PINO ARLACCHI: ¿UN TRAIDOR QUE HAY QUE MANDAR A DESGUACE?
Por Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo
21 de Febrero de 2014
Una alucinación. Probablemente se podría aplicar al sociólogo Pino Arlacchi la misma terminología que él ha utilizado para calificar el proceso judicial sobre la negociación Estado-mafia. Pero sería demasiado simplista definir sus declaraciones de la forma en la que el diccionario explica el significado del término: un “fenómeno psíquico, provocado por diferentes causas, a causa del cual un individuo percibe como real lo que es solo imaginario”. En su entrevista publicada hoy en la revista Panorama se lee que según su opinión “no hay ninguna prueba seria que avale” el proceso sobre la negociación, ya que “con lo único que se cuenta es con las fanfarronerías de un killer, Gaspare Spatuzza, quien como tal no podía sentarse a la mesa de los ‘negociados’ y que habla por lo que ha oído decir, además de las mentiras de un calumniador patentado como Massimo Ciancimino”.
Ante la pregunta de la periodista sobre porqué la investigación sobre la negociación Estado-mafia sería un error el parlamentario europeo no tiene dudas: “Está basada en una hipótesis grotesca: una conexión entre Oscar Luigi Scalfaro, Carlo Azeglio Ciampi, Giovanni Conso y Nicola Mancino por un lado y los altos cargos de la mafia de Corleone, de Cosa Nostra, por el otro”. El ilustre escritor habla además de la condena a muerte lanzada por Totò Riina para el Fiscal Nino Di Matteo: “La credibilidad de sus desvaríos equivale a cero”. La conclusión es de manual: “No estamos ante la vigilia del Apocalipsis. El resurgimiento de la estrategia terrorista y la resurrección de la mafia de un tiempo que pasó son cosas que hay que descartar. No han ocurrido ni atentados ni masacres luego de las divagaciones lanzadas por Riina en el pasado Junio, y no ocurrirán en el futuro inmediato”. Frente a esta enorme cantidad de tonterías se podría tender un manto de piedad archivándolas entre las páginas de los libros de historia contemporánea que en el futuro estudiarán las incrédulas generaciones.
Pero la falsedad de estas palabras expresadas por alguien que ha traicionado la memoria de hombres como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, así como también lo peligroso de su actitud al subestimar el riesgo de que pueda haber nuevos atentados, imponen algunas consideraciones. Con sus declaraciones Pino Arlacchi se sube nuevamente a la carroza, cada vez más pintoresca, de aquellos que entran con la zancadilla en el proceso que se está celebrando en la Corte de Palermo. Después de que el Presidente de la República planteara el conflicto de intereses en contra de la Fiscalía de Palermo (pero incluso antes) comenzó un verdadero “tiro al blanco” en contra del inigualable pool de Palermo; hasta llegar a las condenas a muerte lanzadas por Totò Riina.
No nos detendremos a explicarle a Arlacchi que si un tercer Juez como Piergiorgio Morosini ha decidido reenviar a juicio a los indagados en la investigación sobre la negociación evidentemente ha considerado como plausibles las motivaciones de la Fiscalía. De la misma forma que no vale la pena recordarle al sociólogo que incluso las declaraciones de Massimo Ciancimino (más allá de que haya sido acusado de calumnia por el “pizzino” sobre Gianni De Gennaro) han sido consideradas como atendibles al punto tal de haber sido citadas hasta por el Presidente de la Corte de apelaciones de Palermo, Vincenzo Oliveri, quien en la apertura del año judicial subrayó cómo el mismo Ciancimino Junior “ha realizado un aporte muy relevante para las investigaciones” sobre la negociación. Definir el proceso judicial sobre el pacto entre mafia y Estado como el “fruto de las fanfarronadas” de Gaspare Spatuzza significa no conocer los documentos, o quizás – más o menos bajo dictado – mistificarlos a propósito. En las miles de páginas que componen la estructura del juicio no solo está Gaspare Spatuzza (cuya atendibilidad ha sido ratificada además por la Corte de apelaciones de Florencia, en el juicio de IIº grado c. d. “Tagliavia”, por los atentados del ’93), sino que además se encuentran los testimonios y los documentos provenientes del bienio terrorista ’92/’93 (y no solo) que confirman la validez del aparato acusador. Que indudablemente necesita un debate exento de injerencias de cualquier tipo.
Si luego para Arlacchi la tesis del pool es “una hipótesis grotesca” es un problema suyo. Pero que no venga a entrometerse en un proceso en curso haciéndose pasar por experto en la materia porque realmente lo que hace es hacer un mal papel. Si en el pasado sabía analizar bien el fenómeno mafioso, quizás ahora el paso de los años ha influido gravemente en su actual estado psico-físico. Si en cambio el cambio de casaca ha ocurrido en el altar de las carreras políticas o institucionales entonces no es más que la confirmación de la peor de las traiciones: la que es en contra de los amigos. Y de la verdad. Roguemos a Dios que no ocurran nuevos atentados, porque si en cambio estos se produjeran el eximio parlamentario europeo no encontrará lugar en el cual protegerse del desprecio general, al igual que sus compañeros de carroza.
Para terminar, es imperante hacer una aclaración; en la entrevista concedida a Panorama, como buen sociólogo, Pino Arlacchi pontifica que “el estereotipo mediático-judicial sobre las mafias italianas tiene una antigüedad de 30 años” y por lo tanto “es hora de ir a desguace aquí también”. Ahora bien, señor Arlacchi, comience por su persona. Será un bien para todos.
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