Sábado 14 Diciembre 2024

Entrevista al exjuez argentino Juan Alberto Rambaldo

Argentina ha votado en las elecciones políticas por el líder anarquista ultraliberal de "La Libertad Avanza", Javier Milei, conocido como "El loco", representante de una política nefasta, que contempla la convivencia entre el Estado y la mafia, la negación de los crímenes de la dictadura y la erradicación del Estado de bienestar.

Sobre este tema entrevisté a Juan Alberto Rambaldo, ex juez argentino de la provincia de Santa Fe y exmilitante del Frente de Liberación Argentino en la época del régimen de Videla, que corrió el riesgo de ser uno de los 30 mil desaparecidos argentinos, además de un gran intelectual y admirador de Antonio Gramsci. Rambaldo hizo un recorrido histórico y político desde los años del fin del régimen de Videla hasta las recientes elecciones del 22 de octubre. Con el 55% de los votos, Milei ganó la segunda vuelta contra su rival de "Unión por la Patria", Sergio Massa. El nazi Milei asumirá el cargo en la Casa Rosada el 10 de diciembre y con él al frente del gobierno, Argentina corre el riesgo de caer nuevamente en una dictadura sangrienta.

-Doctor Rambaldo ¿qué está pasando en Argentina? ¿Cuál es el contexto histórico que llevó a las actuales elecciones?

“Una vez consolidado el control del Estado por el Capital Financiero Internacional a través de la dictadura militar instaurada en 1976 y, fortalecido por el desenlace de la Guerra de Malvinas, se sucedieron gobiernos de distintos colores políticos que -sin importar buenas o malas intenciones- se veían a sí mismos como incapaces de salirse del proyecto ahora establecido.

Fue en ese mismo período que se produjo el asalto al cuartel de la Tablada por parte del movimiento guerrillero argentino "Movimiento Todos por la Patria" (MTP) liderado por el ex ERP 22, Enrique Gorriarán Merlo quien -según declaraciones de los participantes- actuó convencido de que en ese cuartel se planeaba un golpe de Estado contra el entonces presidente Raúl Alfonsín, el cual debía ser aplastado antes de que se manifestara y extendiera. Pero este no fue el mensaje transmitido a los ciudadanos; al contrario, se difundió que se trataba de un grupo de extrema izquierda que intentaba subvertir el orden constitucional. Lo cierto es que los integrantes que tomaron el barrio quedaron aislados y sin apoyo externo, muchos murieron y otros fueron capturados. De este modo se puso fin a cualquier nuevo intento de desarrollar una opción revolucionaria de izquierda.

Posteriormente, durante el gobierno del presidente Carlos Saúl Menem, un grupo del ejército bajo el mando del coronel Mohamed Alí Seineldín, de ideología nacionalista católica, provocó una revuelta militar interpretada como un intento de derrocar al gobierno. Sin embargo -según sus palabras- la rebelión no estaba dirigida contra el gobierno sino contra los jefes del ejército a quienes consideraba completamente manipulados por los Estados Unidos y que eran responsables del desmantelamiento de la defensa nacional, como también de ser partidarios de un proceso de destrucción del aparato productivo de la economía promovida por el proceso militar instaurado entre 1976 y 1983 y que tuvo a Martínez de Hoz como su principal ideólogo. La insurrección fue derrotada y Seineldín fue condenado a cadena perpetua. De esta manera quedó aniquilada cualquier opción de rebelión vista desde una perspectiva nacionalista.

Todo esto fue necesario para consolidar el dominio imperial plasmado en los Documentos de Santa Fe I, II y IV.

Los gobiernos que siguieron al juicio militar, ya fueran partidarios de la ortodoxia liberal o de los llamados populistas y neo keynesianos, no fueron capaces (y creo que ni siquiera querían) de alterar este sistema de dependencia, incurriendo en una serie de actos de corrupción, desde la desnacionalización de las empresas públicas más importantes del país, hasta el contubernio con las empresas monopólicas y el vínculo con el narcotráfico.

El escándalo de corrupción, el aumento del desempleo, la reducción de los servicios sociales, etc., provocaron una situación de desconfianza pública en la dirección política, hasta el punto de que, en las elecciones legislativas del 2001, la suma de votos en blanco y nulos alcanzó la cifra récord del 41% de los electores, equivalente a 10.200.000 argentinos.

Fue entonces cuando apareció la frase "que se vayan todos". Sin los referentes ideológicos antisistema antes mencionados y sin la clase trabajadora liderando la protesta, la visión de identificar al sistema instaurado por el capitalismo financiero como responsable de la crisis fue dominada por la de atribuir esa responsabilidad a los referentes políticos (todos ellos), sin hacer diferencia alguna a las posiciones ideológicas o afiliación a un partido político, como si se tratara de una unidad o categoría social autónoma.

Luego de esto, dentro del movimiento oscilatorio propuesto por los amos del poder que utilizan los mecanismos de la democracia formal a su favor, hicieron su aparición en América Latina gobiernos autonomistas (como Lula en Brasil, Lugo en Paraguay, Kirchner en Argentina, Morales en Bolivia y Correa en Ecuador), para luego regresar a posiciones neoliberales.

Fue así como el humor político de la población argentina, al ver deteriorarse sus ingresos a consecuencia de la inflación, ver que se perdían empleos y que aumentaban la pobreza y la miseria, perdió la fe en las estructuras políticas tradicionales. Un hecho que se hace evidente cuando no ha habido gobiernos que fueran reelectos desde el año 2015.

En la sociedad se afianzó la idea de que los responsables de esta crisis eran "políticos" (una especie de categoría abstracta) que sólo defendían sus propios intereses privados y eran culpables de destruir la economía nacional.

La situación en Argentina era (y es) caótica, resultado de un gobierno que dejó al país con una enorme deuda externa que hacía imposible cumplir con los pagos de los préstamos, y que al mismo tiempo provocó la desaparición de alrededor de 30.000 PYMES (pequeñas y medianas empresas, ndr), con la consiguiente recesión del mercado laboral, desempleo laboral, reducción de los salarios y disminución del PBI (1).

Tan pronto como asumió el nuevo gobierno, llegó la pandemia de Covid 19, que encontró al país sin infraestructura hospitalaria suficiente, tanto desde el punto de vista constructivo como humano. Se hizo necesario invertir enormes recursos para construir rápidamente nuevos hospitales con la tecnología adecuada; también era necesario actuar para salvaguardar a la industria que luchaba contra la reducción de la jornada laboral, a los trabajadores que no podían realizar su trabajo, y proteger a aquellos que se beneficiaban de los planes sociales. Para realizar este último servicio, se movilizó al ejército. con "ollas populares" para brindar alimentos a los más necesitados.

Evidentemente esta situación provocó una disminución del PBI con una disminución del "ingreso per cápita" y un aumento del índice de pobreza.

En este cuadro ya de por sí complicado, estalló la guerra en Ucrania, lo que provocó un aumento desmesurado del precio de las importaciones de energía y requirió el desvío de importantes recursos para abastecer al país de gas y petróleo.

Para completar el cuadro, se produjo una sequía que provocó una pérdida en las exportaciones de cereales de más de 20.000 millones de dólares.

Socialmente, el índice de indigencia llegó al 17% (y no es mayor gracias a los planes sociales del Estado), y el índice de pobreza al 40%.

Éste era el panorama en el contexto del período preelectoral.

Se llega a un nuevo acuerdo con el FMI (Fondo Monetario Internacional, ndr) que exige una devaluación del peso y un aumento del valor de los servicios, y esto induce a las empresas que fijan los precios a aumentar nuevamente los precios internos, aumentando esto la inflación, con la consiguiente disminución de salarios (2).

La respuesta de los sectores financieros y sus representantes políticos que exigen una disminución del gasto público, la pérdida de derechos laborales, el cambio del sistema de pensiones, la amnistía de los planes sociales, etc., fue la de generar "una fiebre del dólar paralelo" lo cual duplicó su valor en poco tiempo, generando un aumento (real o ficticio) en el costo de los productos.

Las empresas que deciden los precios -de carácter oligopólico en este país- ajustan sus ingresos aumentando los precios internos, generando así un caos en el sistema con el consiguiente aumento de la inflación y el deterioro de la imagen del gobierno (3).

En ese contexto nace el movimiento "La Libertad Avanza" que fue presentado con un discurso verborrágico, agresivo y teatralizado por Javier Milei -su aparente ideólogo- vinculado a las grandes corporaciones”.

- ¿Qué opina de la elección de este hombre oscuro?

“Este sujeto ha defendido el proceso militar de 1976, descalificando a las organizaciones de derechos humanos y negando la relación entre necesidad y derecho; se declaró admirador de Margaret Thatcher, de Estados Unidos y de Israel; en sus discursos propuso la dolarización del sistema monetario, el cierre del Banco Central, el equilibrio fiscal (con la consiguiente reducción de subsidios a servicios esenciales y planes de asistencia social), la privatización de empresas estatales, la salud pública y la educación, como la supresión del CONICET (4), flexibilización laboral, cambios al sistema de jubilaciones, etc.

La contraparte estuvo representada por una propuesta que, aunque proponía cambios importantes, resultó ser una continuidad del proyecto ya existente, basada en un populismo que no rompía con el pasado.

Milei, en su "discurso antipolítico", comenzó a señalar como "castas" a la dirigencia de los partidos, a los legisladores y a los miembros del Poder Ejecutivo, tanto en el orden nacional como provincial, y los acusó de ser los responsables de la crisis del país (5).

Este discurso, exaltado y provocativo, definido como anarco-capitalista -al límite de lo delirante (más allá de su mendacidad) que recuerda a las arengas de Adolf Hitler al pueblo alemán -se apoderó de los ciudadanos que pedían un cambio (sin importar cuál), aceptando la "propuesta libertaria", pero ignorando el contenido sociopolítico e ideológico de esta propuesta y cerrando los ojos ante sus consecuencias ulteriores. La idea era ‘pase lo que pase no puede ser peor’.

Respuesta típica de una clase media vacía con una clase trabajadora hoy ideológicamente ausente”.

Notas:

(1) Producto Bruto Interno

(2) El Salario Mínimo Vital y Móvil de un trabajador argentino (calculado con el valor del “dólar paralelo”) es de U$S 130 – y el salario promedio es de U$S 250 (con las nuevas configuraciones es posible que estos números hayan variado un poco).

(3) Milei, el actual presidente electo, aconsejó a la gente deshacerse de los "pesos basura" y comprar dólares porque en un futuro próximo esa moneda no tendrá valor.

(4) Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

(5) Sin embargo, para lograr el triunfo electoral hizo numerosas alianzas con organizaciones políticas provinciales y -las más importantes- con el PRO del expresidente Mauricio Macri y con el Partido Justicialista Cordobés del gobernador Juan Schiaretti (¿no eran la "casta"? ¿Influyen en las decisiones gubernamentales?).

Foto: Tomás Cuesta / Getty Images