Movimiento Internacional Our Voice y la Asociación Universitaria “Contrariamente”
Esperanzador accionar de una firme resistencia a la mafia transnacional
Por Jean Georges Almendras, desde Palermo, Sicilia-25 de mayo de 2022
Se han abierto los pórticos de una revolución. Flamearon al viento siciliano las banderas de una lucha antimafiosa, anticapitalista y antirracista sin cuartel. Instaladas en las calles de Palermo, estrepitosamente. Esto ocurrió el día del aniversario del asesinato (en manos de la mafia y del Estado italiano) del juez Giovanni Falcone, su esposa y los escoltas. Esto ocurrió después de 30 años del sangriento hecho, en el marco de una rotunda movida activista, que trajo consigo una de las mayores expresiones de resistencia popular juvenil en el Palermo de hoy. Fue, sin temor a equivocarme, toda una gama de reclamos y consignas muy bien definidas que se dieron cita en la tarde del 23 de mayo sobre vía Maqueda. Fue una inmensa movilización sin precedentes, al menos desde los últimos 20 años. Fue una marcha, no mayor de cuatro kilómetros, que se inició a las puertas mismas de la Facultad de Jurisprudencia, posterior a una intervención artística de los jóvenes actores, y que culminó prácticamente a escasos 100 metros del edificio en el que vivía el magistrado Giovanni Falcone, en vía Emanuela Notarbartolo. Fue un extenso recorrido que bastó y sobró, para comprender y ver, cómo y de qué manera, los jóvenes palermitanos y de otras partes de Italia, y del mundo (había un senegalés, argentinos y uruguayos) que no están soñolientos e indiferentes respecto a lo que ha hecho y hace la mafia en su tierra, sin pudores ni remilgos, ni medias tintas, y en tono de fuerte denuncia pública, se expresaron sobre el tema mafioso, algo que no es común en la gran mayoría de los palermitanos. Ya solo verlos llegar por Vía Maquedá fue una indiscutible antesala para aventurarnos a predecir que algo inusitado e inédito iba a suceder. Y así ocurrió. Y así fue.
Una de las calles más empedradas por el turismo más polifacético y ajeno a las luchas sociales, en cuestión de minutos, se vio literalmente tomada por jóvenes estudiantes artistas y universitarios de la Facultad de Jurisprudencia portando pancartas con consignas blasfemas para la frivolidad y la indiferencia palermitana, sobre todo porque se trataba de señalar, con el dedo, a la mafia, habida cuenta de que estamos en la Meca de una tierra saturada de una criminalidad organizada añeja. Y habida cuenta de que estamos en una Italia sacudida por un sinnúmero de secuencias que son funcionales a un sistema mafioso, enquistado en el aparato político (más de 150 años) con la venia de los poderes ocultos y no ocultos, que hacen que todos vivan ensimismados, en los días de los homenajes a Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, por las hipocresías o por las palabras retóricas, en lugar de gritar basta de mafias y de tratativas entre el Estado y la Mafia, o en lugar de homenajear a los caídos en el cumplimiento del deber con la denuncia directa, incisiva, la que solo la hacen los jóvenes de Our Voice.
Jóvenes que en cada grito ponen el alma y el cuerpo, esta vez acompañados por los jóvenes de “Contrariamente” y cientos de ciudadanos no tan jóvenes que se plegaron a la gran rebeldía que concitó la atención pública. Jóvenes, que, en cada tramo de su muy peculiar arte, desataron al viento sus sentimientos más libres y nobles resaltando rebeldía, con una intervención en la que cada uno de los personajes pisó muy fuerte y con un mensaje no menos fuerte. Un mensaje, una denuncia, en definitiva, astutamente expuesta, con nombres y apellidos, y con las intencionalidades que corresponden, porque el libreto exigía la claridad adecuada, fundamentalmente para poner énfasis en su lucha, porque están hartos de las pasarelas de los políticos, que viven subyugados por la omertá mafiosa a la hora de poner el dedo en la llaga que es el tema mafioso; porque están hastiados de las reformas de la ministra de justicia Cartabia o de las censuras institucionales o de los negacionismos, cuando alguien les dice en la cara que los mafiosos no han terminado, y que siguen allí tan campantes; y porque ya es hora de decir las cosas por su nombre, reclamando (exigiendo) que se desmorone la clase política e institucional que protege a la mafia; y porque ya es hora de que esas complicidades se vayan por los caños maestros y se deje de proteger a los mafiosos, como se los protegió años atrás aceptando sus exigencias, en un deshonroso papello de los días de las atentados violentos, que precedieron a los que sufrieron los emblemáticos jueces de la antimafia Falcone y Borsellino, entre otros.
Las ovaciones dirigidas a estos jóvenes atravesando calles y plazas se sintieron estrepitosamente a lo largo de la recorrida, porque su mensaje dirigido a la comunidad palermitana hizo temblar las calles. Micrófono en mano, los jóvenes arengaron a los adormecidos ciudadanos de la ciudad capital del sur siciliano, la histórica ciudad de la cultura y del arte, y de la sangre y del plomo; los arengaron para que salgan de sus cuevas de la indiferencia y para que se plieguen a la lucha más popular de las luchas de los días que corren: la lucha contra las mafias que lo devoran y lo dañan todo, y a todos.
Verlos recorrer las calles, a toda consigna, pancarta y voces, tironeando un móvil parlante que irradiaba músicas militantes de Italia y de Latinoamérica fue como ver a uno de los más revolucionarios espectáculos propios de la lucha sudamericana de los años setenta. Fue un tsunami de verdades gritadas a los mafiosos, a los que los sostienen y apañan desde sitiales institucionales y a los que los apoyan con el voto ciudadano. Fueron cientos y cientos de baldes de agua fría arrojados merecidamente sobre las cabezas de esas “mentes refinadas” empecinadas en pavonearse conspirando, para servir a la mafia como poder y a los mafiosos (sus soldados) que la componen. Fue, me animaría a decir, una movilización popular heroica y punto de partida de otras más que habrán de venir.
No nos alcanzarían las palabras; no nos serían suficientes los calificativos; tampoco los sinónimos de un diccionario nos serían útiles, para redondear un pensamiento que pueda resumir o titular lo que fue aquella marcha.
Al menos para mí, ya tan solo verla y disfrutarla resultó ser una experiencia de militancia irrevocable, encegueciendo mis ojos. Una militancia juvenil con sabor a una Latinoamérica sangrante, propia de los días de las dictaduras militares. Solo que en Palermo los que la sangran, segundo a segundo, día a día, son los mafiosos. Fue en el pasado y es en el presente.
Los mafiosos de guante y cuello blanco que se encuentran a la vuelta de cada esquina de una ciudad que vive la esquizofrenia de la cultura y del mal, como si se tratara de algo normal. Así, por años, hasta hoy.
En los jóvenes está y estará la insalubre y valerosa labor de derribar toda esa montaña de mierda.
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*Fotos de Antimafia Dos Mil