Jueves 28 Marzo 2024

Sepan ustedes, primero que nada, que son valerosos, comprometidos y muy convincentes militantes jóvenes -y no tan jóvenes- de una sociedad civil palermitana antimafiosa verdadera y no institucional.

Sepan también, en segunda instancia, que no hay palabras, ni calificativos, ni apreciaciones o relatos, que puedan ser precisos, para poder definir lo que hubo ocurrido en la avenida Nortabartolo, a tan solo trescientos metros del árbol de Giovanni Falcone, el pasado 23 de mayo; y que no hay textos escritos periodísticos, que puedan describir más certeramente, lo que las cámaras de centenares de celulares y equipos de prensa han registrado: imágenes vergonzosas del comportamiento policial italiano. Imágenes que ya recorren el mundo, levantando polvareda. 

Ustedes, han sido protagonistas, en primera fila, del heroísmo que significó estar en un homenaje el Juez Giovanni Falcone en estos momentos históricos de Palermo, y de Italia; y han sido víctimas, también en primera fila, de los golpes y de los revolcones que sufrieron de parte de una policía fascista, cumpliendo órdenes más fascistas aún, dadas por jerarcas de igual laya, de evitar que la manifestación estudiantil se  acercase al árbol de Falcone, un histórico punto de homenaje al magistrado, ubicado en la vía pública. 

Ustedes, han sido protagonistas de un paso gigantesco dado por la resistencia popular, que ha tenido su fase embrionaria, desde hace años en Palermo, a través de un diario especializado en crónica judicial de denuncia, Antimafia Duemila (fundado en el año 2000 por nuestro compañero director Giorgio Bongiovanni), a través de un Movimiento artístico de jóvenes de nombre Our Voice (Nuestra Voz) -fundado por Sonia Bongiovanni hace poco más o menos unos seis años- y a través de otros actores sociales integrado por jóvenes y organizaciones de la lucha antimafia. Ustedes, que han sido consecuentes y tenaces en los últimos años dando frutos inimaginables, en la tarde del 23 mayo, dieron muchos más, porque esa jornada significó mucho (además de los traumatismos varios que muchos sintieron en carne propia, incluidos Bongiovanni y su hija) para la resistencia de la antimafia popular. Significó, la mayor demostración de fuerza que puede dar un movimiento popular unido, coherente y, por, sobre todo, mancomunado a luchar por la verdad, en una tierra de mafia, y de burdo y preocupante fascismo.  

Ustedes, en su mayoría jóvenes, han sido un ejemplo de defensa de la libertad, ante la atónita mirada de una sociedad palermitana que nunca imaginó, no solo la concentración, sino la intervención violenta de la policía; prácticamente una asonada ilegal y criminal de las fuerzas del desorden acatando órdenes, fascistas, absolutamente fascistas.

Ustedes, los jóvenes estudiantes de las agrupaciones universitarias de la antimafia popular; los jóvenes activistas de las asociaciones estudiantiles y gremios; los jóvenes artistas del Movimiento Our Voice; los colegas de Antimafia Duemila, han hecho caer las máscaras de un sistema que se dice democrático, precisamente en un día emblemático, que ha sido mancillado por un estado mafioso; mancillado a golpes y con ordenanzas, antidemocráticas, fascistas, y pienso, sin temor a equivocarme, premeditadas, planificadas, programadas, y muy bien pensadas y orquestadas.

Ustedes, les han gritado la verdad, a los rostros de los usurpadores de una antimafia servil a las instituciones; les han gritado la verdad, con toda la fuerza de sus pulmones ¡Fuera la mafia del Estado! Y tanto lo han gritado esa tarde -como lo vienen haciendo desde hace años- que, ellos, los fascistas del Estado, tuvieron temor que ese grito fuese el tsunami que derrumbase sus comodidades institucionales y políticas, y sus hipocresías, y es por eso que las voces ideológicas (autoridades locales e inclusive ministeriales, que seguramente tienen nombre y apellido) dieron la luz verde para cargarlos a todos con palos, y una cobarde violencia, ejercida sobre ciudadanos desarmados, a manos desarmadas, que solo se defendieron poniendo el cuerpo, sufriendo golpes, traumatismos y hasta fracturas.

Ustedes, esa tarde del 23 mayo, rompiendo ese cerco policial, han abierto los pórticos de Palermo y de toda Italia,  para que la resistencia a la mafia y al fascismo, y a las pasarelas hipócritas, pueda entrar triunfante en todo a lo largo y a lo ancho de un país fagocitado por la lógica mafiosa-fascista, con una resonancia mediática inimaginable, generando toda suerte de adhesiones, y hasta de palabras que suenan, en algunos casos, a lágrimas de cocodrilos, sobre todo viniendo de personajes que estaban en el escenario oficial a las puertas del árbol de Falcone. Personajes como Roberto Lagalla, el procurador Pietro Grasso y hasta la mismísima señora María Falcone, hermana de Giovanni Falcone, que poco y nada supo entender (y  más tarde justificarse o explicar) el sentido de esa manifestación pública, porque sigue estando aferrada -fervorosamente-  a una idea clasista de que las instituciones son intocables, siendo que ellas hicieron parte del crimen de su hermano,  he ahí su incoherencia, siendo ella una mujer que tiene todo a su favor para oponerse a las instituciones. Una mujer que pude conocer personalmente y entrevistarla en los años 90, cuando todavía parecía no estar contaminada por el institucionalismo funcional a la mafia y a lo más tóxico del Estado italiano. Una mujer, que hoy me defrauda, y me desilusiona, porque la veo más enceguecida y empecinada en traicionar a su hermano, que en respetarlo y honrarlo.    

Ustedes, esa tarde, hicieron comprender a la opinión pública que la mafia hace parte del Estado, y que los movimientos sociales, estudiantiles -Our Voice particularmente- hacen esa denuncia con fundamento, con sólidos argumentos. Y uno de ellos se ratifica, prácticamente a través del Estado, en el momento mismo en que se materializó con el primer empujón dado por un policía, y con los bastonazos que cayeron después sobre los ciudadanos

Ustedes, rompiendo ese cerco policial, enaltecieron al juez Falcone, y fueron preámbulo de lo que será desde hoy la lucha contra la mafia. Una lucha que seguramente entrará en una fase de intensidad inagotable y de frontalidad, indispensable para quizás, en un futuro no muy distante, crear -por obligación ética y moral, más que por protagonismo partidario- un boceto de movimiento político. Un movimiento (idea que siempre estuvo allí en las entrañas mismas de uno de los pilares de esta movilización: Our Voice) seguramente con la participación de las múltiples organizaciones, cuyos activistas compartieron, codo a codo, y estoicamente los efectos del palo y de la prepotencia fascista.

Ustedes, unidos, sin titubear, ante un atropello mayúsculo y que se tornó en una vergüenza nacional, esa tarde, demostraron que con la verdad no se ofende ni se teme, parafraseando a una de las máximas de un prócer del pueblo uruguayo, José Artigas, quien afirmó: “Con la verdad no ofendo ni temo”.

Ustedes, demostraron, con hechos, que cuando hay amor por la verdad, sed de libertad y sed de justicia, la resistencia pacífica se torna más incisiva, en circunstancias, en las cuales el poder fascista apela a la violencia, para distorsionar la verdad, y para sacar del medio a quienes les son incómodos, una práctica que esa ideología nefasta y criminal -que Italia, conoció muy bien, en el período del Duce, Benito Mussolini- ya ha sido puesta en práctica, en no pocas oportunidades, dentro de la historia de la humanidad.

Ustedes entonces, aquella tarde del 23 de mayo, a 31 años del estrago de Capaci, escribieron una página de la historia italiana, una página que será recordada con insistencia y con veneración militante, porque marca -en sí misma- el mojón más honroso de una lucha legítima y necesaria, que derribó una vez más, la maquinaria infernal de la antimafia hipócrita que se alía con el Estado y con las instituciones, ¿para qué?, para falsear la verdad. Y tanto fue así, que, en la Jefatura de Policía, el día 22 de mayo, tan solo 24 horas de la manifestación denominada “No han sido ustedes, pero han sido ustedes” se dijo a los organizadores que “la Fundación Falcone tiene la patria potestad sobre las manifestaciones” según palabras de Jamil El Sadi de Our Voice, quien lapso después en una contundente conferencia de prensa dada por los convocantes a la manifestación aporreada, también afirmó y anunció que “en las oficinas correspondientes, vamos a responder, si hay que responder con nombres y apellidos” obviamente, un anuncio lícito, para aclarar aguas por la vía legal, y ante los Tribunales, esas aguas turbias que desde filas del poder se pretende echar para encubrir lo que es imposible encubrir: el significado ideológico de un atropello de magnitud escandalosa y obscena, que en la historia italiana será imposible ignorar o desvirtuar.

Ustedes, en definitiva, son la esperanza para un pueblo que está hoy, brutalmente, consumido por el fascismo y por la mafia. Y ustedes, los convocantes de esa marcha: la Confederación General Italiana del Trabajo, las asociaciones antimafia (verdaderas) y los grupos estudiantiles, entre ellos Our Voice, son los artífices de un cambio que será inminente en la lucha  contra la mafia, distantes de los oficialismos hipócritas, pero sí cercanos -codo a codo- con los magistrados, los procuradores, los fiscales honestos, y el periodismo libre, como Antimafia Duemila, de la mano de su director Giorgio Bongiovanni y de mis colegas italianos -desde hace 22 años- y periodistas como Saverio Lodato, entre otras personalidades y organizaciones emblemáticas de la lucha contra la mafia, dentro de Palermo, de Sicilia, y de Italia.

Ustedes, con su sola presencia, son un faro de luz y honran con creces a las víctimas de la mafia; con el dedo acusador dirigido al fascismo y a la mafia. 

Ustedes, gritaron con todas sus fuerzas ¡!Fuera la mafia del Estado!!, que ha sido y será la consigna emblemática.

Y de los subterráneos del pútrido fascismo los escucharon, y les tuvieron miedo. Porque ahora ellos les tienen miedo. Seguro. Mucho miedo. Porque ustedes no han bajado la cabeza. Ustedes, con la frente en alto, han mirado a los ojos a un enemigo, al que habrán de combatir, cada día más, sin importar, si habrá más palos, o más expresiones de autoritarismo desleal y malsano, o hasta inclusive la cárcel. O quizás, hasta el riesgo a la vida.

Entonces sepan también ustedes, que nosotros, que estamos acá en Latinoamérica, somos ustedes, con todo lo que ello implica.

Foto: Pietro Calligaris