Domingo 28 Abril 2024

De Lucía: "Ayudó a crear una conciencia antimafia. Empujó a los jóvenes a salir al campo"

Como ocurrió con Boris Giuliano, Pio La Torre, Giovanni Falcone y muchos otros, la muerte de Libero Grassi también marcó el inicio de una nueva etapa de lucha contra la mafia, y golpeó el corazón de esa sociedad civil que hasta entonces aún no había logrado hacer frente al insidioso flagelo de la extorsión.

Libero Grassi nació en Catania el 19 de julio de 1924, en el seno de una familia antifascista, un mes después del asesinato de Giacomo Matteotti. Su nombre, Libero, fue elegido en honor del parlamentario socialista asesinado por los fascistas por oponerse al Duce. Criado en Palermo, en 1942 Libero se trasladó a Roma, donde estudió Ciencias Políticas. Se negó a luchar en la Segunda Guerra Mundial junto a fascistas y nazis, ingresó al seminario y lo abandonó después de la liberación. Regresó en 1945 para estudiar y graduarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, ya que la carrera de Ciencias Políticas había sido eliminada. Y también decidió abandonar su carrera diplomática para abrazar la empresarial en el sector textil introduciéndose en el medio de la burguesía industrial milanesa. De regreso a Palermo, fundó junto a su hermano Mima, una empresa de producción de ropa interior femenina, que en poco tiempo contó con 250 trabajadores. En 1958 terminó la colaboración con su hermano y nació Sigma, que hasta el día del asesinato fabricaba pijamas y batas de hombre. En los años 60, junto a su esposa Pina, se afilió al Partido Radical, y luego al Partido Republicano. También colaboró con varios periódicos, entre ellos Il Mondo. Su actividad hacía tiempo que había captado la atención de Cosa Nostra de Palermo. Pero Libero Grassi había manifestado inmediatamente su repudio a la idea de pagar a los extorsionadores y de hacer genuflexiones a Cosa Nostra. "No me gusta pagar, es una renuncia a mi dignidad de empresario", le dijo a Michele Santoro en RAI Tre el 11 de abril de 1991. Era famosa su carta, que había publicado el 9 de enero de 1991 en el Giornale di Sicilia, dirigida al "geómetra Anzalone" que le había pedido que pagara 50 millones de las antiguas liras para "hacer lo correcto". La respuesta de Grassi al "querido extorsionador", como lo definió en la carta, fue ejemplar. Esto no sólo representó un acto de desafío sino también la reivindicación de ser libre y poder vivir con dignidad.

"Quería advertir a nuestro extorsionador desconocido -escribe Libero Grassi- que se ahorrara las llamadas telefónicas amenazadoras y los gastos de compra de mechas, bombas y balas, ya que no estamos disponibles para hacer contribuciones y nos hemos puesto bajo la protección de la policía. Esta fábrica la construí con mis propias manos, llevo trabajando toda mi vida y no pienso cerrar. Si pagamos los 50 millones, luego volverán a pedirnos más dinero, una cuota mensual, estaremos destinados a cerrar la tienda en poco tiempo. Por eso le dijimos no al 'Geómetra Anzalone' y diremos no a todos aquellos como él".

Libero Grassi, con ese gesto, se expuso a la venganza mafiosa y el 29 de agosto de 1991, después de despedirse de su esposa Pina, Salvino Madonia y Marco Favaloro (del clan Madonia) lo siguieron para luego matarlo por la espalda.

Eran las 7.45 de la mañana, Grassi caminaba sin escolta (que había rechazado a pesar de las repetidas amenazas) y los jefes no tuvieron que esforzarse mucho para derribar a ese empresario irreductible. Cuatro disparos acabaron con su vida. Algunos meses después de la muerte de Libero Grassi, el Gobierno promulgó el decreto-ley número 419, convertido luego en ley número 172/92, que instituye el fondo de solidaridad en favor de las víctimas de la extorsión y la usura. Otra medida gubernamental más, adoptada sólo después de la muerte de tantas personas valientes que dieron su vida por la libertad en Sicilia. En octubre de 1993, Salvatore Madonia, conocido como Salvino, hijo del jefe del distrito de Resuttana, fue detenido junto con el cómplice que conducía el coche, Marco Favaloro, que más tarde contribuyó a reconstruir la emboscada. Madonia fue condenado en forma definitiva, bajo el régimen del 41-bis, y con él toda la cúpula de Cosa Nostra.

Hoy, 32 años después, la memoria de Libero Grassi sigue viva en el corazón y en la mente de Palermo, su testimonio ha sido retomado por numerosas asociaciones como Addiopizzo y transmitido a las generaciones siguientes por la incesante actividad de su esposa Pina y de sus hijos. Alicia y David. Para celebrar su memoria en via Alfieri, estarán en el lugar y a la hora exacta (7:45) del crimen, el alcalde de Palermo Roberto Lagalla, la prefecta María Teresa Cucinotta, el consejero regional del patrimonio cultural Francesco Paolo Scarpinato, el fiscal jefe de Palermo Maurizio de Lucia y el presidente de la comisión regional antimafia Antonello Cracolici; con ellos los hijos de Grassi y los representantes de las fuerzas del orden.

"Libero Grassi -declaró el fiscal de Lucia en una entrevista al Giornale di Sicilia- contribuyó a crear una conciencia antimafia. Empujó a los jóvenes de Addiopizzo a salir al campo. Durante estas tres décadas ha habido una reacción del Estado, la mafia militar ha sido golpeada, los jefes han descubierto que la impunidad ya no existe. La diferencia hoy la marcan las muchas, muchas condenas". "El ejemplo de Libero Grassi -siguió diciendo De Lucia en una entrevista al diario Repubblica- sigue siendo muy actual, el dinero de protección se sigue pagando en nuestra ciudad, en menor medida que en el pasado, pero hoy no es sólo por miedo a que los operadores económicos cedan ante la mafia, sino por conveniencia".

Libero Grassi asesinado no fue solo la mafia 2

La figura de Madonia

Volviendo al crimen, hay un aspecto que pocos recuerdan. Y es la dinámica en la que fue puesto en acción. Según los arrepentidos que formaban parte de la comisión de Cosa Nostra, como Giovanni Brusca, Antonino Giuffré y Totò Cancemi, el jefe de jefes Totò Riina no dio ninguna orden de matar a Grassi. Fue una decisión personal de Salvino Madonia. Una conducta absolutamente anómala ya que era Riina, y sólo Riina, quien ostentaba el poder de vida y muerte en la organización, era la figura que dictaba las ejecuciones y era ante él que había que presentarse para cualquier ajuste de cuentas.

Sin embargo, en el caso del asesinato de Libero Grassi, como en el asesinato, por ejemplo, del policía Nino Agostino, Totò Riina no sólo no dio ninguna instrucción, sino que ni siquiera fue consultado. Fue directamente dejado de lado.

El propio Totò Cancemi nos dijo personalmente que Riina no había dado su consentimiento. No había dado ninguna orden y se enteró del asesinato después del hecho. Normalmente el jefe de jefes en estos casos solía desatar su furia asesina contra cualquiera que intentara o sólo pensara en tomar iniciativas autónomas sin su consentimiento. Y Madonia era consciente de ello.

"Todo se decidía en forma democrática siempre que todos estuvieran de acuerdo con él. Cuando alguien no estaba de acuerdo pagaba las consecuencias, en el 99% de los casos con su vida", afirmó Giovanni Brusca.

Sin embargo, en el presente caso, al igual que en el caso del crimen de Agostino, el jefe de jefes se abstuvo de vengarse de sus subordinados. Él sólo manifestó su indignación y el deseo de hacerlos pagar, pero sin llegar nunca a los hechos.

Esto se debe a que tanto el asesinato de Agostino como el de Grassi fueron perpetrados por la familia Madonia, de la que Salvino era miembro. En aquella época, los Madonia gobernaban el distrito de Resuttana. El líder indiscutible era Francesco Madonia, responsable de masacres, exterminios (como el de los Buscetta), asesinatos de policías y magistrados. Detenido y liberado varias veces (en aquella época los mafiosos aún gozaban de una importante impunidad), con el tiempo confió su reino a sus hijos: Salvino Madonia, Giuseppe Madonia, Aldo Madonia y Antonino Madonia. De los cuatro, este último, además de ser el primogénito, también era el más poderoso, mucho más temido que su padre. Nino Madonia (recientemente condenado en primera instancia por el asesinato del policía Agostino) se jactaba, como Salvatore Biondino y muy pocos más, de relaciones y amistades con sujetos de la jefatura de Policía, de los servicios secretos, de la masonería y del terrorismo negro. Fue y sigue siendo un hombre misterioso, de gran astucia, además de un asesino despiadado. Nino Madonia en Resuttana era el buen y el mal tiempo, a pesar de la figura de Totò Riina. Y tenemos motivos para creer, por tanto, que el crimen de Grassi formó parte de esta dinámica, con el hermano que no se molestó en pedirle permiso a Riina para silenciar al empresario que se había atrevido a denunciar a Cosa Nostra.

"Riina amaba y odiaba a Nino Madonia Riina. Se sintió burlado no sólo por esos asesinatos. Sino porque tenía contactos personales que se reservaba para él", dijo Brusca hace casi dos años en el juicio a Agostino.

Riina había llegado al punto de temer a Madonia. En su declaración ante el tribunal, Brusca recordó un episodio que resulta increíble. "Durante el período en que Riina estuvo prófugo en San Giuseppe Jato, nadie sabía dónde estaba su casa. Un día, sin embargo, Madonia apareció en la casa. A partir de ese momento Riina dejó de estar tranquilo. No dijo que era policía ni que tenía contactos con la policía, pero no estaba tranquilo. También temía por sí mismo". Y luego agregó: "Se enojaba cuando hablaba de Antonino Madonia. Con duras declaraciones. Pero tenía miedo de implementar una estrategia contra su persona".

Nino Madonia era un tirador libre que no rendía cuentas a nadie y, en consecuencia, también su hermano menor Salvino, el asesino de Libero Grassi. Por lo tanto, no se puede excluir que detrás de ese asesinato, dada la naturaleza anómala del contexto en el que tuvo lugar, hubiera otros objetivos distintos a los de la pesadilla en la que acabó Grassi. Esto se debe a que la familia de Madonia, en Cosa Nostra, operaba a otro nivel, con diferentes métodos y diferentes objetivos. Todo en el mayor secreto.

El aislamiento del Estado que mata

Y digamos la verdad, Libero Grassi fue asesinado porque fue abandonado por el Estado. Sobre todo, por la justicia de la época. Basta recordar la sentencia con la que fueron absueltos los cuatro caballeros de Catania: Francesco Finocchiaro, Gaetano Graci, Carmelo Costanzo y Mario Rendo (apodados "Los caballeros del apocalipsis" por Pippo Fava en uno de sus artículos en el diario I Siciliani) - en el que el juez dijo que no es delito obtener la "protección" de los jefes.

Y luego también por el mundo empresarial del que Grassi formaba parte, concretamente de Sicindustria y Confindustria, que literalmente le dieron la espalda. Nadie escuchó sus llamamientos ni se solidarizó con su persona. Todos los grandes empresarios millonarios, en el mejor de los casos hipócritas y en el peor coludidos con la mafia, guardaron silencio y respaldaron el asesinato. La verdad es que Libero Grassi estaba solo y fue dejado solo. Giovanni Falcone siempre lo decía: "Se muere cuando las instituciones nos dejan solos".

Foto de portada: © Luciano del Castillo