Jueves 16 Mayo 2024

De cara a las elecciones sin plataforma ni trayectoria política

Planteándonos ciertas y no tan osadas interrogantes, desde la tribuna, por decirlo de alguna manera, miramos con lupa, el andar pre presidenciable de un personaje como Javier Milei, que, en la Argentina de hoy, ha hecho público un pandemónium de promesas, algunas con sabor a incertidumbre, dentro de un contexto socio-económico y político, de complejidad irrefutable. Argentina, es un país que viene zozobrando de proa a popa, a la vista de todos (y con todos) agrietado por una seguidilla de acontecimientos de distinto tenor, y en donde la criminalidad organizada no está ausente, ni tampoco las idas y venidas de una vida política, que no da respiro al entrecruzamiento social -bajo diversas modalidades y circunstancias- con algunos matices de violencia, siendo la más destacada (por nombrar alguna) el intento de homicidio de la vicepresidenta Cristina Fernández, seguido meses después, de su proscripción tras un juicio. En medio de este inusitado bamboleo de intrigas políticas, de una muy elevada inflación, de un más que notorio deterioro social, donde los índices de pobreza aumentaron exponencialmente y donde los miedos humanos, de la población que integra los sectores más vulnerables -que ya no son pocos, aclarémoslo- la figura política de Milei, este sujeto de melena de león, con ojos de emoción, parece ser una figura extraída intempestivamente de una comic de ciencia ficción, y muy sumergida en las aguas de la sociedad argentina. Una figura mediática por excelencia, a la caza y a la pesca de adhesiones, las que, por otra parte, además de alardear -en el caso de lograrlas- van tenazmente apisonando terreno para que quizás, lo catapulten a la Casa Rosa, pero no en las instalaciones periféricas, sino en sus mismas entrañas, o si acaso en sus subterraneidades.

Javier Milei, en cuestión de pocos meses, ha movilizado esperanzas para algunos y ha despertado desesperanzas para otros; ha despertado sonrisas, e ironías y, por si fuera poco, también desafíos, por sus dichos, por sus ideas y por sus más desopilantes propuestas. Y todo este mar de ingredientes de su vida como político (del “new age” conservador, provocador, y derechista) nos lleva de la mano, e indefectiblemente, a ofrecerles una radiografía de su ser, y de su quehacer, sin bajarle “ni un tantito” (como dijera el Chavo) su ya ganado perfil de argentino del momento, de argentino viviendo su cuarto de hora, y de argentino golpeando las puertas, para hacer parte del monstruoso aparato presidencial, de un país de casi 47 millones de habitantes, donde también son millones los entuertos a resolver o a desentrañar. Peronistas, macristas, radicales, conservadores, ahora se enfrentan a un muy extraño fenómeno: el fenómeno Milei. Un enigma, sin dudas. Un enigma del sistema político, sin trayectoria y carente de una estructura que lo apoye. ¿Pero estará carente verdaderamente de esa estructura?

Profundicemos sobre el fenómeno

Argentina comenzó el debate presidencial, en un contexto de crisis económica, social y política. El dólar al borde de los 500 pesos, una inflación interanual de tres dígitos, y una acefalia de poder en los partidos tradicionales -donde por un lado Macri anunció que no competiría, y por el otro lado Cristina está proscripta judicialmente-, son algunos de los elementos internos, que sumados al contexto de guerra mundial entre las potencias militares, confluyen en un proceso de desinformación y embrutecimiento político, auspiciado por el aparato mediático de ambos lados de la grieta, que exaltan figuras vacías como la de Javier Milei.

Rápidamente podría caer uno en la trampa de decir que Milei refleja a líderes de la extrema derecha como Donald Trump (que paradójicamente invadió menos países que el “socialista” Obama), pero, así como el hábito no hace al monje, tampoco la repetición de slogans políticos hace a la política. No hay dudas de que Trump uso a su provecho los discursos rancios y recalcitrantes que rayan con lo excéntrico en el más ingenuo de los casos, y con el fascismo en una mirada más realista, para lograr su popularidad, o, mejor dicho, su masividad. Pero lo cierto es que al momento de competir por el electorado lo hizo a través de la estructura de un partido político tradicional, que al ritmo de las modas aceptó competir con un rostro popular. En este caso, a partir del Partido Republicano. Porque detrás de una formación política, no hay solo ideologías y frases rimbombantes, hay también capitales, familias, tradiciones de poder, en definitiva, gente que tiene mucho por perder. No quiere decir esto de que no sea posible construir nuevas fuerzas de consenso, pero hasta eso lleva tiempo.

El partido político que llevó a Jair Bolsonaro a la presidencia en Brasil –por considerar a otro bocón-, tardo más de 20 años en formarse. Se hizo a partir de varias etapas, y de la consolidación de varios espacios políticos, tendientes a un discurso conservador, y contó con el apoyo de los sectores evangélicos que construyeron durante muchos años su masividad. El propio Mauricio Macri -un riñón del poder empresarial en Argentina, con sangre de estirpe- tardó 20 años en construir una plataforma política, y así mismo, para lograr salir del círculo de Buenos Aires, y llegar a competir a nivel federal, tuvo que alinearse con una estructura política tradicional como lo es la Unión Cívica Radical. ¿A Milei, quien lo banca? ¿Alcanza el descontento para jugarse el futuro de uno, y de su familia con un mal sketch de teatro?

Milei, el economista

Milei saltó al escenario público investido como Economista, bajo consignas libertarias de manual, sin filtro social, como han repetido tantas veces otros antes que él. Personajes como Domingo Cavallo, Alfonso Prat Gay, Carlos Melconian o Federico Sturzenegger, solo por nombrar algunos. Con la gran diferencia de que todos estos podían, y pueden, nos guste o no, demostrar una trayectoria exitosa en el ámbito privado y público. Exitosa en parámetros neoliberales, por supuesto. No es el caso de Milei que tiene una trayectoria como economista bastante mediocre. Si tuvo, y tiene, más éxito como personaje excéntrico entre la farándula. En un país donde la política es una mercadería de consumo, y donde el humor y la sátira política forman parte del prime time televisivo, la melena de Milei, sus comentarios a bocajarro, y las frases provocadoras lo catapultaron al escenario político, dentro de una fórmula de escasa trayectoria y parte de una minoría más que conservadora o castrense, inestable. En las elecciones del 2019 Milei logró una banca en Diputados, con poco más de 300 mil votos. Solo necesitaría conseguir unos 12 millones de votos más para ser presidente. Los números parecen poco alentadores.

Así y todo, optimista, Milei anunció su precandidatura a la Presidencia, algo que requiere, antes que de los votos, del consenso político. Nadie, ni siquiera Jorge Altamira, logró una candidatura presidencial sin fórmula.

Dolarizar la economía

Uno calcularía que el precandidato, con el pasar de las semanas ira presentando sus propuestas sobre educación, salud, seguridad, crimen organizado, producción, exportaciones, relaciones internacionales y otros tópicos propios de quien pretende ocupar un rol así, y quien debe ejecutar o gestionar un PBI de aproximadamente 170 mil millones de dólares y 47 millones de habitantes.

Por el momento la agenda del economista solo se ha centrado en la rimbombante dolarización. Para aquellos que no estén familiarizados con el término, dolarizar la economía significa que el dólar (en este caso estadounidense) se convierta en la moneda de curso legal del país. ¿Esto quiere decir que el dólar y el peso valdrían lo mismo como en la época de Menem? No. A efectos prácticos significa que el dólar reemplazaría el peso. Un gesto de pérdida completa de soberanía en un país, más que mal, nacionalista. En una economía profundamente devaluada ante la falta de dólares para cumplir con la deuda externa contraída por los sectores conservadores de la mano de las facciones políticas, Milei dice que podría dolarizar tras “conseguir 30 mil millones de dólares” del sector privado y que “tendrían una ganancia del 100%”, según lo publicado por Ámbito Financiero. Esta propuesta, Milei la presentó en el majestuoso hotel Llao Llao en la Patagonia, ante la presencia de los principales empresarios del país, quienes según los rumores quedaron bastante desconcertados.

En otras consideraciones alarmantes, propone cerrar el Banco Central de la República Argentina, el cual consideró "un elemento por el cual estafan a toda la población. Nos hacen más pobres a todos". Y remató: "Es robo que el Estado imprima dinero para financiar el fisco", cómo enfatizó durante una presentación ante la Sociedad Rural Argentina, donde compartió escenario con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, la dupla que se disputa la titularidad del PRO. Los terratenientes aplauden la baja impositiva que promete Milei, pero temen ante la falta de una estructura que le permita gobernar.

No hay verdadero entusiasmo en los grupos concentrados de la economía, ni tampoco en las bases electorales que los apoyaron como legislador. Hasta el momento, desde que asumió su mandato el diputado Javier Milei se ausentó en 50 de las 103 votaciones que hubo; incluso en una de las más importantes que fue la cesión donde se votó la ley de presupuesto, crucial para el desarrollo económico del país. También ha mostrado muy poca participación en las Comisiones. En general la excusa siempre fue "no transar con la casta". Un argumento que no alcanza en la coexistencia de un sistema democrático. Milei parecería convencido de que podría gobernar despóticamente, algo que atrasa y mucho.

Más allá de todo, lo cierto es que Javier Milei tiene prensa y mucha, particularmente desde los medios afiliados al oficialismo, o a cierta parte del oficialismo, que ven en Milei una forma de sacarle votos a la derecha radical y ciertos espacios antikirchneristas. Uno podría decir que mide en el rating, pero la sensación es que distraer sirve. Mientras tanto nos queda una sola pregunta, ¿llegará siquiera a las elecciones?

Imagen de portada: composición gráfica de Antimafia Dos Mil