Viernes 26 Abril 2024

Massimiliano Giannantoni y Federico Carbone ofrecen un punto de partida para la búsqueda de la verdad

"Hay dos historias, la historia oficial, mentirosa, la que se enseña, la historia ad usum delphini; luego está la historia secreta, en la que están las verdaderas causas de los acontecimientos, una historia vergonzosa". En esta cita de Honoré de Balzac (Ilusiones perdidas) podemos ver el esfuerzo que tuvieron que hacer el periodista de SkyTg24 Massimiliano Giannantoni y el criminólogo Federico Carbone para escribir el libro Las mujeres de las masacres (publicado por Editorial Chiarelettere) investigando en los meandros más tortuosos de la historia de Italia y de los secretos indecibles que acompañaron a aquellas masacres estatales que ensangrentaron a Italia en los años '90.

Recopilando documentos y testimonios directos, pudieron seguir caminos que ponen de relieve no sólo la existencia de "autores intelectuales externos", sino también la presencia de figuras "más allá" de Cosa Nostra. Hombres y mujeres en los que, en los últimos años, las fiscalías de Caltanissetta, Florencia, Palermo y Reggio Calabria, coordinadas por la Fiscalía Nacional Antimafia, han intentado centrar su actividad investigadora.

Desde las investigaciones sobre las masacres de 1992 (Capaci y vía d'Amelio) hasta las de 1993 (Florencia, Roma y Milán); desde las investigaciones sobre la estructura paramilitar Gladio hasta las de la infame sigla Falange Armada cuyas afirmaciones marcaron la historia del país a principios de los noventa. Y también la investigación sobre Giovanni Aiello (conocido como Cara de Monstruo), cuya muerte repentina (ocurrida en el 2017) siempre ha suscitado dudas.

El propio Aiello es una figura central. Varios colaboradores de justicia habían declarado que a menudo iba acompañado de algunas mujeres.

La búsqueda de Giannantoni y Carbone permitió, en algunos casos, encontrar nombres y apellidos precisos.

El criminólogo Federico Carbone descubrió un documento según el cual "en 1993 cinco mujeres formaban parte de la VII división del SISMI (Servicio de Seguridad e Inteligencia Militar) cuyos miembros eran muchos más que los 16 conocidos a través de la llamada lista Fulci".

"Las mujeres -dice el libro- están en la misma lista de soldados sospechosos y nunca investigados en la causa sobre la Falange Armada". En efecto, según una fuente confidencial, "de estos cinco agentes, al menos tres estarían todavía en servicio hoy" y también habrían sido localizados por los autores que al mismo tiempo se preguntan: "Por su papel de instructores de Gladio, ¿podrían haber entrenado y por tanto conocido los perfiles femeninos sospechosos de haber participado en los atentados de Capaci, Roma, Florencia y Milán?".

La pista sobre la presencia de figuras femeninas en los lugares de las masacres se refuerza con la presencia de ADN en un par de guantes de látex a pocos metros del cráter de Capaci; o incluso los testimonios sobre la presencia de mujeres vistas antes de las explosiones en via Fauro; cerca de via dei Georgofili y via Palestro.

El lector se adentra así en un viaje que lo lleva a descubrir los rostros de Antonella, Rosalba, Nina, "la libia", perfiles de mujeres que pudieron haber tenido un papel importante en la consumación de las masacres o que tomaron conocimiento de hechos y circunstancias. "Aunque no sabemos con certeza los nombres de todas ellas, sabemos que se trata de mujeres peligrosas -dice el libro- durante mucho tiempo se escondieron detrás de identidades falsas y vidas que sólo eran aparentemente normales. Las investigaciones sobre los crímenes en los que supuestamente estuvieron involucradas, aunque en parte estén archivados, después de tres décadas aún no están concluidos".

donne delle stragi lib

Y es a partir de ellos que se reconstruye la existencia de un "complejo sistema criminal que incluye exponentes de la masonería desviada, la derecha subversiva, expertos en terrorismo y técnicas de comunicación de masas", tan extenso como inquietante.

Algunas de estas mujeres habrían desempeñado funciones militares, como entrenadoras de la estructura paramilitar Gladio nacida del acuerdo entre la CIA y los servicios secretos italianos.

¿Esto quiere decir que las masacres se llevaron a cabo bajo presión internacional? La sospecha es legítima.

Hace unos años, el propio Carbone, en una entrevista con Il Giornale, dijo que se había enterado por una fuente (un general del ejército estadounidense destinado en Camp Darby, una mujer cercana a la CIA), que le habló confidencialmente de la muerte de Marco Mandolini, el paracaidista de la Brigada Folgore encontrado muerto el 13 de junio de 1995 cerca de Livorno, y de la masacre de Capaci.

"Una de las cosas que más nos hace pensar e impone una serie de preguntas -dicen los autores en el libro- es que se pudo constatar que la VII división de SISMI fue la que acogió a los instructores de Gladio, aquella donde se encontraban los espías italianos. Se les enseñó a disparar, a sumergirse en todas las profundidades del mar, a escalar montañas y a montar bombas. En 1997, un informe pericial de la Comisión de Masacre sobre el archivo del SAD, el Centro de Estudios Especiales y Formación de la que dependía la estructura Gladio, descubrió que el inicio de las actividades del grupo Ossi se remontaba a 1987. Por tanto, parece claro que nuestro aparato de seguridad, ya en los años en que se produjeron las masacres, sabía de la existencia de secciones de los servicios secretos utilizados para operaciones definidas como "sucias". La VII división era una propagación del Stay Behind italiano y estaba estrechamente interconectada con la inteligencia estadounidense, la CIA; el acusado en los años noventa por Francesco Paolo Fulci de haber sido escondite y corazón de las reivindicaciones de la Falange Armada, el misterioso grupo terrorista que se atribuyó todas las masacres del bienio '92-'94; el que fue desmantelado precipitadamente en 1993, inmediatamente después del atentado en via Palestro de Milán". Éstas son algunas de las rarezas que destacan Giannantoni y Carbone.

En el libro no faltan entrevistas inéditas hechas a personas que acabaron bajo la lupa de los investigadores. Desde el ex policía Giovanni Peluso, investigado y luego desestimado de la acusación de haber sido "participante y ejecutor material de la masacre de Capaci" hasta su ex esposa Marianna Castro (también acusada con Peluso por el colaborador de justicia Pietro Riggio); están documentados los intercambios que mantuvo con los colaboradores de justicia Elmo Palmeri (ya fallecido) y Pasquale Nucera.

Al leer este libro me vienen a la mente las palabras que nos dijo el ex magistrado Carlo Palermo en una entrevista hace unos años: "En muchos episodios de nuestra historia podemos ver la presencia de componentes externos. Frente a los secretos de Estado que se han desarrollado a lo largo de nuestra historia, es preciso tener una visión de conjunto".

Es desde aquí, desde esta visión de conjunto, desde donde debemos empezar de nuevo. Y este libro puede ser un punto de partida para nuevos desarrollos y para comprender por qué, y sobre todo quién, quiso y ordenó las masacres que cambiaron la historia de nuestra República.

 

* Foto de Portada: Diseño gráfico de Paolo Bassani

El líder de Pink Floyd, junto al escritor y activista israelí Miko Peled, anuncia el alquiler de un edificio dedicado a la causa palestina en Washington

Roger Waters no necesita presentación. El artista es uno de los fundadores de Pink Floyd, una de las bandas más famosas del mundo del rock psicodélico, y es uno de los autores, si no el principal protagonista, del álbum "The Wall", lanzado en 1979. El doble álbum más vendido en la historia de la música mundial. Waters es autor, junto con David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright, del álbum "The Dark Side of the Moon" (El lado oscuro de la Luna) que vendió 250 millones de copias y se mantuvo entre los diez primeros puestos de las "hit parades" en Estados Unidos durante 20 años. Desde hace varios años, este gran líder musical lucha con pasión por los derechos humanos y contra todas las guerras, en particular contra la limpieza étnica del pueblo palestino y el actual genocidio que tiene lugar en la Franja de Gaza. En su canal de YouTube, donde ha subido vídeos denunciando las políticas israelíes y canciones de solidaridad, Waters publicó hace unos días un contenido sobre una carta que le envió Miko Peled, activista por la paz, escritor e hijo disidente de un general israelí.

Peled anuncia al líder de Pink Floyd lo que él define como una "buena noticia": la creación, en Washington, de un gran espacio para Palestina que se llamará "Casa Palestina de la Libertad".

"Me encuentro en mi estado habitual de incredulidad, dolor e ira por el robo de tierras, la limpieza étnica y el genocidio perpetrados durante 75 años por el Estado sionista de Israel contra el pueblo palestino", comienza diciendo Waters, dirigiéndose a sus seguidores. "Esta horrible situación cuenta con la complicidad y está inaceptablemente apoyada por los gobiernos, no por el pueblo, de las tierras de mis padres, Inglaterra y Estados Unidos, donde vivo. No hay suficientes palabras para expresar mi disgusto". Luego anuncia que ha recibido buenas noticias de su amigo Peled, "un escritor y activista dedicado desde hace mucho tiempo a la causa palestina. Miko dijo que Palestina necesita un lugar en Washington para enarbolar su bandera. Un edificio". Para luego anunciar que el escritor acaba de encontrar uno en Washington la semana pasada. "Está vacío, así que es bueno. Es un edificio sin gente para un pueblo sin edificio. Es propiedad de un palestino. Llamémoslo Sr. X. El Sr. X se ha ofrecido a alquilarnos su edificio hasta que Palestina sea libre. Además, me dice Mike que ya encontró nueve donantes. Éstas son buenas noticias", dijo Waters. El espacio se llamará "Casa Palestina de la Libertad". No podemos llamarla embajada hasta que Palestina sea reconocida como estado por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Funcionará como un acto de resistencia muy visible, claramente visible desde el Capitolio". Su función, explica el artista, "será educar a los políticos de Washington D.C., aún mal informados, sobre todo lo que concierne a los palestinos, incluida la rica historia de Palestina antes de la Nakba".

*Foto de Portada: Antimafia Duemila

Desde que comenzó la llamada "contraofensiva" ucraniana, el mainstream se ha apresurado a mostrar a una Rusia de alguna manera "golpeada" o casi "paralizada", pero la realidad es muy diferente.

Hablamos de un conflicto sangriento que, según afirmó en una entrevista al diario Financial Times el jefe del Estado Mayor estadounidense, general Mark Milley, "nadie puede ganar".

La variable, por supuesto, es la posible utilización de armas nucleares por parte de Putin, pero desde Moscú, y sin perjuicio de las palabras de Medvedev, nunca se ha ido más allá. Rusia ha demostrado ser una potencia extremadamente fuerte, apenas debilitada por las sanciones de la Unión Europea, y por lo tanto capaz de planificar un conflicto a largo plazo.

¿Cómo impedir, pues, el estilicidio del pueblo ucraniano que ocurre desde que Rusia invadió el país?

Es necesaria una tregua, sin peros ni condiciones. Y la única forma de lograrlo hoy es deteniendo al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.

Massimo Fini, en su análisis en el diario Il Fatto Quotidiano, destacó la "terquedad" y el "narcisismo" del líder ucraniano al emitir un decreto que prohíbe cualquier negociación. Un acto que cae a diario "sobre la cabeza de su propia población".

En mi opinión, en la evaluación de los hechos, incluso se podría ir más allá. Zelensky, plenamente consciente de que no tiene ninguna posibilidad contra la maquinaria de guerra rusa, debe ser arrestado y juzgado por crímenes de guerra contra su propio pueblo.

Es él, con sus propias elecciones y acciones, quien permite el asesinato de tantos ucranianos.

Siempre hemos dicho que hay un país invadido (Ucrania) y un invasor (Rusia, aunque provocado por los continuos "acercamientos" a su frontera por parte de la OTAN y por las persecuciones de la población de habla rusa en el Donbass).

Pero después de un año de conflicto constante, ha llegado el momento de sentarse a la mesa de negociaciones, antes de que ocurra lo irreparable (un posible uso de armas nucleares tácticas).

Se podría pensar en una tregua como ocurrió entre las dos Coreas, divididas desde 1953 en Norte y Sur.

Ese conflicto sufrió una intervención masiva del ejército estadounidense bajo la presidencia de Harry Truman y otras naciones occidentales del Pacto del Atlántico, mientras que Corea del Norte fue apoyada por la Unión Soviética y la China de Mao Tse-Tung.

Incluso entonces había una fuerte atmósfera de "Tercera Guerra Mundial" con las fuerzas estadounidenses que incluso temían un posible uso de armas atómicas. Las llamadas fuerzas "comunistas" finalmente forzaron la retirada de Estados Unidos, y el presidente Truman inició negociaciones con Pyongyang. Siguieron dos años de estancamiento sustancial en la frontera del paralelo 38, donde los dos ejércitos se enfrentaron en una serie de batallas cortas para obtener pequeñas ventajas territoriales, mientras que la fuerza aérea estadounidense continuaba atacando las posiciones de Corea del Norte. El armisticio se firmó el 27 de julio de 1953 y sancionó la división de las dos Coreas, que hoy conocemos, con una pequeña ventaja territorial para el Sur.

Es esta una historia que podría servir de ejemplo para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania, manteniendo Rusia los territorios recién conquistados.

El presidente Zelensky "salvaría" así a Ucrania de la destrucción total, mientras que Putin tendría que retirar sus fuerzas militares manteniendo el control en el área del Donbass y de Crimea. Por supuesto que sería un equilibrio precario, pero no habría más muertes en los dos frentes.

Hasta la fecha, sin embargo, Zelensky rechaza cualquier iniciativa, lo cual confirma que detrás de este conflicto debe haber algo terriblemente podrido que va más allá de los equilibrios geopolíticos.

Hace algunos años los Estados Unidos de América iniciaron la llamada "guerra infinita" contra el terrorismo. Hoy la OTAN propone una "guerra infinita" en Ucrania con envíos continuos de armas desde los países miembros. Una petición que Italia sigue cumpliendo desde hace meses en contra de sus propios principios constitucionales (art. 11: "Italia repudia la guerra como instrumento de ofensa a la libertad de otros pueblos y como medio de solución de controversias internacionales").

No podemos escondernos detrás de un dedo, como tampoco podemos olvidar que en los últimos veinte años Occidente ha sido el responsable de continuas violaciones del derecho internacional, en nombre de la guerra.

¿Cómo? Nos lo recuerda siempre Massimo Fini. Sucedió "en 1999 con la agresión a Serbia, en 2003 con la agresión a Irak, en 2006/2007 con la agresión a Somalia a través de Etiopía, en 2011 con la agresión a Libia. Todas operaciones a las que la ONU, que debería ser el guardián de este supuesto derecho internacional, estuvo en contra. Agresión, la de Libia, llevada a cabo por los franceses, los americanos y, por desgracia, también por los italianos (el primer ministro era Berlusconi) aún en contra de nuestros propios intereses".

Porque en la historia de la "doble moral", como dice Fini, "cuando los agresores son los otros se los tilda de 'terroristas' y, en el caso de Rusia, su líder es remitido al fantasmagórico Tribunal Internacional de La Haya por 'crímenes de guerra'; pero los occidentales solo son siempre 'almas bellas' que hacen la guerra llamándola paz".

Hoy, respecto a Ucrania, nadie excepto el Papa Francisco y algunos otros activistas en el mundo, pide el fin inmediato del conflicto. Y nadie parece realmente querer escuchar.

En Estados Unidos, Robert Kennedy Junior, hijo del ministro Bob Kennedy y nieto del 35° presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, habla de paz. En su campaña electoral no oculta sus intenciones y, dado su historial, realmente sería capaz de conducir al mundo hacia un nuevo rumbo, evitando el estallido de una guerra atómica que, eso sí, no tendría ni vencedores ni vencedores.

Diseño de portada: Paolo Bassani / Antimafia Duemila