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Milán (AsiaNews) – El desastre financiero bancario americano y global ya es inminente. Y no es sólo el periodista di AsiaNews quien lo dice, el cual lo viene repitiendo desde hace casi cinco años. Lo dice el presidente de la FED, el Banco Central estadounidense, Ben Shlomo Bernanke (ii). Obviamente lo dice en el lenguaje iniciático de los economistas, pero una vez descifrado de la jerga, el significado de la primera parte del discurso es muy claro. El discurso tuvo lugar el 4 de octubre pasado en el transcurso de un congreso anual realizado en Rhode Island (Estados Unidos) y está publicado precisamente en la página de internet de la FED. A pesar de ello, parece que este importante discurso público de Bernanke se le haya “escapado” a la prensa “independiente”, que no lo ha publicado.
A continuación ofrecemos a nuestros lectores una simple “traducción” en lenguaje común de algunos fragmentos (indicamos con notas las referencias traducidas del inglés – para que los lectores dudosos tengan la posibilidad de verificar).
Afirma Bernanke [iii] (de ahora en adelante: B.) que la recesión es grave, que los efectos no son sólo a corto plazo sino sobre todo a largo plazo y que a causa del envejecimiento de la población (es decir el aumento de la expectativa de vida) el mantenimiento del actual sistema jubilatorio y sanitario es insostenible (la referencia es a los Estados Unidos, pero se aplica a todos los países avanzados e incluso a muchos otros del resto del mundo, con excepción de Chile, por la conocida reforma jubilatoria realizada por el General Pinochet). Incluso el estado financiero de las administraciones locales es dramático pero la mayor gravedad del problema es a nivel federal [iv] y por lo tanto sobre esto hay que discutir.
El déficit estatal explotó en poco tiempo [como ya había hecho notar desde el comienzo AsiaNews, nunca en la historia reciente se había verificado un aumento similar tan de improviso] y ha llegado a tocar los niveles alcanzados al final de la Segunda Guerra Mundial [v] (una comparación realizada incluso anteriormente por esta pequeña agencia de prensa misionera católica). Que no dé ilusiones la actual mínima recuperación, dentro de no mucho (B. dice en el mediano y largo plazo) estará claro que la situación es insostenible. No nos ilusionemos con que esta momentánea pausa signifique que verdaderamente ha pasado la tormenta [vi] porque faltan fondos para jubilaciones y sanidad. (B. atribuye todo al aumento de la expectativa de vida, pero no hace ninguna referencia a los gastos militares, que en cambio AsiaNews ha añadido a lo que comúnmente llamaríamos “las cuentas de la sirvienta”). Hoy estamos descontando [vii], dice el gobernador, una crisis que viene desde muy lejos, una crisis del sistema. Para ir a lo concreto, B. toma el caso del Estado, el de Rhode Island, el más chico de los Estados de Unidos, pero el problema es más general e incluso atañe también a Europa y a Japón en mayor medida [viii].
A esta altura de su discurso B. afirma que la situación es tan desastrosa que se podría perder el control en cualquier momento [ix]. Es más, mientras que por el lado de los impuestos, el sistema fiscal [x] es ineficiente, inicuo, complejo y deprime la actividad económica, dice el gobernador, por el otro lado el gasto público no sólo es ineficaz en la obtención de los objetivos prefijados, sino que también es muy caro. Por lo tanto el problema es muy grave, ya sea en el corto como en el largo plazo, estamos en las manos de los acreedores extranjeros y un aumento de los impuestos pondría totalmente de rodillas al país [xi]. Además aumentar los impuestos ahora no es una buena idea incluso porque privaría de la última carta disponible que en cambio tenemos que reservarnos para poder jugárnosla en situaciones extremas, como por ejemplo en caso de motines internos causados por la depresión económica, por guerras o catástrofes naturales [xii]. No sabemos bien cuándo nos tocará tener que afrontar una situación de insolvencia sobre la deuda pública, pero podría ser en breve y por lo tanto los políticos tendrían que apurarse a instaurar medidas de austeridad porque los efectos esperados se verán sólo a distancia de años [xiii].
Las confirmaciones del gobernador de la FED, relativas a las previsiones y a los análisis formulados a lo largo de estos años por AsiaNews terminan aquí. Pero su discurso continúa con consideraciones bastante interesantes. De hecho Bernanke afirma que es difícil instaurar las medidas de austeridad necesarias en un Estado en el cual las leyes están establecidas por un sistema parlamentario (Cámara de diputados y Cámara de Senadores), vale decir un sistema al cual los componentes (los así llamados representantes del pueblo) están sujetos a un periódico y fastidioso escrutinio, las elecciones populares [xiv].
El sentido del resto del discurso, demasiado largo para ser transcripto ulteriormente, pero disponible para los estudiantes y aquellos que tienen dudas sobre la página misma de internet de la FED, es que es necesario desautorizar al sistema parlamentario con el noble fin de llevar a cabo la austeridad. Para traducir el discurso de B. es necesaria una pequeña ayuda léxica. La palabra clave para comprender cómo el parlamento tenga que ser privado de autoridad es que hay que “aplicar reglas fiscales”. En otras palabras, afirma que hay que quitarle a los organismos electores todo poder autónomo en relación a la determinación de los impuestos.
Como soporte de su tesis B. cita muchos hechos internos americanos de las últimas décadas. Pero especialmente interesante es la referencia a la Unión Europea (muy similar en esto a la Unión “Soviética”). Ya en base a los tratados constitutivos de la Unión Europea se introducen estas “reglas fiscales” a los parlamentos “nacionales”, pero ahora, dice B. con admiración, los dirigentes europeos están trabajando para volver estos instrumentos aún más coercitivos [xv]. La referencia es al “Nuevo Pacto de Estabilidad” europeo, decidido (de hecho) en junio del presente año, es decir hace pocos meses, luego de la crisis griega y la de los demás países europeos llamados PIGS. Por lo tanto el gobernador de la FED está bien informado, sabe que en Europa los balances de los Estados ya no están en mano ni de los parlamentos ni de los gobiernos “nacionales”, sino de un “Soviet” - que en ruso significa “consejo”, órgano de consejo – central europeo, un organismo no elegido. Este órgano de consejo determina de hecho las decisiones de gasto público que incumben a más de 300 millones de europeos. En América tenemos que hacer lo mismo, dice el sucesor de Greenspan.
El gobernador de la FED se muestra brillante, límpido y genial. De frente a sus casi imperceptibles contrafiguras en otros países del mundo y a sus colegas europeos él es hasta sincero: dice las cosas, como un buen americano, fuerte y claro. La democracia electiva es un oropel del pasado, es un adorno para poner dentro de la vitrina y mantenerlo blindado para que no moleste a quien tiene verdaderamente el poder. A costa de aplastar a gran parte de la población y sobre todo a la clase media, con la así llamada “austeridad” (y desgraciadamente igualmente necesaria), hay que salvar a quien es demasiado grande como para quebrar. A pesar de cuan grandes y macroscópicos sean sus errores e incluso sus crímenes, el sistema bancario y sus hombres no son llamados a responder en causa. Como escudo y protección existe y por lo tanto se puede y se “debe” temer, la “inestabilidad” económica y financiera, una poderosa arma de chantaje. Una estocada tan antidemocrática en el corazón del país, que tiene a la democracia como estandarte, puede parecer increíble y casi paradójico.
La Federal Reserve, no tiene como prioridad servir al pueblo y a su patria. Es simplemente la cabeza del banco central, es decir el órgano del consorcio del sistema crediticio.
NOTAS
[i] Ver AsiaNews.it, 03/03/2010, Corre el riesgo de explotar ya este año la deuda pública de los Estados Unidos
[ii] Ver, Federal Reserve, 04/10/2010, Discurso del Gobernador Bernanke en Rhode Island, 4 de octubre.
[iii] “La reciente y profunda recesión y la sucesiva lenta recuperación han creado graves presiones sobre el balance, no solo para muchas familias y para las empresas, sino también para los gobiernos. En cambio, en los Estados Unidos, las administraciones están teniendo que afrontar no sólo los efectos de debilidad económica a corto plazo, sino también las presiones a largo plazo que surgirán de la necesidad de dar asistencia sanitaria y seguridad de la jubilación a una población en “vías de envejecimiento”. No hay nada que hacer: responder a estos desafíos implicará a los políticos y al público la toma de algunas decisiones muy difíciles así como aceptar algunos sacrificios. Pero la historia deja claro que los países que gastan continuamente más de sus posibilidades sufren una disminución en la velocidad de crecimiento de las ganancias y en el nivel de vida y son propensos a una mayor inestabilidad económica y financiera. Al contrario, una buena administración fiscal es un elemento fundamental de crecimiento y prosperidad sostenibles”.
[iv] “A pesar de que los gobiernos estatales y locales afronten significativos desafíos fiscales, mi objetivo primordial hoy será la situación del balance federal y sus implicaciones económicas. Me limitaré a describir los factores que remarcan los actuales déficit de balances previstos y explicar porqué es fundamental que situemos la política fiscal americana en un camino sostenible. Quisiera incluso ofrecer algunas reflexiones sobre la conveniencia de nuevas normas fiscales o de instituciones que podrían contribuir a la promoción de una transición exitosa de la sostenibilidad de balance en los Estados Unidos”.
[v] “La posición del balance del gobierno federal ha empeorado sensiblemente en los últimos dos años fiscales, con un déficit medio del 9.5% de la renta nacional en ese período. Por el contrario, el déficit rondaba el promedio del 2% de la renta nacional en los años fiscales del 2005 al 2007, antes del inicio de la recesión y de la crisis financiera. El reciente empeoramiento ha sido en gran parte el resultado de la fuerte caída de los impuestos fiscales, provocado por la recesión y por la sucesiva lenta recuperación, así como por un aumento del gasto federal necesario para aliviar la crisis y estabilizar el sistema financiero. Como resultado de esos déficits, la deuda federal acumulada, medida en relación al rédito nacional, ha aumentado a un nivel nunca visto desde el día después de la Segunda Guerra Mundial”.
[vi] “Por el momento el déficit del balance se ha estabilizado y hasta cuando la economía y los mercados financieros sigan recuperándose, tendría que reducirse en relación con el rédito nacional en el transcurso de los próximos años. Las condiciones económicas prevén poco espacio para reducir el déficit de manera significativa en los próximos uno o dos años; en cambio la prematura presión fiscal podría poner en riesgo la recuperación. Sin embargo a mediano o largo plazo la historia es bastante diferente. Si el planteo de los criterios actuales se mantienen y con el postulado de hipótesis razonables de crecimiento económico, el balance federal transitará un sendero insostenible en los próximos años, con la proporción de la deuda federal contraída por los inversores (el público) que aumentará a un ritmo cada vez más creciente con respecto al rédito nacional. Además, con el crecimiento de la deuda pública aumentarán igualmente los desembolsos por los intereses relativos a éstos, lo que a su vez implicará un ulterior incremento del déficit previsto. Las expectativas de grandes y crecientes déficits públicos podrían sofocar en futuro el gasto de las familias y de las empresas – por ejemplo, reduciendo la confianza en las perspectivas a largo plazo para la economía o aumentando la incertidumbre acerca de los futuros gravámenes fiscales y del gasto público – y por lo tanto contener la recuperación de la economía. Las preocupaciones acerca de las condiciones de equilibrio fiscal a largo plazo de las cuentas públicas, podrían incluso vincular la flexibilidad de las políticas de balance oportunas para reaccionar a las condiciones económicas del momento. Por consiguiente las medidas que se tomen hoy para mejorar la posición a largo plazo de las finanza públicas del país, no contribuirían sólo a mejorar la estabilidad económica y financiera a largo plazo, podrían incluso mejorar las perspectivas de la economía a corto plazo”.
[vii] “Los desafíos fiscales que tendremos que afrontar asustan especialmente porque comúnmente son el producto de poderosas tendencias de fondo, no de circunstancias y factores temporales o de corto plazo. Dos de las fuerzas coercitivas más importantes son ya sea el envejecimiento (promedio) de la población de los Estados Unidos, cuyo ritmo se intensificará en las próximas dos décadas, es decir desde el momento en el que tendrá que jubilarse la generación del “baby-boom” (que nació en las dos décadas siguientes a la segunda guerra mundial) que implicará un aumento de los costos sanitarios. Ya que las exigencias de asistencia sanitaria de los ancianos están en aumento, los programas federales de asistencia sanitaria van por el buen camino a ser por sí solos la mayor fuente de desequilibrios fiscales a largo plazo. De hecho, las proyecciones de la Comisión Intercameral de Balance, el Congressional Budget Office (CBO), muestran que se duplicará en los próximos 25 años el gasto federal para los programas de asistencia sanitaria (sobre todo Medicare and Medicaid) con respecto al rédito nacional y a continuación seguirán aumentando ulteriormente en modo significativo. La capacidad de controlar los costos de asistencia ahora que nuestra población envejece, incluso si se sigue brindando asistencia de alta calidad a aquellos que la necesitan, será determinante no sólo por razones de balance sino también para mantener el dinamismo en el más amplio sentido de la economía. El envejecimiento de la población de los Estados Unidos pesará incluso sobre la previsión social, ya que dentro del sistema, el número de trabajadores que pagan los impuestos aumenta más lentamente con respecto al número de personas que reciben pensiones de indemnización – este año hay alrededor de cinco individuos de edades comprendidas entre los 20 y los 64 años por cada persona de 65 años y más ancianas (una relación de 5 a 1). Antes del 2030, cuando se haya jubilado la mayoría de los “baby boomers” [los nacidos en las dos décadas de la posguerra], este informe ha previsto una disminución a un nivel de 3 a 1 y podría disminuir sucesivamente todavía debido a que la expectativa de vida sigue aumentando. En lo complejo, las presiones fiscales previstas relacionadas con la seguridad social son notablemente inferiores a las presiones relacionadas con los programas sanitarios federales, pero presentan aún un significativo desafío para los responsables políticos”. [viii] “Las mismas tendencias de fondo que conciernen a las finanzas federales presionarán sustancialmente sobre los balances estatales y locales, que las organizaciones como la vuestra han contribuido a evidenciar. En Rhode Island, como en otros estados, la maduración del ingreso a la jubilación de los empleados estatales, junto con el aumento continuo de los costos de asistencia sanitaria, comportará una inversión para las jubilaciones de los empleados públicos y para la asistencia sanitaria a los pensionados (ex empleados públicos) que están destinados a volverse cada vez más difíciles de satisfacer. La estimación de los presupuestos futuros de gastos sin la acumulación de coberturas del fondo de pensiones (de los ex empleados públicos) para el conjunto de los estados (de los Estados Unidos) se extienden en un espectro muy amplio de hipótesis, pero algunos investigadores han llegado a determinar incluso la cifra de 2 billones de dólares sobre la base de los datos hasta el final del año 2009. Las estimaciones de los presupuestos de gastos de los Estados Unidos para las prestaciones sanitarias que se tendrán que proporcionar a los pensionados (es empleados públicos) son todavía más inciertas a causa de la dificultad de hacer un cálculo de los gastos médicos de los años futuros. Sin embargo una reciente estimación indica que las administraciones locales de los diferentes Estados tienen un total colectivo de obligaciones de inversión por casi 600 mil millones de dólares sólo para prestaciones sanitarias a los pensionados (públicos). Estas prestaciones sanitarias en general han sido administradas sobre la base de un sistema de contribución por consumo (pay-as-you-go) y por lo tanto podría imponer un sustancial gravamen fiscal en los próximos años desde el momento en el cual un gran número de trabajadores estatales llegarán a la edad de su jubilación.
Puede servir de muy poco consuelo, pero los Estados Unidos no son los únicos en afrontar los desafíos fiscales. La recesión global ha dado un duro golpe a las condiciones fiscales de la mayoría de las demás economías avanzadas y como en los Estados Unidos sus gastos para la sanidad pública y las jubilaciones deberían aumentar sensiblemente en las próximas décadas, debido al envejecimiento (promedio) de su población. De hecho la población de los Estados Unidos es en su mayoría más joven que un gran número de países Europeos, tal como el Japón”.
[ix] “Volvamos a la cuestión de la sostenibilidad fiscal a largo plazo. Como he dicho, las proyecciones del CBO y de otros muestran futuros déficits de balance y deudas continuamente y para siempre en aumento y a tasas más altas. A decir verdad, las proyecciones son en cierta medida sólo elaboraciones hipotéticas. Casi por definición, una trayectoria insostenible de los déficits y de las deudas no sucederá nunca, porque los acreedores no estarían nunca dispuestos a conceder préstamos a un país en el cual la deuda fiscal está en alza ilimitada con respecto al rédito nacional. Herbert Stein, un sabio economista, dijo una vez: “Si algo no puede seguir adelante infinitamente, se detendrá”. De una forma u otra, en algún momento llegarán seguramente las adecuaciones fiscales suficientes como para estabilizar el presupuesto federal. La única cuestión real es si estas adecuaciones tendrán lugar a través de un procedimiento cauto y ponderado que dé peso a las prioridades y que le dé a las personas el tiempo de adecuarse a los cambios de los programas de gobierno, o de las políticas fiscales, o si las adecuaciones fiscales necesarias surgirán de una precipitada y dolorosa reacción de frente a una crisis fiscal amenazadora o ya real. Ya que las elecciones y los compromisos necesarios para obtener la sostenibilidad fiscal son realmente difíciles, seguramente es mejor hacer estas elecciones de forma deliberada y reflexiva.
[x] “Se puede afirmar que la urgencia de alcanzar la sostenibilidad fiscal a largo plazo es tanto una oportunidad como un desafío. Las oportunidades para ambas reformas, de impuestos y de gasto público, son amplias. Por ejemplo, muchas personas están de acuerdo en el hecho de que el código fiscal de los Estados Unidos es menos eficiente y menos ecuánime de lo que podría ser; además el código es excesivamente complejo e implica grandes costos administrativos y de observación de las conformidades. Lograr cobrar las entradas a través de un más eficiente y mejor proyectado régimen fiscal podría mejorar el crecimiento económico y facilitar al menos de alguna forma el alcance de políticas fiscales sostenibles. Así mismo muchos programas de gastos federales podrían modificarse sin dudas como para poder obtener los objetivos que se han prefijado de una forma más eficiente y a costos inferiores. Seguramente los continuos esfuerzos para reducir los costos de los tratamientos sanitarios y el gasto público para la salud, tendrían que ser una prioridad absoluta, además de seguir garantizando tratamientos apropiados para quien lo necesita”.
[xi] “Si no se afrontara nuestra insostenible situación fiscal, nuestro país se expone a grandes costos y riesgos económicos. Como ya he dicho, a corto plazo las preocupaciones y la incertidumbre con respecto a la explosión del déficit futuro, podría hacer a las familias, a las empresas y a los inversores, más cautos con respecto al gasto, a la inversión de capital y a las contrataciones de personal. A largo plazo, un nivel creciente de la deuda pública en relación al rédito nacional es susceptible a ejercitar una presión para el alza de las tasas de interés y por lo tanto inhibir la creación de capital, la productividad y el crecimiento económico.
Déficits públicos cada vez mayores aumentan, ceteris paribus, nuestra dependencia de financieros extranjeros, lo que implica que la cuota de rédito nacional de los Estados Unidos, destinada a pagar los intereses a los inversores extranjeros aumentará con el paso del tiempo. La renta pagada a los inversores extranjeros no está disponible para el consumo o la inversión internos. Y un costo cada vez más elevado del servicio de la creciente deuda nacional, significa que los ajustes, cuando lleguen, podrían ser fuertes y detonantes. Por ejemplo, los grandes aumentos de las tasas que podrían necesitarse para cubrir el creciente interés, frenarían el crecimiento potencial, reduciendo los incentivos laborales, el ahorro, las nuevas contrataciones de personal y la inversión.
[xii] “Finalmente, una gran deuda federal reduce la flexibilidad de los políticos para aumentar temporalmente la inversión necesaria para afrontar las emergencias futuras, como la recesión, las guerras, o los desastres naturales”.
[xiii] “Sería difícil individualizar un umbral específico en el cual la deuda federal comienza a causar gastos consistentes más numerosos y así mismo riesgos para la economía nacional. Probablemente no hay un límite claro; los costos y los riesgos podrían crecer más o menos proporcionalmente con respecto al aumento de la deuda federal. Pero lo que hoy sabemos ciertamente es que la amenaza para nuestra economía es real y creciente, lo que tendría que ser motivo suficiente como para que los responsables de las políticas fiscales pongan a punto un plan creíble para llevar el déficit a niveles sostenibles a mediano plazo. Cuanto antes se establezca un plan, mucho más tiempo tendrán a disposición las personas sobre las cuales recaerán las consecuencias para prepararse para los cambios necesarios. De hecho, en el pasado, dos largos tiempos preparatorios han contribuido a los ajustes necesarios menos dolorosas y por lo tanto políticamente realizables. Por ejemplo, el progresivo aumento de la edad de jubilación mínima, para obtener la plena pensión, fue aprobado en 1983, pero no comenzó a surtir efecto hasta el 2003 y la reforma no se completará hasta el 2027, dándole así a los futuros jubilados el tiempo suficiente como para adecuar sus planes laborales, de ahorro y jubilación”.
[xiv] “Entre toda la incertidumbre que rodea las perspectivas económicas a largo plazo y de balance, hay una certeza de que ambas ramas del Parlamento (Cámara de Diputados y Cámara de Senadores), actuales y futuras, que el actual y los futuros presidentes tendrán que tomar algunas decisiones muy difíciles como para poner nuevamente el balance en una trayectoria sostenible. ¿Estas decisiones pueden simplificarse para nuestros líderes electos? En distintos momentos, algunos Parlamentos de los Estados Unidos y algunos gobiernos extranjeros han adoptado normas en materia de legislación fiscal, capaces de contribuir a la reestructuración del proceso de aprobación del presupuesto [ndr.: por ejemplo, en Italia la ley presupuestaria trienal “blindada” deseada en el año 2008 por el Ministro Tremonti, que en los años siguientes no permite al Parlamento que establezca las más mínimas variaciones]. Las normas del balance son acuerdos legislativos destinados a promover la responsabilidad fiscal, vinculando las decisiones sobre el gasto y sobre los impuestos. Por ejemplo las normas fiscales pueden imponer vínculos sobre los resultados clave de balance, como el gasto público total, el déficit o la deuda. En el resto de mi presentación hablaré de la utilización de las normas fiscales para afrontar los problemas de balance a largo plazo, empezando por un análisis de los Estados Unidos y de la experiencia exterior”.
[xv] “Muchos otros países han hecho experiencia o han experimentado normas en materia de legislación fiscal. La Unión Europea, mediante tratados, adoptó reglas de vínculos a la legislación fiscal, ya en los primeros años de la década del 90', con el objetivo de garantizar que todos los miembros mantuviesen políticas fiscales sostenibles. Las reglas especificaban que los países tendrían que mantener sus déficits públicos iguales o inferiores al 3% de su producto bruto interno (PBI) y que la deuda pública no tiene que superar el 60% del PBI [N. d. R la referencia es el Pacto de Estabilidad europeo, PDS, estipulado en 1997 y que entrará en vigor en enero de 1999, el cual pone a los estados miembros vínculos de balance, los así llamados “parámetros de Maastricht”. El PDS pone bajo tutela de la Comisión Europea a los déficits y las deudas públicas de los Estados miembros, mediante un particular tipo de procedimiento de infracción, el Procedimiento por Déficit Excesivo, PDE, adoptada por el Consejo de Ministros de la UE, un organismo político, bajo propuesta de la Comisión Europea, un organismo burocrático no elegido]. No obstante, ya desde antes de la reciente crisis financiera y de la recesión, los mecanismos de aplicación de estas reglas no han impedido que tales objetivos sean violados y los problemas fiscales en muchos países de la zona del euro han sido recientemente una fuente de estrés económico financiero. Los líderes europeos están trabajando para reforzar los propios instrumentos para hacer respetar la disciplina fiscal” [ndr. la referencia es al Nuevo Pacto de Estabilidad europeo, propuesto por la Comisión Europea a mitad del presente año, luego de la crisis de la deuda griega y de los demás países menores, el cual prevé mayores sanciones a cargo de los Estados miembros insolventes. Pero la mayor diferencia es que la decisión final no será tomada por el Consejo de Ministros de la UE, sino que será impuesta automáticamente por la Comisión Europea a los gobiernos y a los parlamentos elegidos de los Estados miembros, sobre la base de procedimientos burocráticos pre-definidos].
Por Maurizio d'Orlando - 19 de Octubre de 2010
Fuente: www.megachipdue.info