Lunes 29 Abril 2024

El después de las elecciones nacionales en el Paraguay

Analizando el contenido del discurso, del flamante presidente paraguayo Santiago Peña, sostengo que si bien técnica, política y formalmente es correcto, ya que en varios puntos fue especifico, en otros como lo social fue tan genérico, que ni siquiera menciono a los indígenas, a los campesinos, y sobre todo a los grandes asentamientos donde viven compatriotas marginados del acceso al agua potable, electricidad, servicio de salud o de educación de calidad; tampoco se refirió al rol de las mujeres en la sociedad, ni a la alta tasa de feminicidios de las que son víctimas.

Se llenó de deseos y promesas que no sabemos si las cumplirá, teniendo en cuenta que asume la primera magistratura con varios condicionamientos y el principal de ellos se llama Horacio Manuel Cartes Jara, actual presidente del Partido Colorado, su mentor y padrino político, y según varios analistas, el verdadero poder en la sombra, el que gobernará realmente en los próximos cinco años, detrás del poder formal del Presidencia de la Republica. Y prueba de ello es que, varios de los integrantes de su gabinete son exgerentes o empleados del grupo Cartes. También varios politólogos sostienen que se volvería a repetir, con este gobierno, lo que se dio con la presidencia del Ingeniero Raúl Cubas Grau, el denominado “gobierno bifronte”, donde él mismo tenía la lapicera, pero quien tomaba realmente las decisiones estratégicas era el general Lino Cesar Oviedo.

El gran desafió que tendrá Santiago Peña para implementar sus planes y proyectos con que se ha comprometido ante todo el pueblo paraguayo, a pesar de que cuenta con una cómoda mayoría tanto en la Cámara de Diputados como la de Senadores, es la de construir su propia fuerza política de manera autónoma e independiente del Cartismo, que aparentemente tendría una visión diferente a la suya, sobre todo en materia de lucha contra la ignorancia, la corrupción, el crimen organizado y la mafia.

Eso, es a pesar de que algunos analistas políticos como Marcelo Lacchi sostienen que “el gobierno de Peña será una continuidad de la de Cartes, sobre todo en lo económico, a pesar de que existen dudas en relación a lo político y geopolítico del gobierno de Peña. Pues de entrada no tiene relaciones directas con China, y al renunciar el convenio de donación con la Unión Europea, y le decís a mí no me importa nada, y cuando quiera lo anulo, Peña estaría transmitiendo a Europa y otras organizaciones internaciones, que no tenemos credibilidad como Estado. Y en relación a Estados Unidos, tendría un solo único interés en Paraguay, quiere evitar que este país se transforme en una isla del delito transnacional, para el tráfico de drogas a nivel internacional, lavado de dinero, hay peligro de que el crimen organizado se infiltre totalmente en el sistema político, y tome el control político del país. Por eso en los últimos cinco años Estados Unidos lo que hizo con la nueva ley de lavado de dinero, la nueva ley de eliminación de la sociedad anónima, se sabe hoy en día donde esta los dueños de cada sociedad, la justicia especializada en delitos económicos y crimen organizado, imponiendo leyes al Paraguay, eso es realmente el verdadero problema que tendrá que enfrentar Santiago Peña".

Si logra desprenderse de la tutela de Cartes, Peña tendría grandes posibilidades de cumplir, aunque sea el 30% de sus promesas y si lo hace, tendríamos en Paraguay cierta estabilidad económica, financiera y social.

Y si por el contrario se deja condicionar por los intereses económicos y políticos del Grupo Cartes y sus aliados, su gobierno fracasara estrepitosamente, y nos espera un caldeado ambiente político y social que puede tener como consecuencias el estallido social, la agudización de la miseria, la represión, la criminalización de la pobreza y por ende, un deterioro aun mayor, de la ya grande desigualdad económica y social existente en el país, que nos conducirá a una situación similar a la de Argentina, Venezuela y otros países.

No quiero aventurarme y profetizar que su gobierno será bueno o malo, analizándolo solo desde el punto de vista ideológico tradicional, como mandatario de derecha o de izquierda, porque muchas veces un gobernante que aparenta ser bueno, puede en realidad ser solo una máscara que esconda unas aspiraciones siniestras para el pueblo. De la misma forma un presidente puede tener una fama de conservador y malo, pero en realidad en el ejercicio de sus funciones demuestra que se trata de un verdadero demócrata, y al servicio del desarrollo integral del pueblo.

En los papeles previos, para muchos sectores de la sociedad paraguaya, el Gobierno de Santiago Peña será más de lo mismo, que ya lo vivimos durante las presidencias del Ingeniero Juan Carlos Wasmosy y Horacio Cartes; será un gobierno de derecha, neoliberal, que buscará privatizar los servicios públicos más rentables para el sector privado, criminalizará la lucha social de los sectores más pobres y marginados, y priorizará el crecimiento económico, antes que el desarrollo, y aumentará la pobreza, el desempleo, etc.

De mi parte no quiero ser pesimista ni optimista. Y la esperanza es lo último que se pierde. Pues nuestra historia nos enseña que en “esta isla rodeada de tierra” como escribiera nuestro premio Cervantes, el escritor Augusto Roa Basto, al referirse al Paraguay, las cosas insólitas no son nada excepcionales. Muchas teorías políticas y económicas que han sido exitosas en otras latitudes, aquí han fracasado y viceversa, supuestos gobiernos conservadores y de derecha, han aplicado algunas pocas veces, políticas sociales similares a regímenes socialistas.

Por lo tanto, debemos esperar el desarrollo de la gestión de Peña, al menos durante un año, para conocer realmente hacia donde apuntará durante los próximos cinco años.

Si será como vaticinan muchos: un gobierno condenado al fracaso porque estará condicionado por el crimen organizado y los poderes fácticos; o tendremos un gobierno diferente, moderno y revolucionario en lo político, social y cultural, como nunca lo tuvo el Paraguay -salvo el gobierno de Lugo- después de la caída de la dictadura de Stroessner.

Foto: Flickr