Jueves 9 Mayo 2024

Pero la intervención de Sebastiano Ardita marcó la diferencia

"Hablemos de la mafia". Este fue el título elegido para la conferencia organizada por los Hermanos de Italia y celebrada ayer en Palermo, a sólo dos días del aniversario de la muerte de Paolo Borsellino. Una auténtica "pasarela" en la que muchos ponentes que se fueron sucediendo, entre medias verdades y mentiras, han dejado de lado hechos y fechorías alabando la actuación de un gobierno fascista y anti antimafia.

Porque se miente sabiendo que se miente, cuando se dice que la tratativa no existió, a pesar de que hay varias sentencias firmes que así lo han establecido, más allá de la relevancia penal de la misma.

Se miente sabiendo que se miente cuando hay quien, como Giovanni Donzelli, dice que "cuando Borsellino llevaba pocas horas muerto, algunos magistrados cerraron y archivaron la investigación sobre las licitaciones públicas de la mafia o Mafia-appalti".

Un ataque directo al exmagistrado y hoy senador Roberto Scarpinato. Este último, que fue uno de los titulares de dicho expediente, al declarar en el juicio por el desvío de las investigaciones de la masacre de via D'Amelio, explicó que en realidad la investigación de los contratos públicos obtenidos por la mafia no fue cerrada en absoluto el 13 de julio de 1992, como siguen repitiendo falsamente algunas fuentes, en clara discrepancia con los documentos procesales. "El cierre de julio de 1992 -dijo Scarpinato varias veces- no es el cierre del caso Mafia-appalti, que continuó durante mucho tiempo y en el cual, en mayo de 1993, fueron arrestadas 25 personas. El mencionado archivo de actuaciones, solo se refería a algunos temas para los que no se habían agregado suficientes pruebas".

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La apología de las medias verdades continuó con la intervención de Sergio De Caprio, el capitán Último, que arrestó a Totò Riina y fue concejal de la derecha en Calabria, quien rindió homenaje a los oficiales del Arma de Carabineros absueltos en el juicio de la Tratativa Estado-mafia, liberándolos también de cualquier responsabilidad moral e institucional: "Borsellino hablaba de la fiscalía de Palermo como de un nido de víboras. Sin embargo, durante veinte años, la guerra judicial se libró contra hombres buenos como Mario Mori, Giuseppe De Donno y Antonio Subranni. Estoy feliz de que hayan derrotado a quienes los acusaron injustamente".

Evidentemente los Mori, los Subranni, los De Donno y los De Caprio de turno, cuando hablan de las absoluciones, en sus consideraciones guardan silencio sobre aquellas partes de las sentencias que destacan precisamente las graves críticas a la conducta de los carabineros. Conducta grave que se repitió en el fallido allanamiento del escondite de Totò Riina en via Bernini, o en el fallido operativo de Mezzojuso, en 1995, para la captura de Bernardo Provenzano.

En el juicio que involucró al propio De Caprio por la falta de registro del escondite de jefe de jefes, los mismos jueces hablan de "responsabilidad disciplinaria" (ante ciertos hechos, los protagonistas de los mismos deberían haber sido degradados) y de fallas operativas evidentes, cometidas en la elección de no registrar inmediatamente el edificio en calle Bernini.

Se sabe que la magistratura fue convencida para no realizar el allanamiento, diciendo que vigilarían el escondite, pero las tele cámaras fueron desconectadas a las pocas horas y no se informó de ello a las autoridades competentes, evadiendo el control de legalidad del Poder Judicial.

De tal modo que, cuando se realizó el allanamiento el 2 de febrero, los investigadores encontraron el refugio del jefe completamente limpio, con los muebles amontonados en una habitación, la caja fuerte despojada de las paredes, las paredes encaladas e incluso los tapices y revestimientos desprendidos, para eliminar cualquier rastro de ADN.

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En cuanto al asunto Mezzojuso, en los motivos de la sentencia (que está firme) se dice que: "Las opciones técnico-investigativas adoptadas por los imputados (especialmente la de no tratar adecuadamente las líneas de investigación surgidas de la reunión de Mezzojuso), más aún si se tiene en cuenta que fueron adoptadas por oficiales expertos de la Policía Judicial, suscitan más de una duda sobre la corrección, al menos desde el punto de vista profesional, de la labor de ambos y dejan varias zonas grises que el debate, a pesar del esfuerzo realizado por el Ministerio Público, no pudo desentrañar". 

Estos elementos deberían recordarse, pero, en cambio, no solo se trata de minimizarlos, sino incluso de cancelarlos.

Así como se quisieron anular las valoraciones concernientes al general Subranni relativas al relato de las anomalías en la investigación de la muerte de Peppino Impastato, militante del DP (Partido Demócrata) asesinado en Cinisi el 9 de mayo de 1978. En el archivo por prescripción de las investigaciones por complicidad del general de carabineros ahora retirado, Subranni destaca que éstas "a priori, incomprensible e injustificadamente, se excluyó en forma precipitada la pista mafiosa".

Una investigación que refuerza las valoraciones del histórico informe de la comisión antimafia sobre el asesinato de Impastato y sobre el desvío que siguió, elaborado en la época de la presidencia de Giuseppe Lumia.

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Y cómo olvidar las palabras de Agnese Borsellino (Informe de la S.I.T del 27 de enero del 2010, Fiscalía de Caltanissetta) cuando dijo: "Recuerdo que mi esposo me dijo textualmente que 'hubo una conversación entre la mafia y partes infieles del Estado'. (...) Confirmo que me dijo que el General Subranni era 'punciuto' (es decir, había hecho el rito de afiliación a Cosa Nostra, ndr). Recuerdo que cuando lo dijo estaba asombrado, pero agrego que me lo dijo en un tono absolutamente seguro. No me dijo quién se lo había dicho. Me dijo, en cambio, que cuando se lo dijeron se puso tan mal que había tenido arcadas". Tal vez el "capitán Último" esté de acuerdo con el general Subranni, que en una entrevista dijo que la viuda de Borsellino no estaba bien de salud a causa del Alzheimer.

Esa innoble acusación fue denunciada con contundencia por el hijo del juez, Manfredi Borsellino ("Mi madre es la más lúcida de todos nosotros"). Sin embargo, hoy nadie recuerda esas palabras.

Desde la conferencia, muchos intentaron asegurar que el concurso externo no será tocado, pero todo se vuelve confuso cuando hicieron uso de la palabra el alcalde de Palermo, Roberto Lagalla, y el gobernador siciliano, Renato Schifani, ambos apoyados sin demasiado misterio por los condenados por hechos mafiosos, Marcello Dell'Utri y Totò Cuffaro.

En definitiva, todo lo contrario.

El único discurso que puso los "puntos sobre las íes" al hablar del estado en que se encuentra la lucha contra las mafias y los sistemas criminales fue el del fiscal adjunto de Catania, Sebastiano Ardita. Una intervención que marca la diferencia y que en nota aparte proponemos íntegramente a nuestros lectores.

Fotos: Antimafia Duemila

Foto 2: Capitán Ultimo, Sergio De Caprio

Foto 3: Giovanni Donzelli, diputado de los Hermanos de Italia

Foto 4: Renato Schifani, gobernador de la Región de Sicilia