca me sonó ese suicidio... En fin, qué sucedió realmente en las cárceles en ese período, esa es la verdadera pregunta que me hago más allá del 41 bis... en fin, este tan extraño suicidio... aquí... me disgustó, me disgustó en el '93 y todavía me disgusta". Una turbación interior que también le expresó al presidente de la República Napolitano en su carta de renuncia (luego rechazada) en la que escribió: "Tengo mucho miedo de haber sido considerado un humilde escriba utilizado como escudo de acuerdos indecibles".

Los secretos de las masacres 4

Las columnas de Hércules para la verdad

Para comprender mejor la importancia del caso Gioè, conviene recordar lo que el magistrado Gianfranco Donadio dijo el 29 de noviembre del 2017 ante la Comisión Parlamentaria Antimafia, cuando afirmó que los casos de las muertes de Luigi Ilardo y Nino Gioé "son los dos pilares que fijan las Columnas de Hércules, los límites de la verdad verificable". En esa audiencia Donadio, refiriéndose precisamente a aquella entrevista con La Barbera en la que hablaba del arrepentimiento de Gioè, se hacía algunas preguntas: "¿Con quién habló Gioè? ¿Se hicieron las actas? ¿Hubo notas de algún funcionario?".

Sobre este punto también trató de dar una respuesta señalando el informe de la DIA firmado por el Dr. Micalizio, también conocido como Oceano, en el que se realizó un análisis certero sobre la masacre de los años 1992-1993. "Es -explicó Donadio- un informe analítico que sigue el camino de hibridación de Cosa Nostra, que se convierte en una organización cercana a ambientes de la derecha subversiva, que se cruza con estrategias de la Liga Norte (la Liga nacional-popular de la cual ya hablé, en el decir de Delle Chiaie) y con las estrategias de algunos ambientes masónicos". Y ese será el informe del que partió la conocida investigación sobre los "Sistemas Criminales", realizada por la Fiscalía de Palermo.

¿Contribuyó Gioè dando información? Es posible. Además, incluso el arrepentido Leonardo Messina en ese momento había informado sobre las reuniones en Enna y el contexto general en el que maduraron las masacres.

Y Gioè siempre pudo haber confirmado lo que la DIA dijo en la célebre nota del 10 de agosto de 1993, que informaba al entonces ministro del Interior, Nicola Mancino, de cómo "una posible revocación, aunque sólo sea parcial, de los decretos que prevén la aplicación del art. 41 bis" podría haber "representado el primer colapso concreto del Estado, intimidado por la temporada de bombas".

Este es el documento en el que aparece por primera vez el término "tratativa", utilizado para describir lo que estaba sucediendo inmediatamente después de las masacres. Habían pasado unos días desde los atentados de Roma y Milán, y se hablaba de una estrategia "para insinuar en la opinión pública la creencia de que, después de todo, una línea excesivamente dura podría ser más conveniente para buscar soluciones que conduzcan igualmente a la rendición de Cosa Nostra en condiciones más aceptables para Cosa Nostra".

Esa vía estrecha

En los últimos años, las partes de verdad recogidas nos han permitido reconstruir diversos fragmentos de la historia. El proceso de la Tratativa Estado-mafia, el proceso Borsellino quater y el proceso 'Ndrangheta Stragista, han dado una contribución significativa en este sentido y la esperanza es que con el juicio sobre el desvío de las investigaciones de vía D'Amelio y, más aún, con el proceso sobre el crimen de los esposos Antonino Agostino e Ida Castelluccio, podamos seguir sumando piezas. Quizás partiendo de los "casos sin resolver" y las muertes anómalas mencionadas por Roberto Scarpinato. Las huellas están ahí e incluso si el camino parece estrecho, es correcto seguirlo hasta el final. En Florencia, en el 2017, se reabrió la investigación sobre los autores intelectuales externos de las masacres. Y quizás también pueda ser útil para retomar casos como el de la muerte de Nino Gioè.

En el pasado octubre el arrepentido Pietro Riggio, quien desde el 2018 ha iniciado una nueva etapa de su colaboración con la justicia relatando una serie de circunstancias relativas a la masacre de Capaci, declaró en el proceso Estado-mafia.

Decimos desde ya que hay que demostrar la fiabilidad del colaborador y que habría elementos conflictivos en este punto.

Lo cierto es que Riggio afirmó haber sabido que a la muerte de Nino Gioè no era atribuible la voz "suicidio". En ese trágico año de 1993, Riggio estuvo muchas veces en Roma como miembro de la Comisión Paritaria para los traslados del ministerio de Justicia. Como tal, se habría enterado de una serie de acciones llevadas a cabo dentro de las cárceles. "Había un modus operandi que era bárbaro por decir lo mínimo -declaró ante el Tribunal de Apelación- los detenidos eran golpeados sistemáticamente con métodos casi nazis. Sé que la policía penitenciaria tenía directivas muy concretas y sé que en ese el momento el Estado cubría a la policía penitenciaria ante lo que sucedía. En Roma pude recoger las quejas de los compañeros de Rebibbia y de los que habían tenido que ocuparse de ello. Una tarde estando con un colega mío, Gianfranco Di Modugno, hablamos de la muerte de Gioè. Todos sabían que no se había suicidado. Di Modugno me dije que Gioè, el día que decidió colaborar, había escrito una carta. No la carta que se encontró, sino otra muy concreta en la que acusaba y mencionaba nombres; en la que hablaba de las masacres y de sus contactos con los servicios secretos, con los que había tenido que tratar".

En esa audiencia del 26 de octubre, el arrepentido también habló de la existencia de un verdadero equipo de agentes "gente de confianza, con ropa de camuflaje, que llegaban al interior de las secciones, tomaban las llaves y mandaban a todos afuera. Mis excompañeros deberían tener el coraje de decir que eran sacados de su lugar, que entraban otras personas y se apoderaban de la sección. Deben tener la dignidad de hablar, porque es hora de hablar. Eran sacados y nadie sabe lo que pasaba allí". Y siempre dirigiéndose a la Corte, habló también de la existencia del llamado método 'escalera'. "En pocas palabras -explicó- para hacer hablar a un detenido o amenazarlo, le ponen una soga al cuello y lo tiran de abajo hacia arriba y no al revés, como se podría pensar cuando el detenido se ahorca y va de arriba hacia abajo. Y para no atarle las manos y dejar marcas, solían golpearlo en el costado para que el preso, o quien se encontrara en esa situación, no pudiera agarrarse para sacarse la cuerda, porque tendía a agarrarse el costado mientras tiraban de la cuerda".

¿Tiene el Fiscal de Roma interés en reabrir el expediente? Es fácil pensar que el acta de la audiencia, por razones de competencia, fue enviada por el Ministerio Público de Palermo a Roma, o que, al menos, esto se está discutiendo en la fiscalía Nacional Antimafia que desde hace algún tiempo ha vuelto a ocuparse de todas las masacres y delitos excelentes.

La muerte de Gioè encaja en este contexto.

El fundamento, una vez más, lo dio Scarpinato en su discurso del pasado mes de julio: "Lo que da que pensar es la continuidad en el tiempo de este poder enfermo y asesino que primero utilizó a las masacres de Capaci y vía d'Amelio para condicionar a las nuevas estructuras de poder después del fin de la primera República, y que luego intervino sistemáticamente para evitar que las verdades desestabilizadoras para los nuevos sujetos políticos que se escondían detrás de la masacre de vía D'Amelio y las demás masacres, salieran a la luz en los tribunales". Es un poder "capaz de intervenir pronta, secreta y quirúrgicamente, cada vez que la trama de la impunidad corre el riesgo de rasgarse, abriendo una brecha a través de la cual la luz de la verdad podría iluminar los rostros de los autores intelectuales externos".

Y es por eso que figuras como Nino Gioè y Luigi Ilardo debieron ser calladas.

Sus muertes, según Scarpinato, "fueron una lección magistral, un extraordinario despliegue de poder que cerró y tapó las bocas. Biondino, Bagarella, Graviano, Madonia y todos los que están en la cárcel, saben que hay un poder capaz de entrar en las cárceles y matarlos. Saben que, si tienen hijos, un sicario de las calles podría atropellarlos".

Golpear a uno (o en este caso deberíamos decir a unos pocos) para educar a cien.

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*Foto de portada: antimafiaduemila.com

*Foto 2: El hallazgo del cuerpo de Nino Gioè en su celda de detención

*Foto 3: Masacre de Capaci © Shobha

*Foto 4: El magistrado Gianfranco Donadio © Imagoeconomica