Lunes 29 Abril 2024

Acusados por el asesinato de dos militantes peronistas el 9 de marzo de 1977

Griselda Ester Betelú y Raúl Martín Alonso

En los pasados días, la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, bajo la presidencia del juez Cesar Álvarez, confirmó los procesamientos de cinco represores argentinos, en el marco de las investigaciones por el asesinato de Griselda Esther Betelú y Raúl Martín Alonso, ambos militantes de la Juventud Peronista y de Montoneros. El hecho consistió en un imponente y desproporcionado operativo militar en Villa Elisa, un barrio obrero a las afueras de la ciudad de La Plata, el 9 de marzo de 1977, en plena etapa militar de la dictadura cívica, empresarial y eclesiástica.

Los militares que enfrentaran el juicio son: el mayor Carlos Alberto Bazán, Segundo jefe del Batallón de Comunicaciones Comando 601 de City Bell; el teniente primero Ángel Francisco Fleba, Oficial de Inteligencia o S2; el Mayor Eduardo Arturo Laciar, Oficial de Operaciones o S3; Carlos Felipe Maisonnave, oficial de Personal del Batallón de Comunicaciones; y al teniente primero Augusto Edmundo Caselli Gracés, jefe de la Compañía ‘B’ Maipú del Regimiento 7. El juez Alejo Ramos Padilla, había dictaminado el procesamiento y ordenado la detención de los cinco acusados en octubre del año pasado. Cabe destacar que Bazán, Fleba y Laciar ya se encontraban detenidos condenados a prisión perpetua por otra causa*.

Griselda había nacido en Bolívar, en provincia de Buenos Aires, tenía 30 años. Era psicóloga y trabajaba en la Dirección General Impositiva. Hacía poco tiempo se había mudado al dúplex donde fue el ataque, gracias a un crédito del Banco Hipotecario. Raúl, para ese entonces ya era un cuadro muy activo en Montoneros, conocido como ‘Ariel’. Ante la muerte de Perón, y el ascenso de Isabelita, y por ende de López Rega, la Triple A se volcó sobre las calles, mucho antes del Golpe de Estado. A partir de ese tiempo, Raúl tuvo que pasarse a la clandestinidad, y en ese tiempo se vincula a Griselda, con quien comparten la militancia y una profunda amistad. Cuando fueron asesinados, ella estaba embarazada de tres meses.

La Marcha Peronista por sobre las balas

Minutos después de la medianoche de aquel miércoles 9 de marzo, dos agentes de Inteligencia vestidos de civil, llegan a Villa Elisa en un Falcón verde y a pie merodean por el barrio Las Torres, llamado así por las características viviendas de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones Argentina (FOECYT). Indudablemente buscaban a alguien. Pocos minutos después, el tranquilo barrio de obreros, se transformó dramáticamente. Más de 200 efectivos del Batallón de Comunicaciones de City Bell y del Regimiento de Infantería 7 de La Plata, sumados a una dotación de policías de la provincia de Buenos Aires, que llegaron en seis patrulleros, rodearon el lugar. Dentro, en uno de los departamentos, se encontraban Griselda y Raúl.

Cercados, pero dispuestos a defenderse, Griselda y Raúl realizan el primer ataque, y ponen a todo volumen en su tocadiscos Wincofon la Marcha Peronista. Aquel gesto no dejaba dudas de que no había en aquel departamento terroristas, sino militantes de un pueblo obrero, unido y organizado.

La furia despiadada y desmedida de los represores no se hizo esperar. Cientos de balas llovieron contra el edificio. Dentro Griselda y Raúl resistieron durante más de dos horas, el asedio de una fuerza con notoria superioridad numérica y poder de fuego. Incluso, como si fuera poco, los militares no se limitaron al uso de las armas de fuego convencionales, también utilizaron un lanzacohetes Instalaza C-90, que dejó un hueco sobre la fachada del departamento donde estaban los peronistas. Durante años, se podía ver el destrozo desde las vías del ferrocarril que se extienden enfrente del complejo de viviendas.

Hasta la fecha no se pudo reconstruir con exactitud si ambos murieron en el lugar o si llegaron a ser trasladados a algún Centro Clandestino de Detención. Lo que sí está certificado es que sus cuerpos fueron enterrados el 15 de marzo de 1977 en el cementerio de La Plata como NN. En el certificado de defunción se aclaraba que la muerte de ella se había producido por la destrucción de la masa encefálica por un proyectil de arma de fuego. En el caso de él, tenía múltiples heridas de bala. En abril y en mayo del 1982, sus cuerpos fueron exhumados, reducidos y pasados a un osario.

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* El asesinato de María Nicosia Rodríguez y Arturo Alejandro Jaimez; y el secuestro de los tres hijos de María: Marcela, Sergio y Marina. Los dos últimos, los menores fueron devueltos a la familia, pero Marcela, que tenía 12 años sufrió tormentos y abusos reiterados en el circuito de Vesubio, Sheraton y el Regimiento de La Tablada.

Foto: Qué Pasó

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