Una sentencia (obscena) y el reclamo de justicia de Giovanna Maggiani Chelli¿Obscena? ¿Vergonzosa? ¿Indigna? ¿O simplemente una sentencia "coherente" con la historia de impunidad de los poderosos en Italia? Es "coherente" en un país donde el poder legal puede negociar con un poder criminal con total desprecio por todas las víctimas inocentes que causa ese pacto perverso. Parece que fue ayer cuando el inolvidable Dario Fo recibió el premio Nobel de literatura. Era el 9 de octubre de 1997. Un resumen esclarecedor de la motivación apareció en el comunicado de prensa oficial: "Dario Fo, que en la tradición de los bufones medievales azota el poder y rehabilita la dignidad de los humillados". Su extraordinario discurso con motivo de la recepción del prestigioso galardón contenía la esencia más profunda de este gran hombre. Esencia que brilló aún más cuando abordó el tema de las masacres de Estado, un tema muy querido por él y por su compañera de vida, la gran actriz y autora Franca Rame. "En cierto momento –dijo Dario Fo– entendí que hablaba al vacío porque la gente no estaba al tanto de los hechos, no sabía lo que había pasado cinco años antes, diez años antes: la violencia, el terrorismo, no sabían nada, no sabían de las masacres de Estado que se dieron en Italia, ni de los trenes que volaron, ni de las bombas en las plazas, ni de los juicios que se hicieron como farsas. Lo terrible es que para contar la historia de hoy tengo que empezar a contar la historia de hace treinta años en adelante, no alcanza con contar lo de ahora". Junto al fallo de la Casación sobre la Tratativa –que habla por sí solo por su obscenidad– las palabras de Dario Fo nos obligan a seguir contando una historia que el Estado no quiere revelar, que prefiere borrar por completo a través de una moderna damnatio memoriae, con el propósito de eliminar toda la memoria de una persona o un hecho. Pero como dice la canción de Francesco De Gregori, la historia va más allá. Incluso más allá de una verdad negada. "La historia realmente no se detiene en una puerta. La historia entra en las habitaciones, las quema. La historia demuestra que estás equivocado y demuestra que tienes razón. Somos historia, somos los que tenemos todo para ganar, todo para perder". Y son precisamente las palabras que nos dejó Giovanna Maggiani Chelli el 7 de febrero del 2019 –una mujer indomable que hasta el último día de su vida gritó su demanda de justicia– las que hablan de la sentencia de hoy de la Casación. "Esa palabra, 'tratativa' –dijo Giovanna Chelli en la entrevista realizada conjuntamente por Giorgio Bongiovanni y Aaron Pettinari– la escuchamos por primera vez en enero de 1998 y salió de la boca de un protagonista absoluto como el carabinero Mario Mori (…). Caímos en medio de esa tratativa cuando Cosa Nostra sube el listón y para hacer algo llamativo intenta derribar los monumentos. Queremos saber toda la verdad sobre lo que pasó en las siete masacres habidas entre 1993 y 1994". Una de estas masacres tuvo lugar en Florencia, en la noche del 26 al 27 de mayo de 1993. El coche bomba colocado por los jefes de Cosa Nostra del calibre de Matteo Messina Denaro, junto con hombres y mujeres de Estado, provocó un cráter de 4,20 m. de diámetro por 1,30 m. de profundidad, y arrasó con toda la familia de los custodios de la Academia Georgofili (Fabrizio Nencioni, de 39 años, su esposa Angela Fiume, de 36 y las dos niñas, Nadia de 8 años y medio y Catherine de apenas 50 días). Con ellos también murió el estudiante Dario Capolicchio, de 22 años. Junto a esta último estaba Francesca Chelli, su novia (hija de Giovanna Chelli), que aún presenta signos de invalidez permanente y que vio arder a su novio ante sus ojos. Además de ella, otras 47 personas resultaron heridas. "Queremos entender completamente lo que pasó –dijo en forma contundente Giovanna Chelli–, para bien o para mal, solo queremos la verdad. Queremos saber si Berlusconi y Dell'Utri se han subido al carro de la tratativa Estado-Mafia o no (...). También está la nueva investigación. Estas investigaciones se han abierto y cerrado durante años y cada vez las vivimos como un tormento. Tenemos 'Autor Uno', 'Autor Dos' y 'Autor Tres'. Los nombres son esos. Tomamos los datos de las 'pistas significativas'. Esperemos a ver si habrá un juicio por esto. Ojalá podamos llegar allí sea cual sea el desenlace final. Eso sí, dicen que son 'cosas viejas' y seguro que, como ya ha pasado, se escanearán a sí mismos para entender a qué se refería Giuseppe Graviano con sus palabras. Pero a lo largo de esta historia mantenemos la esperanza de que tarde o temprano el jefe de Brancaccio cuente lo que sabe y colabore con la justicia; que explique de una vez por todas lo que quiso decir con esas palabras". Ante los dichos de Mario Mori, quien en el 2018 declaró que quería cuidarse para vivir mucho y ver morir a algunos de sus enemigos, el comentario de Chelli fue lapidario. "Estábamos horrorizados por esas frases. Creemos que debería disculparse por lo que sucedió como resultado de sus acciones, tenga o no implicaciones criminales (…). Miro el estado de mi hija y pensando en las palabras de Mori me siento consternada. A diferencia de él, quiero vivir mucho para tener justicia para mi hija y todos los muertos que represento en mi asociación. Quiero que cualquiera que haya cometido un error de ese tipo se disculpe con las víctimas del Georgofili. Por lo alto de su experiencia y de su inteligencia debía saber el riesgo que se corría al ir a hablar con Ciancimino. Viendo que las bombas de alguna manera habían dado resultado en 1992, llegamos a las de 1993". Y precisamente en lo que respecta al proceso de la tratativa Estado-mafia, Giovanna Chelli tenía las ideas muy claras de por qué estaba siendo entorpecido de esa manera. "Es un proceso incómodo para todo el sistema, que no le gusta a la política. Hablar de ello significa admitir lo sucedido (…). Hemos vivido largos silencios donde algunos han dicho algo solo años después, porque tenían miedo de lo que estaba pasando durante la investigación. Cualquiera que dijo algo es solo porque entendió que la hoja de parra ya no cubría. Y eso es una paradoja. Lo cierto es que durante las masacres de 1993 todos se pararon detrás de la ventana para mirar cómo mataban a nuestros hijos e invalidaban a nuestros familiares más cercanos de una manera inigualable (...). Después de todo, incluso antes de la sentencia de Palermo había existido la sentencia de Tagliavia en la que se dijo claramente que la tratativa existió". Incluso en el espinoso tema del 41bis, la presidenta de la Asociación de Familiares de las Víctimas de la Masacre de via dei Georgofili no dudó, su análisis fue un tanto profético. "La sensación es que para el 41 bis es un tiempo urticante. Siempre hemos sido impopulares para los garantistas en este asunto. Notamos que hay un trabajo muy fuerte que va en esa dirección con mucha gente que está dispuesta a abolir el 41 bis. En algunos juicios trascendió que los mafiosos en prisión, entre los presos, habían hecho colectas precisamente para abolir el régimen penitenciario y son bien conocidas las protestas de Cosa Nostra. Las masacres de 1993 sucedieron por eso. El difunto magistrado Gabriele Chelazzi siempre nos dijo que lo de los Georgofili 'fue la masacre del 41 bis'. No podemos olvidar esto. Giuseppe Graviano está harto del 41 bis. Y evitar que hable se convierte en un asunto urgente que debe abordarse. Ahí es donde se juega el juego. Está la promesa hecha a Riina y a sus compañeros esa noche en via dei Georgofili que debe ser respetada. Se debe pagar el 'pagaré' de la negociación. Es lo que Cosa Nostra siempre ha querido y el riesgo vuelve a ser alto. Y no me extrañaría que en los próximos meses esto también se ponga en la balanza a nivel político". Cuando se le preguntó qué deberían haber hecho las instituciones y la política para responder a la sed de justicia de las familias de las víctimas de la masacre de Florencia, Giovanna respondió de una sola vez: "Admitir que en la historia de las masacres de Italia nunca ha habido una responsabilidad moral tan grande, tan amplia, tan vergonzosa, como por la masacre en via dei Georgofili. Una masacre en la que creemos que todos participaron. Una 'responsabilidad moral' común que se respira incluso allí donde a nivel institucional no se hace mención alguna a estas masacres. Y esto es vergonzoso". Un concepto ya expresado en el aniversario de la masacre de Florencia en el 2011 cuando la Sra. Chelli afirmó en términos tajantes: "O el Parlamento da más garantías a los arrepentidos o, en su defecto, deja hablar al Estado. Dejemos de freír en la parrilla a las víctimas de las masacres de 1993. Son los hombres de Estado los que conocen los hechos y se escudan en razones de Estado. Son ellos los que tienen que decir la verdad sobre las masacres de 1993". Mientras tanto, su hija Francesca se había graduado en Arquitectura en la Universidad de Florencia con nota de 110, calificación cum laude. A raíz de ese resultado, Giovanna Chelli escribió una carta abierta a Totò Riina cuyas primeras palabras eran totalmente indicativas. "Estimado Sr. Riina, su TNT, el de todos ustedes, de aquellos de ustedes que lo deseaban fuertemente para salvarse de la cárcel, destrozaron a mi hija, pero no la doblegaron". La carta concluía con una acusación a la que nadie se atrevió a responder. "Esta graduación de mi hija –resaltó Chelli– es la venganza por esos 300 kilos de TNT utilizados en la piel de inocentes para ocultar una vez más las miserias de quienes le dieron la oportunidad a la mafia de ir al Parlamento". Quien enfrentó a una mafia que no se limitó a ir al Parlamento fue el pool antimafia del proceso sobre la Tratativa formado por valientes magistrados como Nino Di Matteo, Vittorio Teresi, Francesco Del Bene y Roberto Tartaglia (sin olvidar la primera fase donde tuvo un papel fundamental Antonio Ingroia), a quien se le atribuye el mérito de haber osado poner en práctica el principio sacrosanto de que la ley igual para todos. Hoy sobre ese grupo, y sobre quien lo ha apoyado, se lanzan buitres, personajes bajos y otros que se han dejado utilizar más o menos conscientemente. Todos ignoran un pequeño detalle: siempre habrá quien con la palabra tendrá el valor de "azotar el poder y rehabilitar la dignidad de los humillados". Foto 2: Giovanna Maggiani Chelli |