Domingo 28 Abril 2024

El joven cronista Jamil El Sadi, en las páginas de esta revista, recordó los veintitrés años de compromiso de ANTIMAFIADuemila. Un tiempo en el que, entre sacrificios y dificultades, tratamos de hacer nuestra parte y ofrecer un pequeño aporte en la búsqueda de la verdad sobre las masacres.

Porque ante el horror de las masacres de Capaci y via D'Amelio y de los muchos misterios, no queríamos delegar en la magistratura, las fuerzas del orden y las familias de las víctimas una batalla de civilización que en realidad pertenece a todo ciudadano honesto.

Así comenzó un camino que ha traído grandes satisfacciones, pero también grandes decepciones.

Como dijimos en el pasado, el impulso interior que animó y anima a este grupo de amigos y colegas va más allá de cualquier razonamiento lógico vinculado a las posibilidades y medios para llevar a cabo la iniciativa.

Y el aspecto espiritual que caracterizó a nuestra decisión nos fortaleció en los momentos duros que se avecinaban.

Con los lectores quiero compartir una reflexión que me acompaña desde hace tiempo.

Soy un periodista que se ocupa de crónicas judiciales, mafias y sistemas criminales.

Soy un activista. Considero que la raza, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o las condiciones personales y sociales no deben discriminar ante los derechos inviolables de todo ser humano.

Creo en la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y la igual dignidad social entre los hombres, mujeres y demás subjetividades.

Soy un personaje que defiende sus propias ideas.

A menudo me etiquetan como "diferente" o me acusan de herejía o de locura.

Soy un hereje por decir que tengo experiencias, en mi cuerpo y en mi alma, que escandalizan a los lugares comunes.

Creo en Jesucristo, hijo de Dios, y creo que hay vida en el Universo.

¿Es esta la diversidad que asusta?

A la fe acompaño el intelecto en el compromiso social.

Como laico amo firmemente nuestra Constitución, la libertad y la justicia.

A lo largo de la historia de la humanidad, lo "diferente" muchas veces ha sido visto con temor.

"Diferente" era Martin Luther King, a quien los blancos racistas en el poder llamaban "negro" y mostraban su odio por el color de la piel.

"Diferente" era Pier Paolo Pasolini, amado y respetado por intelectuales y cineastas, pero llamado "maricón" por sus enemigos, molestos por su oposición al poder y a la sociedad. Esos fascistas que se burlaron de él y lo persiguieron hasta quererlo muerto no soportaron sus opciones sexuales diferentes. Pero lo que les molestó fue sobre todo el ideal de libertad y justicia que llevó adelante en cada uno de sus escritos.

"Diferente" era Chico Mendes, asesinado por su compromiso con los indios de la Amazonía, culpables de querer defender su territorio y su derecho a existir.

"Diferente" fue Mahatma Gandhi, líder nacionalista hindú, con su teoría "revolucionaria" de la no violencia tomada no como una "herramienta política", sino como un valor y un principio de vida. Fue admirado, amado y luego engañado y asesinado.

"Diferente" fue el médico argentino Ernesto "Che" Guevara. Un revolucionario, un guerrillero, que combatió por la independencia de los pueblos y que con su accionar encarnó valores como la valentía, la generosidad, la negativa al compromiso, el inconformismo, la coherencia, la utopía y la voluntad de cambiar el mundo dando forma a un "hombre nuevo". Él también fue perseguido, traicionado y asesinado en las montañas bolivianas por voluntad de la CIA y los Estados Unidos de América.

En lo personal, como cristiano y pacifista, aborrezco la lucha armada, aunque comprendo las razones de los guerrilleros que tuvieron que defender con la vida y con la fuerza los valores que hoy están escritos en nuestra Carta, de grandes hombres como el "Che" Guevara.

Y quizás porque uno figuras que parecen estar en la antítesis puedo parecer "diferente".

Respecto al pasado, soy honesto, ser "diferente" es más fácil. Y si esto es posible, es sólo porque tantos "diferentes" y "herejes" se han hecho "mártires" al dar su vida por la libertad de todos los hombres. Y por ellos no se puede hacer otra cosa que seguir en el camino.

Foto: Paolo Bassani