Sábado 11 Mayo 2024

En Ecuador, el fiscal antidrogas Leonardo Palacios fue asesinado por narcotraficantes…

…es el quinto magistrado que muere en un año

En los últimos días hemos publicado la trágica noticia de un nuevo crimen relevante cometido por las mafias en América Latina. Hablamos del asesinato del fiscal antimafia ecuatoriano Leonardo Palacios, asesinado con al menos 35 tiros de ametralladora por dos motociclistas en la localidad de Durán. El magistrado –desde el 2011 fiscal de Guayas y desde el 2018 adscripto a los cantones provinciales, incluido el de Durán donde fue asesinado– estaba a cargo de causas penales relativas a hechos de sangre y estupefacientes. El crimen fue cometido en forma completamente mafiosa: los sicarios armaron una emboscada relámpago con ráfagas a quemarropa, en medio de la noche, y luego desaparecieron. Palacios es solo el último de los magistrados y jueces acribillados a balazos por los carteles en Ecuador. En total, desde el 2022 hasta hoy, fueron eliminados cinco fiscales (Edgar Escobar Zambrano, Nelson Yánez, Federico Estrella y Luz Marina Delgado). Homicidios que no solo son cometidos contra hombres y mujeres del poder judicial y no solo en países como Ecuador. Uno tras otro, periodistas, políticos, sacerdotes, hombres honestos de las fuerzas del orden, han ido cayendo en toda América Latina. Un poco como lo que pasó en Sicilia y Calabria en los años 80 y 90. Las historias de Paolo Borsellino, Giovanni Falcone, Gaetano Costa, Pippo Fava, Beppe Alfano, Cesare Terranova, Antonino Saetta, Rosario Livatino y tantos, tantos otros como hoy estamos viendo de nuevo al otro lado del océano, en un continente olvidado por todos y constituido, en su mayoría, por narco-Estados.

Repasemos los rostros de nuestros mártires en México (donde el año pasado se registró el récord mundial de periodistas asesinados, 86), en Honduras (donde incluso jóvenes fiscales que se ocupan de crímenes contra el ecosistema, como Karen Almendares, de 38 años, son asesinados a tiros) y en Paraguay, el narco-Estado del Continente por excelencia (el expresidente Horacio Cartes está acusado por corrupción, al igual que el actual vicepresidente), que aún llora al fiscal de origen italiano Marcelo Pecci, asesinado en una playa de Colombia durante su luna de miel. En América Latina asistimos a matanzas continuas e impunes en las que, en casi todos los casos, personas ajenas (miembros de los servicios secretos, parlamentarios o incluso ministros) arman las manos de los narcotraficantes para asesinar a fiscales y periodistas inconvenientes para sus negocios. Tal como sucedió en Italia, de hecho. El propio Pablo Escobar, patrón del cártel de Medellín y el mayor narcotraficante de la historia, llegó a acuerdos con algunos políticos y altos mandos policiales y militares, gracias a los cuales pudo ensangrentar al país con emboscadas y masacres antes de ser asesinado en 1993.

Uno de los personajes que denunció este tipo de colusión entre el crimen organizado y los hombres de poder fue Pablo Medina, periodista del diario ABC Color y estrecho colaborador nuestro, asesinado junto a su asistente, Antonia Almada, en el 2014. Medina también fue asesinado a tiros en una emboscada (como le sucedió a su hermano Salvador Medina). Y también en su caso, como en muchos otros, la orden de ejecución fue dada por políticos. Específicamente, el exintendente de Ypejhú, Vilmar "Neneco" Acosta, condenado como autor intelectual.

La de América Latina es una tragedia que refleja cada vez más lo que ha vivido y en cierto modo sigue viviendo nuestro país. Los cárteles latinoamericanos utilizan la estrategia de la sangre, como ocurrió en Italia, para traficar imperturbables con estupefacientes, su principal fuente de ingresos. Es gracias a las drogas, sobre todo a la cocaína de la que Colombia, Bolivia y Perú tienen el monopolio productivo, que los cárteles logran acumular gigantescos capitales con los que compran comunidades, territorios, televisoras, instituciones y parlamentos. "El oro blanco", como señala el fiscal de Catanzaro, Nicola Gratteri, uno de los mayores expertos en la lucha contra el narcotráfico en el mundo junto al fiscal de Reggio Calabria, Giuseppe Lombardo, es la fortuna de estos grupos criminales con los que nuestras mafias, encabezadas por la 'Ndrangheta (la más confiable, capaz de comprar toneladas de cocaína a crédito en Sudamérica), llevan décadas haciendo negocios. Los traficantes de la 'Ndrangheta (la única mafia presente en los cinco continentes) junto con los de Cosa Nostra, como en una cadena alimenticia, conducen este sistema mundial de muerte vendiendo cocaína purísima de un hemisferio al otro. Desde Estados Unidos, pasando por Europa, hasta el Japón de la Yakuza y China, donde esta semana la DDA (Dirección Distrital Antimafia) de Bolonia desenmascaró un eje que conectaba Calabria con Hong Kong. Sin embargo, en el contexto italiano, como sabemos, la 'Ndrangheta, Cosa Nostra y la Camorra a menudo confían en mafias menores, como la nigeriana o la albanesa, para colocar la droga, especialmente en el comercio minorista. El mercado de las drogas es un mercado que no conoce fin ni fronteras. Nos dicen los magistrados que a Occidente llegan cada año toneladas y toneladas de cocaína, la mejor del mundo. Basta mencionar la última maxi operación de la DDA de Reggio Calabria, en la que se confiscó un lote por valor de 98 euros el gramo que, de haber sido comercializado, habría aportado casi dos mil quinientos millones de euros a la 'Ndrangheta y sus emisarios en Bélgica. Cifras increíbles que pueden alterar las reglas del mercado internacional, según explicó el fiscal adjunto Giuseppe Lombardo con motivo de la operación "Eureka". El fiscal antidrogas Leonardo Palacios conocía muy bien este mundo paralelo y desde hace algunos años había decidido combatirlo partiendo de la ciudad de Guayaquil. Había aceptado su cargo de fiscal antidrogas en un país difícil como el ecuatoriano, consciente de los riesgos que ello implicaba. Un espíritu de servicio que honró hasta el último día de vida, cuando el pasado 2 de junio, saliendo de una audiencia en un caso de homicidio que investigaba, fue abatido por la furia narco.

Imagen de portada: Paolo Bassani