Sábado 18 Mayo 2024

En Ecuador, dentro de una tensa situación, se viven horas de congoja y de honda consternación

Seis hombres de nacionalidad colombiana están ya bajo prisión preventiva, celosamente custodiados, por el asesinato a balazos del presidenciable Fernando Villavicencio, hecho ocurrido este miércoles 9 de agosto, cuando se retiraba de un complejo deportivo de Quito, siendo emboscado por sicarios que sembraron de muerte y pánico la entrada del lugar donde se acababa de realizar un mitin político. Los ideólogos del crimen serían elementos del narcotráfico local y regional, y se desconoce hasta el momento, o al menos no se ha dicho nada aun oficialmente, respecto al grado de participación de los detenidos en el atentado. Se estima que entre ellos hay sicarios y personas que apoyaron la logística para la acción. De mandantes, no hay novedades, aunque se sabe genéricamente que serían las mafias del narcotráfico las causantes del asesinato.

Mientras en el Ecuador se vive un estado de excepción, dispuesto por el presidente Guillermo Lasso, con el cometido de preservar el acto eleccionario de los próximos días, las autoridades policiales y de la fiscalía general llevaron adelante una muy intensa actividad y en ese marco fueron detenidas varias personas. Cabe recordar que ya a poco tiempo del hecho criminal, un sicario fue literalmente abatido al momento mismo del atentado, cuando policías abrieron fuego contra los atacantes, y que en operativos casi inmediatos se dieron arresto a algunos sospechosos.

Una vez derivados ante la fiscalía y la justicia se comenzaron a echar aguas claras sobre sus respectivos historiales. En ese marco se pudo saber, por ejemplo, que cinco de ellos poseían antecedentes penales en Colombia. Técnicamente este sexteto estaría bajo sospecha de ser partícipe en el asesinato de Villavicencio, pero solo recién en el proceso se podrá recién ir definiendo más particularidades de cada uno de ellos, para que de esa forma se pueda arrojar claridad respecto a las acusaciones que les formularán por parte de la Justicia.

En el contexto de las investigaciones en curso ya se sabe fehacientemente que Fernando Villavicencio había denunciado públicamente haber sido amenazado de muerte por Adolfo Macías, apodado “Fito”, el líder de una banda delictiva denominada Los Choneros, sujeto que se encuentra detenido en una cárcel de Guayaquil. 

La prensa ecuatoriana informó que uno de los detenidos, iniciales M.O, en el 2018 cumplió una pena de cuatro años por fabricación y tráfico de armas de fuego y municiones; mientras que otro, José L.H. posee un antecedente por hurto; Adey G.G, ha sido sindicado como autor de violencia contra servidor público, tráfico, fabricación y porte de estupefacientes, homicidio y concierto para delinquir agravado; mientras que Camilo R.R fue procesado por delito de receptación; Jules C.A. en cambio, tiene antecedentes por violencia intrafamiliar, concierto para delinquir, hurto calificado y tráfico; por su parte Jhon R.G. es el único de los detenidos que no posee historial delictivo.

Las capturas de estas personas se realizaron en operativos coordinados en diferentes barrios de Quito: Conocoto, San Bartolo y en el cuadrante oriente sur de la capital ecuatoriana. Se informó oficialmente que en una vivienda Conocoto, por ejemplo, se incautó una maleta con armas y granadas, y en los restantes operativos se hallaron: un vehículo, una moto, un fusil, cuatro pistolas, un subfusil, seis alimentadoras calibre 9 mm, alimentadoras calibre 5.56, varias cajas con munición 9mm, tres granadas de fragmentación y varios kilos de sustancias estupefacientes.

Sin perjuicio de estos operativos y de las capturas de estos seis hombres, las autoridades continúan desarrollando una muy intensa labor, en procura de más involucrados, tomándose en cuenta que para este atentado la logística debió involucrar numerosas estructuras criminales. Y si verdaderamente, como se supone, tomó participación el grupo ecuatoriano que responde al Cartel mexicano de Sinaloa, es más que evidente que los mandantes harían parte flagrante de una temible criminalidad organizada operante en el país, desde hace ya un tiempo.

Se tratarían de organizaciones, que, de hecho, no hacen otra cosa que erosionar la democracia ecuatoriana, dentro de un contexto de mafia transnacional, cuya penetración en la sociedad es relevante y extremadamente peligrosa, por las consecuencias que podrían acarrear.

Muchos observadores políticos de la región definen que el asesinato de Fernando Villavicencio visibiliza hasta qué punto está instalada la criminalidad en el Ecuador, no solo debilitando todos los estamentos del Estado, sino además todos los caminos viables para neutralizar el avance mafioso.

Estadísticamente hablando, el magnicidio de Villavicencio se suma a las frioleras cifras de asesinatos en el Ecuador. Literalmente, en tan solo seis meses, se quintuplicaron. En su mayor porcentaje, son asesinatos relacionados con la criminalidad. Violencia de sesgo mafioso, con el sello del narcotráfico, siendo los objetivos, ciudadanos que no han aceptado entrar en ese círculo, o que los han denunciado; pero además se registraron objetivos dentro mismo del ámbito delictivo, ya sea por redecillas internas, luchas de poder o ajustes de cuentas; también ha habido y hay víctimas en filas del periodismo, por denunciar en los medios corrupciones y a grupos organizados del hampa ecuatoriano; y por si fuera poco, se han cometido violencias letales, en contra de operadores de justicia y de la fiscalía. No hace mucho, la misma fiscal general Diana Salazar fue amenazada de muerte casi en forma simultánea al asesinato del fiscal Leonardo Palacios, en la región de Durán.

Hay un dato a señalar sobre este magnicidio. Se trata de un atentado que se comete dentro de una coyuntura histórica para Colombia, de extrema gravedad. Y de esta situación el gobierno de Guillermo Lasso, no resulta ser indiferente. En contrario, desde diferentes sectores políticos se lo tildó de ligero a la hora de confrontar a las mafias operantes. Algo que sí hizo, en su campaña política, el hoy fallecido Villavicencio. Y hacerlo, es decir amenazar a las mafias con la aplicación de la Ley y con dar punto final a las violencias, le costó la vida. 

Precisamente hoy, se dieron sepultura a sus restos, advirtiéndose que su féretro fue celosamente custodiado por personal policial fuertemente armado, ante la posibilidad de que se cometa un ultraje. En el sepelio de Villavicencio se registraron indescriptibles escenas de dolor, repudio, y consternación, pero al mismo tiempo, era muy visible un clima de tensión, no menos indescriptible.

Ecuador, en los últimos años ha sido prácticamente cooptado por la violencia criminal, sin discriminación alguna. Y todo este desmadre fue tomado en mucha por consideración por Villavicencio, de ahí que su caballo de batalla en sus mítines, era precisamente darle a la población, un futuro libre de violencias.

No obstante, prometer y anunciar a viva voz el endurecimiento de las penas y un combate frontal a la corrupción y a la mafia ecuatoriana ligada a otros grupos criminales, en particular del narcotráfico, le generó la muerte. Porque allí en Ecuador, el diálogo de las armas, resulta ser el más fluido y un muy eficiente medio de persuasión, aun cuando haya personalidades honestas como Fernando Villavicencio. Y cuando estos opositores a la violencia son tenaces, el plomo los saca del medio sin mayor escrúpulo.

Horas después del atentado un video se divulgó en el Ecuador y en el mundo. Las imágenes muestran a unos encapuchados portando armas, autodenominándose “Los Lobos”, adjudicándose la autoría del magnicidio, puntualizando, además, entre arengas de tono belicoso, que, así como ultimaron a Villavicencio lo harán con otros que no respeten sus acuerdos, por ser corruptos. Una amenaza, que notoriamente no coincide con la postura del presidenciable hoy fallecido, lo que nos hace pensar, que este mensaje no hace otra cosa que sumar otra violencia más contra Villavicencio: desprestigiarlo en grado máximo, aún después de quitarle la vida.

Pero en materia de criminalidad organizada, de narco mafias y de estructuras del sistema criminal integrado operante en nuestra latinoamericana -que se sigue desangrando, por intereses al margen de la ley- se puede esperar de todo. Y en todo ámbito. 

Ya nada asombra. Nada.  

Foto de portada: Ministerio del Interior de Ecuador