Lunes 29 Abril 2024

Artículo escrito en relación al discurso final del abogado Dr. Guillermo Fanego, defensor del genocida Adolfo Donda, pronunciado el miércoles 20 de diciembre del 2023 durante el juicio por el delito de secuestro de Victoria Donda, recién nacida al momento de los hechos.

De nuestro corresponsal en Argentina. El poco estimado Dr. Guillermo Fanego (en la foto) -sobre todo en estos tiempos en los que es importante tomar posición y dar la cara ante la sociedad, sin esconderse ni especular por conveniencias políticas- continúa ejerciendo la abogacía y defendiendo a los genocidas, en un intento de reducir sus sentencias al mínimo posible o solicitando arresto domiciliario.

No hay nada a recriminar en este aspecto. Es un profesional coherente con la visión enferma y retorcida del mundo que ha elegido defender y del que formar parte. Una visión que se pone de manifiesto cada vez que habla públicamente, como en este caso, durante su intervención en el juicio por el secuestro de Victoria Donda: "...el tema del secuestro de menores es un hecho injustificable en todos los sentidos. Pero es injustificable hoy, en Argentina y en todas partes del mundo, a pocos días del 2024. En el momento en que ocurrieron los hechos en cuestión, y no lo digo para justificar a Azic (Juan Antonio Azic es el agente de inteligencia de la Armada Argentina, juzgado por el secuestro de niños nacidos en cautiverio en la ESMA) ni al delito de secuestro de menores en sí, era muy común que alguien se apoderara o comprara un niño, como quien va al veterinario y compra un cachorro (...). Este fue el gran mercado de criaturas que tuvo lugar entonces. Lo que pasó en esa época fue normal y permitido por todos. Ya no lo fue en la sociedad de los años '80 y '90. Pero en aquellos tiempos era normal entregar una criatura, no como 'una moda', sino como una conducta habitual".

Mostró su verdadera naturaleza y su mente casi esquizofrénica, al reconocer como habitual la práctica de la sustracción de niños durante la dictadura genocida de los años '70.

En un intento de aligerar la responsabilidad de su defendido, intenta explicar la naturaleza de estos hechos aberrantes. Dice que no los justifica, pero los considera como algo casi inevitable, como una de las características de esa época. Los condena, pero al mismo tiempo se pone del lado del aparato ideológico que impide la búsqueda de la verdad y la identidad de los niños nacidos y secuestrados en cautiverio.

Dejemos el análisis de sus muchas otras contradicciones históricas y medias verdades, tanto en este como en otros juicios, y dejemos también que la propia sociedad y las generaciones venideras juzguen sus palabras y el papel que desempeña en este presente en lo que respecta a la búsqueda de la verdad, justicia y memoria.

Pero lo que no quisiera pasar por alto es el intento de manipulación de los evangelios, que con su moralidad perversa y sádica realiza, quizás inconscientemente, para tapar tanta basura. En su discurso hace referencia en forma frecuente a algunos pasajes de la Biblia, con razonamientos falsos que ofenden la moral del creyente. Como cuando cita el Éxodo, capítulo 20, para sostener: "Es horrible que a una persona le quiten la identidad, pero en la psicología infantil de ese momento se pensaba que una criatura que no tiene memoria no tiene historia, que no porta la propia historia en los genes". Recordemos que en este capítulo también se dice: "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano, porque Jehová no deja impune a quien toma su nombre en vano" (Éxodo 20,7).

También hace referencia al asesinato de Abel a manos de Caín, respecto del cual dice "... podemos señalar que el mayor reproche hecho a Caín no fue el asesinato sino la mentira, el haber mentido. De hecho, cuando Dios le pregunta "¿Dónde está tu hermano?" él responde "¿Soy el guardián de mi hermano?" fingiendo no saber lo que había pasado. La versión real de los hechos es completamente diferente. La historia de la fiscalía es una historia militante, una reconstrucción de la lucha terrorista...".

Recordamos que son precisamente los crímenes que Fanego minimiza ante la supuesta mentira del relato de las víctimas los que Cristo, basándose en los Evangelios, condena sin apelación.

"…Hijos míos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, tal como Él es justo. Quien practica el pecado es del Diablo porque éste ha pecado desde el principio. Para esto se manifestó el Hijo de Dios: para deshacer las obras del Diablo. Cualquiera que ha sido generado por Dios no comete pecado porque queda en él un germen divino y no puede pecar habiendo sido generado por Dios. En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del Diablo: el que no practica la justicia no es de Dios, como no lo es el que no ama a su hermano. Hemos conocido el amor. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amamos los unos a los otros. No como Caín, que era del Maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, pero las de su hermano eran justas" (1 Juan 3, 7-12).

"Desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, os digo que esta generación tendrá que rendir cuentas" (Lucas 11,51).

Finalmente, ya que estamos hablando de infancias robadas y de daños que el mismo Fanego reconoce como irreparables, dice que: "...En este caso, ya sea que se condene o absuelva, el daño ya está hecho y no se puede reparar. El trauma es algo que los marca, los ha marcado y marcará a las generaciones futuras". Anteriormente también había dicho que el juicio no servirá como instancia reparadora... la vía judicial no es el camino más adecuado, sobre todo para la acusación, porque, aunque se alcanzare la condena o la absolución, el problema de fondo nunca se resolverá y la justicia será incapaz de dar una solución. Volvemos a recordar las palabras escritas en el mismo Evangelio: cualquiera que "haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdrá que le aten al cuello una piedra de molino y lo arrojen en lo profundo del mar" (Mateo 18:06).

Esperamos que el abogado Guillermo Fanego, después de haber defendido a criminales, genocidas y dictadores, comprenda la locura de sus acciones y colabore con la justicia, revelando en los tribunales dónde se encuentran los niños secuestrados de los centros de detención y cualquier otra información que posea la casta militar.

Foto: Antimafia Duemila