Andrea. Finjamos que se ha ido. Y hoy es el día ideal para esta ficción. Con conmovedores funerales, con sus hijos que lo recuerdan en una Iglesia abarrotada, junto a su compañera de vida y su primera esposa, en medio de la gente común, con tantos compañeros de la televisión y de la prensa escrita, en ausencia -es fácil de entender- de políticos, con muy raras excepciones. Y decimos finjamos que se ha ido, porque alguien como él nos deja un legado tan enorme que nunca podrá ser examinado con frialdad sin evocar su rostro, su sonrisa, sus palabras, su voz, su trabajo aplastante y todo aquello que contribuyó a una mixtura irrepetible y que, al final, respondía al nombre de Andrea Purgatori. A muy pocos hombres se les reserva el destino de partir y a la vez de permanecer, por mucho tiempo y visiblemente, en esta tierra. Él era uno de ellos. De esos que en realidad nunca se van. Al hablar de él, ahora todos decimos que fue un gran "periodista de investigación". Un juicio verdadero, casi obvio. Pero si quisiéramos recordarlo de verdad, hasta el final, siguiendo su ejemplo, deberíamos asumir una responsabilidad aterradora, es decir, deberíamos interrogarnos sobre la infinidad de misterios en los que puso sus manos, sin acostumbrarse nunca a una vida tranquila, sin caer en la resignación profesional, sin ceder jamás al chantaje del miedo, ignorando, en su caso, lo que para muchos que ejercen su mismo oficio, es la perfecta hoja de parra llamada lo "políticamente correcto". ¿Por qué decimos que deberíamos aceptar un legado aterrador? Porque no hay ningún país europeo (¿del mundo?) cuya historia haya producido tantos misterios como Italia. Leonardo Sciascia dijo que "Italia es un país sin verdad". En este juicio desolado encontramos la explicación del "periodismo de investigación" de Andrea Purgatori y de toda su trayectoria profesional. Purgatori no investigó un par de tragedias nacionales, metió las narices en una historia infinita de misterios eternos y sin resolver, a veces logrando captar lo escondido, otras no, pero con el mismo afán de verdad. Y, en todos los casos, inquietó a "los poderosos". De hecho, para que los misterios sigan siéndolo, se necesita una voluntad política muy fuerte desde arriba, utilizada para bloquear el camino hacia la verdad. ¿Podrá el periodismo italiano, impreso y televisivo, llenar el vacío y gestionar ese legado? Eso esperamos. Pero nos parece un programa muy extenso. Y los misterios, sin el trabajo de Andrea, nos parecerán aún más inexplicables. Foto: Paolo Bassani
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