¿Quién se llevó la agenda roja de Paolo Borsellino? ¿Y quiénes fueron esos sujetos ajenos a Cosa Nostra que, como reveló Totò Riina a Salvatore Cancemi, "lo llevaron de la mano para realizar la masacre de via D'Amelio"? Estas preguntas fueron contrarrestadas por dos simples palabras: "fuego amigo". Como es sabido, "fuego amigo" significa en la jerga militar: aquella situación en la que soldados o vehículos se encuentran bajo fuego de baterías propias o aliadas. Estoy cada vez más convencido de que la historia de las masacres impunes en nuestro país está marcada precisamente por el "fuego amigo". Un "fuego amigo" que estuvo -y aún hoy lo está- en simbiosis con los enemigos "oficiales", los que se pueden mencionar. ¿Se pueden definir como "fuego amigo" las obvias contradicciones del oficial de Carabineros, Giovanni Arcangioli? ¿O tal vez su reticencia? Arcangioli fue filmado por cámaras de televisión el 19 de julio de 1992 cuando salía de via d'Amelio con el maletín de Paolo Borsellino. Y nunca aclaró bien sus movimientos en via d'Amelio; ni el hecho de que ese maletín -que tenía en la mano- reapareciera después en el auto de Borsellino sin la agenda roja. ¿Es acaso arriesgado llamar "fuego amigo" a las cuatro versiones del exjuez Giuseppe Ayala sobre su descubrimiento del maletín de Paolo Borsellino? Lo cierto es que, con estas ambiguas y discordantes declaraciones suyas, Ayala no ha hecho absolutamente ningún aporte a la búsqueda de la verdad sobre la masacre. Muy por el contrario. Se trató de "fuego amigo" el de Arnaldo La Barbera, exjefe de la brigada móvil de Palermo, pero también a sueldo de los Servicios Secretos unos años antes, que había coordinado la investigación de la masacre de via d'Amelio, y que en la sentencia del juicio Borsellino Quater fue señalado como uno de los defensores del desvío e intensamente involucrado en la desaparición de la agenda roja. Por no hablar del "fuego amigo" de aquel sujeto ajeno a Cosa Nostra que, según relata el arrepentido Gaspare Spatuzza, estuvo con él en aquel garaje de Palermo mientras cargaban con explosivos el Fiat 126 destinado a la masacre de vía D'Amelio. Y el del exnúmero dos del SISDE, Bruno Contrada, (condenado por concurso externo en asociación mafiosa en el 2007), quien, tras la masacre de via d'Amelio, fue indagado por el fiscal de Caltanissetta, Giovanni Tinebra. Está también el "fuego amigo" de algunos exponentes del mundo político, del poder judicial, del periodismo. Que en los últimos años han obstaculizado la búsqueda de la verdad de aquellos magistrados que han investigado a los "sistemas criminales" de los autores intelectuales externos de las masacres. Altamente tóxico es el "fuego amigo" de los medios de comunicación. Que -salvo rarísimas excepciones- han perdido por completo ese sentido ético del periodismo por el que vivió Pippo Fava y se han convertido en los peores mentirosos y servidores de un sistema de poder. Que decide la censura o la explotación de noticias incómodas: el olvido del caso del homicidio de Attilio Manca es sólo un pequeño ejemplo. Y qué decir del "fuego amigo" de algunos amigos y colaboradores de Falcone y Borsellino que, llamados a declarar en el juicio sobre la Tratativa, se mostraron claramente reticentes, por no decir silenciados. Ese "fuego amigo" que, dentro y fuera de la fiscalía de Palermo, ha deslegitimado, aislado y sobreexpuesto a las más extremas consecuencias precisamente a Falcone, Borsellino y otros colegas antes y después de ellos. Hasta llegar a los ataques furtivos y las graves amenazas contra Nino Di Matteo (ya condenado a muerte por Riina y Messina Denaro), amenazas dirigidas también a algunos de sus compañeros como Roberto Scarpinato, Luca Tescaroli, Giuseppe Lombardo y Nicola Gratteri. Ciertamente no podemos olvidar al expresidente de la República, Giorgio Napolitano, quien en 2012 planteó el conflicto de atribución contra el Ministerio Público de Palermo -que investigaba la Tratativa Estado-mafia- por el asunto de las escuchas telefónicas entre él y Nicola Mancino. Ese fue un gesto muy grave de un jefe de Estado, de un hombre poderoso. Un hombre que, sin embargo, unos años después, durante su interrogatorio en el juicio sobre la tratativa, se le habría roto la voz de miedo. Quizás temeroso de revelar sin darse cuenta algunos detalles sobre los "acuerdos indescriptibles" entre poderes ocultos que su asesor legal de confianza, Loris D'Ambrosio, le había mencionado antes de morir. Tal vez. Y es igualmente muy grave que se haya probado que el expresidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, mintió en el juicio sobre la Tratativa acerca de la rotación del DAP entre Amato y Capriotti y la conexión del 41 bis con las masacres. ¿Otro "fuego amigo" de alto nivel? Y si para algunos es una indecencia definir a la sentencia de Casación en el juicio de la Tratativa como "fuego amigo", pienso que es mucho más indecente que esta sentencia tenga el efecto de sancionar un hecho objetivo: el Estado negoció con la mafia, pero no cometió ningún delito. Y es aún más indecente que esta sentencia haya traicionado la sed de justicia de los familiares de las víctimas asesinadas debido a esa innoble tratativa. Me vienen a la mente las palabras de Giovanna Maggiani Chelli, madre de Francesca, una joven de 22 años que sobrevivió a la masacre de los Georgofili en Florencia, el 27 de mayo de 1993, quedando inválida. En esa brutal masacre murió su novio Dario Capolicchio de 22 años y toda la familia Nencini, padre, madre y dos niñas de 9 años y 50 días. "Queremos entender completamente lo que pasó -dijo contundente Giovanna Chelli- para bien o para mal, solo queremos la verdad. Queremos saber si Berlusconi y Dell'Utri se han subido al carro de la tratativa Estado-mafia o no". Pues bien, la importante evolución de las investigaciones abiertas en Florencia sobre los autores externos de las masacres de 1993 y sobre la posible implicación de Berlusconi y Dell'Utri sugieren que se dará una respuesta judicial afirmativa y definitiva a esa pregunta. Y ciertamente no podemos olvidar las declaraciones del general Mario Mori (uno de los acusados en el juicio de la Tratativa, condenado en primera instancia y luego absuelto definitivamente), quien en 2018 declaró que quería cuidarse para vivir mucho y ver morir a algunos de sus enemigos. El comentario de Giovanna Chelli fue lapidario. "Estábamos horrorizados por esas frases. Creemos que debería disculparse por lo que sucedió como resultado de sus acciones, tenga o no implicaciones criminales (…). Miro el estado de mi hija y pensando en las palabras de Mori me siento consternada. A diferencia de él, quiero vivir mucho para tener justicia para mi hija y todos los muertos que represento en mi asociación". Lamentablemente, Giovanna murió hace cuatro años, sin haber recibido la justicia por la que tanto había luchado. Pero su batalla continúa a través de los magistrados que siguen investigando. Y por todos los que tienen el coraje de decir que la tratativa se realizó: fue sancionada por sentencias firmes sobre las masacres de 1993, y también por tres sentencias, aunque contradictorias entre sí, en el juicio de la Tratativa. Con una conclusión inquietante: que ese "diálogo" entre la mafia y el Estado fortaleció en Cosa Nostra la convicción de que las masacres pagaban y que eran un arma muy poderosa para chantajear al Estado. Desgraciadamente, el 'fuego amigo' no ha eludido ni siquiera a algunos familiares de víctimas de la mafia que han arremetido, a veces también a través de sus abogados, contra aquellos magistrados y activistas que buscan la verdad sobre los autores intelectuales externos de las masacres y sobre la Tratativa entre el Estado y la mafia. Un 'fuego amigo' que duele aún más, que arde aún con más fuerza porque es el espejo del absurdo: un mundo al revés donde se ataca a los que buscan la verdad. En este mundo, sin embargo, hay diversas opciones: por un lado, hay un periodista como Julian Assange que corre el riesgo de morir en la cárcel por haber divulgado los crímenes cometidos por Estados Unidos. Por el otro, tenemos un ministro de justicia como Carlo Nordio, que se dispone a destruir pieza a pieza lo que queda de la justicia en Italia. Como dijo Nino Di Matteo, se trata de "un diseño único, el de las reformas, que implementan el programa fundacional de Forza Italia, que tiene sus raíces en el diseño de la logia P2". Los golpes del pasado 23 de mayo -con un método cuanto menos fascista- contra los manifestantes que querían rendir homenaje a Falcone, son una confirmación más de que la metodología utilizada años atrás, durante la estrategia de tensión, es la preferida aún hoy por los que mandan. Hemos sido testigos de la proclamación del luto nacional por Silvio Berlusconi. Algo profundamente injusto con los verdaderos mártires de este país -Falcone y Borsellino en primer lugar- para quienes no se han tomado medidas similares. Oscar Wilde dijo que "algunos hombres mejoran el mundo con solo dejarlo". Seguramente esta máxima se aplica a Berlusconi. Quien -después de ser un claro ejemplo de los desvalores más obscenos- también se fue llevando consigo inquietantes secretos sobre la tratativa entre el Estado y la mafia. Sin embargo, luego de su muerte, el berlusconismo sigue vivo. Lo cual refleja a grandes rasgos uno de los aspectos más vulgares de la sociedad actual. Cerrar los ojos ante las graves consecuencias de ciertos modelos para nuestros jóvenes nos hace cómplices. Cómplices de una sociedad donde los jóvenes se queman la vida siguiendo el ejemplo de los falsos ídolos, o se suicidan tras lanzar pedidos de ayuda desatendidos. Si no se le pone freno a todo esto, esta sociedad ha fracasado. Todos hemos fracasado si no creamos las condiciones para revertir el rumbo. Y para invertir el recorrido recuerdo las palabras de Letizia Battaglia, dichas hace unos años a Franco Maresco. "No puedo aceptar perder la esperanza -dijo Letizia- por esto seguiremos haciendo cosas. Cosas grandes y pequeñas, ¡pero las haremos!". Para luego destacar: "Volvamos a las calles y empecemos a protestar de verdad de nuevo". Maresco le preguntó cuál era el secreto de su entusiasmo. "El entusiasmo... ¿qué te puedo decir? -contestó Letizia-. Yo siempre he dicho que quiero morir viva y esto es lo que me impulsa: quiero morir viva, ¿se entiendes?". El pasado 19 de marzo, Don Ciotti dijo textualmente: "Me gustaría que las escuelas y las universidades fueran subversivas. Hay que serlo para luchar contra la mafia". Dos días después, reiteró con fuerza: "Sean rebeldes, ya no se puede callar". Para luego agregar que "la escuela auténtica es subversiva a su manera. Porque debe ser un taller de pensamiento crítico. Una espina en el costado del conformismo, un adversario de la delegación, de la indiferencia, de la resignación". He aquí el llamado de Don Ciotti para todos nosotros: ser "subversivos", en nombre de una revolución cultural y pacífica, una revolución de valores, un sentido de justicia y responsabilidad. Para apoyar a los jóvenes que se rebelan, que dentro de dos días marcharán por via D'Amelio para gritar "Basta de Estado mafioso". Jóvenes que intentan construir una sociedad mejor y que debemos apoyar. Tenemos que estar unidos y hacer un frente común. Y debemos seguir apoyando a los justos que buscan la verdad. Para morir vivos, como decía Letizia Battaglia. Foto: Antimafia Duemila
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