Exhuman del ayer un caso judicial que dejó una profunda huella de dolor en la sociedad uruguaya en pleno período de la dictadura cívico militar en el Uruguay: la causa Heber, que investiga el asesinato (intoxicada) de Cecilia Fontana de Heber, con la novedad de que 44 años después, la justicia dispuso diligenciamientos tales como tomar declaraciones a personas del círculo de familiares del hoy fallecido Inspector Hugo Campos Hermida.
Informaciones difundidas por La Diaria dan cuenta que la jueza Penal Silvia Urioste ordenó tomar declaraciones a las hijas y a la primera esposa del oficial de policía Campos Hermida, quien en aquella oportunidad era jefe de la Brigada de Narcóticos y Drogas Peligrosas, y como tal tenía la responsabilidad de la investigación policial para aclarar el caso.
Oportunamente, se consignó, la magistrada Urioste había tomado declaración a un testigo quien aseguró que familiares del inspector, en los días previos al hecho fue observado manipulando botellas similares a las que se utilizaron para concretar el envenenamiento de las personas a quienes se les enviaron las botellas de vino.
Como se recordará, en agosto de 1978, a la casa del entonces dirigente del Partido Nacional Luis Alberto Lacalle Herrera llegaron tres botellas y en la tarjeta adjunta decía: “El jueves 31 al mediodía brindaremos por la patria en su nueva etapa”. Los vinos estaban dirigidos no solo a Lacalle, sino además al Prof. Carlos Julio Pereyra y a Mario Heber, también dirigentes del Partido Nacional.
Los hilos del destino se movieron dramáticamente en aquel momento, porque la señora esposa de Mario Heber, Cecilia Fontana, fue la única persona que abrió el vino que le correspondía a su esposo, y degustó el líquido elemento que estaba envenenado con una poderosa sustancia química. Los resultados, obviamente, fueron fatales para la señora de Heber.
Desde aquel momento a la fecha, si bien se registraron instancias judiciales y de investigación, no fue posible definir responsabilidades con certeza, quedando pendientes declaraciones entre personas de diferentes ámbitos.
En las últimas horas trascendió la noticia de que la jueza Urioste, además de que citará a los familiares directos del oficial Campos Hermida, hará lo propio con el reconocido médico forense Guido Berro, por ser la persona que intervino en la autopsia de una persona que anteriormente fue acusada del crimen.
Nos estamos refiriendo al médico forense Carlos Milles, quien habría muerto en un accidente de neto corte doméstico a mediados de los años noventa, oportunidad en que cayó al vacío, desde un primer piso de una vivienda del barrio Punta Carretas, en circunstancias que limpiaba los techos del inmueble. Se informó sobre este hecho, que, de acuerdo a la autopsia de Guido Berro, no se encontraron signos de violencia, ni fue posible determinarse el carácter accidental de la caída. ¿Entonces, qué aconteció? Se buscaron y se buscan respuestas, tal como se buscan respuestas en el caso de los vinos envenenados.
Milles fue sindicado, en el año 2002, por el exagente Mario Barreiro Neira (entrevistado por la prensa en Porto Alegre, estando él recluido cumpliendo una condena) como la persona que habría tomado la responsabilidad de preparar el vino envenenado, en el marco de lo que sería una conspiración, y que seguramente contó con muchos más involucrados.
En concreto, a nivel de la justicia se aguardan los resultados de nuevas pericias a cargo de Policía Científica en torno a diversos elementos asociados al crimen, los que de hecho serán cotejados con las huellas de los indagados en la causa.
Asimismo, se ha dado a conocer -a través de La Diaria- que la jueza habría pedido otras diligencias, como por ejemplo constatar en qué períodos coincidieron Campos Hermida y otro integrante de la Dirección Nacional e Información de Inteligencia, que se encuentra hoy procesado con prisión, por dos delitos de violación, cuyas huellas dactilares fueron encontradas en uno de los sobres en los que fue colocada la esquela con el mensaje que convocaba a degustar el vino envenenado, con el tóxico letal Foxdrin, según se pudo saber luego.
El caso de los vinos envenenados, se sumó literalmente, con la andanada de atentados y violencias desatadas, ya desde mucho antes del 27 de junio de 1973, y durante los años posteriores.
Un caso que hasta hoy tiene facetas sumergidas bajo el manto del más insondable misterio, del que ahora la justicia procurará aclarar, no solo para determinar fehacientemente la identidad de los autores materiales, sino además de los intelectuales, pero fundamentalmente para conocer los detalles de los motivos del crimen en sí.
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*Foto de portada: Foto archivo diario El País