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Argentina: 15 de agosto de 1972, en el  penal de Rawson, una fuga masiva desató una masacre represiva
Por Agustín Saiz - 27 diciembre de 2020

Este último 22 de diciembre la Corte Suprema de Argentina después de demorar seis años, decidió devolver la causa por la masacre de Trelew a la Cámara de Casación, al entender que el recurso utilizado para confirmar las sentencias estaba mal otorgado. Por medio de un fallo firmado por Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, la sentencia sobre los fusiladores de la masacre de Trelew, del tribunal de Comodoro Rivadavia del 2012 y que había sido confirmado por la Cámara de Casación en el 2014, quedo de este modo en suspenso.

Cuando se habla en Argentina de “dar vuelta una página” son muchos los mecanismos a disposición del Estado que se orquestan a favor de la impunidad en los crímenes cometidos por lesa humanidad. Detrás de esa supuesta intención superadora de mirar hacia adelante y dar curso a que fluyan los mecanismos que permiten el devenir de la historia, se esconde la intención bien perversa de que la misma se diluya como la arena cuando es arrastrada en la orilla del mar.

En este caso la ola viene desde el poder judicial y tira abajo el trabajo producido en los últimos ocho años de esta causa provocando un retroceso lamentable. Ya son cuatro los fallecidos a lo largo de este proceso sobre un total de cinco imputados y se corre el riesgo de quedar desdibujado el valor simbólico y concreto de una sentencia a través de un argumento jurídico, discutible, de orden técnico.

La masacre de 19 jóvenes veinteañeros (militantes que soñaban con un mundo seguramente distinto al que hemos arribado) está esperándonos como un agujero en la memoria desde hace ya casi 50 años, para que sea iluminado con la verdad. Y para ello es necesario arribar a una sentencia histórica que declare que los crímenes cometidos son de lesa humanidad.

La fuga

El 15 de agosto de 1972 un grupo de jóvenes militantes comenzaron a tomar una por una las guardias de los distintos pabellones y en 15 minutos lograron tener el control completo del penal de Rawson. La idea era transportar un total de 116 militantes fugados a través de la toma de un avión BAC-111 en el aeropuerto de Trelew y haciendo previa escala en Buenos Aires, llegar a Cubaen donde pedirían asilo político. Al mando del operativo se había conformado un comando unificado de diferentes organizaciones con Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo, Domingo Menna (ERP), Roberto Quieto, Marcos Osatinsky (FAR) y Fernando Vaca Narvaja (M).

Este primer grupo llega en automóvil desde el penal al aeropuerto, casi en simultáneo con el arribo del avión el cual habían planificado tomar. Pero otro grupo de 19 militantes fugados que debía venir detrás, arriba tarde debido a un problema de interpretación de lo que estaba sucediendo dentro del penal, el cual confundió al equipo que coordinaba la logística de traslado. Por lo tanto cuando llegan y ven imposibilitada su salida, deciden intentar negociar y toman el aeropuerto con las personas del lugar como garantía. Luego de demandar además  la presencia de periodistas y un juez federal para cerrar la negociación, realizan una conferencia de prensa que se transmite por todo el país. Casi a la medianoche, el grupo de los 19 militantes acuerdan entregarse y son escoltados en un bus por vehículos militares hasta la base de la marina Almirante Zar (BAAZ), donde algunos días después serían masacrados.

La masacre

Los prisioneros fueron distribuídos dentro de la base en ocho celdas dispuestas a los dos lados de un solo pasillo, utilizada por la marina para el castigo de sus propios miembros. Mientras tanto el gobierno ya había decretado el estado de emergencia en las ciudades de Rawson, Trelew, Puerto Madryn y el penal seguía con el resto de los prisioneros amotinados.

Con los días el trato se fue endureciendo cada vez más, el ambiente fue poniéndose más tenso y comenzaron a servirles la comida por separado a punta de pistola. El sábado 19 ya realizaron sobre ellos un primer simulacro de fusilamiento. Las amenazas fueron incrementándose hasta el día 22 de agosto, cuando a las tres de la mañana los marinos sacan celda por celda a los prisioneros y los disponen parados en cada puerta mirando el piso.

Allí comienzan a fusilarlos a quemarropa: “Mariano Pujadas, Humberto Suárez y José Mena, que estaban en la primera celda, cayeron enseguida. Jorge Ulla corrió y trató de tirarse encima de un marino. En la puerta de su celda, Clarisa Lea Place y Susana Lesgart cayeron muertas. Ana María Villarreal de Santucho también cayó boca abajo, en medio del pasillo. María Angélica Sabelli cae muerta al lado de quien sería una de los sobrevivientes de la masacre, Maria Antonia Berger. Los tiros de gracia seguían escuchándose con el avance de los marinos por el pasillo. Ricardo Haidar y Alfredo Kohon se pararon y el teniente Bravo junto a un oficial le meten a Haidar un balazo con una 45 en el medio del pecho y otro a Kohon. En la celda de Alberto Camps y Mario Delfino suenan dos tiros. Delfino cayó muerto y Camps con una bala en el vientre trató de quedarse lo más quieto posible. Haidar y Camps serían los otros dos de los 19 que lograron sobrevivir. Llegan a la celda de María Antonia Berges que ya había perdido mucha sangre y estaba tirada. El oficial le apunta a la cara con una pistola y le dispara, la bala le entró por el mentón y la tiró para atrás, aun así la joven siguió estando consciente”.

Masacre de Trelew 2

Siete de los 19 cuerpos acribillados fueron llevados agonizando a la enfermería. De este grupo de heridos  solo tres lograron sobrevivir. Los medios oficiales quisieron instalar la idea de que Pujadas había sido quien había iniciado el conflicto tomando un arma y atacando a los marinos, pero esa versión de los sucedido fue poco creíble. Al día siguiente los sobrevivientes desde las camas del hospital naval de Bahía Blanca, comienzan a relatar la verdad de la historia.

Un año después los tres recuperaron su libertad y continuaron su militancia en las organizaciones donde pertenecían. En 1977 cae Camps resistiendo la redada de un grupo de tareas que intentaba tomar su casa. Berger fue secuestrada en 1979 y su cuerpo fue exhibido como un trofeo en la ESMA. Haidares desaparecido en 1982 en Brasil por militares argentinos y desde entonces nunca se supo su paradero.

La causa

En el 2012 se realizó el juicio en el que fueron condenados a perpetua Carlos Amadeo Marandino, Luis Emilio Sosa y Emilio Jorge Del Real.

En el 2014 la Cámara Federal de Casación Penal falló por unanimidad, calificando los hechos ocurridos como delitos de lesa humanidad, confirmando las tres sentencias anteriores y anulando las absoluciones a otros dos implicados, Jorge Bautista y Norberto Paccagnini.

Recientemente, en diciembre del 2020, después de seis años, la Corte Suprema anula la decisión de la Cámara de Casación,considerando que el recurso estaba mal otorgado y sin siquiera llegar a tratar la cuestión de fondo en relación a si los crímenes cometidos en el 72 (antes del golpe de Estado del 76) corresponden calificarlos de lesa humanidad.

De los cinco imputados, cuatro ya han fallecido en el transcurso de esta causa: Sosa y Del Real en el 2016, Bautista en 2018 y Paccagnini en 2019. Además de Marandino, el otro fusilador con vida es Roberto Bravo, pero antes de poder procesarlo es necesario que sea extraditado de su exitosa vida de millonario en los EEUU.

El “dar vuelta la página” como política de Estado no puede ser ejercida a través de un trámite burocrático firmado por decreto, para satisfacer la ansiedad contenida de un sector del electorado que “quiere otra cosa”. Para hacerlo es necesario en cambio, una reconstrucción minuciosa del pasado que es necesaria porque permite a su vez latransformacióndel presente. Lo hace menos impune y un poco más “vivible”, sobre todo porque deja al descubierto la huella temporal de como las mismas ratas, que hoy siguen al acecho, fueron quedándose escondidas en los laberintos del poder.

Porque aquella patria defendida de los “extremistas guerrilleros” por aquellos fusiladores, no es otra cosa que este presente imposible en que vivimos atados de pies y manos. Solo que ahora pareciese que quien está esperando ahora el tiro de gracia, no es un grupo de jóvenes sino la sociedad entera.

La masacre de Trelew es uno de los puntos neurálgicos de la historia argentina porque en aquel penal, como en una especie de ensayo dentro de ese espacio confinado, convergieron elementos históricos y personalidades que configuraron una metáfora de la búsqueda de una liberación, que todavía sigue pendiente. Y que luego se proyectaría en el periodo de la atroz dictadura para trazar las historias de mayor dignidad, altruismo y compromiso que hemos vivido, en contraste a la de una vergüenza, que todavía como pueblo, no nos podemos terminar de sacar de encima.

¡Nunca más, es nunca más!

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*Foto de Portada: www.laimposible.com.arg

*Foto 2: www.cels.org.ar