EMPRESARIO LÁZARO BAEZ ¿ALLANAMIENTOS ESTARÍAN POR CERRAR EL CÍRCULO?

El affaire Lázaro Báez y el presunto caso de lavado de dinero con la protección (o complicidad) de Néstor Kirchner llegó a uno de sus picos más altos  de la repercusión judicial que tuvo tras las denuncias del periodista argentino Jorge Lanata, cuando las autoridades allanaron sus propiedades: un garaje con varios autos de alto valor, una chacra y una estancia, sin perjuicio de los operativos a nivel de la sede central del Banco Santa Cruz.

La prensa argentina y las agencias internacionales se hicieron eco de los procedimientos policiales y judiciales que consistieron en practicarse allanamientos de varias propiedades del empresario y de sus respectivas cajas de seguridad, por orden expresa del juez argentino Sebastián Casanello, tomando intervención personal de la Gendarmería Nacional.

Los allanamientos se dispusieron –a los 53 días de que el escándalo saliera a la luz pública- con el objetivo de obtener rastros que permitan probar las denuncias sobre lavado de dinero que pesan en contra del empresario, a quien se lo vincula con la posesión de bolsos conteniendo dinero de origen dudoso, y con vuelos repentinos al extranjero (paraísos fiscales), y por si fuera poco, con contactos que involucrarían directamente a personalidades de la  Casa Rosada.{JATHUMBNAIL OFF}

De acuerdo a la información proporcionada por el diario La Nación, a una hora convenida con anterioridad, un grupo de gendarmes se hizo presente en el galpón de la calle Guer Aike 50, precisamente el lugar donde el fotógrafo Sergio Triviño –empleado de la empresa Austral Construcciones- había retratado parte de la flota de lujosos autos  de Baez. Según consigna La Nación al momento del allanamiento no había nadie en las instalaciones del galpón por lo que los gendarmes optaron por forzar la puerta para ingresar.

“Ustedes son testigos de mi predisposición con la jueza para que visite mis propiedades” fueron las expresiones de Báez, notoriamente molesto por el uso de la fuerza para abrir el portón de acceso al galpón, donde las autoridades actuantes hallaron, alineados,  una decena de automóviles de alto valor (propiedad del empresario) entre ellos dos Porsche Cayenne Turbo, uno modelo 2011 valorado en 1.2 millones de pesos, valor de mercado.

En esa misma jornada, pero lapso antes, otro grupo de la Gerdamería Nacional había llevado adelante el allanamiento de la estancia Alquinta, ubicada a más de 100 kilómetros de Río Gallegos. Sobre este inmueble recaía la sospecha de ser el lugar a donde se habrían trasladado bolsas conteniendo dinero, armas y documentos retirados de la chacra de Báez.

Finalmente, en las primeras horas de la tarde del mismo día en que se practicaron los allanamientos del garaje de la calle Guer Aike 50 y de la estancia Alquinta, las autoridades allanaron la chacra del empresario, ubicada en la parcela 39, distante unas 15 cuadras del galpón en el  que se encontraban los automóviles de alta gama.

De a cuerdo a las informaciones que llegaron al Uruguay, a través de las agencias internacionales y del diario La Nación, el empresario Báez  aguardaba a los operadores de justicia  en la chacra, estando acompañado del abogado Juan Pablo Gregori. Allí se constituyeron  agentes de la Gendarmería y la jueza federal subrogante, doctora Askenazi Vera, quien daba cumplimiento con el exhorto solicitado por el juez Sebastián Casanello. La labor de quienes realizaron el allanamiento demandó aproximadamente unas dos horas.  Luego del procedimiento no hubo información oficial sobre los lugares exactos donde se realizó una inspección ocular, en el interior de la chacra.

Lo que sí trascendió es que simultáneamente la sede central del Banco Santa Cruz volvió a recibir una nueva pesquisa y al cabo de la misma no se dieron a conocer sus resultados y en ese marco el mismo Báez consideró los allanamientos como “un espectáculo innecesario”. No obstante, la prensa bonaerense coincidió en considerar que los allanamientos habían sido inesperados, especialmente cuando era impensable que esto le iba ha ocurrir al empresario favorito de los Kirchner en toda la Argentina.

No hay que olvidar que el empresario Báez actuó con cierta ostentación de soberbia aún cuando  las denuncias periodísticas y judiciales ya dejaban entrever que las instancias de investigación eran inevitables. La prensa argentina consignó que  Báez –que creo que nunca supuso se concretarían allanamientos simultáneos y sorpresivos-  jugó con fuego porque a sabiendas de la situación llegó a invitar a la prensa a recorrer las propiedades, haciendo lo propio  con jueces y fiscales. Pero esa predisposición a “colaborar” con la Justicia no impidió que se  concretaran los allanamientos mencionados, y aún más: que el juez Sebastián Casanello dispusiera la inhibición general sobre los bienes del contador Leonardo Fariña y el financista Federico Elaskar, ambos sindicados como presuntos involucrados en lavado de dinero. Tras los allanamientos fueron citados para prestar declaración ante la Justicia, con fecha  lunes 10 de junio.

En lo que respecta al operativo judicial realizado en la sede central del Banco  Santa Cruz, se informó desde allí que en el lapso de una hora llegaron a revisarse un total de 14 cajas de seguridad, propiedad de Báez, y que para transportar  el contenido de todas esas cajas de seguridad –bajo fuerte custodia de agentes de la Gendarmería- seguramente a la sede judicial  fueron necesarias unas seis cajas de cartón y una de madera.
Redacción Antimafia Dos Mil.Montevideo.Uruguay