Exjuez Penal Pablo Eguren
“Las acciones de los abogados de Juan Peirano son parte de su derecho de defensa"
Fue una de las maniobras fraudulentas de mayor magnitud en la región sur de América Latina, siendo el Uruguay el centro neurálgico de lo que perfectamente podría ser definido como uno de los casos judiciales de mayor repercusión mediática, no solo por la identidad de los involucrados, sino por los gravísimos efectos sociales que produjo este muy singular episodio de neto corte delictivo. Integrantes de una familia de reconocido prestigio, en ambientes de la alta sociedad empresarial y banquera del Uruguay, de apellido Peirano, desataron un verdadero ciclón que hizo estragos las economías y la calidad de vida de cientos de ciudadanos (ahorristas de dos instituciones bancarias de plaza) con el plus de sendos perjuicios económicos generados al Banco Central, que tuvo que asumir la asistencia financiera a uno de los bancos, en definitiva al grupo causante de toda la hecatombe.
Una vez que la faceta fraudulenta de la familia Peirano hubo salido a la luz pública, bajo parámetros escandalosos en todo el sentido de la palabra, la labor judicial no pasó inadvertida y todos los involucrados comenzaron a desfilar por sedes judiciales, y los magistrados que tomaron cartas en el asunto no fueron pocos, pero uno en particular marcó la diferencia por haber hincado el diente sobre un verdadero nido de criminalidad de guante blanco hilando además, muy fino, su trabajo, en procura de aplicar la ley, coherente con su investidura. Los resultados no se hicieron esperar, en particular en torno a uno de los involucrados: Juan Peirano. El magistrado que mucho tuvo que ver con él, en el contexto de su proceso y de su destino, fue el Dr. Pablo Eguren, en aquel momento Juez Penal, hoy jubilado.
En las últimas horas se esparció en el Uruguay y en la región, como reguero de pólvora, la noticia de que la familia Peirano venía propiciando desde las entrañas mismas de su defensa la intervención en su caso, de la Comisión Interamericana de DDHH reclamando además que el Estado uruguayo le otorgue una “reparación integral” y una disculpa pública” (ver nota aparte de la colega Camboni), y que también –por si fuera poco- se les anulen las debidas condenas.
Todo este nuevo embate de los abogados de la familia Peirano nos llevó hacia el Dr. Pablo Eguren. En ese contexto recabamos su opinión, en la que él personalmente visibiliza a las claras, no solo apreciaciones de su actuación como magistrado (por aquellos años) que nunca salieron a la luz pública hasta el momento, sino además una visión reflexiva sobre los planteos de la familia Peirano, que hoy se dan a conocer en los medios de comunicación del Uruguay, especialmente.
“La noticia es confusa -comienza a decirnos el Dr. Eguren-. Yo intervine en la solicitud de captura de Juan Peirano que estaba prófugo, al punto que viajé a Washington (EEUU) al Departamento de Justicia para facilitar los datos necesarios y consultas de los fiscales americanos en el año 2004, en misión oficial, acompañado por el Jefe de Interpol Uruguay. Posteriormente en el año 2006 me recusa la defensa de los Peirano y a los efectos de facilitar el proceso en el cual se planteaban recursos dilatorios para demorarlo, y así argumentar su demora, en cuanto al tiempo razonable, acepté la recusación y me aparté de la causa. Año 2006. Y pasó al Juzgado Penal subrogante el expediente. Antes de ello, en reunión con el Ministro del Interior de la época Dr. José Díaz este me manifestó que el Presidente Vázquez iba a reunirse en Washington con el Presidente Bush e Iba a solicitar se cumpliera con el pedido de extradición del prófugo Juan Peirano. Eso ocurrió el 2 de mayo de 2006. El 18 de mayo de 2006 es detenido en EEUU Juan Peirano, aproximadamente. Intervino en su procesamiento la Jueza Dra. Gatti. A partir de ahí comenzó el juicio a Juan Peirano. Se debe de haber demorado por acciones jurídicas que obstaculizaron el juicio. Opino que las acciones que plantea la defensa del exprófugo y luego encausado Juan Peirano son parte de su derecho de defensa. Pero indudablemente este fue el mayor fraude que tuvo que soportar el pueblo uruguayo. Quien fue sin lugar a dudas el que tuvo que pagar. Se calcula que el Banco Central del Uruguay fue perjudicado en 350.000.000 de dólares. Producto de la asistencia financiera al Banco de Montevideo, en definitiva a ese grupo Peirano”.
El delito económico, la defraudación bancaria, y la estafa, son figuras delictivas que desarticulan –cruelmente- a quienes sufren las consecuencias, en términos humanos e institucionales, y es mucho más grave aún cuando los autores se descansan y se cobijan en laureados apellidos o posicionamientos sociales y empresariales (o político partidarios), desencadenando verdaderos tsunamis dentro la sociedad civil, vilmente enmascarados, por la solvencia del estatus económico y social de la cual hacen gala y ostentación, manipulando influencias y artimañas técnico jurídicas para limpiarse socialmente, como si nada hubiese pasado. Los delitos de guante blanco, cuyos rastros siempre son una verdadera trampa (y un verdadero estiércol) para el esquema ético y moral de una sociedad que se precia de democrática, son tanto nauseabundos, como los delitos que atentan contra la vida humana, porque más tarde o más temprano ambos se entrelazan como soporte de una criminalidad organizada, apoyada en el poderío más insano del que podamos ser testigos.
En este caso, por más derecho que les asista, los hermanos Peirano no creo que estén en condiciones morales como para pretender tapar el sol con el dedo, implorando benignidades y consideraciones, que por su naturaleza misma, más los aproxima a la práctica de un descomunal cinismo que a la fuente misma de una actitud de arrepentimiento o de introspectiva para la profilaxis del delito. Y está claro, que las condenas que se les adjudicaron no les sirvieron más que para reavivar los fuegos del resentimiento, el revanchismo y su sed de venganza, pero ni miras de aceptar que el fraude de su autorìa fue un cáncer que hizo sucumbir a miles de personas.
La huella que dejaron fue muy profunda. Y tan profunda fue, que hoy por hoy, las innumerables heridas económicas de muchos de los perjudicados todavía permanecen abiertas, y hay improperios hacia los Peirano, a raudales.
Pero ellos, los encumbrados ciudadanos de apellido Peirano, todavía insisten en burlarse una vez más de la justicia (y del Estado) apelando públicamente y descaradamente, para cerrar sus heridas. Solamente las suyas.
Porque las de los otros, las de sus víctimas, mejor ni recordarlas. Porque molestan.
¿Hasta cuándo todo esto?
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*Foto de portada: www.diarioelpais.com / Dr. Pablo Eguren