Por Jean Georges Almendras-29 de diciembre de 2022

Arteramente. Con el frenesí que conlleva el accionar mafioso, de tinte asesino, aquel mediodía del día 6 de setiembre de este año 2022, que finaliza, la vida del periodista Humberto Coronel, de 32 años de edad, les fue arrebatada a su pequeño hijo de cuatro meses y a su esposa Ana, de ochos balas que se incrustaron en su cuerpo, a las puertas de su lugar de trabajo, la radio La Voz de Amambay, enclavada en el corazón de la ciudad más violenta del Paraguay, Pedro Juan Caballero.

Fue una bravuconada más de la mafia local, en ese territorio de tierra roja, más roja aún por la sangre que ha sido derramada sobre ella, en años y años, como ejercicio habitual de quienes la han contaminado a puro plomo, porque son mafiosos. Mafiosos, con mayúscula.

Un zarpazo mafioso. Uno más de tantos, en un año en el que en ese país hermano, atentaron contra la vida de no pocos justos, pero sin llegar a doblegar sus ideas. Las ideas de quienes entendieron siempre que el trabajo honesto de la justicia debía hacerse igual, sin medir las consecuencias, de cara al sicario de turno, que, sobrevolando calles, caminos, plazas y paseos públicos, desafortunadamente causó víctimas. Y no solo se segó la vida de Humberto Coronel. Hubo más mártires este año. Un año que fue doloroso en extremo para el Paraguay.

A saber: el 10 de mayo, en territorio caribeño de Colombia, ultimaron de tres disparos de arma de fuego al fiscal antimafia Marcelo Pecci, cuyo trabajo lo hacía en el Paraguay; y el 17 de mayo fue baleado el Intendente de PJC José Carlos Acevedo, falleciendo cuatro días después.

Tres atentados mortíferos que en su momento -y hoy mismo- significan mucho. Porque hablan a las claras de que la violencia mafiosa no es una pintura metafórica, para causar alarmismo o sensacionalismo mediático.

La foto de nuestra portada, que fue resultado de la presencia de un equipo de Antimafia Dos Mil en Horqueta, la ciudad de la cual era oriundo el periodista Coronel, donde encontramos a su viuda, es elocuente y representativa de todo lo que arrasa la criminalidad en los límites de Pedro Juan (como acostumbrar decirlo allá), una tierra fagocitada por la mafia local y fronteriza, desde hace medio siglo, porque la fama de virulencia criminal, de esa localidad, es de vieja data

Ana, es una madre que tiene en sus brazos a su niño de pocos meses; un niño que crecerá, signado por la ausencia de su padre. Una mano maternal, acaricia su rostro de inocencia. Es la imagen pura, de lo que hace el zarpazo de la mafia. El zarpazo que no conoce de fronteras, porque se lo ve allá, en esa región paraguaya, y porque se lo ha visto ya en otras tierras: tierras sudamericanas, y tierras italianas, donde la mafia es no solo poder, sino historia propia.

Ana, es la viuda de Humberto Coronel: su imagen, y la de su pequeño hijo, nos lleva a la reflexión de finales de año. La reflexión, que nos puede llevar a saber algo más, sobre los motivos por los cuales un hombre de prensa, vive el día a día, con sed de justicia y de paz. La reflexión que nos puede llevar a sentir, que debemos comprometernos, con quienes, como Humberto, ofrendan su talento y su profesión para gritar denunciando públicamente maldades, aún bajo riesgo de perder sus vidas. La reflexión, que nos puede hacer entender, el porqué de tanta entrega, en favor de causas, como la búsqueda y la difusión de la verdad, a la hora de la convivencia ciudadana, en una ciudad devastada por el crimen, por la violencia y por la corrupción, abrazada a la impunidad.

Una imagen de portada, que es más elocuente que las palabras. Una imagen que duele. Una imagen de un año paraguayo, de rojo sangre y de fuerte lucha. La lucha contra la mafia, que corroe vidas, y esperanzas.

Todos nuestros redactores de Antimafia Dos Mil, de la mano de nuestro director Giorgio Bongiovanni, de Italia, saludan a sus lectores y los convocan a redoblar esfuerzos, desde sus respectivas trincheras dentro del mundo, para que no se repitan estas escenas, que además de avergonzarnos como sociedad humana, nos abofetean el alma, con crueldad indescriptible.

¡Basta de tanta indiferencia!

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*Foto de portada: Antimafia Dos Mil / Leandro Gómez