Viernes 11 Octubre 2024

El atentado del Estado-mafia contra Nino Di Matteo

Mientras se siguen pistas fantasmas y se ponen en acción nuevas pistas falsas, para entender cuál es la dirección correcta a seguir para encontrar la verdad sobre lo que ha sucedido a lo largo de nuestra historia debemos mirar los hechos, más allá de las cuestiones judiciales.

De manera sensacional y paradójica, la verdad sobre el trabajo correcto y honesto de los magistrados y el trabajo sucio de algunos policías y carabineros nos la da la propia Cosa Nostra que, de manera inquietante, clara y directa, implementa una serie de acciones.

Nos explicaremos mejor.

Gracias a las revelaciones de varios colaboradores de justicia sabemos que Giovanni Falcone y Paolo Borsellino habían sido condenados a muerte por la mafia desde los años 1980. Por sus investigaciones fueron perseguidos, deslegitimados en los periódicos, aislados y denigrados por las instituciones, por la política y por cierta parte del poder judicial. Sin embargo, los ataques contra ellos se llevaron a cabo sólo en un momento histórico concreto.

Magistrados, policías, carabineros, periodistas, políticos, sacerdotes, empresarios y ciudadanos comunes fueron asesinados, a menudo cuando se los dejó solos mientras enfrentaban con valentía a la mafia y al sistema criminal del cual ésta forma parte.

Hoy, como entonces, Cosa Nostra y el Estado-mafia hablan a través de sus acciones.

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Lo hace cuando dispara o no dispara, cuando invierte capital, mueve votos, hace negocios, comete delitos y condena a muerte a los magistrados que se comprometen incansablemente en la búsqueda de la verdad.

Uno de ellos es el magistrado Nino Di Matteo, hoy fiscal nacional adjunto antimafia. A lo largo de su historia ha instruido juicios como el del asesinato del juez Saetta y de su hijo (obteniendo la primera cadena perpetua de una larga lista para Totò Riina), y luego el de la muerte del juez de instrucción Rocco Chinnici, padre del histórico grupo antimafia de Palermo. Siempre en Caltanissetta obtuvo las condenas de todos los jefes de la Comisión Provincial y Regional de Cosa Nostra acusados de la masacre de via d'Amelio.

Es en esos procesos donde, como hemos recordado, se trazó el camino para la búsqueda de los llamados autores intelectuales externos.

No olvidemos que entre el 2012 y el 2013 Di Matteo fue condenado a muerte por el jefe de jefes de Cosa Nostra, Totò Riina y por Matteo Messina Denaro, no por antipatía o por rencor.

También en este caso son los colaboradores de justicia quienes explican el motivo.

En el 2014, el jefe de Acquasanta, Vito Galatolo, hijo de Vincenzo Galatolo, explicó que a fines del 2012 fue Matteo Messina Denaro quien pidió organizar un atentado a pedido de otros sujetos ("Los mismos del caso Borsellino"), porque había "ido demasiado lejos". Y Galatolo también habló de la compra de doscientos kilos de explosivos que las familias de Palermo habían traído de Calabria. Y no solo eso. También añadió un detalle importante: Messina Denaro, en la carta enviada a los jefes de Palermo, garantizaba que "el ataque a Di Matteo no sería como en los años 90, ahora estábamos cubiertos".

Aquella doble condena a muerte impuesta por Riina desde la cárcel y por Messina Denaro desde fuera (todavía estaba prófugo en aquel momento, ndr) fue apoyada por el consentimiento silencioso de los otros jefes mafiosos históricos de la Cúpula. Desde la prisión no llegaron quejas de parte de los Biondino, Madonia, Graviano, Aglieri, Santapaola, etc.

Fueron los años en los que se desarrollaron las investigaciones que luego desembocaron en el proceso de la Tratativa Estado-mafia.

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Fue un período de fuerte tensión por el conflicto de atribuciones entre la Fiscalía de Palermo y el premier Giorgio Napolitano, debido a las escuchas telefónicas (posteriormente destruidas) entre el jefe de Estado y el entonces sospechoso Nicola Mancino.

Con el tiempo, otros colaboradores de justicia también aportaron elementos para corroborar las declaraciones de Galatolo, confirmando la cumbre celebrada en Ballarò en la que, además del jefe de Acquasanta, participaron su adjunto, Vincenzo Graziano, y los jefes de distrito de San Lorenzo y Porta Nuova, Girolamo Biondino y Alessandro D'Ambrogio.

Cabe recordar las declaraciones de Francesco Chiarello, exjefe de Borgo Vecchio, quien afirmó haber sabido que el explosivo había sido "traslado a otro escondite seguro", al que se sumaron, en una auténtica escalada de tensión, los testimonios de el exjefe Carmelo D'Amico, y los elementos adquiridos con la detención del abogado Marcello Marcatajo, ya fallecido. Todos hechos que pusieron de relieve la concreción de ese proyecto de muerte.

Cosa Nostra estaba lista para atacar. Había estudiado algunos lugares en los que llevar a cabo el ataque, como el Palacio de Justicia de Palermo o cerca de la casa del magistrado, y también había pensado en el uso de armas convencionales, en Roma.

A este respecto, Galatolo había revelado otro plan de muerte alternativo que habría implicado a Salvatore Cucuzza, ex jefe del distrito de Porta Nuova, arrestado en 1996.

El ex jefe, fallecido en junio del 2014, debía atraer a Di Matteo a Roma, a una trampa, pidiendo ser escuchado por el fiscal de Palermo sobre algunas revelaciones sobre la Tratativa Estado-mafia. Y en la capital el magistrado habría sido asesinado con Kalashnikovs o una bazuca. Una eventualidad que, sin embargo, fue posteriormente descartada.

Las detenciones realizadas en los años de los distintos D'Ambrogio, Biondino, Galatolo y Graziano provocaron ciertamente una ralentización en la ejecución del atentado, pero lo que ocurrió en esos años, y en los siguientes, explica por qué, y sobre todo señala a los que querían matar al magistrado Nino Di Matteo.

Basta recordar las palabras crípticas (y nunca aclaradas) del jefe Graziano, que tenía la tarea de guardar el TNT, durante la detención, quien dijo en referencia al explosivo: "Hay que buscar en los planos superiores".

Otro elemento misterioso es la nota anónima que llegó al escritorio del entonces fiscal adjunto de Palermo el 26 de marzo de 2013 (pocos meses después de la famosa cumbre entre los jefes de Palermo) en la que se informaba que "los amigos romanos de Matteo (Messina Denaro, ndr) han decidido eliminar al fiscal Nino Di Matteo en este momento de confusión institucional, para frenar esta deriva de ingobernabilidad". El autor dijo estar afiliado a la familia mafiosa de Alcamo.

Incluso en los años siguientes, la alerta sobre Di Matteo siempre fue alta.

En efecto, en el marco de una investigación sobre las familias de Palermo, en 2016 fue interceptado telefónicamente un mafioso que, discutiendo con su esposa, se quejaba de la imprudencia de su suegra que había ido con su hija al TC2, el club de tenis de calle San Lorenzo.

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Y en ese diálogo el hombre habría explicado claramente que la pequeña no debía ir allí porque lo frecuentaba Di Matteo y "a ese lo tenían que matar". Una inquietante confirmación de la historia de unos niños que en el 2015 denunciaron la presencia de hombres armados frente al ingreso secundario del club de tenis de la calle San Lorenzo.

En el diálogo se entiende que el plan de atentado era más actual que nunca y no sólo podría cumplirse en el club de tenis, sino en cualquier lugar de la ciudad frecuentado por el fiscal.

Incluso hoy en día, Di Matteo se encuentra entre los magistrados más protegidos de Italia, porque la fiscalía de Caltanissetta, que investigó aquel complot de muerte, puso en negro sobre blanco en la solicitud de desestimación que el mismo "todavía está en curso de ejecución".

Hasta entonces, la última vez que la mafia había intentado un plan de muerte tan sensacional contra un magistrado fue a principios de los años 90, con un ataque al juez Gian Carlo Caselli. La idea era golpear al magistrado con un lanzamisiles, también en ese caso comprado en Calabria. "A través de la 'Ndrangheta, el clan de los Nirta, compramos algunas armas, dos ametralladoras, dos pistolas automáticas y un lanzamisiles -había dicho Gaspare Spatuzza- era un cargamento de armas para perpetrar un atentado contra el fiscal Caselli que sabíamos que se movía con un helicóptero de salvamento aéreo que partía desde el hospital de Cervello".

Cosa Nostra, que puso en marcha un escuadrón de la muerte integrado por Leoluca Bagarella, Matteo Messina Denaro y Giuseppe Graviano, fracasó en el atentado a Rino Germanà.

Y en el frente de Calabria, en marzo del 2013, hubo amenazas contra el magistrado calabrés Giuseppe Lombardo. En un sobre se encontraron cincuenta gramos de pólvora y una nota amenazante: "Si no paran, otros 200 kilos están listos". Las amenazas se reiteraron en noviembre del 2014, cuando la Guardia de Finanzas de Reggio Calabria recibió una llamada telefónica anónima. "Díganle a Peppe Lombardo que si no para lo matamos. Díganle que lo volaremos de verdad, que los 200 kilos de explosivos siempre están listos".

A continuación, se muestran algunos ejemplos concretos de quienes en los últimos años han arriesgado sus vidas en la lucha contra la mafia.

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No aparecen los nombres de funcionarios de policías, oficiales de carabineros, políticos y magistrados que prefirieron dialogar con Cosa Nostra o sus representantes.

Gracias a Dios la ejecución de estos crímenes no se llevó a cabo.

En este momento de cambio, acelerado por la muerte de Matteo Messina Denaro, matar, quizás, ya no le convenga a Cosa Nostra, pero eso no significa que la estrategia de masacres esté definitivamente extinta.

Los jefes protagonistas de aquella terrible temporada, como los hermanos Graviano, aún no han tirado la toalla. Desde prisión envían mensajes al exterior pidiendo que se respeten los acuerdos.

Y en lugar de matar, he aquí que han vuelto las acusaciones infames y las deslegitimaciones excelentes que conducen a un nuevo aislamiento.

Esto es lo que les sucede a todos aquellos que tienen el coraje de investigar el poder, sin miedo a tocar cables de alta tensión.

Incluso observando estos hechos entendemos qué dirección tomar para continuar en el camino de la búsqueda de la verdad sobre las masacres y los autores intelectuales externos.

Hay que ir a ver el trabajo realizado por aquellos magistrados que, como Nino Di Matteo, Roberto Scarpinato, Luca Tescaroli, Gian Carlo Caselli, Domenico Gozzo, Antonio Ingroia, Alfredo Morvillo, Sebastiano Ardita, Nicola Gratteri, Giuseppe Lombardo y otros, tuvieron el coraje de acusar a políticos, exministros, funcionarios de policía, jefes del Arma de Carabineros y de los servicios de seguridad. Y también es preciso conocer bien las investigaciones actuales, llevadas a cabo por magistrados de primera línea en la lucha contra los sistemas criminales, en las fiscalías de Palermo, Reggio Calabria, Caltanissetta, Florencia, Milán, Catania, Roma, Nápoles y otras.

Porque, nos guste o no, las muertes de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, como lo demuestran los métodos de ejecución, la sustracción de pruebas y los desvíos de las investigaciones, no son cuestión de la mafia, sino del Estado-mafia. Y lo que está sucediendo hoy no es más que otro desvío dentro del desvío para alejarnos de la verdadera búsqueda de la verdad.

Foto de portada: diseño gráfico de Paolo Bassani

Foto 2: la masacre de via D'Amelio © Shobha

Foto 3: Nino Di Matteo © Deb Foto

Foto 4: Mla masacre de Capaci © Shobha