Sábado 27 Abril 2024

Las supuestas fotos del encuentro con Berlusconi, los arrestos de Riina y Messina Denaro, las masacres y la agenda roja

El 10 de octubre nos reunimos con Salvatore Baiardo, el heladero piamontés condenado en los años '90 por haber favorecido la fuga de los jefes de las masacres Giuseppe y Filippo Graviano, y que hoy es investigado en Florencia por calumnia contra el periodista Massimo Giletti (a quien en los últimos meses Urbano Cairo le cerró el programa de televisión Non è l'Arena), acusándolo de haber hecho declaraciones falsas a la fiscalía.

Un hecho que inevitablemente se entrelaza con la muy conocida historia de la fotografía que supuestamente muestra a Silvio Berlusconi junto a Giuseppe Graviano y el general Francesco Delfino, de la que el ladero de Graviano habría hablado con Giletti (las escuchas telefónicas lo demostrarían), para luego desmentir la circunstancia ante los fiscales.

Por este motivo y por las calumnias contra el alcalde de Cerasa, Giancarlo Ricca, a quien Baiardo había señalado en la televisión -incluso sin mencionar directamente su nombre- como uno de los blanqueadores de dinero de los jefes de Brancaccio, el pasado 29 de septiembre el Tribunal de Revisión de Florencia ordenó la medida de arresto domiciliario.

La Fiscalía de Florencia, representada por el entonces fiscal en funciones Luca Turco, por el adjunto Luca Tescaroli y por el sustituto Lorenzo Gestri, había solicitado el pasado 5 de septiembre la detención de Baiardo por la acusación de haber favorecido a Silvio Berlusconi (fallecido en el pasado junio) y Marcello Dell'Utri, investigados como autores externos de las masacres de 1993. Sin embargo, según el tribunal, los elementos reunidos no son suficientes.

Sin embargo, hasta la fecha la medida ordenada por el tribunal florentino no se ha aplicado, ya que estamos a la espera de la decisión de la Casación, tras el recurso presentado por el abogado del heladero de Omegna, Carlo Taormina.

El día del encuentro, del que nació la siguiente entrevista, fuimos muy francos y sin reservas mentales con Baiardo. Y somos igualmente francos en esta introducción.

Sin perjuicio del respeto al libre pensamiento, nuestros lectores se darán cuenta de que tenemos grandes dudas sobre ciertas declaraciones del señor Baiardo.

Sobre la cuestión de las supuestas fotografías que mostrarían al ex primer ministro Berlusconi con el jefe de Brancaccio y el general Delfino, como hay una investigación en curso, no entraremos en el mérito. Sin embargo, tomamos nota de que los jueces del Tribunal de Revisión de Florencia, aunque no están seguros de que la foto sea "verdadera", creen que Baiardo se la mostró a Giletti. Muchas cosas, tal vez, se entenderán al final de las investigaciones y en caso de que se haga una acusación.

Tampoco estamos convencidos de que todas las declaraciones de Baiardo a su colega Paolo Mondani sean "mentiras", aunque somos conscientes de que algunas declaraciones son al menos improbables. Los fiscales de Florencia, de hecho, en la audiencia de septiembre habían formalizado otras acusaciones contra Baiardo, incluida la de informes falsos al fiscal en las declaraciones realizadas sobre la masacre de Via D'Amelio.

Seguimos absolutamente convencidos de que Baiardo con sus declaraciones sirvió de caja de resonancia para los mensajes de Giuseppe Graviano.

En un pasaje de la entrevista también dejó escapar "hasta donde puedo decirle", lo que sugiere que hay límites dentro de los cuales debe moverse en sus respuestas.

Y no solo eso. A menudo, las consideraciones coinciden con las expresiones contenidas en las declaraciones espontáneas (a las que se añade un memorial) de Giuseppe Graviano durante la primera instancia del proceso 'Ndrangheta Stragista: del ataque a ciertos colaboradores de justicia a las denuncias contra el 41 bis, hasta las acusaciones contra ciertos personajes que fueron protagonistas de hechos que aún hoy no están del todo esclarecidos.

Todo ello es señal de que la cercanía, aunque sea de pensamiento, con los dos hermanos de Brancaccio estuvo lejos de interrumpirse en el momento del arresto.

La "gente de Palermo" de la que habría sabido noticias sobre Matteo Messina Denaro, en nuestra opinión, proviene precisamente de ese entorno familiar.

Un hecho anómalo, misterioso e inquietante, sin quitarle ningún mérito al operativo realizado por el ROS con la coordinación de la Fiscalía de Palermo, sigue siendo precisamente la información que Baiardo dio sobre la grave enfermedad y la inminente detención del jefe de Castelvetrano.

Creemos que Baiardo está en conocimiento de varios hechos, y tenemos la esperanza de que algún día pueda contar realmente todo lo que sabe.

Habló de una reunión a la que asistieron jefes de la mafia y altos representantes del Estado italiano, mencionando incluso al presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, para hablar de la agenda roja. Incluso habría visto copias del precioso documento perdido. No era la primera vez que hacía ciertas declaraciones. Verdadero o falso, sin embargo, creemos que Baiardo puede estar al tanto de varios hechos que Graviano pudo haber compartido con él y que esperamos algún día pueda revelar en su totalidad.

De momento, en medio de sus idas y vueltas, queda claro que está jugando un juego que no es para él mismo.

Una partida que parece ser la misma que la del jefe mafioso de Brancaccio.

Baiardo confirma un hecho del que Graviano habló tanto en las escuchas telefónicas con su compañero de la hora de aire diaria, Umberto Adinolfi, como en las declaraciones espontáneas en el proceso de Reggio Calabria.

Es la historia de la detención de Balduccio Di Maggio que, según él, no se produjo el 8 de enero de 1993 (como dice la versión oficial), sino entre el 27 y el 28 de diciembre de 1992. El propio Baiardo le habría advertido al jefe mafioso que en un primer momento le dijo que se preparara para partir hacia Palermo y que fuera a avisarle a Totò Riina (que sería detenido poco más tarde, el 15 de enero de 1993). Luego lo habrían detenido. La sentencia de segunda instancia del proceso de la Tratativa Estado-mafia también habla de la historia de la detención de Balduccio Di Maggio, sin tener en cuenta las palabras de Baiardo y Graviano. Muchos elementos que dan lugar a múltiples interrogantes que se vinculan con lo que pasó después.

¿La contraorden de Graviano significa que el jefe, de alguna manera, habría ayudado a la captura del jefe de jefes corleonés? Si así fuera, ¿es posible que haya hecho un pacto indecible con otros miembros de Cosa Nostra (Provenzano y Matteo Messina Denaro, que permanecieron prófugos durante años) y otros componentes del Estado?

Una historia que esperamos pueda ser explorada más a fondo por los órganos de investigación implicados en la búsqueda de la verdad sobre aquellos terribles años.

Baiardo sugiere que aún quedan verdades por descubrir sobre las masacres y las tratativas.

Al igual que Graviano, también se centra en la captura de los jefes de Brancaccio el 27 de enero de 1994. ¿Quién advirtió de su presencia en el restaurante milanés "Gigi il Cacciatore"? Tanto el jefe de la mafia como el ex heladero piamontés señalan como responsable al ex primer ministro Silvio Berlusconi.

Ambos esbozan razones "económicas", todas ellas por demostrar (cuando fue interrogado por los magistrados, Graviano informó que debería haberse celebrado una reunión el 14 de febrero para definir un "acuerdo de mil millones de dólares").

El jefe de Brancaccio en el proceso 'Ndrangheta Stragista afirmó incluso que habría un "documento privado" que acreditaría las relaciones económicas que su familia, empezando por su abuelo y luego por su primo, habría tenido con el ex primer ministro.

Lo cierto es que tras el arresto de los Graviano las masacres repentinamente cesaron. Berlusconi fue protagonista de la política durante más de veinte años, mientras que el jefe de Brancaccio permaneció en prisión, detenido bajo el régimen del artículo 41 bis.

Luego, en el 2016, tras un larguísimo silencio, interceptado en prisión, empezó a hacer una serie de referencias a las masacres de 1993, a la cárcel dura y a los diálogos con las instituciones.

Fue en ese contexto cuando se refirió por primera vez al ex primer ministro Silvio Berlusconi: "Berlusca me pidió esta cortesía. Por eso era urgente". Y luego: "Él quería bajar, pero en esa época estaban los viejos y me dijo que nos gustaría algo bueno". Y también: "En el 93 hubo otras masacres, pero no fue la mafia, ellos dijeron que fue la mafia".

Interrogado en el 2021 por los fiscales de Florencia sobre esas declaraciones, respondió con dos secos y simples "Sí", confirmando que con ese "él" se refería precisamente a Berlusconi.

Lo cierto es que Graviano conoce los secretos de las masacres y en la etapa de apelación del juicio 'Ndrangheta Stragista volvió a hablar con una petición clara: "No destruyan los disquetes con las escuchas telefónicas" ya que "podrían ser útiles en alguna instancia futura". En esos diálogos en prisión no se habló de acuerdos económicos, sino de masacres. Además, a partir de estas intercepciones la Fiscalía de Florencia reabrió la investigación sobre los autores intelectuales ocultos.

Imagen de portada: diseño gráfico de Paolo Bassani