Bien dicen que el arte remueve y expresa pasiones, emociones y sensaciones. La tarde del 25 de noviembre fue una de esas instancias en que el arte removió emociones y fuertes sensaciones. En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, Montevideo se vistió de violeta, pero también de rojo, blanco, verde y negro.
Este año, una de las mayores movilizaciones en Montevideo, Uruguay fue -lamentable y terriblemente- para denunciar la violencia que están sufriendo mujeres, niñeces, disidencias, sus familias y todo el pueblo de Palestina. Fue así que, a las 17 horas, la emblemática Plaza Libertad se fue poblando de arte, de colores, pero no colores de alegría, sino de colores de lucha, de feminismos, de reivindicación.
Una marea de proclamas, breves, se izaron una a una en pequeños -y grandes- carteles, en banderas palestinas, en pañuelos violetas, en rostros dibujados, en gestos de bravura, en gritos de justicia, en llantos silenciosos. En compasión y amor por las que sufren.
La marcha estuvo encabezada por unas 15 mujeres que portaban kufiyas (los famosos pañuelos palestinos), y en sus brazos cargaban cada una a un niño -ficticio- envuelto en una sábana blanca, manchada de sangre. Antes de comenzar la procesión feminista, cayeron al suelo, mientras en altoparlantes se escuchaban explosiones de bombas. Una, y otra, y otra vez. Las mujeres que formaban parte de la columna de la marcha se sentaron, mientras todo esto acontecía. Acompañando. Sosteniendo. Dando fuerza. En sintonía con esa ilustración tan cruda, tan dolorosa, de lo que cada día viven miles y miles de personas en la Franja de Gaza.
Al terminar la performance, varios centenares de personas tomaron la principal avenida del centro de la capital y marcharon, primero hasta las instalaciones de Cancillería, rodeándola desde adelante y luego por la puerta de atrás, al regreso hacia la Plaza desde donde partieron.
Al llegar, esperaba una intervención del colectivo feminista que integra el movimiento Our Voice, conocido por sus participaciones en las fechas feministas tanto en Uruguay como en Rosario (Argentina) e Italia. Con la frase “Somos siglos de resistencias” y siguiendo la línea de la consigna que las convocó en este 25N, se formaron frente a la estatua de la Libertad que ocupa el centro de 18 de Julio, portando pañuelos palestinos, pañuelos de reivindicación del derecho al aborto seguro, pañuelos de la lucha feminista, una whiphala (que representa la unión de los pueblos de la Abya Yala), y también pañuelos por verdad y justicia, que son los que se utilizan para reclamar justamente estos valores indispensables, a los responsables del terrorismo de Estado de los atroces años de dictadura.
La marcha siguió, hasta la Plaza Independencia. Allí se cruzó con otra gran movilización, que estaba a punto de partir en sentido contrario. Esa columna estaba encabezada por el colectivo Mujeres de Negro y por familiares de Lola Chomnalez, y de Valentina Cancela, dos jóvenes mujeres (menores de edad) asesinadas en Uruguay.
La euforia, los reclamos, la denuncia contra el gobierno por no condenar la invasión del Estado sionista de Israel en Gaza (donde desde el 7 de octubre y justificando su accionar por el ataque de Hamás, ha asesinado a más de 11 mil personas, entre ellos al menos 5 mil niñas y niños), hizo que las mujeres que llevaban los “bebés” en brazos, los dejaran en la puerta de Torre Ejecutiva. Con bronca, con fuerza, con cantos, con valentía, reclamaron al presidente y a las autoridades que “los niños en Gaza no son una amenaza”. “No es una guerra, es un genocidio”, coreaban cientos de mujeres.
Luego se ubicaron en ronda y leyeron un manifiesto, del cual reproducimos algunos fragmentos:
“Palestina está sufriendo un genocidio sin precedentes cometido por el Estado sionista de Israel, en complicidad con el Norte Global, Estados Unidos y las potencias europeas, cuyas principales víctimas son mujeres y niñeces palestinas. Este genocidio es producto de una política de expansión y apartheid perpetrada hace 75 años contra este pueblo. Esta política de ocupación y exterminio ha profundizado la opresión patriarcal y racial, frente a la cual las mujeres feministas palestinas resisten y luchan para afirmar la vida y la libertad, develando la conexión brutal entre la dominación colonial, patriarcal y capitalista”.
“Con este manifiesto, declaramos que las mujeres, disidencias y niñeces de Palestina no están soles, que las feministas y disidencias del Sur Global están a disposición de seguir articulándonos a nivel transfronterizo y defender la vida contra la masacre”.
“¡La causa palestina es feminista!”.
Finalmente se formó un círculo en torno a una fogata que encendieron algunas mujeres en el centro de la calle, donde reivindicaron la lucha feminista y el derecho del pueblo palestino a vivir en paz. Y aunque se vivieron momentos de tensión con la policía, que intentó en un principio impedir el fuego, las fuerzas de seguridad se mantuvieron a un lado de la ronda, vigilando, pero no la detuvieron.
Y es que la lucha justa y unida, como la marea feminista, no se puede detener.
Fotos: Antimafia Dos Mil