Domingo 8 Diciembre 2024

Opinión académica sobre violencias contra adictos en situación de calle en el Uruguay

“En las últimas semanas, individuos que por diferentes motivos pernoctan en las calles montevideanas fueron objeto de violentos ataques por una banda que permanece anónima mientras, desde la academia, el sociólogo Sebastián Aguiar opinó que es menester 'complejizar' el fenómeno para generar empatía”.

Tal como adelantó esta publicación, a mediados de julio el cura Omar França denunció en la Seccional 11 que, a través de un servicio de duchas solidarias que ofrecen en la parroquia Santa Bernardita de Malvín dos veces por semana para personas sin hogar, constató tres casos de transeúntes agredidos por “patrullas” conformadas con ese fin que se trasladan “en autos nuevos” y emplean “bates de béisbol”. En suma, los ataques derivaron en traumatismos, fracturas y cortes. Además, aclaró que tras dialogar con los afectados se percató de que los denominan como “los antipasta”.

De esta manera aumenta la preocupación en organizaciones sociales: el colectivo Entramados -espacio de diálogo y cooperación entre organizaciones que gestionan servicios de asistencia social y sus usuarios- alertó el martes por la gravedad de la situación luego de corroborar múltiples agresiones a personas en situación de calle. Según La Diaria, Natalia Cámara, psicóloga social, coordinadora del espacio e integrante de El Abrojo, planteó que “esto no es de ahora”.

Efectivamente, no lo es. Antecedentes datan de 2020 y establecen un modus operandi similar: autos de alta gama, jóvenes bien vestidos y, otra vez, bates de béisbol. Eduardo Barreneche para El País describe uno de los eventos -quizá el más grave- como una pelea campal entre “seis o siete jóvenes” que bajaron de autos de lujo en la rambla y apalearon a un reducido número de adictos hasta que otro grupo integrado por algunos cuidacoches locales llegó, los enfrentó e hizo que volvieran a huir hacia los vehículos.

Más allá de la respuesta policial, en primera instancia, por miedo y exposición, distintas voces coinciden en que las denuncias no se hacen. En los hechos de 2020 los medios adelantaron que “el caso no llegó a la fiscal de turno porque no se concretaron las denuncias”, y, quizá, si no fuera por el cura França, hubiese ocurrido lo propio con las agresiones en Malvín.

La academia

Sebastían Aguiar es doctor en sociología y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Trabaja la sociología urbana y, específicamente, la temática situación de calle. Además, hace un tiempo que acompaña al colectivo Ni Todo Está Perdido (NITEP), conformado en 2018 mayoritariamente por personas en situación de calle para luchar activamente por sus derechos.

En su visión, la vía para lidiar con esta escalada de violencia es complejizar el fenómeno en lugar de simplificarlo. En primera instancia, para explicar sus orígenes se suscribe al concepto de “desafiliación” que trajo la obra del sociólogo francés Robert Castells, término empleado en las ciencias sociales que propone la pérdida de “los espacios más tradicionales” de socialización e inserción económica. Los cambios en las formas de empleo, la afectación neoliberal en las políticas de bienestar social sumado a fallos en la previsión social, políticas que dejan huecos o las políticas carcelarias generan una “constelación causal de procesos” que, sobre todo en los débiles estados latinoamericanos, pueden llevar a la situación de calle. Aguiar enfatiza que, aunque parezca exagerada la idea de que “a cualquiera le puede pasar”, resulta cierta en las sociedades de la región porque un incendio, la pérdida de un empleo por un accidente laboral y todo tipo de imprevistos afines son capaces de derivar en que el individuo pierda la condición de la vivienda. En suma, quienes duermen sobre la acera demuestran “las fallas del capitalismo y el sistema de mercado en sociedades periféricas”.

Una vez en esa situación, la persona se ve envuelta en “un proceso que nunca es estático” sino que implica oscilar entre espacios precarios, en un contexto en extremo dinámico. De forma paralela ocurre una “pérdida de capacidad de acción y de decisión”, procesos progresivos que se dan tras una serie de expulsiones: del hogar, del mercado, etc.

Así, según escuchó en NITEP, ocurre que en días en los que uno no comió bien o durmió con frío se pone “al borde de tomar una mala decisión”. “Por esta falta de agencia, las personas van quedando cada vez más deshabilitadas y más cerca de que su camino se desvíe. El consumo, que muchas veces se ve como una causa del ingreso a la calle, en muchos casos es en realidad un resultado de estar allí”, acotó Aguiar.

Una metáfora que condensa lo anterior es la teoría de los agujeros negros: una enorme gravedad absorbe todo lo que está próximo y, una vez adentro, no puede escapar. Aguiar explicó que uno empieza a verse atraído por un “horizonte de sucesos” hasta que se vuelve imposible salir y ni la luz de la política ni de la propia persona puede rescatarlo. Además, los problemas se “retroalimentan”: “si conseguís trabajo, tenés el problema de la vivienda, o de los vínculos”.

Además, todo se ve salpicado por la violencia, que “aparece en muchos momentos y en distintas formas” en la vida de un indigente, incluso “desde el mismo origen”. Se da a nivel simbólico, con complejas figuras asociadas “al rebajamiento de la identidad humana” y con la idea del “chivo expiatorio”, entendido como aquel sobre el que se hacen recaer culpas ajenas para eximir a los verdaderos culpables. Es "violencia contra los frágiles, contra las personas con identidad degradada”.

En conclusión, Aguiar explicó que el tema muchas veces se trata “con una superficialidad que contribuye a cultivar estos elementos simbólicos” y es clave resignificar, buscar soluciones más integrales que una noche en un refugio, mostrar que a cualquiera le puede ocurrir, exponer estas “trayectorias variadas de personas maravillosas enfrentadas a las situaciones más dramáticas que puede sufrir un individuo”

Foto: Medios Públicos Uruguay