Con voz pausada. En tono armonioso. Con la frente en alto. Pronunciando cada palabra, serenamente. Sin exaltación. Diríamos más bien, en términos concluyentes (de que la justicia no ha quedado relegada, o mejor aún, que se ha materializado) habló a un grupo de periodistas brasileños Annielle Franco, la hermana de la Concejala Marielle, del Partido Socialismo y Libertad (PSO) -que fue asesinada a balazos en un barrio de Río de Janeiro el 14 de marzo de 2028, hace seis años, junto a su chofer- refiriéndose a la noticia de que un diputado de derecha , un ex jefe de policía y otro funcionario público fueron detenidos por equipos de la Policía Federal brasileña -y puestos a disposición del Supremo Tribunal Federal del Brasil (STF)- por el doble crimen. Tres detenidos que están imputados particularmente como presuntos ideólogos del atentado.
“Solo Dios sabe cuánto soñamos con este día. Hoy fue dado un gran paso para lograr la respuesta que buscamos hace tantos años. Estamos más cerca de la justicia. Un gran día”.
Horas antes, los medios de comunicación del Brasil, de la región y del mundo, habían dado la noticia de los no pocos operativos policiales relacionados con el crimen de la Concejala Marielle Franco, todos ellos coordinados por el Supremo Tribunal Federal, que desde ese momento se hizo cargo del proceso de los imputados, identificados como Chiquinho Brazao, diputado de derecha, del partido “Unión Brasil”; Comisario retirado y ex jefe de policía, Rivaldo Barboza y Domingo Brazao, integrante del Tribunal de Cuentas de Río de Janeiro, sobre los que pesa firme sospecha de que hicieron parte del crimen, como autores intelectuales. Los sicarios, en cambio, que ya fueron detenidos, son dos hombres identificados como Ronnie Lessa, ex policía -quien efectuó los disparos, con una ametralladora de alto poder de fuego y automática- y Elcio de Queiroz, conductor del auto que se utilizó y con el cual embistieron al auto de sus víctimas, antes de cometer el crimen de la Concejala y de su chofer Anderson Gomes, quien fue igualmente alcanzado por las balas asesinas.
Hace unos seis años, apenas conocido el atentado en el Brasil, en múltiples ámbitos sobrevino un repudio generalizado y la ciudad quedó conmocionada. Marielle Franco era un mujer respetada en los círculos políticos. Su sola presencia era emblema de lucha verdadera, por la libertad, y en defensa de la vida. Y fue tan así, que desde las sombras decidieron sacarla del medio.
Entraron a tallar los autores intelectuales -¿el diputado derechista, el comisario de policía, el integrante del Tribunal de Cuentas? ¿y más tarde los sicarios?. ¿O hubo alguien más? ¿Alguien por encima de ellos, como vértice final del mandato? No hay respuestas, por el momento. Quizás solo sospechas. Quizás solo intuiciones.
La cuestión es que a estas alturas, a las algarabías en torno al esclarecimiento del crimen de Marielle, restan ahora los resultados del proceso.
Todos los actos posteriores, después del acto criminal, comenzaron a salir a la superficie, progresivamente, hasta que se develaron las identidades de los presuntos involucrados. ¿Y después sobrevendrá la última etapa de la sentencia? ¿Sobrevendrá verdaderamente? ¿ Sobrevendrá ese último camino de hacerse justicia, tras una tragedia que no solo desmoronó a una familia, sino además a múltiples sectores populares y políticos que apoyaban a la Concejala? ¿Sobrevendrá?
Río de Janeiro es un enjambre de avispas, donde los intereses benignos se entrecruzan con los malignos. Una malignidad con diferentes rostros. Marielle era una denunciante de todos los rostros del mal, en Río. Marielle era una pesada piedra en el zapato para los intereses de quienes en favelas y fuera de ellas ordenaban asesinatos por doquier, o intimidaciones a hombres honestos de la política regional. Marielle era un faro de luz, en medio de esa oscuridad llamada corrupción. Esa corrupción trayendo sobre sus espaldas, muerte, violencias, torturas y abuso de poder. El abuso de poder ejercido por las milicias parapoliciales operantes en puntos claves de la urbe carioca.
Historiemos: Un legislador de nombre Marcelo Freixo lanzó la primera piedra para desmantelar toda esa violencia, y lo hizo con el incondicional apoyo de Marielle Fanco, allá por el año 2008, comandando ambos la Comisión Parlamentaria de Investigaciones (CPI) de las denominadas “milicias”, tuteladas o apadrinadas, nada más ni nada menos que por capos paramilitares.
Freixo, en los últimos días, recordando a Marielle, a propósito de los operativos en los cuales se detuvieron a los presuntos ideólogos afirmó al periodismo carioca: “En la Comisión Marielle fue fundamental. Era una mujer extraordinaria, una vencedora, y fue por esa razón, por ese motivo, que años después la eligieron como Concejala. Si Marielle les molestaba (a los paramilitares, ndr) cuando trabajaba conmigo, ella les molestaba aún más con las denuncias en la Asamblea Municipal, en poco más de un año de gestión. Marielle conocía bien a las milicias”.
Hoy, Marcelo Freixo es funcionario del gobierno nacional. Hoy, la recuerda a Marielle impregnado de dos sentimientos: “Acabo de recibir la noticia del arresto de los posibles mandantes de su asesinato y recibí esa noticia con una mezcla de alivio e indignación. Han pasado seis años, es demasiado tiempo”.
Una y mil veces se advierte la presencia de la indignación.De la desazón, ante el prolongado tiempo, en el que las idas y las venidas para determinar sospechosos y evidencias fueron más que numerosas. Una y mil veces , desde filas de Marielle se denunciaron desvíos en las investigaciones, obstrucciones en las averiguaciones, constatándose que se elaboraban pistas falsas, y además se alteraban declaraciones, siempre con el objetivo de dilatar -o borrar- todo camino a la verdad.
Hoy, por ejemplo, Freixo recuerda -en diálogo con la prensa- que él personalmente llamó el 14 de marzo e 2018, tras el asesinato de Marielle, al jefe de policía Barbosa , el mismo funcionario que fue detenido ahora como presunto ideólogo. El mismo funcionario que a los tres días del crimen fue designado por el general Braga Netto quien era interventor de la provincia, y responsable directo de las fuerzas de seguridad y, además , de los servicios de inteligencia. Ese general que más adelante sería pieza clave de Jair Bolsonaro, haciendo parte de su gabinete, como el “hombre fuerte” del Ministerio de Defensa. Ese general que avanzó a paso meteórico en filas gubernamentales, con el lastre de un doble crimen impune. Y él, como si nada hubiera pasado.
Hoy, soplan vientos nuevos en torno al doble asesinato de aquel 14 de marzo de hace seis años. Estamos en tiempos propicios para que las aguas se dividan. Para que salgan a la superficie las aguas turbias y queden las aguas limpias, y cristalinas de verdad.
Detenidos los tres presuntos ideólogos, ya presos anteriormente los dos sicarios, y estando en pleno proceso las investigaciones del Supremo Tribunal Federal, solo resta saber o preguntarse si hay más jugo a sacar del palo podrido que ordenó segar la vida Marielle Franco. Saber, quién o quienes más, podrían estar involucrados en ese hecho de sangre, emblema del autoritarismo más letal que pudo haberse visto en el Brasil, en los últimos años, dentro mismo de las instituciones.
Una fantasmagórica silueta, parecería irse dibujando, en el horizonte, en tren de hipótesis, sobre la existencia de más manzanas pútridas alrededor del caso Marielle Franco. La fantasmagórica silueta del genal Braga Netto.
Un candidato a ser el paladín del mal. Un candidato único, por cuánto inigualable y por cuánto óptimo. Un secreto a voces, que recorre las calles cariocas.
Solo resta probar su participación en el atentado. Solo así se hará justicia plena con Marielle Franco.
Foto: m24.com.uy