Domingo 28 Abril 2024
Por Luigi Sirtori(*)-3 de enero del 2021

Últimamente he recibido mensajes de muchos de mis amigos, cercanos y lejanos. El motivo, un documental en Netflix sobre la comunidad en la que he vivido y trabajado durante 40 años para ayudar a los niños en dificultades.

Han pasado casi 30 años desde algunos episodios que nos hicieron sufrir; episodios que han saltado a la palestra en toda su cruda realidad.

Adentrarse en los méritos de aquellos tiempos, ahora pasados, no es fácil.

Hubo un juicio y una sentencia, quien quiera puede muy bien ir a revisar los archivos históricos de la época.

Sin embargo, la comunidad siempre llevó adelante sus principios de solidaridad humana y social; principios que todos los jóvenes en el camino, poco a poco, han ido adquiriendo, en más o en menos, con el tiempo. En ese período de 1990-1992 había, según se supone, casi 2000 jóvenes en el camino. Los videos de la época dan muy bien la idea de la gran cantidad de almas que buscaban rescatar sus vidas.

Pero, sabemos que en la cantidad siempre hay quien rema al revés por sus circunstancias de vida, por su propia forma de vida descuidada y violenta.

A estos últimos les cuesta canalizar las energías positivas hacia ellos para cambiar una forma negativa de ser por el bien de ellos mismos y de la sociedad. No tiene sentido desenterrar el pasado, salvo que exista un propósito oculto y egoísta por parte de las personas que se preocupan por la espectacularidad de ese doloroso momento para la comunidad, diría más, el espectáculo morboso de resaltar el lado oscuro de algunos chicos, para luego culpar al fundador por el fracaso de la gestión.

Ciertamente la comunidad no está formada por scouts, donde se respetan las reglas del buen vivir, sino por niños de la calle que se especializaron en atracos, hurtos, si no robos y otras violencias.

Todo esto trajo y trae muchas dificultades en el manejo de la vida diaria, e incluso ahora los que ingresan no están acostumbrados a una vida de relación armoniosa con los demás, pero esto se sabe, y nosotros, los primeros voluntarios, hemos aceptado todas las dificultades que sabíamos que íbamos a encontrar.

Ahora, desde 1978 hasta hoy, hubo muchísimos episodios positivos. Y los episodios negativos que el documental destaca, nos amargan por una herida arrinconada, pero que se ha reabierto. Pero de qué sirve volver a abrirla...

La comunidad no se cerró en ese período, porque seguramente alguien nos dio la energía necesaria para la superación, aunque agotadora, de un período que necesariamente hemos vivido con el apoyo de muchos amigos de la comunidad, entre ellos del arca y de Giorgio Bongiovanni,el cual me envió un mensaje asegurándome que seríamos ayudados, y así fue.

La razón se encuentra sobre todo en nuestros resultados, una razón sustancialmente positiva, y es por eso que seguimos salvando almas que están en dificultades.

"Un árbol que cae hace más ruido que un bosque en crecimiento".

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*Uno de los fundadores, junto con Vincenzo Muccioli, de San Patrignano

*Foto de portada: www.antimafiaduemila.com