Domingo 28 Abril 2024
Perfil, de un neonazi chileno estrechamente relacionado con el “Uribismo” de Colombia
 
Por Claudio Rojas, desde Chile-7 de mayo de 2021

A propósito de los hechos acontecidos en Colombia, donde se ha visto una impresionante rebelión popular al régimen del presidente Iván Duque, quien tiene como inspirador al exgobernante Alvaro Uribe, hemos visto una represión que ha impactado al mundo, con asesinatos por decenas casi a diario, con una brutalidad extrema. En este escenario, se ha visto en RRSS que el mismísimo Alvaro Uribe ha hablado de un término llamado “revolución molecular disipada “, el que ha sido acuñado por un activista fascista de nacionalidad chilena, Alexis López Tapia, quien ha sido protagonista en muchos hitos del devenir colombiano, con charlas de adoctrinamiento, y al parecer buena relación con el “Uribismo” en las dos últimas décadas.

Alexis López Tapia, es entomólogo e investigador científico e histórico con estudios de periodismo, electrónica, informática y lenguas clásicas. Como analista politológico, ha venido estudiando el proceso insurreccional chileno desde el año 2000, con numerosos trabajos publicados hasta la fecha. En sus otras redes sociales, como Twitter, aparece una corta frase de perfil: “Patria o caos”. En YouTube explica que sus videos están “orientados a cuestionar y desafiar el discurso hegemónico de la izquierda en los medios de comunicación, bajo la categoría de #Resistencia (RST)”.

Lo cierto es que en Chile se le conoce por mucho más que lo ya expuesto. En entrevista con el diario colombiano El Tiempo, el 17 de abril del año 2000, López se atribuyó ser el organizador del I Encuentro Ideológico Internacional de Nacionalidad y Socialismo, una suerte de convención neonazi encabezada por el grupo político de ultraderecha que ayudó a fundar: el Movimiento Patria Nueva Sociedad. Con especialidad en Contenidos de información, formación politológica, contra discurso, análisis e inteligencia política, cultura, historia, ciencia y tecnología, orientados a cuestionar y desafiar el discurso hegemónico de la izquierda en los Medios de Comunicación, bajo la categoría de #Resistencia (RST).

De sus palabras se destacó el uso de la expresión ‘revolución molecular disipada’, pues es un término que no ha sido abordado masivamente en el país. Este término fue acuñado al filósofo francés Félix Guattari (1930-1992), quien lo planteó como un sistema universal de lucha social y emancipación. Mientras que en Latinoamérica ha sido difundido, principalmente, por el chileno Alexis López. Su ponencia se basa en que la protesta social, sea pacífica o no, se debe abordar como una guerra que libra la delincuencia contra la institucionalidad para así realizar un golpe de estado y acabar con la democracia.

El hombre, que ha sido tildado por sus posturas políticas radicales, concedió una entrevista a ‘ W radio’ en la que se pronunció brevemente sobre los comentarios en su contra.

Allí comentó que fue el concejal más joven de Chile (a los 17 años): “He trabajado ampliamente en temas municipales, además fui fundador de un movimiento, el cual fue llevado al Tribunal Constitucional de Chile y fue aceptado como legítimo, pues no se encontró ningún viso de inconstitucionalidad, era absolutamente legal”.

En ese sentido, se le cuestionó directamente si era nazi, a lo que respondió: “ahí hay un intento de desacreditación contra mi persona por parte del señor (Gustavo) Petro”. Recordemos que el senador publicó en su Twitter que López era “un neonazi chileno, hijo ideológico de Pinochet”.

A López lo asocian al movimiento del neonazismo porque participó en un encuentro de jóvenes que compartían creencias similares a esa ideología. El diario El Tiempo lo entrevistó en el marco de aquella reunión, ocurrida en el año 2000.

Allí respondió “¿cómo voy a estar de acuerdo con los crímenes de los nazis? Es algo que no me cabe en la cabeza. Pero también soy capaz de encontrar valores en el nazismo y en el socialismo. Un viejo profesor jesuita me enseñó que en todo error hay algo de verdad, y en toda verdad hay algo de error. Nuestra misión consiste en encontrar la verdad en el error y el error en la verdad”.

Además explicó que en el movimiento “queremos dar un claro mensaje: puede que compartamos algunos criterios relativos al orden social, pero mientras sigan manejando las claves propias del racismo, no tenemos nada que ver con ellos. Y espero que ese sea el mensaje que salga de nuestro encuentro”.

Mientras sigan manejando las claves propias del racismo, no tenemos nada que ver con ellos.

En una entrevista con el canal de YouTube Cultura Chatarra dijo que nunca ha hablado con Uribe, pero que supone que el expresidente "ha venido leyendo parte del material que he investigado”. Al mismo canal le comentó que él no propuso la teoría, sino que la ha estudiado y busca compartir sus descubrimientos en el contexto latinoamericano.

“Yo lo que he hecho, y esto me lo adjudico entero, es estructurar una explicación de la manera más sencilla posible para que la gente que no tenga ningún conocimiento de esto pueda, al menos, entender la estructura”, sostuvo.

Según informó ‘La Silla Vacía’, López ha sido invitado en dos ocasiones a la Universidad Militar Nueva Granada, en Bogotá. Las invitaciones han sido por parte del rector, el general Luis Fernando Puentes.

En una de sus charlas (que fue eliminada de Facebook), López asegura que este término consiste en “llevar a cabo un nuevo modelo de acción revolucionaria horizontal, que normaliza de manera gradual y cotidiana disposiciones y conductas en orden de alterar el estado de normalidad social del sistema dominante, con el objetivo de ser derogado y sustituido”. En conclusión, según López, se trata de una teoría que, a groso modo, ubica a grupos opositores a determinado gobierno como "posibles células revolucionarias difíciles de controlar y que funcionan a partir del caos generado en las manifestaciones".

En sus charlas, el teórico y auto declarado miembro neonazi habla continuamente de la “deconstrucción”: un concepto filosófico francés, utilizado por partidos de ultraderecha para describir el supuesto adoctrinamiento de los jóvenes a través de sus salones de clase en los colegios y universidades, advirtiendo de la información que consumen por internet, que buscaría acercarlos al comunismo.

Negaba tajantemente ser un supremacista blanco o un racista: “Puede que compartamos algunos criterios relativos al orden social con los partidos neonazis europeos, pero mientras sigan manejando las claves propias del racismo, no tenemos nada que ver con ellos. En 1998 edité un libro para explicar a los nazis tradicionales por qué ellos están equivocados”.

En 1999, el Tribunal Supremo de Renovación Nacional (partido de derecha) resolvió expulsar de las filas del partido al militante Alexis López Tapia, quien aparece vinculado al movimiento nazi que organiza un congreso mundial en Chile.

Los medios chilenos no se deciden en su definición sobre este personaje: algunos lo consideran un intelectual y un nacionalista, ícono de los círculos de pensamiento que rodearon al fallecido dictador Augusto Pinochet. Otros lo plasman de forma tajante como un fundamentalista, alienado desde los 8 años por su padre, quien le regaló el libro “Mein Kampf” (Mi lucha), escrito por Adolf Hitler.

Algo muy similar ocurre con la prensa colombiana. El canal internacional NTN 24 (propiedad de RCN Televisión) lo presentó como un “investigador histórico” que fue invitado en varias ocasiones para participar con sus opiniones acerca de las protestas en Chile de 2019.

La emisora W Radio fue más crítica y en la entrevista que le hizo el martes 4 de mayo de 2020 le insistió a López en que respondiera sobre su pasado neonazi. López, sin embargo, evadió responder sobre su filiación directa con el nazismo y dijo que su interpretación sobre el nacional socialismo es distinta. “Comparto el nacionalismo, que es la idea fundamental de todos los movimientos nacionales que hubo en el mundo entre 1920 y 1946, incluido Chile. Comparto la noción de que la defensa de los valores patrios, de la familia, de la vida, son criterios fundamentales”, explicó ofuscado.

Sin importar la imagen que la opinión pública latinoamericana se haya creado acerca de Alexis López en los últimos 25 años, lo cierto es que desde la Universidad Militar Nueva Granada lo invitaron a dictar el conversatorio “La revolución molecular disipada y cómo enfrentarla”, el pasado 19 de febrero.

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*Foto de portada: www.semana.com

En Montevideo, honraron a los caídos del pueblo colombiano
 
En América Latina, la misma resistencia
 
Por Victoria Camboni-7 de mayo de 2021

“Bienvenidos a esto que no es una fiesta, esto es un ‘Lumbalú’. En Colombia a los muertos se les baila y se les canta. Y en estos momentos en nuestro país ha muerto mucha gente. Por nuestros muertos en estas manifestaciones, asesinados por el Estado colombiano. Es a ellos que les vamos a bailar y es a ellos nuestro homenaje desde la cultura”.

Una mujer residente en Uruguay, pero con la sangre y el sentimiento colombianos, explicó de esta manera el motivo de la convocatoria frente a la Embajada de Colombia en Montevideo, que fue replicada a lo largo de toda América Latina, el pasado viernes 7 de mayo, bajo la consigna de Manifestación global.

Una manifestación de la cultura colombiana, con la presencia mayoritariamente de ciudadanos colombianos. Una expresión artística que en realidad significó un ritual de despedida y homenaje a los muertos por la represión que el gobierno de ese país viene aplicando sistemáticamente a la población colombiana desde el 28 de abril, cuando cientos de miles de personas tomaron las calles para protestar por una reforma tributaria carnívora, y por un sistema social violento y generador de marginalidad.

Por la vida en Colombia 2

La convocatoria internacional partió desde el movimiento Contagio Antimilitarista, invitando a gente de todo el mundo, a manifestarse frente a las embajadas de Colombia. Una de las voces en la manifestación en Montevideo, explicó la movilización. "Esto no es fruto de un día o de dos; esto es el dolor de un pueblo que viene cargando esto de hace años y años. Resaltamos que esto que está pasando no es por una reforma; esto que está pasando no es por el Covid. Son muchos años que esto sucede, muchos años de inversión militar en medio de la militarización de la conciencia de las ‘personas, la aceptación de la violencia. Todas las personas que hemos vivido en Colombia sabemos que desde chiquitos estamos escuchando de muertes, de bombas, de asesinatos, de sangre, y eso lo llevamos en las venas. Llevamos en las venas un país que está sangrando constantemente, y está sangrando por gente joven que es reclutada forzosamente, gente que ha sido pasada por falso positivo por la fuerza púbica apoyados por el Estado".

La denuncia prosiguió: "El Gobierno ha hecho distintas medidas en las que se ha financiado el asesinato de jóvenes. Más de 6.400 jóvenes fueron asesinados bajo este hecho de los falsos positivos. Toda esa militarización, toda esta muerte que está sucediendo es gracias a que ellos han estado instaurando una militarización terrible de la sociedad dejando una cantidad de muertos. Han asesinado líderes sociales de forma horrenda durante todo este tiempo".

Y cerró su intervención: "Que se sepa que Uribe dio la orden”.

“En el camino huele a muerte. Abre tu ventana para que veas lo que se siente. Corre a esconderte y avisarle a toda la gente. Balas perdidas están acabando con vidas inocentes”, expresó uno de los músicos

Un velorio con música y baile. Una manifestación de amor por las personas que dieron su vida gritando contra el hambre, la corrupción estructural y la violencia de un país que los abraza y hunde en la miseria. Un territorio donde se asesina sistemáticamente a miles de personas que elevan su voz sobre el silencio impuesto y trabajan para generar cambios a nivel social. Un lamento por el odio y la muerte de más de 30 personas, que cayeron baleadas por quienes deberían cuidar su integridad, por el solo hecho de expresar malestar con las decisiones que un grupo de poder, que es el que define el rumbo de un colectivo social y cultural llamado “país”, pretende imponer, haciendo que la población pague para que las elites mantengan su nivel socioeconómico privilegiado.

Una expresión cultural de amor, un canto a la vida, honrando a los caídos del pueblo.

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*Foto de portada: Antimafia Dos Mil / Our Voice / Romina Torres y Leandro Gómez

*Fotos restantes desde Argentina: Our Voice

El 7 de mayo manifestación global por el pueblo de Colombia, es lo menos que podemos hacer
 
Por Jean Georges Almendras-6 de mayo de 2021

Porque arde Colombia, se nublan nuestros ojos de lágrimas, porque sentimos rabia, porque sentimos impotencia, y sobre todo porque tenemos sed de justicia. Pero ellos, los apaleados y los baleados, en las calles en las ciudades de Colombia, algunos mueren y otros sobreviven con sus cuerpos mutilados y con sus ojos vaciados. Pero otros son desaparecidos. Así de bruto: desaparecidos, a la vista de miles de ojos. Porque las bestias represoras vestidas de uniforme de muerte para hacer gala de sus ropajes, defendiendo a los criminales de saco y corbata, sentados en los cómodos sillones de las instituciones democráticas de un país que hoy es un caldero, no bajan los perfiles de sus violencias: armas largas, armas cortas, helicópteros artillados baleando desde las alturas, y sobre todo ferocidad en sus movimientos, en sus corridas, en sus embestidas. Las embestidas contra una sociedad que se descompone, porque su protesta, que por otra parte es justa e inevitable, se torna tempestuosa. Se torna impactante. Se torna histórica y emblemática, en una América Latina desangrada por la acción nefasta de quienes tienen el sartén por el mango, sin importarles el destino de sus pueblos, porque están obnubilados por los egoísmos y los individualismos criminales del veneno capitalista que corre por sus venas, porque defienden sin mirar consecuencias, cuidando sus intereses y un solo valor: el valor absoluto del dinero. Cuidando además, una calidad de super vida (pisoteando a quienes padecen privaciones y persecuciones, y ahora reciben por toneladas, golpes y plomo) haciendo a un costado a los que viven casi en condiciones “infrahumanas”, como si ellos, las “gentes del pueblo” fueran el lastre que entorpece y molesta a la burbuja de oro y plata, en la que se encuentran, todos y cada uno de los que ordenan, fomentan y encubren las represiones, con el detalle más aterrador, de que quienes blanden barrotes y armas, y visten uniformes “también son pueblo”, transformados en sicarios de los poderosos de turno.

Ya van más de 31 muertos, y las cifras tienen tendencia a subir. Hora tras hora, el descontento social se instala en las calles, y son los jóvenes los que ponen el pecho a las balas y los que responden a los uniformados que sabiéndose impunes arremeten y balean con sus armas de reglamento. Y no son balas de goma, las que utilizan. Utilizan balas de plomo. Utilizan gases lacrimógenos y todo tipo de carros para sacarse del medio a los revoltosos, a los que provocan disturbios, a los inadaptados, que por “deporte” salen a las calles a arrojarles piedras y botellas, y a insultarlos enérgicamente.

La causa (el origen) de estas escenas surrealistas y en ocasiones (dirán los espectadores incautos) “que atentan la sensibilidad” son las medidas -básicamente económicas- implementadas por una administración gubernamental cínica y criminal, que busca aplastar a los sectores populares, para salvaguardar intereses del capital financiero local, regional y mundial.

Un país de 50 millones de habitantes, con un índice de pobreza del 42 por ciento por el 2020, no es garantía de pacificación, es garantía de lucha social. Una lucha social que siempre ha sido criminalizada, desde las esferas del gobierno, y que se ha fortalecido en los últimos tiempos, porque ya resultaba insostenible tolerar tantos abusos. Una lucha social cuyos cimientos se centraron en temas, que no fueron debidamente atendidos, relativos a la salud, la educación, la vivienda, el empleo y el pedido de transparencia en la lucha contra la corrupción. Y paso a paso, en paralelo a todos estos planteos, que literalmente no favorecieron a los sectores populares, desde tiendas gubernamentales la insensibilidad se fue instalando, a pasos agigantados, como mentora de una gestión Duque, que superó los límites e hizo que el vaso se desbordara al aprobarse la reforma tributaria. El desequilibrio fiscal no les hace mella ni a las clases sociales altas, ni al sector de los empresarios, pero sí estrangula la vida de los trabajadores asalariados y de los estudiantes, y, por si fuera poco, hace que el hambre se desparrame por todos los rincones del suelo colombiano. Duque, seguramente a presión popular, dió marcha atrás, pero el malestar social no siguió por el mismo camino, todo lo contrario, se potenció mucho más.

“Paro Nacional” es la expresión que se oye gritar en Colombia, como símbolo de una lucha que segundo a segundo aumenta, en participantes y en adherentes. Porque las muertes de los ciudadanos y ciudadanas, las desapariciones forzadas, los extremísimos abusos policiales y militares registrados en calles y plazas, en los cuatro puntos de la tierra colombiana, han sensibilizado en grado máximo a la región y al mundo entero. Pero, desafortunadamente, eso no significa, que todos se comprometan con esa lucha y que la comunidad internacional extienda su brazo en favor de familiares de muertos, de apaleados y desaparecidos. Tampoco significa, desafortunadamente, que las figuras del gobierno colombiano hagan oir sus voces de repudio y de protesta, frente a tanta masacre, ni en las oficinas del presidente Iván Duque (en la Casa de Narino), ni tampoco en el Congreso. Porque en el mundo, hay indiferentes e insensibles, pero además, y quizás sea lo más grave, hay desinformados, porque los grandes medios que no son independientes, osan informar medias verdades y no van hasta el hueso, porque son complacientes, y a la larga, cómplices.

Nos queda claro, y le queda claro al mundo, que Iván Duque y quienes lo secundan en su gesta criminal, no están levantando un dedo para pacificar; todo lo contrario, están levantando los pulgares para que los integrantes del aparato represor (policías y militares) acometan con sus armas, abriendo fuego, sobre los manifestantes, sin importar sexo ni edad; porque según sus arengas oficialistas, los manifestantes son saqueadores, aprovechadores y malvivientes que deshonran con sus protestas la buena imagen del gobierno fascista, del cual son sus personeros y sus soportes. Los soportes de un sòlido y cruel cimiento neoliberal, cumplido a rajatabla, tal como pasó en tiempos pasados. Los tiempos pasados en los cuales nacieron las guerrillas y los movimientos campesinos, con sus líderes y sus activistas, que década tras década fueron sembrando de protestas y de sacrificadas movilizaciones, montes, selvas y ciudades, en una guerra que demandó cerca de cincuenta años, hasta que sobrevino el tiempo de los acuerdos para la desmovilización y el desarme. Pero Colombia no se pacificó, porque los gobernantes no contemplaron ni acuerdos ni desarmes. Tanto no los contemplaron que pomposamente hicieron girones los caminos supuestamente pacificadores, dejando atrás las bellas palabras, para entrar en el terreno de los hechos. Los hechos, propios de los fascismos instalados en sillones y acomodados en edificios carentes de sensibilidades democráticas. Los hechos, propios de personajes siniestros, extremadamente sobrados en virtudes autoritarias y con instintos asesinos. Los instintos asesinos que hoy desencadenaron las tormentas inenarrables que ahora mismo tienen el rostro de una masacre. Una masacre terrible.

Duque vocea a través de la gran prensa que detrás de las manifestaciones (que ya han dejado un saldo estremecedor de más de 800 heridos) está la mafia del narcotráfico y el terrorismo urbano, y un estudiante, uno de tantos que están en las calles, de nombre Héctor Cuinemi, afirma al periodismo: “duele la negligencia de un gobierno que está sordo, que prefiere enviar fuerza pública en vez de ayudar a la gente, prefiere ayudar a los bancos y a las grandes empresas”.

Progresivamente pobladores de ciudades como Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cali y Pasto, en la región sur de Colombia, entre otras, se van sumando a las manifestaciones. Y el denominador común, es la sangre de los caídos tiñendo calles y aceras. El denominador común son las embestidas de los represores. Los miedos y las valentías, aunque van a la par, no disminuyen la intensidad de las resistencias. Miles son los celulares que capturan imágenes de los horrores. Imágenes que se viralizan casi de inmediato. Imágenes que son evidencias de lo que puede llegar a hacer el terrorismo de Estado.

Para Iván Duque, hay que respaldar a la fuerza pública que es “víctima de la ira de los manifestantes”. Voceros de la Unión Europea y de las Naciones Unidas, hipócritamente o no, condenaron las represiones del Estado colombiano declarándose “alarmadas” por los acontecimientos. Desde Amnistía Internacional fueron más contundentes, se exigió que las autoridades colombianas “investiguen de forma rápida, independiente e imparcial todas las denuncias de uso excesivo e innecesario de la fuerza contra manifestantes”. Y a nivel de Reporteros Sin Fronteras, se denunció la friolera de 76 agresiones contra periodistas por parte de las fuerzas de seguridad.

A nivel mundial se anuncia para este 7 de mayo una manifestación global frente a las embajadas y consulados de Colombia, por el desmonte de la ESMAD y contra la represión al pueblo colombiano.

Un anuncio que es una convocatoria. Una convocatoria, que también parte de nuestra redacción de Antimafia Dos Mil, para el mundo. Para que el clamor de justicia global sea una constante, taladrando la inconciencia de los gobernantes, y de quienes fuera de su tierra, representando a Duque en las sedes diplomáticas, de América Latina y el mundo, asuman sus responsabilidades morales ante tanto atropello.

Colombianos residiendo en tierras extranjeras y no colombianos, se habrán de encontrar mancomunados en un mismo objetivo. Unidos bajo la firme necesidad de apoyar y de denunciar al gobierno fascista de Iván Duque. Jóvenes y no tan jóvenes se habrán de encontrar para compartir una misma lucha, una misma causa.

Entre las convocatorias que nos han llegado a nuestra mesa de trabajo, tomo una de ellas para compartir, como emblemática de los pueblos originarios: un mensaje de apoyo al pueblo colombiano de Moira Millán, la weychafen de la comunidad Pillán Mahuiza de Chubut Puelmapu, Argentina.

“Hoy se está masacrando al pueblo de Colombia. Este asesinato en masa contra un digno pueblo, que reclama justicia solo está siendo posible con la complicidad silenciosa de todos los gobiernos del mundo. Desde allá nos piden que el 7 de mayo, los pueblos del mundo rompamos el silencio, exijamos justicia, en cada embajada, en cada consulado colombiano. Que Iván Duque, ese parricida, ese asesino, pueda ser alcanzado por las manos justicieras de los pueblos del mundo. Les ruego que no dejemos solos al pueblo de Colombia, que nos comprometamos a que el 7 de mayo salgamos a la calle para decir basta a tanta muerte, a tanta masacre. Esto también es parricidio, es ahora y es urgente”.

La pesada responsabilidad de quienes no estamos en las calles de Colombia soportando golpes y arriesgando vidas es enorme, siempre y cuando nos llamemos al silencio, y a la no denuncia. Como enorme es la responsabilidad del gobernante Iván Duque, por disponer la masacre y la violencia, organizando además (con respaldo expreso) la macabra tarea de descargar criminalmente balas y más balas sobre el pueblo, al que debería proteger y tutelar, como jefe de una nación.

Su pasaje por la historia de Colombia, no lo enaltece. Hoy lo denigra y lo denigrará siempre.

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*Foto de portada: www.diariotiempo.com

En Montevideo, continúan las manifestaciones de apoyo al pueblo colombiano
 
En Plaza Independencia, predominaron los colombianos; fue tímida, la presencia de uruguayos
 
Por Victoria Camboni-6 de mayo de 2021

Continúan las manifestaciones en Montevideo. Esta vez la convocatoria fue el 5 de mayo en la Plaza Independencia, corazón de la capital uruguaya, donde cerca de un centenar de personas se manifestó en apoyo al pueblo colombiano, que está siendo reprimido de forma brutal por parte de su propio Gobierno. En toda Colombia, desde hace 8 días, cientos de miles de personas han tomado las calles, convocando a movilizaciones, paros y marchas para protestar por las medidas impopulares y críticas que el gobierno implementó para hacer frente a la crisis económica que atraviesa el país. Y acompañando esas movilizaciones, velas, carteles y decenas de banderas colombianas iluminaron la noche montevideana, para encender un foco de luz para Colombia, hoy protagonista de un levantamiento popular en una Latinoamérica convulsionada por los constantes golpes a los derechos de los pueblos.

La colombiana Ana María Sarmiento se dirigió a los medios, para contar lo que estaban haciendo los colectivos colombianos en Montevideo, al manifestarse diariamente en puntos clave, como son la Plaza Independencia y la Embajada de Colombia. En su discurso reclamó al gobierno de Iván Duque por las reformas que está aplicando a la ciudadanía, “que la sociedad colombiana ya no está aguantando. La gente no tiene que comer, está viviendo unas situaciones muy terribles. Es un país que tiene una tasa de trabajo informal muy grande”, en un momento histórico en que la pandemia del Covid golpea de lleno.

En Colombia, donde a todo el conflicto por las reformas tributaria y sanitaria, se les suma más del 40% de pobreza, desembocaron en la explosión de una crisis social y una respuesta desproporcionada e inhumana del Estado colombiano. “Aquí estamos diciendo que es una crisis social que no está pasando solo en Colombia, está pasando en toda Latinoamérica. El presidente no puede quedarse en su casa diciendo que aquí afuera no está pasando nada. Tiene que escuchar a los colombianos que están allí afuera dando su vida por la lucha, y tiene que escuchar a los colombianos que estamos en el extranjero denunciando lo que está pasando a nuestra gente”.

Un faro de luz para Colombia 2

La artista colombiana Valencia, integrante de varias colectivas de arte, rap y disidencias, hizo un llamado para que la alerta corra por todas las redes y medios posibles, y que se difunda la voz y el grito de un pueblo que ya no quiere ser más el que paga con su vida y su sangre para sostener una crisis que pesa sobre todas y todos.

“El gobierno no se está haciendo cargo” de la crisis, “y la prensa derechista que no apoya al pueblo, y que es el mismo pueblo, y la policía, que también es el mismo pueblo, que crecieron en la misma nación, están asesinando y están masacrando a su mismo pueblo. Necesitamos que la prensa deje de mentir, que la policía nos deje de matar y que el gobierno se haga cargo por todos estos asesinatos, por todas las personas que están pasando hambre, por todas las personas que se están quedando sin vivienda, y por todas las personas que se están quedando sin vida, por algo que les corresponde, por algo que es un derecho. Es un derecho institucional, que se debe garantizar y respetar. No se está respetando, no se está garantizando, no se está escuchando y no se está visibilizando”.

Un faro de luz para Colombia 3

“Por eso nos juntamos, por eso nos manifestamos, por eso marchamos. Porque somos colombianas y colombianos que nos solidarizamos con el pueblo nuestro y además de las compañeras y compañeros montevideanos que nos vienen a apoyar, damos muchas gracias por compartir esta información y que llegue a todo el mundo”.

“Sabemos que este no es un tema solamente de Colombia sino de toda Latinoamérica, pero ahora el pueblo colombiano es el que necesita la ayuda y es el que necesita el enfoque, así como lo tuvieron con Venezuela, con Chile, con Perú, con Bolivia, con México, con toda Latinoamérica, lo necesitamos ahora con Colombia. Porque esto no es un caso aislado, esto es algo que está pasando y que es real, y que ahora la prensa, y que ahora el gobierno de Duque está censurando a los pocos medios de comunicación que están hablando y mostrando todo lo que está sucediendo que es una realidad de Colombia. Por favor, necesitamos que se comparta y que se siga solidarizando con todo lo que está sucediendo. Muchas gracias”.

El pueblo uruguayo se acercó muy tímidamente a mostrar su solidaridad, a pesar de los más de 20 muertos, de los casi 1.000 casos de violencia policial desproporcionada y de los ataques sexuales, todos horrores perpetrados por la Policía colombiana. El frío del otoño, cada día más intenso por la cercanía del invierno en estas latitudes, parece calar más hondo en la conciencia de los montevideanos, paralizándolos y conminándolos a encerrarse y a mirar por la televisión, observando a través de los grandes medios, cómo los colombianos caen heridos y asesinados por las balas disparadas por el propio Estado, y cómo jóvenes y adultos son golpeados y violentados.

El pueblo uruguayo observa en silencio, cómo en Montevideo, unas personas ataviadas con banderas elevan la voz desesperadamente para que las escuchen. Quizás, temerosos por el Covid 19, hasta sienten fastidio ver a esas personas concentradas, dando voz a los miles de colombianos que están muriendo, y que están siendo brutalmente reprimidos, golpeados y masacrados, pero se olvidan de una pandemia mucho más letal: la indiferencia. Hasta el día que no comprendamos esto, nuestra humanidad seguirá hundiéndose, y los pueblos valientes tendrán que seguir saliendo a la calle y llamando a sus propios hermanos a que despierten y pongan un freno contundente a tanta injusticia, y a tanta desigualdad.

Para que los pueblos alcancen su libertad, la unión debe ser su primera meta. Solo así la transformación social será una realidad.

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*Foto de portada: Antimafia Dos Mil y Our Voice / Romina Torres

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