
En los conflictos allende las fronteras sudamericanas, las bajas entre los miembros de la familia de la prensa se han ido sucediendo dramáticamente; sangre derramada de muchos profesionales de la comunicación, que únicamente , desde sus puestos de trabajo, no hacían otra cosa que informar sobre los acontecimientos.


Mohmmed Nabbous, periodista, murió de un balazo en la cabeza el 19 de marzo durante los ataques de las fuerzas de Gadafi sobre la ciudad de Bengasi en Libia.Nabbous realizaba transmisiones en vivo a través del canal Libya Alhurra en Livestream
Dave Clark, periodista de AFP y los reporteros gráficos de la misma agencia Robert Schmidt y Joe Raedelle, fueron secuestrados por las fuerzas de Gadafi en la última semana de marzo. Dave Clark relata así uno de los difíciles momentos que les toco en suerte sin costarles la vida: “..la histeria crecía. Comprendo poco el árabe, pero algunas frases eran inconfundibles ¡F 16 ¡F 16 ¡! Gritó alguien en referencia a los caza


No precisamente en Libia, pero sí en la región de la franja de Gaza, Vittorio Arrigoni, un activista italiano en misión de prensa en ese punto del planeta, en las primeras semanas del mes de abril corrió otra suerte: luego de permanecer secuestrado fue asesinado –por ahorcamiento- en una casa abandonada de la Franja de Gaza, quizás en una de las que él mismo contribuyó a evacuar durante los bombardeos de la Operación Plomo Fundido. Sus asesinos –supuestamente un grupo extremista- sencillamente quisieron callarlo para siempre, porque su trabajo no era humanitario sino político y en esencia periodístico (aún sin formar parte de los equipos de las Agencias extranjeras allí en cobertura), porque escribía desde Gaza una serie de crónicas para Il Manifiesto y porque lo que acontecía lo grababa y lo contaba todo, como combatiente por una paz justa, y por ser solidario y aún humano.

En Libia, entre tanto, la profesión de informar siguió cobrando vidas.
Tim Hetherington (estadounidense candidato al “Oscar” por el filme “Restrepo” ) y Chris Hondros, fotógrafos, mueren alcanzados por morteros de las fuerzas de Gadafi cuando estaban ubicados en Misrata ,en un destacamento de los rebeldes, para un proyecto personal. Otros dos fotógrafos resultaron heridos en el ataque: Guy Martin, herido en el bazo, quedó en estado muy grave; y Michael Christopher Brown sufrió heridas de metralla en el hombro.
Tim Hetherington trabajaba para la revista Vanity Fair. Publicó su libro “Infidel” encarando el día a día de la guerra en Afganistán. Sus fotos mostraban una parte pocas veces vista del enfrentamiento: imágenes de soldados durmiendo o en sus horas de recreo, tan vulnerables en ese momento como los civiles cuyas vidas se cobraba el conflicto armado. “Estos hombres son las armas que se utilizan para unos fines políticos” afirmó en una conferencia para presentar su libro en Washington.

A partir de la fe. A partir de la razón. A partir del poder, el hombre continúa matando al hombre. Y se ensaña contra el hombre que registra todo para denunciarlo al mundo, en imágenes, en palabras o en crónicas. Se ensañó hace dos mil años. Se ensañó siglos después. Se ensañó antes de la primera guerra, después y durante la segunda guerra. Se ensañó en la guerra civil española. Se ensañó en la guerra fría. Se ensañó contra quienes denunciaban las atrocidades de la guerra de Vietnam, en particular de las cometidas por las fuerzas invasoras. Se ensañó y todavía se ensaña en Africa. Se ensañó en Yugoslavia. Se ensañó contra los que combatían o denunciaban el crimen organizado en Italia. Se ensañó en Colombia y se ensaña en México como en otros países de sudamérica. Se ensañó contra quienes denunciaban las violaciones de los derechos humanos en los países en dictadura. Se ensaña contra aquellos que micrófono, libreta de apuntes y cámara en mano van contra el poder político, empresarial, religioso y financiero. Se ensañan hasta matarlo físicamente o civilmente. Pero se ensañan, vestidos con las ropas de hipocresía. Se ensañaron en Sierra Leona, Angola, Argelia, Kosovo, Medio Oriente, Palestina, Nepal, Irak, Afganistán, Argentina, Nicaragua, Paraguay, Chile.
Poderoso señor don dinero. Poderoso señor de las empresas de comunicación, todavía hay buenos profesionales que andan por allí y por allá, especialmente donde repiquetean las balas y los proyectiles del mal segando vidas débiles o infantiles, denunciando las barbaridades del hombre de hoy.
Poderoso señor don dinero esperamos que todo esto cambie. Y si ahora se derrama la sangre de los inocentes o de los sedientos de justicia, como Vittorio Arrigoni y otros que no titubean en sacrificarse por el deber de informar, en un mañana su pérdida será la consolación de la humanidad y el primer paso para comprender el inevitable martirio , masticando el sabor amargo de su ausencia, que enseñanza al fin, los enaltecerá eternamente para dejarnos bien en claro que comprometerse con la vida y la verdad vale más que mil euros, miles de aplausos o miles de puntos de rating
La muerte de un periodista o de un reportero gráfico de guerra siempre nos deja un mensaje: avergonzarnos de nuestra indiferencia, de nuestra falta de compromiso y de nuestra comodidad cotidiana, con el infaltable dejo del individualismo y el egoísmo del hombre de hoy. Lector, piénselo bien, calmo y sereno, que es así, gústenos o no.