Activista de Colectivo Búsqueda Unión y Fuerza por Nuestros Desaparecidos
Luchar por una causa justa, hoy en México, significa tener a la muerte sobre uno. Es provocar al mal, para que este se descargue sobre quien se atreva a denunciarlo. Es confrontar a los demonios que imperan y dominan territorios por doquier, para que más tarde o más temprano, estos se abalancen sobre sus objetivos para acallarlos, para disolverlos en el vil ácido de la criminalidad. La criminalidad que, por antonomasia, pulveriza vidas y más vidas, sin importar nada. Sin importar, ni juventudes, ni legalidades, ni mucho menos justicias ansiadas enérgicamente o reclamos honestos, que honran la vida, por sobre la muerte. Y literalmente, entonces transcurren situaciones harto dramáticas, vale decir letales, brutalmente letales. Ahora mismo, precisamente, asesinaron a balazos en la cabeza a una joven activista de nombre Angelita Meraz León. Un hecho sangriento materializado por varios hombres que armados irrumpieron en su local de trabajo, en la localidad de Tecate, colonia Loma Alta, en Baja California. Un golpe dado a una activista auténtica, convincente. Angelita, era un muy destacado y firme puntal del colectivo de Búsqueda Unión y Fuerza Por Nuestros Desaparecidos. Su muerte fue un golpe para todos. Su muerte nos significo, a nosotros, como periodistas, un golpe a la verdad, porque ella, Angelita, abrazada a esa esa causa de los desaparecidos denunciaba al poder criminal, tanto o más que nosotros, con nuestros escritos antimafia.
Las informaciones procedentes de México, nos abruman, nos generan rabia, impotencia, dolor. Pero además fortalecen nuestra resistencia, de la mano de una solo pregunta que ya es recurrente :¿Hasta cuándo seguiremos encontrando Angelitas en este desangrado continente? ¿Hasta cuándo seguiremos escribiendo sobre sus tragedias? ¿Hasta cuándo?.
Angelita León en Tecate había sido amenazada de muerte en varias oportunidades y esas alertas no fueron atendidas debidamente por las autoridades.Angelita buscaba a su hermano Juan José secuestrado desde hace varios años.
No pocas veces -dicen los diarios locales que en tres oportunidades- Angelita había pedido protección a la Fiscalía General del Estado de Baja California. No se le concedió, y ella siguió igual transitado por su camino de denuncia a la cabeza del colectivo de Búsqueda.
Paula Sandoval, otro baluate del Movimiento Estatal por los Desaparecidos de Baja California, ya que también ella busca a su hermano quien fuera secuestrado en noviembre del pasado 2023, dijo a la prensa mexicana: “Es una vergüenza nuestra Fiscalía, es una vergüenza nuestro gobierno, Fiscalía se deslindó totalmente y lo único que le decían era que no se preocupara, que eran extorsiones, la dejaron desprotegida totalmente. Ella les realizaba el trabajo al igual que todos los presidentes de colectivos y las familias que buscamos, les hacía el trabajo a las autoridades y cuando ella solicitó el resguardo Fiscalía volteó hacía otro lado como suele hacerlo y es lamentablemente lo que acaba de ocurrir en Baja California”.
Confrontar al crimen organizado, le costó a Angelita ser marcada para la muerte. Y sin más, la muerte la abrazó este 8 de febrero a a vista de todos, cuando hombres armados que descendieron desde un vehículo apuntaron con sus armas automáticas al cráneo de Angelita y gatillaron. Cumplieron con su labor y se fueron, incendiando el vehículo en las cercanías del hospital de Tecate.
Dolor, desazón, indignación. Llantos y el horror dibujados en los rostros de todos y cada uno de quienes presenciaron el mortal ataque. Luego, el mensaje enérgico y desgarrador de los integrantes del colectivo que lideraba Angelita y de “Mujeres o Madres Buscadoras” cuya movilización constante la hacen esperanzadas en encontrar a sus hijos o familiares desaparecidos, recibiendo casi con igual tenacidad la bofetada estatal de la inacción, y la indiferencia del Estado.
El activismo mexicano no se calló tras el crimen:a los lamentos y a los repudios se alzaron los dedos acusadores a las autoridades, por no brindar protección correspondiente, a la hora de accionar ante las alertas dadas por las amenazas de muerte, de no pocas personas comprometidas con el reclamo de búsqueda de los desaparecidos.
“Repudiamos los actos ocurrido en contra de Angelita y hacemos un fuerte llamado a todos los colectivos a unirnos y pedir justicia por nuestra compañera. Esto no puede ocurrir en Baja California. Solo faltaba que comenzaran a matarnos, tristemente Angelita León parte de este mundo de una manera tan terrible; culpamos a las autoridades totalmente por no poder protegernos, les realizamos el trabajo y ahora comenzarán a asesinarnos” se expresaron en un documento.
Jorge Ochoa, titular de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Baja California, en un comunicado expreso, además de exigir una investigación profunda de los hechos, para definir responsables, hizo una muy llamativa puntualización, con tinte a sentencia: “Cualquier atentado a las personas defensoras de derechos humanos es un agravio a la totalidad del tejido social por sus implicaciones estructurales” .
Nosotros, en nuestras redacciones, nos alineamos con Ochoa . Nos identificamos con sus palabras, porque el atentando a la vida de Angélica es transversal al activismo en resistencia, en América Latina. Es transversal a nuestra labor de periodismo independiente y libre. Es dañino con la vida misma. Es una repulsiva acción criminal que nos involucra a todos.
¿O acaso alguien puede suponer, imaginar o balbucear, que esa vida truncada nos puede resultar indiferente?
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