Sábado 18 Mayo 2024

Habla Lorenzo Capretta, miembro del movimiento Our Voice

Tras la pesadilla de las drogas, hoy asiste a niños de los barrios de Palermo

"Miccichè debería tomar conciencia del papel público que juega, ir a los barrios donde mueren niños por el crack de los que las instituciones no se ocupan, en vez de decir 'si yo consumo es cosa mía'. Es alimentar una lógica político-mafiosa". Lo dice Lorenzo Capretta, un consejero de 28 años, originario de Monte Granaro (provincia de Fermo) que vive en Palermo desde hace tres años. Exdrogadicto, hoy forma parte del movimiento Our Voice que denuncia al narcotráfico, así como a la mafia y a la corrupción, Lorenzo cuenta su historia en las escuelas y asiste a menores en dificultad en los barrios del centro histórico de Palermo. Comenzó a consumir drogas a los 13 años, partiendo de las sustancias más comunes y baratas para luego terminar en los círculos de la cocaína y la heroína. Un túnel del que salió gracias al apoyo del SERD (Departamento de Políticas Antidrogas), un servicio público para las adicciones patológicas. Precisamente por su difícil pasado, Lorenzo quiso hablar del escándalo que golpeó al expresidente de la Asamblea Regional de Sicilia (ARS), Gianfranco Miccichè, quien presuntamente compraba dosis de cocaína a Mario Di Ferro, dueño del restaurante VIP de Villa Zito, ubicado muy cerca de Ballarò, donde los jóvenes pierden la vida a causa del crack.

El escándalo "no me sorprendió", comentó Lorenzo al diario La Repubblica. "Es un síntoma de una clase política que alimenta al crimen organizado. Integrantes de instituciones que no solo compran cocaína, sino que crean las condiciones para que se consuma la droga". Sobre todo "en una tierra como Sicilia, donde la mayor parte del trabajo es precario y es fácil estar en situaciones difíciles".

"El asunto de Villa Zito es solo la punta del iceberg: no nos puede escandalizar y menos decir que nadie sabía. Siempre ha sido así. La cocaína circula por todos lados y no solo en ARS. Donde el Estado está ausente, voluntariamente o no, proliferan quienes se benefician de una lógica de poder basada en la explotación de muchos en beneficio de unos pocos". Según el joven consejero, "el Estado ausente alimenta el narcotráfico. La mafia -recordó Capretta- existe porque la política lo permite, el Estado lo permite. La mafia es la única organización criminal que existe desde hace 150 años, declarada y aceptada. Ya no podemos aceptar que la clase política sea mafiosa". 

"Desde la era Cuffaro, a principios de la década del 2000, todo ha retrocedido en lugar de progresar. La salud pública fue siendo desmantelada, confiada a amigos de amigos. Por no hablar de las adicciones patológicas: en Sicilia hubo una desinversión en los SERTS, ahora SERDS. Hay pautas nacionales de salud que se implementaron en todas partes, excepto en la isla. Aquí hubo una desinversión en personal, en su formación y en todo lo que refiere a tratamiento y prevención. Es terrible que un político diga 'si uso cocaína es asunto mío' o 'ahora consumo menos': es la propia política la que no quiere que se erradique el narcotráfico", explicó. Hoy se necesitan "inversiones en educación, salud pública, empleo saludable, para que los jóvenes no interactúen con el crimen organizado cuando no hay trabajo".

Capretta trabaja desde hace algún tiempo dentro de una red de realidades sociales en Palermo. "En esta red -explicó- están la Casa di Giulio, el joven que murió de crack a los 19 años, SOS Ballarò, con varios chicos y chicas que se han desintoxicado. Hay un grupo formado por estudiantes de derecho: estamos trabajando en un proyecto de ley para activar unidades móviles, centros de crisis, policlínicos, comunidades dedicadas a las adicciones y para menores". El objetivo es "recuperar la palabra política, poder crear un movimiento popular, regional, lograr que este proyecto de ley sea aprobado e implementado, lograr que padres e hijos vinculados a adicciones patológicas ya no estén solos".

De esta forma el joven quiso mandar un mensaje a sus coetáneos que siguen siendo adictos a las sustancias.

"Hay que reaccionar, buscar ayuda. Yo lo había perdido todo: la relación con mi familia, mi trabajo, las relaciones afectivas, pero sobre todo había perdido la relación conmigo mismo. La droga me había destruido, pero luego renací".

Foto: Antimafia Duemila
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