En breve síntesis el ex ministro Calogero Mannino se habría puesto en contacto con Ros*, en la persona del general Subranni, a fin de estudiar alguna estrategia que pudiera salvarle la vida y éste último habría encargado al general Mori de hallar una solución que se haría efectiva luego, en las conversaciones con Ciancimino. Entra en la cuestión más adelante el ministro Mancino y, después de la captura de Riina, también Dell’Utri, el cual habla con Provenzano y con los Graviano mientras las bombas siguen estallando en la península italiana.
Hay una interesante coincidencia entre esta hipótesis de los fiscales y las declaraciones del profesor y eurodiputado Pino Arlacchi ante los magistrados de Caltanissetta, durante un interrogatorio del 11 de septiembre 2009, cuando siendo interpelado en mérito a una entrevista que él mismo había concedido a Francesco La Licata y que fue publicada en el periódico La Stampa, explicó:
“… yo estaba convencido de que efectivamente Cosa Nostra, cometió los atentados de Capaci y de Via D’Amelio en sinergia con ambientes desviados de las Instituciones, sobre todo del SISDE (servicio secreto italiano), que en ese entonces atravesaba un momento de dificultad, porque estaban por fallar los históricos referentes de carácter político y habían por lo tanto, por así decirlo, “sacado provecho” de la reacción en todo caso autónoma de Cosa Nostra, pilotándola para que fuera útil al objetivo de conquistar de nuevo aquella centralidad de la que gozaban en el pasado. Era un análisis – relativo a las dificultades que vivían en esos momentos, estos entornos institucionales – que lo compartía también el doctor Falcone y el doctor Borsellino. Dificultades que nacían de la abolición del “Alto Commisariato” (Alta Comisaría), que constituyó siempre el terreno fértil de estos sujetos y de la pérdida de poder por parte de la política que siempre fueron una garantía. Cuando hablo de ambientes institucionales me refiero, en particular, al grupo del SISDE que tenía como punto de referencia al doctor CONTRADA, y también a algún grupo perteneciente al Arma de los Carabinieri que en ese entonces hacía referencia al Coronel MORI. Me resulta que ambos, el Coronel MORI y el doctor CONTRADA se contraponían fuertemente contra el doctor DE GENNARO (ex jefe de la policía), el cual no compartía los métodos que adoptaba el coronel MORI en ese período, recurriendo a confidentes y por un modo suyo de hacer que se podría definir poco transparente. Deseo precisar, sin embargo, que el juicio sobre MORI y sobre sujetos cercanos al mismo no era tan negativo como el que se tenía sobre CONTRADA, al que considerábamos peligroso de verdad y capaz incluso de cometer homicidios”.
Los pm guiados por el juez Lari ante tales afirmaciones le pidieron a Arlacchi que precisara mejor sus palabras:
“(…) Después de los atentados del 1993, se consolidó en la cumbre de la D.I.A. (Dirección Investigativa Antimafia) la idea de que los atentados tenían una matriz política precisa, es decir que tenían como fin obligar al Estado a bajar a pactos y a establecer una negociación. Sobre este punto formulamos junto a DE GENNARO algunas hipótesis, considerando que el grupo andreottiano, por medio de sus referentes de los que hablé antes - y es decir el grupo CONTRADA - fuese uno de los terminales de la negociación. Cuando en la entrevista hago referencia al R.o.S (reparto operativo especial) en lo que se refiere a la negociación en curso en ese momento “hago alusión al coronel MORI; sospechábamos, en efecto, que se estuviese perpetrando una acción de debilitación de las investigaciones de la Fiscalía de Palermo, valiéndose incluso de contactos con miembros de Cosa Nostra para convencer a esta asociación de la posibilidad de salir de algún modo indemne de la fase de las investigaciones a cargo del pool de Palermo.”
En pocas palabras había en acto una guerra de métodos y de fines en el seno del Estado que Arlacchi al final de la deposición¹ resume así:
“Quien remaba en contra, en sustancia, lo hacía con la bendición de un grupo político que intentaba mantener el status quo y detener la hemorragia de consensos que empezaba a pesar bastante, especialmente en concomitancia con las investigaciones relativas a la corrupción.”
Obviamente será tarea de los magistrados probar si el análisis del profesor pueda ser un elemento más, está de hecho qué, a pesar del mentís de De Genaro¹, existe un informe de la Dia a cargo del mismo super prefecto (con fecha septiembre 1993²), donde sin hacer demasiados nombres queda confirmado cuanto ha afirmado Arlacchi acerca de la negociación.
“Hay un ‘proyecto’ para ‘intimidar al Estado’ y ‘condicionar la renovación política e institucional de nuestro País’. Es un ‘pactum sceleris’ entre Cosa Nostra y centros de poder políticos ocultos e ilegales ‘objetos de una agregación análoga a aquella que vive la mafia”. Es ‘una agregación horizontal’ que tiene un objetivo: ‘garantizarse la impunidad’ o, por lo menos, ‘la supervivencia’. Incluso a costo de ‘una ofensiva final con el empleo de armas pesadas con numerosas víctimas inocentes, sabotaje y medios de comunicación, atentados a los Tribunales y a otros despachos.”
Esperamos que la fiscalía acoja la solicitud del ex ministro Nicola Mancino de escuchar al doctor Arlacchi en su defensa (era uno del staff), ya que sería de gran interés de verdad sondear esta versión suya y ya que estamos en ello comprender porqué no habló de esta negociación con el ex ministro que además es el destinatario del informe de la Dia.
Pero las coincidencias no acaban aquí.
Arlacchi hace expresamente referencia, en estos términos como quizás nunca hizo ningún otro, a la implicancia directa de los servicios secretos (de hecho es el SISDE de Contrada), en los atentados. Sería igualmente productivo cotejar estas evaluaciones suyas con una serie de datos sobre los que los magistrados se han detenido más de una vez y que lamentablemente han quedado estancados debido al bajo nivel probatorio.
La infinita historia del Sr. Carlofranco* entre las varias reconstrucciones de Massimo Ciancimino, que en todo caso la Fiscalía de Caltanissetta tiene motivos para creer que su existencia tiene fundamento.
La agenda roja y todas las increíbles vicisitudes que han caracterizado la investigación de las mil reconstrucciones contradictorias de Ayala y de Arcangioli* quien se aleja con el maletín y el misterioso hombre que se califica como miembro de los servicios.
Las nuevas imágenes que un hombre ha dado a conocer recientemente sobre el escenario del atentado de Via d’Amelio que tendrán que ser sometidas a delicadas investigaciones antropométricas.
Las declaraciones de Gaspare Spatuzza que cuenta a los pm que notó la presencia externa a Cosa Nostra (“quizás un hombre de los servicios secretos”, en el momento en el que llenó de explosivo la Fiat 126.
Y en fin esa especie de llamado que Salvatore Riina³ le dirige al presidente del Tribunal De Giorgio en el proceso por el fallido atentado al estadio Olímpico en el que pide, en tiempos absolutamente no sospechosos, en el 2004, de que escuchen a Massimo Ciancimino precisamente en relación a los coloquios entre el Ros y su padre Vito Ciancimino, preguntando y preguntándose a si mismo como llegó a saber el entonces ministro Mancino que poco tiempo después habría sido arrestado.
No sabemos si los magistrados que han querido interrogarle nuevamente le han preguntado cómo es que entre todas las cosas que podía decir ese día el jefe de Cosa Nostra eligió justo aquéllos detalles que han llevado a una vuelta de hoja en las investigaciones. Sería oportuno hacerlo, o bien sería útil saber lo que contestó.
Aunque públicamente Arlacchi ha ridiculizado y reputa falsa la hipótesis de la “negociación” así como ha sido planteada por la fiscalía de Palermo, seguramente a causa de su ignorancia en el mérito de la investigación a mi juicio su testimonio tiene una gran importancia, por el hecho que ha admitido que hablaba de esos temas con Falcone y Borsellino a quienes, como bien se sabe, frecuentaba asiduamente y a quienes se sentía unido por una profunda amistad. Son conversaciones íntimas con los dos magistrados poco antes de que fueran asesinados. Enseguida después Arlacchi evalúa profundamente algunas hipótesis y las comparte con Gianni De Genaro: la certeza de la implicancia de los servicios secretos del Estado italiano en los atentados del '92 y '93, con la complicidad de hombres muy poderosos como Giulio Andreotti.
Al profesor Arlacchi, si se dignará de contestarme a mí o a nuestra redacción, quisiera preguntarle qué sentido tiene este modo suyo de decir y no decir, revelar a la Fiscalía de Caltanissetta la existencia de coloquios delicadísimos con Falcone y Borsellino sobre la negociación para luego tomar las distancias del trabajo del juez Ingroia y de sus colegas. Me sentiría (honorado …u honrado?)de una respuesta suya, ¿o quizás sea el caso de recordarle aquella famosa metida de pata en la convention palermitana de la Onu en la que declaró que “la mafia ha sido casi ‘derrotada?’
³ http://www.antimafiaduemila.com/200712171418/editoriali/nd-39-aprile-maggio-2004.html
Nota:
* Massimo Ciancimino ha hablado en más de una ocasión de un misterioso ‘señor Franco’ de los servicios secretos.
* Giuseppe Ayala y Giovanni Arcangioli: que tomaron en mano el maletín con la agenda roja de Paolo Borsellino después del atentado de Via D’Amelio.