La posibilidad de que el Procurador General de la Casación mande a la sección disciplinaria del Csm (Consejo Superior de la Magistradura) un acto de inculpación a cargo del pm Di Matteo por violación de la discreción sobre las investigaciones, y del procurador Messineo, por no haber autorizado su sustituto a conceder una entrevista es bastante realista. E igualmente obscena. Este enésimo asedio a la fiscalía de Palermo tiene lugar inebitablemente bajo el “General agosto”, clima ideal para poner en acto estrategias criminales tramadas en altas cumbres institucionales ante el silencio ensordecedor de una opinión pública distraída entre vacaciones y olimpiadas.
En el ámbito judicial palermitano el próximo otoño se preanuncia decididamente “caliente”. El proceso Mori-Obinu por la fallida captura de Provenzano se encamina hacia la fase conclusiva. La investigación sobre la “negociación” Estado-mafia arribará a la audiencia preliminar que podrá desembocar en un encausamiento. Entre los imputados de renombre hay mafiosos del calibre de Totò Riina y Bernardo Provenzano, los ex oficiales del Ros Mario Mori y Antonio Subranni, el ex ministro del Interior Nicola Mancino y los senadores Marcello Dell’Utri y Calogero Mannino.
Como se sabe entre los magistrados del pool que investigan sobre la “negociación” están Antonio Ingroia y Nino Di Matteo. Los ataques sin control en contra de ellos, a los cuales hemos asistido en estos meses, se han agudizado ulteriormente justo en vistas del otoño judicial que se acerca. Con la temporal salida de escena de Antonio Ingroia (debido a su traslado en Guatemala para revestir el encargo que le ha encomendado las Naciones Unidas), el objetivo que se debe golpear con cualquier medio a disposición es por lo tanto el pm Di Matteo y detrás de él los demás miembros del pool: Lia Sava, Francesco Del Bene, Paolo Guido así como aquellos magistrados que con distintas funciones están investigando sobre delicadas investigaciones de mafia y política.
La injerencia del Quirinale (residencia del Presidente de la República italiana) respecto a la fiscalía de Palermo (mediante el planteamiento del conflicto de atribución ante la Corte Constitucional en mérito a las interceptaciones telefónicas entre Napolitano y Mancino), ha representado el ápice de un ataque violento, específico y plenamente preventivo en lo que se refiere a determinados magistrados. Así como ha recordado el mismo Ingroia, un puñado de magistrados ha entrado en la “habitación de la verdad”. En el interior se empiezan a entrever los perfiles de los corresponsables de aquellas matanzas sobre las que el Estado-mafia no tiene intención de hacer luz.
Los ataques institucionales contra Roberto Scarpinato, Antonio Ingroia y Nino Di Matteo marcan el punto sin retorno de un País culpable y sin más dignidad, caracterizado por una clase política que, salvo rarísimas excepciones, se vuelve conscientemente instrumento de un poder criminal para deslegitimar, aislar y sobreexponer a quién únicamente va detrás de la verdad para hacer justicia a todos los mártires de la violencia político-mafiosa.
Hace más de diez años el padre del pool antimafia, Antonino Caponnetto, habló a cientos de chicos y adultos que estaban participando a un congreso haciendo suyo el reclamo lanzado poco tiempo antes por Antonio Ingroia: “¡Hombres y mujeres de buena voluntad si estáis dad un golpe!”. A esa “llamada” cada uno de nosotros tiene el deber moral de dar una respuesta. Ahora.
Está claro que no serán los “sepulcros blanqueados” de las instituciones los que demostrarán solidaridad hacia los magistrados bajo asedio, ni mucho menos esa parte de la magistratura pávida dispuesta sólo a conmemorar a sus colegas muertos, o aquellos exponentes políticos conniventes con los peores criminales. Nunca como hoy la responsabilidad de ceñirse alrededor de estos magistrados le corresponde a esa parte de la sociedad que se define “civil.”
Nos equivocamos cuando escribimos que hoy el Csm ha vuelto a ser el Sanedrín que persigue a sus propios héroes (basta con citar el ejemplo del tratamiento del que fueron objeto Falcone y Borsellino. Sì, nos equivocamos porque debemos asociar al Sanedrín una parte de la cumbre (o de los altos cargos de la Fiscalía General de la Casación) que puede ser tranquilamente definida la fiscalía de Herodes al servicio del poder del Gobernador político Poncio Pilatos.
Giorgio Bongiovanni
Artículos relacionados en español:
Los lazos entre la mafia y el Estado italiano salpican al Presidente
El miedo del poder:
http://www.antimafiadosmil.com/new/index.php?option=com_content&view=article&id=2370:el-miedo-del-poder&catid=129:antimafia-duemila-2012&Itemid=528
Artículos relacionados en italiano:
Estado-mafia, encaminada una acción disciplinal sobre Messineo y De Matteo
"Quizás demos miedo al Edificio romano"