Por Giorgio Bongiovanni-21 de febrero de 2022
Estos son solo algunos de los adjetivos que me vienen a la mente tras escuchar "Sangre y falsedad", la última canción producida por Our Voice (creada "ad hoc" para la campaña "Indegnità QRinale") publicada hace unos días en su canal de YouTube.
Un himno a la vida, un himno al futuro del país y a su destino, encerrado entre "cadenas que oprimen", acero que encadena a nuestra "querida Italia", canta Simone Piovani, líder de la banda del Movimiento.
Una canción de rock que rompe el hipócrita silencio de los sectores dominantes sobre los crímenes de nuestra clase dirigente: la más rapaz de Europa. Un rock que "grita justicia y verdad", como dice el Movimiento Our Voice en las publicaciones de lanzamiento en las redes sociales. Su rock también tiene elementos de los géneros más en boga hoy, como el trap y el rap, a pesar de que hunde sus raíces en los grandes hits de los años '70 y '80.
Desde los primeros segundos, en efecto, los acordes de guitarra eléctrica de Nico Di Sante, acompañados por el violín "Cristiano Scipioni" de Andrés González Rosales, hacen eco del "rock alternativo" de los míticos Foo Fighters cuando en el lejano 6 de agosto del 2007 editaron su sencillo "The Pretender" como primer extracto del sexto álbum de estudio "Echoes, Silence, Patience & Grace".
Pero hay que tener paciencia, dejarse llevar por las voces suaves y melódicas con las que Chiara Lautieri y Stella Di Toma cantan el primer estribillo, sentarse cómodamente, disfrutar del sonido de Our Voice en el altavoz o auriculares y llegar a la mitad de la canción para saborear el alma indomable de este éxito.
Dos minutos y medio, y es el turno de Angelo Lupo (L.E.S.M.A.S.) y Mattia Lautieri (ALIENo) que "rapeando" sobre el virtuosismo de la Duesenberg Paloma del guitarrista se desatan como sólo dos veinteañeros saben hacerlo.
Canta, gritan, rapean. Se oponen a un mundo injusto; contra Draghi; contra la mafia; contra la hipótesis de Berlusconi en el Quirinale (ya superada); contra una política cabildera formada por ladrones y calumniadores. Y mientras tanto Giovanni Battista Capanna Piscè hace oír sus espléndidos tambores. Da rienda suelta al bombo de su "Mapex", mantiene el ritmo destrozando cada subwoofer, y golpea los maravillosos platillos que vibran sin cesar. En todo esto Francesco Iannetti arranca cinco cuerdas de su bajo que acompañan el ritmo cada vez más apremiante, cada vez más rockero, cada vez más rebelde. Y por qué no, cada vez más cabreado. La escucha transcurre en un crescendo de extraordinaria intensidad, los músicos dan auténticos escalofríos, Andrés con su violín se expresa con clase y calidez entre las texturas barrocas, exaltándose en el perfecto "estribillo" del grupo. De nada sirve ocultarlo, la carga y el entusiasmo impregnan como cuando los nostálgicos saboreamos el ímpetu y las emociones del Festival de Woodstock de 1969: cuando la melena era larga, los pantalones acampanados y lo único que podía detener al mundo (o al menos eso se creía) era el amor.
"No, no estoy ahí
No me representan
Uno o el otro, todos están mal.
No, no estoy ahí
Es nuestra Constitución
La defenderé en nombre de la rebelión".
No hay jóvenes en ella. No aceptan a esta clase dominante y la denuncian con el Arte. El sagrado, el que se escribe con mayúscula, el que atraviesa las edades y puede cambiar las conciencias. Arte al servicio de una misión, de una lucha social, por el bien de una causa. Y es con graciosa maestría que estos jóvenes cantantes y músicos de Our Voice -junto con todas y todos los que trabajaron en esta canción- lograron en 5 minutos denunciar un sistema de poder corrupto y confabulador, molestando también a algunos monstruos sagrados de la música: de Foo Fighters a Deep Purple, de Dream Theater a Led Zeppelin. Por supuesto, todavía queda un largo camino por recorrer antes de alcanzar a estos Dioses de la música, pero para llegar a las puertas del Olimpo la partitura es la correcta.
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Video de portada: Antimafia Duemila / Our Voice