Emanuele Piazza fue asesinado el 16 de marzo de 1990.
Era policía y cazador de fugitivos como Totò Riina, Salvatore Lo Piccolo, Armando Bonanno y otros.
Como ha sucedido en muchos casos, el asesinato de Piazza también ha padecido, a lo largo del tiempo, una larguísima serie de desvíos que hasta la fecha no han permitido a la familia saber toda la verdad.
Basta decir que las primeras condenas de los responsables mafiosos no se produjeron hasta el 2001.
La Corte Penal de Palermo aceptó casi en su totalidad las solicitudes de condena de la fiscalía, representada por el entonces fiscal adjunto Antonio Ingroia y el fiscal Nino Di Matteo, que pidieron cadena perpetua para Salvatore Biondino, Antonino Troia y Giovanni Battaglia. Mientras que con el rito abreviado Salvatore Biondo, su primo (del mismo nombre) y Simone Scalici fueron condenados a 30 años.
Entre los ejecutores materiales se encuentra Erasmo Troia (condenado en primera instancia y en apelación y luego absuelto en la Casación por un vicio procesal en el procedimiento de extradición de Canadá).
En el crimen también participaron Francesco Onorato y Giovambattista Ferrante, condenados a 12 años gracias a la pena descontada por su colaboración con la justicia.
Hoy, 16 de marzo a las 9.30 en la Piazza Giovanni Paolo II de Palermo, en presencia del hermano de Emanuele, Andrea Piazza, como moderador, se recordó al policía y a Gaetano Genova (fallecido el 30 de marzo de 1990).
El hermano Domenico Spatola bendijo las dos piedras y luego se pasó a las intervenciones libres.
La familia de Emanuele pide desde hace años la aprobación de la moción presentada por el grupo DC al Ayuntamiento, por la cual se solicita la transformación de las antiguas aceras de la avenida Croce Rossa en un lugar abierto a los ciudadanos para recordar a todas las víctimas asesinadas por la mafia en Sicilia.
El homicidio
Emanuele Piazza estaba a punto de sentarse a la mesa cuando Onorato llamó a su puerta y le pidió que lo acompañara a Capaci, al almacén de muebles de Nino Troia, donde debía cobrar un cheque. Piazza fue con él. Dentro del almacén lo esperaban los jefes Salvatore Biondo y Nino Troia, quienes lo atacaron y estrangularon. Posteriormente, su cuerpo fue llevado a una granja en el campo de Capaci y disuelto en ácido.
Al día siguiente, cuando su familia fue a buscarlo, inmediatamente se dieron cuenta de que algo andaba mal. De hecho, al llegar encontraron la puerta entreabierta, el frigorífico abierto y una pasta demasiado cocida, que se había convertido en pegamento. Como si quien lo había preparado se hubiera marchado de repente, sin pensar en comer.
Desde aquel 16 de marzo no se supo más de Emanuele. El padre, Giustino Piazza, un conocido abogado de Palermo, decidió entonces denunciar la desaparición en la comisaría, precisamente por lo extraño de la inesperada ausencia de su hijo de casa. Pero la denuncia permaneció en un cajón durante meses, nunca fue leída.
Fue el primer "muro de goma" frente a la búsqueda de la verdad. Pero no sería el único.
El silencio se rompió seis meses después de la desaparición del joven, cuando su padre decidió conceder una entrevista a Francesco Viviano, periodista de La Repubblica. En esa investigación periodística, Giustino Piazza reveló toda una serie de circunstancias hasta entonces mantenidas en silencio, a petición de las autoridades, incluida la relativa a la colaboración de su hijo con los servicios de seguridad. "Mi hijo murió porque tenía la ilusión de que tarde o temprano se convertiría en un auténtico agente secreto, y mi pobre Emanuele cayó en la trampa -le dijo al periodista Viviano el 11 de septiembre de 1990- Después de la desaparición de mi hijo, los del SISDE (Servicio de Información y Seguridad Democrática) intentaron minimizar su papel, pero no pudieron evitar admitir que Emanuele trabajaba para ellos. Sé que mi hijo estaba en su nómina".
La colaboración oficial del "Topo", este era su nombre en clave, con el SISDE sólo se obtuvo después de que Giovanni Falcone tomara medidas. El juez, acudiendo al Ministerio del Interior, comenzó a realizar interrogatorios, de arriba hacia abajo, y como resultado, cuando regresó a Palermo el 22 de octubre de 1990, encontró sobre su escritorio el documento firmado por el prefecto Malpica que reconocía el trabajo de Emanuele.
El joven policía, sin embargo, no era un hombre cualquiera del servicio. Su función era buscar fugitivos de la mafia. Su trabajo ya era bien conocido por la policía, que encontró en la casa del mismo una lista, redactada en papel membretado del Ministerio del Interior, que contenía los nombres de 136 fugitivos.
Y esta sería precisamente la razón por la que Piazza fue retirado de escena. Y junto a él también caerán otras figuras que le eran cercanas. Entre los miembros de su red también se encontraba un compañero y amigo, Gaetano Genova, bombero y pariente lejano de Tommaso Buscetta. En Cosa Nostra corría el rumor de que era un informante y en la duda, él también fue eliminado.
La resistencia institucional
Volviendo a la resistencia institucional, vale la pena releer lo escrito por la Corte Penal, relatado en los documentos inherentes al asesinato del policía Nino Agostino, estrechamente vinculado a Piazza.
En cuanto a la actitud de los representantes institucionales de Piazza, se dice que: "La actitud de algunos de ellos, después de la desaparición de Piazza, fue sin embargo poco loable y se caracterizó por las más amplias y tenaces reticencias y cierres hacia la investigación". En este sentido, no se puede pasar por alto que "sólo con el tiempo, y gracias a la insistente presión de la familia del fallecido, finalmente se logró saber qué pudo haber hecho Piazza para desatar la furia asesina de Cosa Nostra". Y luego: "A este respecto, parece oportuno señalar que, durante el debate, el representante del Ministerio Público subrayó, por un lado, la culpable subestimación del peligro por parte de los representantes institucionales que enviaron al pobre Emanuele Piazza para buscar fugitivos de la mafia en una ciudad como Palermo (donde la ferocidad mafiosa no había dejado de manifestarse en toda su brutalidad con asesinatos como los de los jueces Terranova, Costa, Chinnici e innumerables representantes de las fuerzas policiales, como dalla Chiesa, Zicchetto, D'Aleo, Cassarà, Antiochia, etc.), y por otra, la consiguiente reticencia de quienes intentaron por todos los medios evitar ser considerados corresponsables, al menos moralmente, de la muerte de Piazza". Y es en este sentido que el Ministerio Público de la época habló de "reticencias institucionales que iban más allá de la ley al determinar el enorme retraso en indicar al Fiscal General las causas que podrían haber llevado a la mafia a suprimir a Piazza (en primer lugar su pertenencia al SISDE y la búsqueda de prófugos que ya había iniciado o cuando presionaron a quienes habían trabajado con el citado Piazza para minimizar al máximo el nivel de asociación, confianza y colaboración con él, con el objetivo principal de evitar 'tener problemas'". Además, el fiscal consideró que "persisten grandes zonas grises tanto sobre el origen del informe que empujó a Cosa Nostra a deshacerse, de forma drástica y definitiva, del peligro que representaba Piazza, como de las razones de tantas reticencias y conflictos, que también surgieron en el proceso, entre las diversas declaraciones de hombres del Estado".
Foto de portada: reelaboración gráfica de Paolo Bassani
Foto 2: Andrea Piazza © Deb Foto
Foto 3: monumento en memoria de Emanuele Piazza y Gaetano Génova © Deb Photo