Domingo 28 Abril 2024

Palermo, poco después de las 21.00 del 3 de setiembre de 1982. El general del Arma de Carabineros, Carlo Alberto dalla Chiesa, investigador altamente cualificado y punta de lanza del Arma, se dirige en coche a un restaurante en las afueras de Mondello para pasar una velada con su joven esposa Emanuela Setti Carraro. Ella iba conduciendo, él del lado del pasajero. Detrás de ellos el Alfetta conducido por el agente de custodia Domenico Russo. De repente, en la calle Isidoro Carini, una moto y un BMW 518 se unen a los dos coches y empiezan a disparar interminables ráfagas de Kalashnikov. La pareja recibe 30 balas de AK-47. El comando está formado por los jefes mafiosos Pino Greco "Scarpuzzedda", Calogero y Raffaele Ganci, Francesco Paolo Anselmo, Giuseppe Lucchese, Vincenzo Galatolo y Nino Madonia. El auto de los esposos dalla Chiesa termina chocando contra otro estacionado y uno de los sicarios, no contento, se baja y se acerca para rematar el trabajo, propinándole un último golpe letal en la cara al general. En la calle Carini se produce una masacre, además de dalla Chiesa y su esposa, también muere el agente Russo, después de estar ocho días en coma.

De esa matanza, 41 años después, se sabe quiénes fueron los verdugos y autores (internos) de Cosa Nostra, concretamente Totò Riina, Bernardo Provenzano, Michele Greco, Pippo Calò, Bernardo Brusca y Nenè Geraci. Pero todavía no se sabe con certeza cuál fue el verdadero motivo, por qué se desviaron las investigaciones y cuáles son los rostros de los autores intelectuales externos del ataque.

Para comprender los motivos por los que el general fue asesinado, probablemente haya que prestar atención a esos famosos 100 días vividos en la capital siciliana. El 5 de abril de 1982, pocos días antes de partir hacia Sicilia para dirigir a la prefectura (la última misión asignada al general que había terminado con las Brigadas Rojas), dalla Chiesa se reunió con el primer ministro Giulio Andreotti. En esa ocasión le dijo al primer ministro demócrata cristiano estas palabras que ofrecen una posible clave para comprender el motivo de la emboscada del 3 de septiembre de 1982: "No tendré ningún respeto por la parte del electorado de la que provienen sus grandes electores".

Lo contó su hijo, Nando dalla Chiesa, en el libro Delito Imperfecto. "Mi padre nos dijo después de esa entrevista: 'Estuve en casa de Andreotti y cuando le conté todo lo que se dice de los suyos en Sicilia, su cara se puso blanca'". Probablemente fue en ese momento cuando el general, sin saberlo, firmó su sentencia de muerte. Dalla Chiesa era muy consciente de la complicidad con Cosa Nostra de miembros de la línea interna de Andreotti en la Democracia Cristiana de la isla. Después de todo, había pedido poderes especiales para llevar a cabo su trabajo, como lo hizo cuando luchó en primera línea contra los terroristas de las Brigadas Rojas. Se lo había prometido el ministro Rognoni, pero nunca se los dio. El poder político de la época, de hecho, estaba en manos de la democracia cristiana de Andreotti, a la que el prefecto dalla Chiesa definió como "la familia política más contaminada".

"Es absurdo que hasta entonces gozara de la máxima confianza del gobierno y del propio Andreotti", recordó recientemente el magistrado de Catania, Sebastiano Ardita. Pero luego, tras aquel encuentro con el primer ministro, los miembros de la Democracia Cristiana le declararon la guerra porque dalla Chiesa había entendido que la fuerza de la mafia dependía de las protecciones políticas. A pesar de ello, dalla Chiesa cumplió con su deber hasta el día de la masacre, con los pocos medios legislativos y operativos de que disponía el Arma en ese momento y que el general le había pedido al Estado para luchar contra las organizaciones mafiosas en Sicilia. Instrumentos que hoy, sólo después de su muerte, y de la de decenas de otros servidores del Estado, posee el país.

Muerte del general Dalla Chiesa 2

Los autores intelectuales de la Democracia Cristiana

En cualquier caso, el nuevo prefecto no encabezaba la lista negra de Cosa Nostra de entonces, a pesar de haberla investigado, en Sicilia, ya entre finales de los años '60 y principios de los '70. Esto se debía a que, trivialmente, como decía su hija Simona, Cosa Nostra "no valía la pena". El general dalla Chiesa, dijimos, llevaba sólo cien días en Palermo, pero aún no tenía poderes para implementar lo que tenía pensado y ni siquiera podía realizar investigaciones específicas porque esa no es la tarea del Prefecto. Por otra parte, explicó Simona dalla Chiesa, "la mafia también sabía que matarlo a él, a su esposa y al agente Russo provocaría una reacción adversa de la opinión pública". Sin embargo, Cosa Nostra decidió de todos modos asesinar al general más famoso de Italia, conocido por haber terminado con las Brigadas Rojas. Fue un crimen cometido por encargo de otros, que no nació de los deseos de Cosa Nostra. Una dinámica que hemos encontrado repetidamente en los crímenes excelentes de la Primera República. La confirmación de que detrás del asesinato hubo autores intelectuales externos surgió de las palabras del jefe Giuseppe Guttadauro, al exasistente principal de Cirugía del Hospital Cívico de Palermo. "¿A quién le importaba matar a Dalla Chiesa? Vamos, seamos claros", le dijo a Salvatore Aragona, su amigo de confianza. Quienes interceptaron las palabras del jefe, en el 2001, fueron los magistrados de Palermo, coordinados por el fiscal Nino Di Matteo, que investigaban al exgobernador de Sicilia, Salvatore Cuffaro, luego condenado en forma definitiva por complicidad agravada con la mafia.

Aragona asintió y habló de un misterioso "orquestador". Los Carabineros del ROS escribieron al Ministerio Fiscal comentando: "Guttadauro creía que en la masacre de Dalla Chiesa había una dirección oculta de alguien que se había salvado sustancialmente con el hecho". "Por qué siempre tenemos que pagar nosotros por las cosas", insinuó Aragona. "Porque teníamos que hacerle este favor", respondió Guttadauro. "No entendí -insistió Guttadauro- que esto impulsara ciertas exasperaciones. Ni por qué debíamos meternos en la picadora de carne". ¿Quién había pedido en 1982 el "favor" de matar a Carlo Alberto dalla Chiesa? ¿Quién fue el "orquestador"? "Pero no podemos resolver y comprender todas las cosas con palabras -prosiguió Guttadauro- hay algunas cosas que nunca diré, que nunca saldrán a la luz". Incluso los mafiosos se quejaron de que la responsabilidad por crímenes de primer orden sólo recaía en los ejecutores y jefes de la mafia. De hecho, estos fueron utilizados muchas veces como brazo armado para operaciones militares que al final casi siempre resultaron inconvenientes para la propia Cosa Nostra. "Sólo los políticos pueden deslizarse bajo ese paraguas -sentenció Guttadauro- ya van a ver que en los distintos juicios los únicos que no tendrán problemas serán los políticos".

Muerte del general Dalla Chiesa 3

Y hablando de políticos, en el 2017 el exfiscal general de Palermo Roberto Scarpinato, al declarar en la comisión Antimafia para explicar la relación entre mafia y masonería, habló del asesinato de Carlo Alberto dalla Chiesa. Y puntualizando las palabras afirmó: "La orden de eliminar a dalla Chiesa llegó a Palermo desde Roma. Por medio del diputado Francesco Cosentino".

Demócrata cristiano, del sector de Andreotti y masón, Cosentino fue un poderoso diputado de la DC, secretario general de la Cámara, muy fiel a Giulio Andreotti, figura destacada de la logia masónica P2 de Licio Gelli y hombre cercano a Cosa Nostra. El retrato de Cosentino bien podría ser el del "orquestador" del que habló Guttadauro.

Incluso el colaborador de justicia Francesco Paolo Anzelmo había declarado que aquella masacre fue provocada por la guerra de la mafia, sino que era "algo que estaba por fuera" y posteriormente los arrepentidos Tullio Cannella y Gioacchino Pennino también aportaron otras ideas. El primero, cercano a Pino Greco "Scarpuzzedda", había contado las quejas de este último por haber tenido que organizar el crimen ("Nadie quería el asesinato de dalla Chiesa... Se necesitarán al menos diez años para enderezar adecuadamente el barco"); mientras que el segundo hablaba de una convergencia de intereses externa a Cosa Nostra. Una pista seguida en su momento también por los jueces del primer maxiproceso. Tanto es así que los propios Giovanni Falcone y Paolo Borsellino hablaron de "convergencia de intereses entre Cosa Nostra y sectores políticos y económicos" en relación al crimen.

E incluso los jueces, en la sentencia que condena a los jefes mafiosos, dejaron claro que "existen, sin dudas, grandes zonas grises, tanto en lo que respecta a las formas con las que el general fue enviado a Sicilia para hacer frente al fenómeno mafioso, como a la coexistencia de intereses específicos, dentro de las mismas instituciones, hasta la eliminación del peligro que suponía la determinación y la capacidad del general".

El desvío de las investigaciones

Todos los elementos que caracterizaron a las grandes masacres de Estado, con desapariciones de documentos y misterios incluidos, están presentes en torno al asesinato del altísimo oficial del Arma. Y fue el propio jefe de jefes, Totò Riina, quien confirmó que los documentos le fueron robados al general.

"Ellos -dijo el jefe corleonés- cuando se hizo esto... lo de dalla Chiesa... lo hicieron, joder, la abrieron, abrieron la caja fuerte... se llevaron todas sus cosas". Y con ellos se refería a entornos ajenos a Cosa Nostra. ¿Servicios? Una posibilidad que no es nada descabellada.

Se sabe que alguien entró en la casa del prefecto en Villa Pajno, durante la noche del 3 al 4 de septiembre de 1982. Llegó hasta la caja fuerte y la vació.

Muerte del general Dalla Chiesa 4

La mañana del 4 de setiembre los familiares de dalla Chiesa buscaron la llave para abrir la caja fuerte, pero sin éxito. La llave no volvió a aparecer hasta la tarde del 11 de septiembre, en el cajón de una secretaria. Sin embargo, cuando se abrió la caja fuerte, no había nada dentro excepto una caja (que estaba vacía). La maleta de cuero del general, en cambio, fue encontrada en el 2013 en los sótanos del tribunal de Palermo. No contenía ningún documento. Sin embargo, en el informe de inspección de la policía forense, conservado en el expediente judicial sobre la masacre de la calle Carini, se certifica que poco después de las 21.30 horas del 3 de septiembre de 1982, Carlo Alberto dalla Chiesa (muerto ya desde hacía quince minutos en el interior de su coche) tenía entre las piernas un maletín lleno de papeles. En otro informe, del 6 de septiembre, también hay una carta de transmisión de la Escuadra Móvil de Palermo al Ministerio Público, pero aquí sólo se menciona el maletín del general. ¿Y los documentos? Desaparecieron en el aire.

En un vídeo de la RAI, incorporado por los magistrados de la DIA (Dirección de Investigaciones Antimafia) por orden de la fiscalía de Palermo, el maletín de cuero quedó inmortalizado en las manos de un soldado del Arma.

En setiembre del 2012, en una carta anónima enviada al entonces fiscal adjunto Nino Di Matteo, luego miembro togado del CSM (Consejo Superior de la Magistratura), se decía que "un agente de los Carabineros de servicio en Palermo estaba preocupado por haber robado el maletín de cuero marrón que contenía documentos, sobre todo por la quema de nombres sobre las investigaciones que dalla Chiesa intentó realizar por su cuenta". Además, se hablaba de un despacho privado que el general Dalla Chiesa habría tenido en el cuartel de Piazza Verdi, sede del comando provincial de Carabineros: "Estaba ubicado frente al núcleo comando del Rono y había carpetas, notas y mensajes". El Fiscal de Palermo, en la persona de los fiscales que investigaron la tratativa Estado-mafia, reabrió el expediente y también hizo declarar como testigo a Nando dalla Chiesa. Años después de esas investigaciones no se sabe nada más, pero quedan numerosas preguntas abiertas.

Después de 41 años, a pesar del tiempo transcurrido, no se puede dejar de esperar que se llegue a una verdad completa sobre la muerte de la general dalla Chiesa, verdadero Padre de nuestra patria. Y para ello es necesario que la sociedad civil ya no se conforme con medias verdades, que apoye a los familiares y que una magistratura sana, que no mire a nadie, vuelva a centrar la atención para desenmascarar a esas "mentes refinadísimas" que se esconden detrás de los atroces crímenes de nuestra República.

Fotos: Antimafia Duemila

Foto 2: La escena del homicidio del prefecto Carlo Alberto dalla Chiesa, junto con su esposa Emanuela Setti Carraro y el agente de escolta Domenico Russo © Franco Zecchin

Foto 4: El prefecto Carlo Alberto dalla Chiesa en una visita a la escuela Garibaldi de Palermo en 1982 © Franco Zecchin