Martes 21 Mayo 2024
La única novedad: la crucial importancia de que declare “losi, el espía arrepentido”

Por Juan José Salinas (*) de Pájaro Rojo-23 de julio de 2022

La declaración que Nisman no quiso escuchar y, menos, investigar.

Pasó un nuevo aniversario de los bombazos que demolieron la AMIA y mataron a 85 personas y como era harto previsible, se repitieron como un mantra las mismas mentiras de siempre, que hacen imposible que se avance un milímetro en su esclarecimiento: Que está probado que la mutual judía (y en especial, la DAIA, que tenía y tiene sus oficinas en su edificio) fue atacada por un vehículo-bomba y que los responsables fueron del Hezbolá libanés (no hay ningún inculpado) y altísimos funcionarios de Irán que fueron acusados por el fiscal Nisman sin absolutamente ninguna prueba, más el aditamento de elucubraciones traídas de los pelos acerca del avión venezolano detenido en Ezeiza (la Biblia y el calefón).

Las caras cambian, pero el verso, la Historia Oficial, no. Veamos, por ejemplo, algunas cosas que dijo el nuevo presidente de la AMIA, Amos Linetzky: “Está clara (?) la responsabilidad en el atentado de altos funcionarios del gobierno iraní de aquella época, como así también de miembros operativos del Hezbolá”. Y, a pesar de la absolución de Calos Telleldín, insistió en que fue este “quien preparó y acondicionó la camioneta Trafic utilizada como coche-bomba. Siempre lo dijimos: Telleldín armó y preparó la camioneta, y siempre supo a quién se la entregó…”.

Linetzky obvia lo dicho insistentemente por Antonio “Jaime” Stiuso, el jefe de la contrainteligencia de la SIDE en época del atentado (hombre de absoluta confianza del Mossad) acerca de que todo, absolutamente todo lo relativo a la Trafic que paso por las manos de Telleldín, siempre orbitó en los dominios de la Federal.

Lo mismo surge de la exitosa serie Iosi, el espía arrepentido, que a pesar de ser una ficción, está basada en hechos reales, a la que no me canso de elogiar (a la vez que cruzo los dedos deseando que no se desvíe cediendo a las muchas presiones que descuento han de sufrir sus hacedores, pues si hay algo que está claro es que tendrá tanto una segunda temporada como muy posiblemente una película), esto es, tanto el protagonismo de policías federales en la ejecución de la matanza como la complicidad de los gobiernos de Israel (junto a los locales) y las instituciones vinculadas a la derecha sionista, en el encubrimiento.

En este contexto, Alejandra “Campanita” Dandan, publicó esta nota en Página/12. Les recomiendo enfáticamente el último párrafo. Luego, un breve comentario:

Aniversario del bombardeo 2

A 28 años de la AMIA, ¿qué hizo la Justicia con su declaración?

Losi, la historia que todavía sigue pendiente

Por Alejandra Dandan de Página/12

José Alberto Pérez, Iosi para la comunidad judía, narró su historia en un libro y ahora en una serie exitosa. Pero antes declaró en la justicia, de apuro, para acceder al programa de protección de testigos. En nueve páginas confesó su historia. La justicia nunca lo llamó a ampliar la declaración o ratificarla. La historia de las causas.

José Alberto Pérez declaró en la Justicia por primera y única vez un viernes frío de invierno, el 4 de julio de 2014. Aturdido y fatigado, se presentó como oficial de inteligencia de la Policía Federal y confesó que había estado infiltrado en la comunidad judía durante 14 años, entre 1986 y 2000. “La orden fue ingresar a la comunidad judía y a los grupos universitarios sionistas y a partir de ello reportar todas las averiguaciones y sus actividades diarias”, dijo. Reveló que obtuvo copias de planos y croquis del edificio de la AMIA y, antes de la voladura, los remitió a sus superiores. La Justicia nunca lo llamó a ampliar la declaración ni a ratificarla. Ni en la causa AMIA ni en una causa paralela sobre la Federal. A 28 años del atentado, con el éxito de la serie de Amazon, el corazón de su testimonio no se investigó.

Alberto Nisman introdujo una copia de su declaración en la causa AMIA y envió el original a sorteo a la Cámara Federal de Apelaciones. El martes 8 de julio de 2014, el primer y único testimonio judicial de Pérez generó un expediente llamado: Policía Federal s/averiguación de delito. La causa permaneció abierta durante poco más de dos años. Discutió si debía ser testigo o imputado. El 29 de setiembre de 2016, el juez federal Sebastián Ramos dispuso el archivo. “A las partes no les interesaba seguir adelante”, dicen alrededor del expediente.

En aquella única declaración, el espía también enumeró los nombres de sus superiores directos hasta el rango de comisarios generales, la estructura a través de la que circulaba la información y de la que él volvió a hablar más tarde con abundantes detalles, en Iosi, el espía arrepentido, el libro que publicó con Miriam Lewin y Horacio Lutzky.

Aniversario del bombardeo 3

La causa Policía Federal Argentina s/averiguación de delito

Paula Litvachky es directora ejecutiva del Cels. “Iosi pudo haber tenido o no haber tenido vinculación con el atentado de la AMIA -dice-, pero un paso atrás, es por qué la Policía Federal puede tener un cuerpo de inteligencia que se infiltra en lugares sobre los que uno no conoce nada de su regulación. Nadie lo controla. Y cada vez que aparece un escándalo en caso de delito casi que no se investiga”. Por eso, dice, “lo que más me llama la atención es que nadie está investigando ni desde el Poder Ejecutivo ni desde el Judicial cuáles son las facultades, cuál la regulación de un cuerpo de inteligencia de la Federal”. Aquello que se investigó en la AFI, aún sigue pendiente en la Federal. “Ese cuerpo de Inteligencia tuvo distintos nombres a media que fue pasando el tiempo, y tenía la autorización, a diferencia de otros, de infiltrarse en lugares y en general, la información que hemos tenido de las que se conocieron es que son ilegales. Tienen por objeto, algo ilegal. Iosi estaba investigando supuestamente el plan Andinia, un plan básicamente de concepción antisemita. El objeto fue ilegal, después viene la ficcionalización y lo espectacular de un espía que pudo haber tenido o no vinculación con el atentado, pero antes está lo otro: qué hacían ahí”.

¿Qué dijo y qué pasó?

Pérez declaró de apuro. El viernes 4 de julio de 2014, Gabriel Levinas difundió su historia, una traición a un pacto de confidencialidad que mantenía con Lewin y Lutzky. Lutzky deambuló toda esa mañana con Pérez en Tribunales. Buscó a Rodolfo Canicoba Corral, el juez del caso AMIA. Una secretaria les dijo que había sido delegada a Nisman. “Se acercaba la hora del cierre de tribunales y yo no podía llegar al fin de semana con el espía más buscando yirando por las calles de Buenos Aires”, escribió Lutzky más tarde. Nisman no estaba. Lo llamaron. Estaba en su casa. Un secretario los recibió en la fiscalía. Pérez declaró y luego pidió y consiguió ser acogido en el Programa Nacional de Protección de Testigos e Imputados donde aún permanece.

El espía habló a lo largo de nueve páginas. Al comienzo, respondió las preguntas de rigor. Argentino, divorciado, Personal de Inteligencia de la Policía Federal con cargo de Oficial Tercero. En 1993 y hasta marzo de 1994, dijo, fue secretario de actas de OSA. La Organización Sionista Argentina iba a mudarse al edificio de la calle Pasteur. “En ese contexto, tomó conocimiento de planos y de croquis, posiblemente hechos por arquitectos, de cómo quedarían las oficinas en el edificio, para albergar a OSA y a la Agencia Judía”. Obtuvo copias de los planos y “los remitió a sus superiores”. También supo que iban a cambiar las condiciones de seguridad en el edificio porque la Agencia pertenecía al gobierno de Israel, según dijo, y agregó lo que dijo después de cada tramo: “tal circunstancia también fue puesta en conocimiento de sus superiores”.

Parte de la declaración se conoció en aquel momento, pero hubo datos menos conocidos como la estructura de la Federal a la que reportaba. ¿A quién?, le preguntaron. Y habló de Laura, su “superior inmediato”. La persona que lo contactó para la infiltración. La Colorada, como la llama en el libro. Él no conocía el nombre verdadero. Hablaban por teléfono, y se veían en un bar o una confitería. Laura, agregó, “trasladaba información a sus superiores”.

¿Quiénes eran? En 1986, era el comisario Gutiérrez quien, a su vez, reportaba al Superintendente (de Interior de la Policía Federal), comisario general José Scopa (al parecer la grafía de su apellido es Scoppa, José Roberto Scoppa, y fue el segundo de la SIDE cuando el “señor 5” fue Hugo Anzorreguy, N. del E). En 1992, continuó, el superior de Laura era Kurevsky y en reemplazo de Scoppa llegó el comisario general (Ángel Juan) Ramírez. Entre 1992 y 1994, Pérez pasó al Departamento de Asuntos Extranjeros. Laura continuó, en ocasiones reemplazada por alguien llamado Julio. Ellos reportaban a un comisario de apellido Falcón y al mismo comisario general Ramírez. José Scopa, dijo Pérez, “terminó siendo uno de los directores de la SIDE”.

Varios tuvieron vinculación de una u otra manera con la AMIA. Scopa entró a la central de inteligencia en 1991 y por su cercanía con el FBI, Hugo Anzorreguy lo puso a trabajar en el caso. Ramírez declaró en el juicio por el encubrimiento. De él dependía la DPOC, el Departamento de Protección del Orden Constitucional que encabezó el comisario Carlos Castañeda, cuya condena confirmó la Corte esta semana por destrucción de documentos.

Pérez habló más extensamente de la estructura en “Iosi, el espía arrepentido”. Mencionó a Castañeda. Y, entre otros, a Kurevsky. “Era uno de los enlaces que tenía la DAIA para averiguar cosas sobre cierta gente”, sostuvo. En una oportunidad, al verlo en uno de los edificios de la Policía, “me manoteó el legajo y vio que yo estaba en la comunidad judía”. Fue “un momento de mucho riesgo porque debe haber avisado” (a Rubén Beraja, cabeza de la DAIA y convicto por encubrimiento. N. del E.).

El libro cuenta más. Releva la expansión monumental del espionaje: mesas de Asuntos Estudiantiles, Gremiales, Culturales, Laborales. “Mi primer destino fue Asuntos Laborales”, escribió sobre un área dividía en dos partes. “Los que estaban en el área Empresarial iban a las cámaras empresarias y a las plantas industriales identificándose como de la Federal, pero con nombre supuesto y pedían a los dueños los nombres de los delegados y los problemas con las comisiones internas”. “La otra área, la Gremial, se dividía en dos, unos iban a reunirse con los secretarios generales y otros se infiltraban directamente entre los trabajadores (…). A mi me asignaron la primera pata”.

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Laura, y la orden de ingresar

La causa

El juez Ramos recibió de Nisman dos cosas: la declaración de Pérez y un fragmento del libro de Levinas. La causa quedó bajo la instrucción fiscal de Jorge Di Lello aunque el juez no la delegó hasta tiempo más tarde. Di Lello inicialmente pidió la ampliación testimonial de Pérez, pero el juez la rechazó. “La situación procesal no está definida”, dijo porque a su criterio el espía podía ser imputado y parecía imprudente llamarlo a una testimonial. Pasó julio. En agosto, la DAIA se presentó como querellante. El juez pidió información a la Federal y a la SIDE, pero ambos organismos explicaron que todo estaba reservado bajo secreto en el caso AMIA. Consultó entidades judías. La Organización Sionista Argentina confirmó que el espía había estado en la comisión directiva. Y un colegio también dio cuenta de su participación. Con esos elementos, a mediados de 2015, el juez comenzó a solicitar que la causa pase a la investigación de la AMIA.

La UFI AMIA se opuso porque no había puntos de conexión. Canicoba lo mismo. Ramos persistió, pero la Cámara Federal finalmente le ordenó continuar con el expediente. Hasta el final no hubo más novedades. Ramos delegó la causa en el fiscal. Di Lello pidió el archivo. El juez avisó a la DAIA. Esperó tres meses. La DAIA no había pedido una sola medida de prueba hasta entonces, y tampoco lo hizo en ese caso. Así, el 29 de septiembre de 2016 se archivó la causa.

En AMIA, el destino no fue muy distinto. El legajo quedó abierto pero la información no se tomó en cuenta. La fiscalía citó a Laura y a Julio, que describieron a Pérez como un “pichi”. Y entre otras cosas, restaron importancia a la entrega del plano porque contrariaba lo que le había dicho a Levinas. Y aún discuten datos de lo que dijo, aunque nunca lo dejaron por escrito.

Desde entonces, Pérez busca declarar. Ya lo dijo en su libro.

“Hablé y hablé delante de tres desconocidos”, escribió sobre el día de la declaración en la oficina de Nisman sin Nisman. “Escribían en una computadora y de tanto en tanto me preguntaban algo. Yo no estaba en el mejor estado de ánimo como era obvio, me sentía parado sobre un terremoto a punto de caer en una grieta profunda. Al final, me indicaron que hiciera verbalmente la solicitud de entrar al programa de protección”. Y luego: “Estoy convencido de que mi declaración no fue tenida en cuenta por Nisman, porque nunca volvieron a llamarme a pesar de que era obvio que podía haber aportado mucho más de lo que dije esa tarde, abrumado”.

Comentario (ndr: de Juan José Salinas)

Al parecer no hay ninguna organización interesada en escuchar a Pérez. E incluso hay quien puede amenazarlo con el inculparlo como partícipe necesario si se presentase espontáneamente a declarar sin tener garantías de que no será detenido. ¿Por qué? ¿Imagínense que dijera cosas para mi obvias como que quienes “encontraron” el pedazo de block de motor que condujo a Telleldín (cuyo teléfono había sido intervenido previamente) fueron agentes de inteligencia israelíes (enmascarados como “rescatistas”) y que en la propia inteligencia de la Federal era un secreto a voces que el atentado había sido instigado desde el círculo íntimo del presidente Menem y que la supuesta Trafic-bomba no había sido más que un señuelo?

José Pérez debe obtener todo tipo de garantías para poder declarar. Quienes pudiendo hacerlo no muevan un meñique para que eso suceda serán encubridores por omisión.

Téngase presente que la importancia del testimonio de Pérez ya estaba muy presente en ocasión de presentarse mi último libro, La InfAMIA (ver foto de presentación) como destacó en aquella ocasión la ex ministra de Seguridad, Nilda Garré, y publicó en una crónica vibrante el periodista Martín Piqué.

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Libro de Juan José Salinas

Presentan un libro sobre el atentado a la AMIA y el encubrimiento

Por Martín Piqué (**)-11 de octubre de 2018

El periodista Juan José Salinas presentó La infAMIA. Los servicios de inteligencia en el atentado y su encubrimiento. El memorándum con Irán, Stiuso y la muerte de Nisman, junto a la dipùtada Nilda Garré.

La presentación de un libro de investigación periodística sobre el peor atentado terrorista que sufrió la República Argentina -la voladura de la mutual AMIA, en julio de 1994- desencadenó preguntas y muestras de asombro en el café cultural Caras y Caretas en el barrio de San Telmo.

Sucedió el miércoles por la tarde, en un auditorio lleno y con la participación del autor, el periodista Juan Salinas. De la charla-debate también formaron parte la diputada Nilda Garré, exministra de Seguridad del kirchnerismo; el abogado penalista Juan Manuel Ubeira, quien tanto en la causa por el atentado como en la del encubrimiento representó al comisario de la Bonaerense Juan José Ribelli; y el periodista Daniel Schnitman, conductor del programa “La voz y la opinión” que se emite por AM740 Radio Rebelde.

El libro en cuestión, que al finalizar la charla se vendió a buen ritmo, se titula La infAMIA. Los servicios de inteligencia en el atentado y su encubrimiento. El memorándum con Irán, Stiuso y la muerte de Nisman.

Desde el inicio mismo del panel quedó claro que la presentación del libro iba a estar envuelta en debates y polémicas. El propio autor contó que el sociólogo y periodista Jorge Elbaum -cuya participación estaba prevista en el evento, según el flyer de convocatoria- había declinado de participar por tener diferencias con el contenido del texto. “Él considera probada la participación de Hezbollah y se basa en bibliografía norteamericana”, fue una de las primeras advertencias de Salinas cuando la gente todavía se estaba acomodando.

Conocido en las redes y redacciones como ‘Pájaro Rojo’, Salinas tiene una explicación totalmente diferente de la génesis, organización y autoría del atentado del 18 de julio de 1994 en la mutual de la calle Pasteur. El periodista aclaró sin embargo que su investigación no considera de ninguna manera que la explosión de la AMIA haya sido un auto-atentado.

“Macri y los dirigentes de la colectividad judía son encubridores", fue una de las definiciones impactantes con la que el autor de La infAMIA arrancó la charla.

Salinas puso especialmente el foco en la disolución de la Unidad Especial de Investigación al atentado a la AMIA, decisión resuelta por el Ejecutivo en marzo de este año. Esa medida dejó sin funciones al ex senador nacional por Chubut del radicalismo, Mario Cimadevilla, cuya actuación había generado fuertes disgustos a las autoridades nacionales, sobre todo al actual ministro de Justicia Germán Garavano.

Cimadevilla llegó a acusar a Garavano de encubrimiento: lo responsabilizó por la decisión oficial de absolver a los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, quienes están siendo juzgados en la causa por encubrimiento que también involucra a Carlos Menem, el ex titular de la SIDE menemista Hugo Anzorreguy, al ex juez Juan José Galeano y al ex titular de la DAIA Rubén Beraja.

En su intervención, Garré se dedicó a desmenuzar y desmentir con datos y anécdotas la hipótesis oficial de que en el atentado a la AMIA se utilizó una camioneta-bomba: la ya famosa Traffic. La diputada también puso especial énfasis en una serie de acontecimientos previos que apuntan a la participación o corresponsabilidad de sectores de la Policía Federal en la planificación y ejecución de la voladura.

Garré se refirió también a la participación en el caso de un agente de inteligencia de la Policía Federal (un “pluma”, según la jerga de la institución) muy formado, que hablaba idish y estaba infiltrado en las instituciones judías –de nombre José Alberto Pérez, se lo conocía como Iosi– y que unas semanas antes del atentado de 1994 recibió un encargo por parte de sus superiores: debía conseguir los planos de la AMIA o hacer un croquis visual de sus instalaciones. Los periodistas Miriam Lewin y Horacio Lutzky escribieron un libro sobre ese agente encubierto. Se titula Iosi. El espía arrepentido.

Teatro de operaciones político, ciénaga judicial

En otro tramo de su participación, Garré recordó que el Estado argentino delegó toda la investigación del atentado en las agencias de inteligencia de Israel y Estados Unidos. También cuestionó el rol de la Comisión Bicameral creada en aquel tiempo en el Congreso con el objeto de monitorear el avance de las pesquisas: el titular de esa comisión era el fallecido ex gobernador rionegrino Carlos Soria.

Según la ex ministra, la intención de Soria fue apuntalar la visión oficial de lo que había sucedido. En aquel momento ya estaba probado el pago ilegal al reducidor de autos usados Carlos Telleldín para que incriminara a un grupo de policías bonaerenses. Tanto Garré como Salinas recomendaron la lectura de las conclusiones a las que arribó en el último tiempo el Grupo Especial de Relevamiento y Análisis Documental (GERAD), de la UFI AMIA.

La presentación del libro siguió con las exposiciones del periodista Schnitman y el penalista Ubeira. El primero se concentró especialmente en el rol de Beraja (“tengo el honor de encabezar el único medio periodístico judío que está querellado por la DAIA”), mientras que el abogado de Ribelli lanzó algunas definiciones muy fuertes para condenar la falta de garantías de la Justicia argentina.

“En referencia a la causa por el memorándum de entendimiento con Irán, debo decir que tener atado a la pata de la cama al ex canciller de la Argentina es algo inconcebible. Voy a decir algo fuerte. El hijo de Jacobo Timerman (por Héctor, excanciller, que padece cáncer, con prisión domiciliaria) al final tuvo menos garantías democráticas que su padre, detenido por la dictadura”, provocó Ubeira. “El atentado y la causa judicial de AMIA son un teatro de operaciones político y una ciénaga judicial”, subrayó luego.

Antes de la despedida, Salinas compartió su hipótesis de por qué se atentó contra la mutual judía. “Hubo una alianza de narcotraficantes, traficantes de armas y sectores de los servicios de inteligencia”, lanzó.

Quienes quieran sumergirse de lleno en el caso judicial más opaco de los últimos años en la Argentina, con la intención de revisar los datos que aporta el periodista, tienen a partir de ahora un nuevo libro de consulta.

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*Gentileza de Juan José Salinas de Pájaro Rojo

** Tiempo Argentino

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*Foto de portada y restantes: pajarorojo.com.ar

*Foto 4: Edgardo Gómez

https://www.tiempoar.com.ar/politica/presentan-un-libro-sobre-el-atentado-a-la-amia-y-el-encubrimiento/