Sábado 27 Abril 2024

Giorgio Bongiovanni: “Porque vea, señor Prado, su padre mató a un revolucionario…”

Una circunstancia histórica en suelo boliviano, en 1967 -hace ya 56 años- catapultó al militar Gary Prado Salmón -hasta hace poco, un general retirado de 84 años, residente de Santa Cruz, Bolivia- como una figura emblemática de un crimen infame: el crimen del histórico médico guerrillero Ernesto “Che” Guevara. Bajo la sombra de este hecho, con los años, el oficial Prado fue cobrando presencia mediática mundial, por haberle tocado en suerte la misión de ser el jefe militar que comandó la patrulla, que, en aquel tortuoso mes de octubre, accionó el poder de sus armas para segar la vida del histórico revolucionario de nacionalidad argentina. Era un tiempo donde la violencia represiva (contra la insurgencia en Latinoamérica, diseminada en una tierra lacerada por las diferencias sociales, el autoritarismo y la explotación del hombre) estuvo monitoreada desde el Norte -como era habitual en aquellos días, e inclusive hoy- por la Central de Inteligencia Americana, marcando la presencia imperialista, en unas tierras ajenas y lejanas, y, que, por si fuera poco, también ultrajadas, por los intereses capitalistas -y de saqueo- de la época.

Si Ernesto Guevara fue un mojón de lucha, que sigue incólume hasta nuestros días, el militar que falleciera en las últimas horas, no lo fue menos, pero desde la vereda opuesta y para los de la vereda opuesta. Gary Prado, representaba en aquellos días al brazo armado del poder político que regenteaba -sirviendo al imperialismo yanqui-  la hermana república de Bolivia, procurando pisotear -desarticular y neutralizar- el avance de una guerrilla liberadora, y desprendida de una lucha armada cuyo introito se sitúa en los años previos a la Revolución Cubana.

Todas las agencias de prensa internacionales divulgaron la noticia del deceso de Gary Prado. No fue necesario diferenciar ideologías. Los unos y los otros coincidieron en afirmar y rememorar la presencia del oficial, en el escenario de operaciones del territorio boliviano, donde patrullas especialmente entrenadas, en octubre del 67, peinaron un amplio terreno de la zona Sur de Bolivia conocida como Ñancahuazú, en afanosa búsqueda del “Che” , la que finalmente derivó en su muerte siendo el autor  material del crimen el militar Mario Terán Salazar, fallecido a la edad de 80 años, también en la ciudad de Santa Cruz, el pasado 2022.

Gary Prado -en pleno gobierno del Gral. René Barrientos- fue uno de los pocos militares bolivianos -con rango de oficial- que en pleno gobierno del Gral. René Barrientos- tuvo la oportunidad ( militar e histórica, obviamente) de estar en la escena de los hechos; los hechos históricos de una década compleja, sangrienta, sobrada en intrigas funcionales a una guerra fría vigente, pero al mismo tiempo inmersa en un período tenebroso de la vida política de Bolivia, especialmente por la presencia subterránea de una ideología imperialista, incisiva y dañina para la democracia, y extremadamente ofensiva a las libertades, y a los derechos.

Con 84 años de vida, quien fuera general retirado, se dibujó al mundo como un liberador de las ideologías que se asocian con los pueblos libres, transformándose en un líder, y en un emblema de un ideario alineado con las corrientes imperialistas, fascistas, conservadoras y tradicionalistas bolivianas, marcadamente opuestas a las corrientes progresistas o de izquierda.

La muerte del militar retirado Gary Prado, no significa nada desde el punto de vista político, por más que él hizo parte de acciones que incidieron en la vida político de su país. Su muerte, en sí misma, pone punto final a una etapa de la historia de Bolivia y de Latinoamérica, pero aclaremos bien, no da sepultura a la memoria de un hecho sangriento oprobioso. Gary Prado, era un soldado boliviano al servicio de sus mandos locales y de los mandos de la CIA, por más que él personalmente -una y otra vez- lo desmintió y dijo desconocer que la CIA tenía como objetivo, eliminarlo al “Che” y no capturarlo. 

Gary Prado, hizo su trabajo y continuó haciéndolo en los años que siguieron a los días de octubre del 67. Una muy condesada trayectoria lo demuestra: tras la captura y muerte del Comandante “Che” Guevara, el Congreso boliviano lo nombró héroe nacional por defender y oponerse a lo que oportunamente se consideró como “una invasión extranjera subversiva”; más después, en 1981, un disparo accidental  -en el curso de un intento de golpe de Estado en Santa Cruz-  le comprometió su región cervical, dejándolo en silla de ruedas; luego, en 1988 pasó a situación de retiro como militar, pero en mayo de 2010 la justicia boliviana, en la persona de la magistrada Betty Yañíquez, dispuso la detención suya, sindicado como elemento vinculado con un grupo terrorista que tuvo su presencia en la región oriental en Bolivia en 2008, sirviendo como asesor a mercenarios, liderados por el ciudadano boliviano-croata Eduardo Rózsa Flores, con planes separatistas y de magnicidio de los principales dirigentes bolivianos, entre ellos Evo Morales; en ese contexto Gary Prado pasó once años en prisión domiciliaria bajo la acusación de intento de derrocar y asesinar a Morales, cuando era presidente en el año 2009.

No rescatamos loas para un militar que hizo parte del aparato represivo de los años 60 en Bolivia, como antesala de un plan Cóndor que se desarrolló y creció en los años setenta, siendo uno de sus artífices, el Gral Hugo Bánzer, de quien Gary Prado se distanció -irónicamente, porque no estaba de acuerdo con la derecha castrense, en el período 1971 y 1978- y fue precisamente, este jerarca militar quien resolvió su expulsión de las fuerzas armadas bolivianas, debiendo exiliarse en el Paraguay. Tras el período Bánzer fue restituido en sus funciones militares, siendo considerando en ese ámbito como un integrante de la fuerza de corriente “institucionalista”.

Transcurridos los años, en pleno 2023, en un país -y en una Latinoamérica- sobrecargado de conflictos mayúsculos, lo sorprende la muerte y a todos nos abraza la nostalgia sobre lo que significó él, como militar, como persona, y como ciudadano boliviano, en el hecho criminal que acabó con la vida de un guerrillero histórico, revolucionario y libertador, como lo fue Ernesto “Che” Guevara.

Para la familia Prado, la solemnidad de su deceso, no se hizo esperar; los medios internacionales divulgaron lo que su hijo Gary Prado Arauz difundió en su cuenta de Facebook:  "El Señor acaba de llamar a su Reino a mi padre Gral Div SP Gary Augusto Prado Salmón. Se fue acompañado de su esposa e hijos. Nos deja un legado de amor, honradez y temple. Fue una persona extraordinaria".

¿Y para quienes no somos ni familiares, ni allegados, ni a su persona, ni a su accionar, que legado deja?

Nuestro director Giorgio Bongiovanni va más al hueso, dirigiéndose públicamente al hijo de Gary Prado, con palabras que compartimos, en todos sus términos:

“Querido señor Prado: condolencias por la muerte de su padre. (Aclaro: desde un punto de vista personal siempre hay que dar las condolencias). Pero no piense que su padre va a ir al paraíso. Y tampoco el soldado que mató al Che Guevara. 

No sé a dónde fue el Che Guevara, pero con seguridad no fue al infierno. Pero estoy seguro que veo a su padre, el soldado, entrando al infierno. 

Porque vea, señor Prado, su padre mató a un revolucionario, que es cierto que había matado personas, pero buscaba libertad y justicia para el pueblo. 

Pero las ideas nazis y fascistas que representaba su padre, como en Argentina, en Chile, en Brasil, le quitaron la vida a miles y miles de personas, en el nombre de Cristo y proclamando una democracia que no existía. 

La democracia de Hitler, del racismo, de la xenofobia, del autoritarismo, eso representaba su padre. 

Yo creo en Dios, pero si yo fuese Dios a su padre lo condenaría, a menos que se arrepienta y dé los nombres de todos los cómplices de ese genocidio. Luego, podrá ser perdonado. 

En cambio, absolvería al Che Guevara, porque si bien cometió pecado al matar, lo hizo en nombre de la libertad y de la justicia. 

Cordiales saludos.

Giorgio Bongiovanni

Director de Antimafia Duemila, Palermo”

 
Imagen de portada: diseño gráfico de Victoria Camboni